El Requerimiento español fue un documento previsto para que los pueblos indígenas leyeran y acordaran durante la conquista española de las Américas. Creado en 1513, el documento exponía la historia del cristianismo, la superioridad del papa y la obligación, a partir de ese momento, de que todos los pueblos indígenas se sometieran a la autoridad real española.
Además de que el texto del Requerimiento era incomprensible para sus destinatarios, el documento era en realidad un método de aliviar la culpa de los españoles por su imperialismo. Aunque la ley obligaba a declarar el contenido del Requerimiento, en la práctica, la mayoría de los conquistadores se limitaban a hacer que alguien (un fraile, por ejemplo) repasara los elementos más pertinentes del documento y lo gritara por el campo de batalla mientras se cargaban los cañones. A pesar de lo absurdo del documento y su entrega, el Requerimiento ilustra que, incluso en esta etapa relativamente temprana del imperialismo global europeo, los gobernantes no estaban del todo seguros de que tenían todo el derecho a pisotear los pueblos de otra parte del mundo, fueran cristianos o no. En todo caso, el Requerimiento se escribió en beneficio de los españoles y no de los pueblos indígenas que, según se decía, eran el público objetivo.
Una conquista sangrienta justificada
La colonización europea de las Américas comenzó en 1492 con el desembarco de Cristóbal Colón (1451-1506) en el Caribe. Aunque Colón y la monarquía española estaban realmente interesados en encontrar una ruta marítima directa hacia China y las especias de Oriente, el descubrimiento fortuito de las islas del Caribe se explotó al máximo. Respaldada por una bula papal que justificaba la conquista y con el tema de sus rivales portugueses resuelto en el audaz Tratado de Tordesillas de 1484, la Corona española estaba deseando ponerse a colonizar.
Los españoles se apoderaron de La Española (actual República Dominicana/Haití) en 1494, de Puerto Rico en 1508, de Jamaica en 1509 y de Cuba en 1511. En la primavera de 1513, Juan Ponce de León (1474-1521) fue el primer europeo en realizar un desembarco documentado en Florida. Ese mismo año, Vasco Núñez de Balboa (1475-1519) cruzó el istmo de Panamá y se convirtió en el primer europeo en avistar el océano Pacífico. El Nuevo Mundo empezó a parecer un lugar muy prometedor para los recién llegados.
En este proceso de colonización, torturaron a los pueblos indígenas por sus objetos de valor, les robaron y los despojaron de sus tierras. Miles de personas murieron en la guerra y la resistencia, y muchas fueron directamente asesinadas. Incluso los que sobrevivieron tuvieron que enfrentarse a la amenaza mortal de las enfermedades de origen europeo. Puede que a los conquistadores que estaban en el lugar no les importara mucho el costo humano de sus aventuras, pero hubo algunas voces de protesta en España, tanto en la Iglesia como en el gobierno. Para muchas autoridades, la conquista no era solo una oportunidad para obtener recursos, sino también un deber de enseñar a los pueblos indígenas los fundamentos del cristianismo. La línea oficial era que los pueblos nativos que aceptaran pacíficamente al monarca español como su nuevo señor supremo debían recibir a cambio la oportunidad de salvar sus almas y recibir protección contra el daño físico y los abusos. Para dejar claros estos conceptos tanto para los conquistadores como para los conquistados, en 1513 la Corona española encargó al notable jurista Juan López de Palacios Rubios la creación de un documento extraordinario, el Requerimiento.
El Requerimiento permitió a muchos aliviar su culpa por la tremenda destrucción de la conquista. Se esgrimieron muchos argumentos como justificación de que España estaba llevando la luz a un rincón oscuro del reino de Dios, como la falta de avances tecnológicos en las culturas atacadas, la interpretación de que los gobernantes gobernaban solo a través de un sistema de tiranía, que los gobernantes no cristianos no podían tener ninguna autoridad de Dios para gobernar y la creciente evidencia de los elementos más dramáticos de las prácticas religiosas indígenas, como los sacrificios humanos y el canibalismo ocasional. La conquista del Nuevo Mundo se llegó ver bajo una luz similar a la de las Cruzadas. El Requerimiento ofrecía a los indígenas una solución pacífica a una nueva realidad política, militar y religiosa; si elegían rechazarla, entonces los españoles estaban, según ellos, legal y moralmente justificados para emplear cualquier medio posible para completar sus objetivos de conquista.
Contenido
El Requerimiento tenía unas 1000 palabras divididas en cuatro partes que el historiador D. M. Carballo resume aquí:
- La visión bíblica europea de la cosmogénesis y el reparto de las Américas entre España y Portugal según la bula papal y el Tratado de Tordesillas.
- El derecho legítimo de España a evangelizar en América en virtud del punto anterior.
- Una petición de que los pueblos nativos se sometan al rey y al papa.
- Una promesa de guerra, violencia y la esclavización de mujeres y niños si rechazaban someterse.
El siguiente pasaje cuenta la historia de la Creación y el desarrollo de los diferentes reinos en la tierra:
Dios nuestro Señor, uno y eterno, creó los cielos y la tierra, y un solo hombre y una sola mujer, de los cuales descendimos y procreamos nosotros y vosotros y todos los hombres del mundo, así como todos los que han de venir después de nosotros. Debido a los tantos que devinieron de ellos... fue necesario que algunos hombres fueran a una parte, y otros a otra, y entonces se dividieron en muchos Reinos y provincias, los que no pudieron mantenerse y preservarse en una sola.
(Alan Covey, 203)
Se esperaba que los pueblos indígenas aceptaran estas propuestas pacíficas y el nuevo statu quo en el que ahora eran súbditos de la Corona española y futuros miembros de la Iglesia cristiana. Si no aceptaban estos términos, el documento concluía con una serie de amenazas ominosas:
Haremos guerra contra vosotros de todas las maneras y modos... y haremos todo el daño y perjuicio que podamos... [y todas] las muertes y pérdidas [que resulten serán] culpa vuestra, y no de Sus Altezas, ni de las nuestras, ni de las de estos caballeros de nuestra compañía.
(Cervantes, 80)
Aspectos prácticos
Aunque el Requerimiento estaba destinado a leerse en la primera toma de contacto o antes de una batalla, a menudo se leía solo en castellano, por lo que resultaba incomprensible para sus destinatarios. El documento se podía leer en el campo de batalla cuando un fraile o un notario se podían encargar de esta tarea y, como se aseguraba de estar bien lejos del alcance de los misiles, aunque los lugareños hubieran podido captar su significado, no habrían oído las palabras que se pronunciaban. Ofrecer una traducción del documento en la lengua de los afectados era solo una recomendación. Incluso cuando se intentó traducir el documento, el resultado fue tan confuso que bien podría haber permanecido en castellano. La comunicación era tan ineficaz que muchos de los conquistadores creían que la lectura del Requerimiento era solo para su propio beneficio o el de Dios. Después de haber escuchado o leído el documento, se esperaba que los lugareños firmaran su conformidad con él.
El Requerimiento se leyó a las tribus indígenas de todo el continente durante décadas. En la primera lectura, realizada por el notario Rodrigo de Colmenares en Colombia el 19 de junio de 1513, un testigo presencial ya había advertido que "parece que estos naturales no escucharán la teología del Requerimiento y no tenemos aquí quien los ayude a entenderla" (Cervantes, 80). Aun así, el documento se leyó una y otra vez, incluso a figuras tan elevadas como el gobernante inca Atahualpa (que gobernó de 1532 a 1533) cuando los conquistadores lo vieron por primera vez. Hernando de Soto (c. 1500-1542) hizo los honores aquel 15 de noviembre de 1532, pero al menos Atahualpa tuvo la suerte de contar con un intérprete. El documento todavía se leía en la década de 1540, por ejemplo, por las fuerzas españolas que operaban contra los chichimecas al norte del Valle de México.
En las ocasiones en que se entendió, los líderes nativos por lo general rechazaron el Requerimiento de plano, ya que no veían ninguna razón para ceder sus poderes, riqueza y forma de vida a estos intrusos, al menos no sin luchar. Mientras que algunos líderes indígenas eran más astutos y fingían estar de acuerdo con la declaración pero luego la ignoraban alegremente, otros eran más abiertamente desafiantes. Los mayas de Chichén Itzá, en 1532, respondieron a la lectura del Requerimiento con lo siguiente: "Ya tenemos reyes, ¡oh, nobles señores! Guerreros extranjeros, ¡somos los Itza!" (Thomas, 199)
Hubo voces de protesta en España y en las colonias por parte de quienes reconocieron el Requerimiento como la farsa que era. El célebre fraile dominico Bartolomé de las Casas (1484-1566) dijo en una ocasión que no sabía si reír o llorar al escuchar la declaración completa del Requerimiento. De las Casas calificó el documento de "injusto, impío, escandaloso, irracional y absurdo" (Cervantes, 81).
Además de los argumentos obvios de que todo el asunto era irreal y poco práctico, había quienes cuestionaban su legalidad y la absurda presunción y clave del documento de que "el Mundo" era lo mismo que "la Cristiandad". También se debatió hasta dónde se podía llevar la autoridad papal para convertir a los no creyentes y qué medios, militares o no, justificaban los fines de la conversión. Voces distinguidas como la del jurista dominicano Francisco de Vittoria sostenían que los príncipes extranjeros tenían tanto derecho a gobernar a su pueblo como el emperador del Sacro Imperio Romano Germánico a gobernar el suyo. Sin embargo, estos argumentos, aunque continuaron a lo largo del siglo XVI, fueron en gran medida académicos y tuvieron poco efecto en los participantes de ambos lados de la conquista en el Nuevo Mundo propiamente dicho. El Requerimiento siguió siendo, como dice el historiador F. Cervantes, "una confección de idealismo religioso y egoísmo abierto" (80).