El ocio en un castillo medieval inglés

Artículo

Mark Cartwright
por , traducido por Agustina Cardozo
Publicado el 31 mayo 2018
Disponible en otros idiomas: inglés, francés, portugués
Escucha este artículo
X
Imprimir artículo

Gracias a su privilegiada posición en la vida y al trabajo de los campesinos de sus fincas, los nobles de un castillo medieval inglés disponían de muchas horas de ocio que podían destinar a comer, beber, bailar, jugar a juegos como el ajedrez o leer historias románticas de audacia. Otras formas de pasar el tiempo e impresionar a los compañeros eran la caza en el bosque local o en el parque de ciervos, la cetrería, las justas, la costura, la composición de poesía, la música y la observación de acróbatas, malabaristas y bufones profesionales.

Medieval Chess Game
Juego de ajedrez medieval
Unknown Artist (Public Domain)

Caza

Muchos de los castillos más grandes tenían sus propios establos, por lo que montar a caballo era una posible forma de ocio, pero montar con un propósito era quizás aún más popular. La caza era el mejor ejemplo, y no solo era una actividad de ocio, sino que tenía la recompensa práctica de mejorar la equitación y la destreza con las armas, además de animar el menú de la cena del castillo. Un cazador profesional y sus batidores y adiestradores de perros acechaban a los animales en el bosque local o en el parque de ciervos protegido utilizando perros con correa. Cuando estaban listos, se tocaba un cuerno para indicar la salida y entonces los nobles (tanto hombres como mujeres) montaban con una jauría de perros de caza para perseguir a animales como ciervos, jabalíes, lobos, zorros y liebres. Las razas de perros más utilizadas eran el sabueso (brachet), el galgo (lebrel) y el perro de San Huberto (lymer). Para los jabalíes más formidables, la raza utilizada era el alano, similar al moderno pastor alemán.

Eliminar publicidad
Publicidad
Un buen parque de caza junto al castillo era una poderosa declaración social en el entorno competitivo de la aristocracia.

La partida de caza incluía a criados y mozos de cuadra, por lo que existía la posibilidad de hacer un pícnic en mitad de la cacería. Una vez acorralado el animal, el noble tenía la oportunidad de matar con una lanza o un arco y una flecha. Incluso si un señor no tenía su propio coto de caza, siempre podía pagar por el privilegio en otro lugar, ya que muchos propietarios de grandes fincas ofrecían el derecho a cazar en sus terrenos por una tarifa adecuada. Los bosques eran un recurso muy valioso en la época medieval, y tenían sus propios funcionarios e inspectores para asegurarse de que los agricultores locales no los dañaran. Los parques de ciervos, de entre 400 y 4000 metros cuadrados, estaban delimitados por terraplenes, vallas y un foso circundante. Las infracciones, como el pastoreo de ganado o la tala de madera en las tierras de un castillo sin permiso, conducían a un proceso judicial en los tribunales dedicados a asuntos forestales. Cualquiera que fuera sorprendido cazando furtivamente se enfrentaba a severos castigos como multas, prisión o incluso cegamiento. Por último, un buen parque de caza junto al castillo era una poderosa declaración social en el entorno competitivo de la aristocracia. El tamaño, la cantidad de animales y los añadidos paisajísticos como los estanques, así como la concesión de licencias de regalo para cazar en ellos, eran formas de en las que el propietario de un castillo podía impresionar a sus amigos y visitantes.

Cetrería

El uso de pájaros para matar a otros pájaros es una práctica antigua y, en la época medieval, la cetrería era especialmente popular en toda Europa. Casi cualquier señor que se preciara de tal tenía sus propios halcones, y su ave favorita solía compartir el dormitorio del señor por la noche y rara vez se alejaba de la muñeca de su amo durante el día. Sin armas de fuego, el halcón era la única forma de cazar aves que volaban más allá del alcance de un arquero, aunque para la nobleza medieval todo este deporte tenía una mística y una mitología que iban más allá de la conveniencia de embolsar unas cuantas aves para la mesa. De hecho, las mujeres también practicaban la cetrería, como se puede ver en muchos sellos que representan a una noble sosteniendo su halcón favorito. La importancia de la cetrería era tal que se escribieron libros sobre cómo sobresalir en ella, el más famoso El arte de la cetrería (De Arte Venandi cum Avibus) compilado por el emperador del Sacro Imperio Romano Germánico Federico II (quien gobernó de 1220 a 1250). Las aves más populares eran el gerifalte, el peregrino, el azor y el gavilán, entre otras. El adiestramiento y la cría de estas aves eran costosos, por lo que cuanto más tuviera un señor en el patio de su castillo, más podría impresionar a sus amigos. Tanto las aves acuáticas como las forestales eran el objetivo, especialmente las grullas y los patos.

Eliminar publicidad
Publicidad

Medieval Falconry
Cetrería medieval
Unknown Artist (Public Domain)

Torneos

Al igual que la caza, los torneos daban a los caballeros la oportunidad de perfeccionar sus habilidades con los caballos y las armas en un entorno relativamente seguro y controlado, aunque podía haber heridos y muertos a pesar de las precauciones. Las competiciones adoptaban dos formatos, la melé, que era un simulacro de batalla de caballería en la que los caballeros debían capturarse mutuamente para obtener un rescate, o la justa, en la que un solo jinete armado con una lanza cargaba contra un oponente igualmente armado. Para minimizar el riesgo de lesiones, se adaptaron las armas, como la colocación de una cabeza de tres puntas en la lanza para reducir el impacto, y se despuntaron las espadas (rebabas). Estas armas pasaron a denominarse "armas de cortesía" o à plaisance. Los populares torneos de la Mesa Redonda consistían en que los caballeros se disfrazaban de personajes de las leyendas del rey Arturo y luego luchaban y festejaban disfrazados. Observados por un público que incluía a las damas de la aristocracia local, la motivación para actuar y mostrar la caballerosidad era alta. También había premios, como una corona de oro, joyas o un preciado halcón, por lo que muchos caballeros se ganaban la vida haciendo una gira de torneos por toda Europa.

Incluso si un torneo local no era quizás un evento regular, al menos uno podía practicar para ellos. Un dispositivo común para perfeccionar las habilidades de lance era el estafermo, un brazo giratorio con un escudo en un extremo y un peso en el otro. El caballero tenía que golpear el escudo y seguir montando para evitar que el peso le golpeara la espalda mientras giraba. Otro artilugio era una anilla suspendida que el caballero tenía que coger y retirar con la punta de su lanza.

Eliminar publicidad
Publicidad

Literatura

Como parte del código de la caballería medieval, se esperaba que los caballeros no solo estuvieran familiarizados con la poesía, sino que fueran capaces de componerla e interpretarla. Sin embargo, había libros, en realidad montones de manuscritos iluminados, sobre todo tipo de temas además de la poesía. Había manuales de superación personal, como el de la buena etiqueta en la mesa y el de la caballería en general, ninguno más famoso que el Libro del orden de caballería de Raimundo Lulio de Mallorca, de alrededor de 1265. Había tratados sobre actividades aristocráticas por excelencia, como la caza y la cetrería, como ya se ha mencionado.

También están las historias que han sobrevivido desde la antigüedad, como la guerra de Troya o las aventuras de Alejandro Magno, en las que los personajes y los sucesos reciben un sesgo claramente caballeresco y apropiado para la mente medieval. Quizá la primera obra de este género fue el Romance de Troya de Benoit de Saint-Maure (hacia 1160). La leyenda del rey Arturo fue popularizada por autores como el inglés del siglo XII Geoffrey de Monmouth y el francés Chrétien de Troyes. La historia de la lucha de San Jorge con un dragón fue popularizada por La leyenda dorada de Jacobus de Voragine, hacia el año 1260. Incluso surgieron romances y biografías románticas de famosos caballeros medievales como Ricardo I de Inglaterra (que reinó de 1189 a 1199) y Sir William Marshal (c. 1146-1219).

Medieval Tournament Scene
Escenario del torneo medieval
The British Museum (Copyright)

Aunque las mujeres de la aristocracia podían bordar e hilar un poco para pasar el tiempo, a menudo habían recibido educación y, por tanto, podían leer, escribir e interpretar poesía. La arquitectura de los castillos reflejaba estas actividades de ocio incorporando ventanas con asientos propios para proporcionar un lugar con buena iluminación. Las damas nobles también podían ser patrocinadoras de poetas, y algunas formaban célebres círculos literarios.

Eliminar publicidad
Publicidad
El ajedrez, introducido en Europa desde la India a través de Arabia hacia el año 1000, era conocido como "el juego real" debido a su enorme popularidad.

Juegos de mesa y de salón

Si el tiempo no era propicio para jugar a la petanca en el césped del castillo, los juegos de interior estaban a la orden del día. El backgammon, los dados y el ajedrez eran juegos muy populares en la época medieval, tanto para hombres como para mujeres. Estos juegos podían incluir algunas apuestas para hacerlos más interesantes. Los juegos de azar no parecen haber sufrido ninguna reputación negativa, e incluso hay constancia de que los clérigos se entregaban a ellos. El ajedrez, introducido en Europa desde la India a través de Arabia hacia el año 1000, era conocido como "el juego real" debido a su enorme popularidad. Existían dos variedades: una muy similar al juego moderno y otra versión simplificada con dados. Los caballeros incluso jugaban al ajedrez cuando estaban en campaña para pasar los momentos más tediosos de los largos asedios, como se muestra en las ilustraciones de los manuscritos medievales.

Los juegos de salón incluían hot cockles, en los que una persona debía arrodillarse con los ojos vendados y adivinar la identidad de la persona que lo golpeaba. Otro juego era el del hombre de la capucha, en el que una persona debía atrapar a otro miembro del grupo pero con la cabeza cubierta por una capucha.

Los niños tenían juguetes para jugar cuando no estaban estudiando con el capellán local o uno de sus empleados. Entre ellos había muñecas, pelotas, peonzas y armas de juguete como arcos y flechas. El tiro con arco, en particular, era un pasatiempo popular para los niños de la aristocracia. También se puede imaginar que las espadas de madera se utilizaban como juguetes para preparar al niño para sus posteriores clases de esgrima, un deporte popular entre los hombres de la aristocracia.

Eliminar publicidad
Publicidad

Medieval Jester
Bufón medieval
Jacob Cornelisz van Oostsanen (?) (Public Domain)

Música, danza y festivales

La comida era un entretenimiento en sí mismo, y en un castillo, la comida principal era un almuerzo temprano que podía tener diez platos. Después de la comida, los invitados podían bailar, y un tipo de baile era el carole, en el que todos se tomaban de las manos, bailaban en círculo y cantaban. Los invitados solían divertirse con animadores profesionales, como malabaristas o arpistas, especialmente durante la cena. Los trovadores (también conocidos como trouvères, artistas ambulantes) y los juglares (al servicio de un castillo) eran especialmente populares, ya que cantaban y tocaban el laúd, la flauta dulce, la chirimía (una versión primitiva del oboe), la viela (un violín primitivo) e instrumentos de percusión como tambores y campanas. Interpretaban chanson de gestes y chansons d'amour, poemas épicos en francés antiguo que narraban historias familiares de hazañas caballerescas y romances imposibles. Otros tipos de canciones eran los lamentos, las canciones de hilado y las sátiras políticas (sirventes). Como se mencionó, muchos caballeros se turnaban para cantar una canción o interpretar un poema con música en las cenas de los castillos. Un bufón (ioculator) podía contar chistes mientras hacía divertidos efectos sonoros con un bastón o los actores (histriones) podían representar serias escenas dramáticas.

Naturalmente, las fiestas y los festivales ofrecían la oportunidad de realizar comidas y festejos aún más fastuosos. Entonces, como ahora, había muchos festivales y fiestas cristianas, pero la Navidad era el momento culminante del año. Con 14 días de vacaciones, desde la Nochebuena hasta el día de Reyes (6 de enero), el castillo se decoraba con acebo, hiedra y laurel. En la chimenea del Gran Salón se colocaba un enorme tronco de Navidad que se mantenía encendido durante toda la festividad. Los caballeros al servicio del señor local recibían como regalo finas túnicas o incluso joyas. En esta época del año, grupos de artistas de la pantomima, conocidos como mummers (enmascarados), llevaban máscaras y recorrían las casas actuando y jugando a los dados, recibiendo a cambio comida y bebida de sus anfitriones.

Incluso el personal del castillo y los campesinos tenían motivos para celebrar, ya que recibían su aguinaldo en forma de comida, bebida, ropa y leña. Los inquilinos locales también podían recibir una cena de Navidad en el castillo, aunque con comida que ellos mismos habían proporcionado para la ocasión (incluso llevaban sus propios platos, servilletas y leña). Podían llevarse las sobras y existía un juego conocido simplemente como el "antiguo juego de la Navidad", en el que el afortunado que encontrara una judía enterrada en uno de los panes podía actuar como rey de la fiesta.

¿Te gusta la historia?

¡Suscríbete a nuestro boletín electrónico semanal gratuito!

Eliminar publicidad
Publicidad

Sobre el traductor

Agustina Cardozo
Agustina es traductora pública (inglés/español), uruguaya, con estudios avanzados de Lingüística. Sus áreas de experiencia como traductora son la traducción biosanitaria y la traducción jurídica. Le interesan la Historia y las humanidades en general.

Sobre el autor

Mark Cartwright
Mark es un autor, investigador, historiador y editor de tiempo completo. Se interesa, en especial, por el arte y la arquitectura, así como por descubrir las ideas compartidas por todas las civilizaciones. Tiene una maestría en filosofía política y es el director de publicaciones de World History Encyclopedia.

Cita este trabajo

Estilo APA

Cartwright, M. (2018, mayo 31). El ocio en un castillo medieval inglés [Leisure in an English Medieval Castle]. (A. Cardozo, Traductor). World History Encyclopedia. Recuperado de https://www.worldhistory.org/trans/es/2-1232/el-ocio-en-un-castillo-medieval-ingles/

Estilo Chicago

Cartwright, Mark. "El ocio en un castillo medieval inglés." Traducido por Agustina Cardozo. World History Encyclopedia. Última modificación mayo 31, 2018. https://www.worldhistory.org/trans/es/2-1232/el-ocio-en-un-castillo-medieval-ingles/.

Estilo MLA

Cartwright, Mark. "El ocio en un castillo medieval inglés." Traducido por Agustina Cardozo. World History Encyclopedia. World History Encyclopedia, 31 may 2018. Web. 31 oct 2024.

Afiliación