Ereshkigal (también conocida como Irkalla o Allatu) es la reina de los muertos de Mesopotamia y gobernante del inframundo. Su nombre se traduce como "reina del gran inframundo" o "señora del gran lugar". Era la responsable de mantener a los muertos dentro de su reino y de evitar que los vivos entraran y aprendieran la verdad sobre la otra vida.
Cuando se habla de gran lugar en este caso, "gran" debería entenderse como vasto, no excepcional, referido a la tierra de los muertos que se creía que estaba bajo las montañas de poniente al oeste y se conocía como Kurnugia ("la tierra sin retorno") o Irkalla o Allatu en honor a su reina. Kurnugia era un inmenso reino sombrío bajo la tierra en el que las almas de los muertos bebían de los charcos y comían polvo.
Ereshkigal gobernaba sobre estas almas desde su palacio, Ganzir, que se encontraba a la entrada del inframundo y guardaba las siete puertas, vigiladas por su fiel sirviente Neti. Ereshkigal gobernó su reino sola hasta que el dios de la guerra, Nergal, también conocido como Erra, se convirtió en su consorte y corregente durante seis meses al año.
Ereshkigal era la hermana mayor de la diosa Inanna, y es más conocida por su participación en el famoso poema sumerio El descenso de Inanna (en torno a 1900-1600 a.C.). Su primer marido, y padre del dios Ninazu, era el gran toro del cielo, Gugulana, a quien mató Gilgamesh en la Epopeya de Gilgamesh.
Su segundo marido o consorte fue el dios Enlil, con quien tuvo un hijo, Namtar, y después, con otro consorte concibió otra hija, Nungal (o Manungal), una deidad del inframundo que castigaba a los malvados y estaba asociada con la curación y el castigo. Su cuarto consorte fue Nergal, el único que accedió a quedarse con ella en el reino de los muertos.
No hay ninguna iconografía reconocida de Ereshkigal, o, por lo menos, ninguna en la que todo el mundo esté de acuerdo. El Relieve Burney (también conocido como La Reina de la Noche, que data del reinado de Hammurabi de 1792-1750 a.C.) se suele interpretar a menudo como una representación de Ereshkigal. El relieve de terracota representa a una mujer desnuda con alas que apuntan hacia abajo de pie a espaldas de los leones y flanqueada por búhos. En las manos tiene símbolos de poder y, bajo los leones, hay imágenes de montañas. Esta iconografía sugiere vivamente que es una representación de Ereshkigal, pero los expertos también lo han interpretado como una representación en honor de Inanna o del demonio Lilith.
Aunque el relieve muy probablemente representa a Ereshkigal, y hay otros relieves parecidos de la misma figura con detalles diferentes, no sería sorprendente encontrar pocas imágenes de ella en el arte. Ereshkigal era la deidad más temida del panteón mesopotámico porque representaba el destino final del que no había regreso posible.
En las creencias mesopotámicas, crear una imagen de alguien o algo equivalía a invitar la atención del ser representado. Creían que las estatuas de los dioses eran el hogar de los propios dioses, por ejemplo, y también que las imágenes de los sellos cilíndricos de la gente funcionaban como amuletos. Por tanto, una estatua o imagen de Ereshkigal habría centrado la atención de la reina de los muertos sobre el creador o el dueño, nada más lejos de lo deseado.
Primeras menciones y popularidad
Ereshkigal se menciona por primera vez en el poema sumerio de La muerte de Ur-Nammu, que data del reinado de Shulgi de Ur (2029-1982 a.C.). Sin embargo, no cabe duda de que ya se la conocía antes, probablemente durante el Período acadio (2334-2218 a.C.). Su nombre acadio, Allatu, puede que se mencione en fragmentos anteriores al reinado de Shulgi.
Para la época del Periodo paleobabilónico (en torno a 2000-1600 a.C.), Ereshkigal estaba bien reconocida como reina de los muertos, lo que respalda la afirmación de que el relieve de La Reina de la Noche del reinado de Hammurabi es una representación de ella. Aunque las diosas perdieron su posición en la historia mesopotámica posterior, los indicios primitivos muestran claramente que las deidades más poderosas habían sido femeninas en un principio.
Inanna (o Ishtar para los asirios posteriores) era una de las deidades más populares y puede que inspirara diosas similares en muchas otras culturas, incluidas la Sauska de los hititas, la Astarté de los fenicios, la Afrodita de los griegos, la Venus de los romanos y puede que incluso la Isis de los egipcios. No obstante, el inframundo en todas estas culturas estaba gobernado por un dios, y Ereshkigal es singular porque es la única diosa que mantuvo esta posición incluso después de que los dioses sustituyeran a las diosas y de que recibiera a Nergal como consorte.
Ereshkigal en El descenso de Inanna
Aunque Ereshkigal inspiraba miedo, también inspiraba un gran respeto. El descenso de Inanna se ha interpretado generalmente (y erróneamente) en la actualidad como un viaje simbólico de una mujer para alcanzar su "verdadero yo". Las obras escritas se pueden interpretar de muchas maneras razonables siempre y cuando la interpretación en cuestión esté respaldada por el texto. El descenso de Inanna ciertamente se presta a una interpretación jungiana de un viaje hacia la plenitud al enfrentarse a la parte oscura de la propia persona, pero ese no habría sido el significado original del poema ni es la interpretación que aboga la propia obra. Lejos de alabar a Inanna, o de presentarla como un arquetipo heroico, el poema la muestra como una diosa egoísta e interesada y además acaba con una alabanza a Ereshkigal, no a Inanna.
Inanna/Ishtar se suele presentar en la literatura mesopotámica como una mujer que en general piensa solo en sí misma y en sus propios deseos, a menudo a expensas de los demás. En la Epopeya de Gilgamesh, el héroe rechaza sus insinuaciones sexuales así que envía al marido de su hermana, Gugulana, el Toro del cielo, a destruir el reino de Gilgamesh. Después de que el toro, en su desenfreno, mate a cientos de personas, Enkidu, el amigo y compañero de armas de Gilgamesh, acaba con él. Los dioses condenan a Enkidu a muerte por haber matado a una deidad; este evento hará que después Gilgamesh vaya en busca de la inmortalidad. En la historia de Gilgamesh, Inanna/Ishtar solo piensa en sí misma, y lo mismo ocurre en El descenso de Inanna.
La obra empieza diciendo que Inanna elige viajar al inframundo para acudir al funeral de Gugulana, una muerte de la que es culpable, y detalla cómo la tratan cuando llega. Ereshkigal no está contenta al oír que su hermana está a las puertas y le ordena a Neti que le haga quitarse varios artículos de ropa y ornamentos en cada una de las siete puertas antes de ser admitida en el salón del trono. Para cuando Inanna llega frente a Ereshkigal, está desnuda, y cuando los anunna de los muertos la juzgan, Ereshkigal mata a su hermana y cuelga su cuerpo en la pared.
Tan solo gracias al ingenio de Inanna al decirle previamente a su sirvienta Ninshubur lo que tenía que hacer, y gracias a la habilidad de Ninshubur de convencer a los dioses de favorecer a su señora, Inanna logra resucitar. Aun así, el consorte de Inanna, Dumuzi, y su hermana (deidades agrícolas que mueren y reviven) tienen que ocupar su puesto en el inframundo porque es la tierra sin retorno y ningún alma puede regresar sin un sustituto.
El personaje principal de esta obra no es Inanna, sino Ereshkigal. La reina actúa siguiendo el juicio de sus consejeros, los anunna, que reconocen que Inanna es culpable de haber causado la muerte de Gugulana. El texto dice así:
Los anunna, los jueces del inframundo, la rodearon
Y juzgaron en su contra.
Después Ereshkigal fijó a Inanna el ojo de la muerte
Le dijo la palabra de la ira
Lanzó el grito de culpabilidad
Y la golpeó.
Inanna se convirtió en un cadáver
Un trozo de carne putrefacta
Y la colgaron de un gancho en la pared.
(Wolkstein y Kramer, 60)
Inanna es juzgada y ejecutada por su crimen, pero obviamente se ha anticipado a esta posibilidad y le ha dejado instrucciones a su sirvienta Ninshubur. Tras tres días y tres noches de espera por Inanna, Ninshubur sigue las órdenes de la diosa, acude al dios y padre de Inanna, Enki, para que la ayude y recibe dos gallas (demonios andróginos) para ayudarla a devolver a Inanna a la tierra. Los gallas entran en el inframundo "como moscas" y tras seguir las instrucciones específicas de Enki, se pegan a Ereshkigal. La reina de los muertos está angustiada:
No había ninguna tela sobre su cuerpo
Sus pechos estaban descubiertos
Su cabello enmarañado a su alrededor como puerros.
(Wolkstein y Kramer, 63- 66)
El poema continúa con la descripción de la diosa que sufre los dolores del parto. Los gallas se apiadan de los dolores de la reina y ella, agradecida, les ofrece lo que quieran. Tal y como les ha ordenado Enki, los gallas responden: "Tan solo queremos el cadáver que cuelga del gancho de la pared" (Wolkstein y Kramer, 67), y Ereshkigal se lo entrega. Los gallas reviven a Inanna con la comida y el agua de la vida, y la diosa resurge de entre los muertos.
Es en este momento, cuando Inanna se marcha y recupera todo lo que Neti le había quitado en las siete puertas, que hay que encontrar a alguien para que ocupe el lugar de la diosa. Eligen a su esposo, Dumuzi y la hermana de este, Geshtinanna se ofrece voluntaria para acudir con él; Dumuzi se quedará en el inframundo durante seis meses y Geshtinanna cumplirá los otros seis meses mientras que Inanna, que es la que ha causado todos los problemas desde el principio, puede hacer lo que le dé la gana.
El descenso de Inanna habría tenido sentido para las audiencias de la Antigüedad igual que hoy en día si se entiende quién es realmente el personaje principal de la historia. El poema acaba con los siguientes versos:
¡Sagrada Ereshkigal! ¡Grande es tu fama!
¡Sagrada Ereshkigal! ¡Canto tus alabanzas!
(Wolkstein y Kramer, 89)
Ereshkigal se elige como el personaje principal de esta obra por su posición como la formidable reina de los muertos, y el mensaje del poema tiene que ver con la injusticia: si una diosa tan poderosa como Ereshkigal puede no recibir la justicia que le corresponde y sobrevivir, entonces también puede cualquiera que oiga o lea el poema.
Ereshkigal y Nergal
Ereshkigal gobierna sola su reino hasta que el dios de la guerra, Nergal, se convierte en su consorte. En una versión de la historia, la reina seduce a Nergal cuando este visita el inframundo, se marcha después de pasar siete días con ella haciendo el amor, pero después regresa para quedarse con ella durante seis meses al año. Algunas versiones de esta historia se han encontrado en Egipto (entre las cartas de Amarna) y datan del siglo XV y de Sultantepe, el emplazamiento de una antigua ciudad siria, datadas del siglo VII a.C., pero en la versión más conocida, que data del período neobabilónico (en torno a 626-539 a.C.), Enki manipula los acontecimientos que envían a Nergal al inframundo como consorte de la reina de los muertos.
Un día los dioses habían preparado un banquete al que estaban todos invitados. Sin embargo, Ereshkigal no pudo atender porque no podía salir del inframundo y los dioses no podían descender allí a celebrar el banquete, porque después no podrían salir. El dios Enki envió un mensaje a Ereshkigal para que enviara a uno de sus sirvientes para que le llevara de vuelta su parte del festín, y ella envió a su hijo, Namtar.
Cuando Namtar llegó al salón de banquetes de los dioses, todos se pusieron de pie en respeto a su madre, excepto por el dios de la guerra, Nergal. Namtar se sintió insultado y quiso que se corrigiera la falta, pero Enki le dijo sencillamente que regresara al inframundo y le dijera a su madre lo que había ocurrido. Cuando Ereshkigal se entera de la falta de respeto de Nergal, le dice a Namtar que le envíe un mensaje de vuelta a Enki en el que exige que le envíen a Nergal para que lo pueda matar.
Los dioses discuten esta petición y reconocen que es legítima, así que le dicen a Nergal que tiene que bajar al inframundo. Obviamente, Enki entendía que pasaría esto, así que le proporciona una compañía de 14 demonios para ayudarlo en cada una de las siete puertas del inframundo. Cuando Nergal llega, Netia anuncia su presencia y Namtar le dice a su madre que el dios que no quiso ponerse en pie ha llegado. Ereshkigal ordena que lo dejen pasar por las siete puertas, y que después las cierren tras él. Ella lo matará cuando llegue al salón del trono.
No obstante, tras atravesar cada puerta Nergal aposta dos de los demonios que lo acompañaban para dejarlas abiertas y sigue hasta el salón del trono, donde domina a Namtar y arrastra a Ereshkigal por el suelo. Después, alza su hacha para cortarle la cabeza, pero ella le suplica que le perdone la vida, le promete ser su esposa si accede y compartir su poder con él. Nergal consiente y parece sentirse avergonzado de lo que ha hecho. El poema termina con los dos besándose y con la promesa de que permanecerán juntos.
Como Nergal a menudo causaba problemas en la tierra al perder los estribos y provocar guerras y luchas, se ha sugerido que Enki arregló la situación entera para quitárselo de en medio. A pesar de eso, la guerra se reconocía como una parte de la experiencia humana, así que Nergal no podía quedarse permanentemente en el inframundo sino que tenía que regresar a la superficie durante seis meses al año. Puesto que había apostado a sus escoltas demoníacos en las puertas, había llegado por su propia voluntad y la reina lo había invitado a permanecer como su consorte, Nergal podía marcharse cuando quisiera sin necesidad de buscar un sustituto.
Al igual que en El descenso de Inanna, el simbolismo de Las bodas de Ereshkigal y Nergal (en cualquiera de las dos versiones) toca los mismos temas que la historia griega de Deméter, la diosa de la naturaleza y la abundancia, y su hija Perséfone, secuestrada por Hades. En la historia griega, tras haber comido la fruta de los muertos, Perséfone tenía que quedarse en el inframundo con Hades durante la mitad del año y, en ese tiempo, Deméter lloraba la pérdida de su hija.
Esta historia explicaba las estaciones, de manera que cuando Deméter y Perséfone estaban juntas, el mundo florecía, pero cuando Perséfone regresaba al inframundo, no crecía nada y la tierra estaba fría. El descenso de Inanna se corresponde directamente, mientras que Las bodas de Ereshkigal y Nergal explica las estaciones de guerra, ya que esta solo se libraba en ciertas estaciones.
La importancia de Ereshkigal
Ereshkigal siempre se representa en las plegarias y los rituales como una diosa formidable de gran poder, pero en las historias a menudo se representa como una que perdona una injusticia o una ofensa en interés del bien común. En este papel, alentaba la piedad en la gente, que debería seguir su ejemplo en su propia vida. Si Ereshkigal podía sufrir injusticias y seguir realizando sus tareas según la voluntad de los dioses, entonces los seres humanos no podían hacer menos.
Su significado adicional era como gobernante del inframundo, por lo cual se entendía que recompensaba el bien y castigaba el mal, por supuesto, pero lo más importante era mantener a los muertos en su reino, donde pertenecían. Las siete puertas del inframundo se habían construido para mantener a los vivos fuera y a todos los que pertenecían allí, dentro.
El culto a los muertos se creó en torno a Ereshkigal para honrar a aquellos que habían pasado a su reino y para seguir recordándolos y cuidando de ellos. Como los muertos no tenían más que agua fangosa para beber y polvo para comer, los vivos ponían comida y vertían agua fresca en sus tumbas, que se pensaba que goteaba hasta la boca de los difuntos. El erudito E. A. Wallis Budge escribe:
Las lágrimas de los vivos consolaban a los muertos y sus lamentaciones y cantos fúnebres los reconfortaban. Para satisfacer las necesidades de los muertos a menudo estas ofrendas las hacían los sacerdotes que dedicaban su vida al culto de los muertos, y los familiares del muerto solían contratarlos para que recitaran encantamientos cuyo efecto consistía en mejorar la suerte de los muertos en el temible reino de Ereshkigal... El objetivo principal de todos estos actos religiosos era beneficiar a los muertos, pero subyacente estaba el deseo ferviente de los vivos de mantener a los muertos en el inframundo. Los vivos tenían miedo de que los muertos regresaran a este mundo, por lo que era necesario evitar tal calamidad a toda costa. (145)
Ereshkigal, como todos los dioses de Mesopotamia, mantenía el orden y se enfrentaba a las fuerzas del caos. Aquellas almas que habían dejado el mundo de los vivos se suponía que no tenían que regresar, y Ereshkigal se aseguraba de que se quedaban donde debían. Si un fantasma regresaba a perseguir a los vivos, a menos que fuera un fugitivo que había logrado escapar de Irkalla, sin duda era por un buen motivo y con permiso de Ereshkigal.
Al igual que en otras culturas, las razones principales para que un fantasma persiguiera a un vivo eran el enterramiento inapropiado, la falta de rituales diarios de recuerdo o los actos impíos que habían quedado impunes. Como reina y guardiana de los muertos, Ereshkigal era un recordatorio potente para los vivos de realizar los rituales apropiados en sus vidas y de actuar por el bien de sus comunidades inmediatas y más amplias.