Dioniso (Nombre romano: Baco, también conocido como Dionisio) era el antiguo dios griego del vino, la diversión, y el teatro. Como el joven rebelde del Monte Olimpo, era quizás el más pintoresco de los dioses olímpicos.
Hijo de Zeus
En la mitología griega, a pesar de ser hijo de Zeus y Sémele (la hija de Cadmo y Harmonía), Dioniso no tuvo el mejor comienzo en la vida ya que su madre murió estando aún embarazada. Hera, la esposa de Zeus, estaba celosa de la aventura ilícita de su esposo y con astusia persuadió a Sémele para que le pidiera a Zeus que se le revelara en todo su esplendor divino. Esto fue demasiado para la mortal e inmediatamente falleció. Sin embargo, Zeus tomó al niño nonato y lo crió en su muslo. La mayoría de los relatos describen a los sátiros y las ninfas como los cuidadores de Dioniso en su infancia y al sabio Sileno como su principal educador en el Monte Nisa, lejos de la ira de Hera.
Homero describe al dios como la "alegría de los hombres", y Hesíodo del mismo modo lo describe como "muy emocionante". Sin duda, esto es porque a Dioniso se le atribuye haber dado al hombre el regalo del vino. El dios le dio a Icario —un noble ciudadano de Icaria en Ática— el árbol de la vid. A partir de este, Icario elaboró el vino que compartió con un grupo de pastores que iban pasando. Sin embargo, sin darse cuenta de los efectos estupefacientes del vino, los pastores pensaron que habían sido envenenados, por lo que, sin vacilar, se vengaron y mataron al desafortunado Icario. A pesar de este comienzo nefasto para la industria del vino, se convirtió en una bebida extremadamente popular en la antigüedad. Los griegos solían beber vino diluido con agua (una parte de vino por tres partes de agua), mezclado en una vasija crátera grande. El vino se bebía en banquetes, festivales y fiestas privadas, en particular, en un simposio —una especie de sesión informal de bebidas— exclusivo para hombres, donde los invitados se reclinaban en un sofá (kline) y conversaban sobre temas que iban desde el cotilleo hasta la filosofía.
Dioniso y el teatro griego
En la mitología griega, Dioniso viajó mucho, incluso hasta lugares tan lejanos como la India, y propagó su culto por toda Grecia; de hecho, él mismo era conocido por ser de origen oriental. En su honor se llevaban a cabo rituales orgiásticos, donde los participantes eran dominados por un frenesí dionisíaco con baile y júbilo hasta tal punto de que se trascendían a sí mismos. Se cree que el teatro surgió de esta actividad ya que, como los adoradores de Dioniso, los actores se esforzaban por dejar atrás su propia personalidad, para convertirse en uno con el personaje que estaban interpretando. En efecto, a los sacerdotes de Dioniso se les reservaban asientos de honor en los teatros griegos
Dioniso y el rey Midas
Dioniso fue protagonista de varios otros mitos griegos. Cuando el rey Midas de Frigia encontró a Seleno, el seguidor más importante del dios y su compañero de bebida, bastante maltrecho en su jardín después de una borrachera, el rey le dio de comer y lo regresó donde Dioniso. En agradecimiento, el dios le concedió un deseo a Midas. El rey pidió que todo lo que tocara se convirtiera en oro, pero desafortunadamente esto incluía la comida y el agua, por lo que el rey casi se muere de hambre y sed hasta que Dioniso revirtió el regalo diciéndole a Midas que se lavara en el río Pactolo.
Dioniso secuestrado por piratas
Otro mito se trata del secuestro de Dioniso por piratas que desconocían su identidad. El dios transformó el mástil del barco en una enorme vid, las velas destilaban vino y un coro celestial llenó el aire de música. Dioniso se transformó en un león y, asistido por un oso, se despachó al capitán pirata. Aterrorizados, los demás miembros de la tripulación saltaron por la borda y se transformaron en delfines. Solo el timonel sobrevivió al encuentro, ya que desde el principio le había aconsejado a sus compañeros de tripulación que no secuestraran al hombre desconocido. Posteriormente, el barco navegó hacia Naxos, donde el dios permaneció por un tiempo, enamorándose y casándose con Ariadna, en el tiempo en que Teseo regresaba de matar al Minotauro. Cuando Ariadne murió, Dioniso convirtió su diadema nupcial en la constelación de Corona, en memoria de su esposa.
Entre otros mitos, hay uno que cuenta cómo Dioniso persuadió a Hefesto (probablemente con vino) para que regresara al Monte Olimpo y liberara a Hera, que había sido atrapada por el dios de la metalurgia en un ingenioso trono. Hera, en su gratitud, se encargó de que Dioniso, que solo era un semidiós, se convirtiera en un pleno dios olímpico, con permiso para residir en el Monte Olimpo eternamente. Licurgo, rey de Tracia, y Penteo, rey de Tebas, sufrieron ambos la ira de Dioniso cuando intentaron, como unos mojigatos, detener los excesos de las festividades del dios. El primero se volvió loco y el segundo fue despedazado por un grupo enloquecido de adoradoras después de que este se disfrazara de mujer para espiar su desenfreno.
El culto a Dioniso
El culto a Dioniso se volvió significativo en Atenas desde el siglo VI a.C. y el festival Dionisia de Atenas y otras ciudades se convertiría más tarde en la Bacanal de Roma. La isla de Naxos fue un santuario particularmente importante para el dios. Hay evidencia de un culto a Dioniso que data del período micénico (siglo XIV a.C.), siendo el sitio muy importante incluso hasta el período romano. También había un santuario y teatro de Dioniso en Atenas y un templo al dios en Díon (siglo II d.C.) que también tenía orígenes micénicos.
¿Cómo se representa a Dioniso en el arte?
En el arte Griego Arcaico y en el Clásico, Dioniso es un tema popular y a menudo se lo representa con su tíaso o grupo de sátiros (mitad hombres, mitad cabra) y ninfas, quienes desde finales del siglo VI a.C. fueron reemplazados por ménades, unas criaturas demoníacas, que cuando se ven poseídas por el frenesí dionisíaco, buscaban en los bosques a víctimas para comerse su carne cruda. El dios suele tener barba en las representaciones de los siglos IV y V a.C. y, posteriormente, se le muestra más a menudo sin barba. Casi siempre suele ser identificado gracias a su asociación con la vid, el tirso —una vara sagrada cubierta con hiedra y hojas de parra y, a veces, una piña—, un cántaro —un recipiente para beber vino—, o un cuerno para beber, y en ocasiones lleva puestos una corona de hiedra. o piel de pantera. El dios tiene a menudo una figura bastante afeminada y, a veces, se lo muestra montando una mula itifálica, o en una pose lánguida y reclinada, como la famosa escultura en el frontón este del Partenón (447-432 a.C.). Otra representación famosa es la de un bebé en los brazos del Hermes de Praxíteles (aproximandamente en el 330 a.C.). Las monedas de Naxos y Mende mostraban al dios durante los siglos VI al IV a.C., y en el siglo V a.C. apareció en las monedas de Creta, Tebas y Tasos. Dioniso también juega un papel central en la tragedia griega de Eurípides, Las Bacantes, que está ambientada en Tebas.