Galba fue emperador de Roma desde junio del año 68 EC a enero del año 69 EC. Con la muerte del emperador Nerón el 9 de junio del año 68 EC, la dinastía Julio-Claudia llegó oficialmente a su fin, lo que dejó al Imperio Romano sin un sucesor claro al trono. Gracias a la ayuda del ejército, Galba, gobernador general de Hispania, pronto se alzó para llenar el vacío.
Primeros Años
Servio Sulpicio Galba, hijo de Cayo Sulpicio Galba y Mummia Achaica, nació en el seno de una familia aristocrática el 24 de diciembre del año 3 AEC. Su hermano, Cayo, diez años mayor que él, se suicidaría en el año 36 EC debido a «dificultades financieras» tras haber provocado la ira del emperador Tiberio. A pesar de que no se sabe mucho de los primeros años de Galba, el historiador Suetonio, en su Vida de los doce césares, escribió que Augusto señaló a Galba, que estaba con un grupo de jóvenes, y dijo: «Tú también probarás un poco de mi gloria, chico», con lo que sugería que Galba llegaría a convertirse en emperador algún día. Esa noticia no pareció sorprender a Tiberio, de aquella el posible sucesor de Augusto, ya que replicó: «muy bien, dejadle vivir en paz; la noticia no me concierne en absoluto». Suetonio añadió que el futuro emperador era «un estudiante esmerado en los asuntos públicos y particularmente hábil en derecho...».
En cuanto a su apariencia, estaba completamente calvo (a pesar de que en las monedas de la época se le representaba con pelo) y sufría artritis severa, lo que le paralizaba las manos y los pies e, incluso, le impedía llevar zapatos. El único matrimonio de Galba (considerado poco más que una formalidad, ya que se creía que era homosexual) fue con Semilia Lepides. Tras la muerte de su esposa y la de sus hijos, Galba se negó a casarse de nuevo a pesar de la presión que recibía para hacerlo.
Con la excepción de Nerón, los otros miembros de la dinastía Julio-Claudia (Augusto, Tiberio, Calígula y Claudio) parecían respetar a Galba, ya que le permitieron ocupar ciertos cargos públicos y ascender rápidamente hasta llegar a convertirse en el gobernador de África (44 – 45 EC). Antes de eso, en el año 40 EC, el emperador Calígula lo había nombrado comandante de una legión en Germania Superior. Sus acciones le hicieron granjearse el favor del emperador, pero no de sus hombres ya que, como escribió Suetonio: «Curtió tanto a los veteranos como a los nuevos reclutas con extenuantes maniobras y frenó con severidad una incursión bárbara en la Galia. Además, con anterioridad ya se había ganado la reputación de cruel e implacable. Galba creía que cualquier signo de desobediencia o falta de respeto era completamente inaceptable y, por tanto, un desafío a su autoridad, lo que hacía que su reputación y sus habilidades de mando crecieran. Tras la muerte de Calígula, muchos llegaron a sugerirle que se hiciera con el trono, pero él se negó, un gesto con el que se ganó el respeto del emperador Claudio. Por su lealtad, Claudio lo nombró procónsul de África y le ordenó reprimir una serie de disturbios y revueltas de los nativos.
Galba abandonó de repente el servicio público en el año 49 EC, supuestamente debido a que había rechazado las insinuaciones de Agripina la Menor, mujer de Claudio y madre de Nerón. No obstante, al final volvió a la vida pública en el año 60 EC por petición de Nerón cuando el gobierno de Hispania quedó libre. Ocupó el cargo durante ocho años, pero cuando el Imperio comenzó a desmoronarse bajo el mediocre liderazgo de Nerón, muchos de los gobernadores provinciales empezaron a pedir la caída del emperador. Para derrocar a Nerón, Marco Salvio Otón, gobernador de Lusitania y Cayo Julio Víndex, uno de los gobernadores de la Galia, recurrieron a Galba. Suetonio escribió «... Llegaron mensajeros de Roma con la noticia de que también Nerón había muerto y de que los ciudadanos le habían jurado obediencia (a Galba), por lo que él abandonó el título de gobernador general y asumió el de César». Además, a Galba también lo motivaban los rumores que aseguraban que Nerón había pretendido asesinarlo.
Galba como emperador
Con la ayuda de Otón, que estaba exiliado en Lusitania por orden de Nerón, Galba reclutó nuevas legiones y marchó a Roma donde, una vez verificó la noticia de la muerte de Nerón, ascendió al trono. De acuerdo con Dión Casio en Historia Romana, Nerón se quedó perplejo cuando se enteró de que Galba había sido aclamado emperador por sus tropas, por lo que creó un plan que incluía matar a todos los senadores, incendiar Roma y huir a Alejandría: «Estaba a punto de llevar a cabo esas medidas cuando el senado retiró la guardia que le protegía, entró en el campamento, le declaró enemigo y eligió a Galba en su lugar».
Suetonio escribió que el ascenso de Galba al trono no fue del todo popular: «Su poder y su prestigio eran mucho mayores cuando asumió el poder del Imperio que después; a pesar de ofrecer suficientes pruebas de su capacidad de gobierno, consiguió menos elogios por sus buenos actos que reproches por sus errores». ¿Errores? Suetonio añadió: «Sentenció a muerte a hombres de todas las clases sociales sin juicio y ante el más mínimo indicio... Aunque donde provocó el mayor odio fue en el ejército». Galba exigió tributos a muchas de las ciudades que había conquistado y se quedó ese dinero. Del mismo modo, incautó los donativos que Nerón había otorgado a muchas personas y, una vez recuperados, no los destinó a sus tropas, un acto que le hizo enemistarse con sus propios hombres. Ya que no sentía que su permanencia en el trono dependiera de ellos, ¿por qué tendía que sobornarlos? Además, ya no destinaba dinero para espectáculos fastuosos (como las luchas de gladiadores) para los ciudadanos de Roma, que habían celebrado la muerte de Nerón, por considerarlo un despilfarro. Esto provocó que comenzaran a surgir rumores de malestar en muchas de las provincias, entre ellas Germania.
Muerte y sucesión
Dado que ya había alcanzado los setenta años y su posición en el trono era frágil, Galba adoptó a Lucio Calpurnio Pisón Liciano como su hijo y heredero, un acto que indignó a su partidario más veterano, Otón, que se había considerado a sí mismo como el legítimo heredero. Sin ninguna alternativa y con el apoyo de las tropas, Otón sobornó a la Guardia Pretoriana, que no era especialmente leal a Galba, para que asesinaran a este junto a Pisón en el Foro Romano y después le entregara sus cabezas cortadas. Otón fue proclamado nuevo emperador en enero del año 69 EC. Galba había gobernado menos de siete meses y se convirtió en el primero de lo que más tarde se conocería como «el año de los cuatro emperadores».
