Vespasiano fue emperador romano desde el 69 al 79 EC. Vespasiano fue el último de los cuatro emperadores que gobernaron el Imperio romano en el año 69 EC. Los tres anteriores habían muerto por asesinato o suicidio. A diferencia de Galba, Otón y Vitelio, Vespasiano moriría de causas naturales en el 79 EC. Él y sus hijos, Tito y Domiciano, formaron lo que sería conocida como la Dinastía Flavia.
Tito Flavio Vespasiano nació en una "familia de poca distinción" en el pequeño pueblo de Falacrinum, al norte de Roma, en el 17 de noviembre del 9 EC. El historiador Suetonio en su Vida de los Doce Césares lo describiría más tarde como "de hombros cuadrados, con miembros fuertes y bien formados, pero siempre con una expresión tensa en el rostro... Disfrutó de perfecta salud y no tomó precauciones médicas para preservarla". Aunque fue criado por su abuela paterna, Tértula, en realidad era hijo de Sabino, un supervisor de aduanas en Asia (que murió mientras era banquero en Suiza), y Vespasia Pola. Tenía un hermano mayor, también llamado Sabino, quien se convirtió en cónsul y gobernador. El futuro emperador se casó con Flavia Domitila quien le dio tres hijos: Tito, Domiciano y Domitila (quien murió en la infancia). Después de la muerte de su esposa, se "casó" con su ex concubina Cenis. La boda nunca fue oficial debido a su posición social como esclava.
A pesar de no provenir de una familia noble, Vespasiano sirvió como coronel en Tracia (norte de Grecia) y cuestor (funcionario financiero) en la isla de Creta y en Cirenaica (Libia oriental). Antes de provocar la ira de la esposa del emperador Claudio, Agripina (como muchos otros lo hicieron), fue el comandante de una legión en Germania y Britania. Luchó en más de treinta batallas y capturó al menos veinte ciudades. Más tarde, sirvió en África a principios de los años 60 EC, donde sufrió el desdén de la población local, donde a menudo le arrojaban nabos. A lo largo de su tiempo fuera de Roma, en los reinos de Calígula y Claudio, Vespasiano encontró el éxito político pero nunca el financiero; siempre estaba necesitado de dinero. Aunque era parte del "círculo cercano" del emperador Nerón, desapareció temporalmente del servicio público después de que supuestamente se durmiera durante uno de los largos y aburridos conciertos de Nerón. Sin embargo, cuando estallaron las rebeliones en Judea en el 66 EC, Vespasiano, debido a su capacidad de mando, fue enviado con su hijo Tito a dispersar a los alborotadores. En su Guerra de los Judíos, Flavio Josefo manifestó que Nerón no pudo encontrar a alguien "a la altura de la tarea" para "hacer la guerra a los judíos". Añadió, "De modo que Nerón estimó estas circunstancias como presagios favorables, y vio que la edad de Vespasiano le daba una experiencia segura y una gran habilidad, y que tenía a sus hijos como rehenes para su fidelidad a sí mismo, y la edad floreciente en la que estaban los harían instrumentos esenciales bajo la prudencia de su padre".
Cuando Nerón murió y Galba tomó el trono, Vespasiano y Tito esperaron órdenes en Judea (Domiciano ya se encontraba en Roma). Como había sido leal a Nerón en cierta manera, Vespasiano temía al futuro; sin embargo, el emperador Galba lo consideró de poca importancia y lo ignoró. Para demostrar su falta de hostilidad hacia Galba, Vespasiano envió a Tito a Roma a finales del 68 EC; sin embargo, cuando Galba fue asesinado y el trono estuvo en juego entre Otón (gobernador de Lusitania) y Vitelio (gobernador de Germania Inferior), Tito regresó a Judea. Antes de hacer algo de lo que se arrepintiera, Vespasiano decidió esperar hasta que un ganador fuera declarado. Dion Casio escribió en su Historia Romana que "Vespasiano nuca estuvo dispuesto a ser precipitado, y dudaba mucho en involucrarse en asuntos tan problemáticos".
Cuando Otón se suicidó para evitar futuras pérdidas en la Primera Batalla de Bedriacum, Vitelio fue nombrado el nuevo emperador. Sin embargo, no paso mucho tiempo antes de que el descontento contra Vitelio empezara a aparecer en Occidente. Vespasiano fue la elección preferida entre muchos del ejército. Con esta creciente animosidad hacia Vitelio extendiéndose a Roma, Vespasiano actuó rápidamente y envió tropas a Italia para enfrentarse al nuevo emperador, mientras él cruzaba a Egipto y capturaba Alejandría, cortando el suministro de grano a Roma. Después de la derrota de Vitelio frente al ejército occidental en la Segunda Batalla de Bedriacum, el emperador que pronto sería depuesto huyó a Roma planeando escapar de una muerte segura; el compromiso y la paz estaban fuera de discusión. Ahora temía por su esposa e hijos. Dion Casio escribió, "En un momento se inclinó a aferrarse a la soberanía y estaba haciendo todos los preparativos para la guerra; al siguiente momento estaba listo para abdicar voluntariamente y estaba haciendo cada preparativo para regresar a la vida privada". El ejército de Vespasiano arrastró a Vitelio de su lugar de escondite, lo torturaron, asesinaron y arrojaron su cuerpo al Tíber. Gran parte de la ciudad, sin embargo, había sido saqueada y se habían producido incendios en varias partes. Viajando a Roma, Vespasiano fue finalmente entronado en el 26 de diciembre del 69 EC.
Aunque algunos lo consideraban como "astuto", Vespasiano demostró ser un emperador eficaz. Era muy querido (incluso demostrando un sentido del humor), y su reino fue considerado como un periodo de paz y calma. Uno de sus primeros actos fue restaurar la moral del ejército, destituyendo a algunos y castigando a otros por lo que se denominó como "entregarse a los excesos". Después, reconstruyó muchos de los hogares y edificios incendiados en los días finales del reinado de Vitelio. Construyó nuevos templos y el enorme Coliseo - también llamado Anfiteatro Flavio. A diferencia de muchos de los que gobernaron antes que él, no guardó rencor a quien se le oponía y no ejecutó a ninguno de sus enemigos. Suetonio y Tácito comentaron sobre su único defecto - la avaricia. Tácito escribió, "Vespasiano se mostró dueño de la situación. Restauró el prestigio romano y recuperó sus destrozadas finanzas. Era difícil llamarlo 'avaro' por sus dolores". Para traer más dinero al tesoro romano, duplicó los tributos de las provincias, cobró honorarios a candidatos de cargos públicos, y vendió indultos. Sin embargo, no era completamente codicioso; pagó sueldos a quienes enseñaban latín y griego, y otorgó premios a poetas y artistas.
Durante una visita a las afueras de Roma, contrajo una "fiebre ondulante". Al regresar a casa, evitó la atención adecuada y viajó a su casa de verano en Rieti. Una noche, después de un nado corto, contrajo un resfriado y murió el 23 de junio del 79 EC; tenía 69 años. Su hijo Tito fue nombrado sucesor pero solo gobernaría dos años y sería seguido por el mal preparado Domiciano.