El confucianismo es una filosofía desarrollada en China en el siglo VI a.C. Muchos la consideran un sistema de creencias secular y humanista; otros, la consideran una religión y también los hay que la ven como un código social. El amplio rango de temas que trata el confucianismo se presta a validar cualquiera de esas tres interpretaciones; depende del aspecto en el que se enfoque.
La filosofía se basa en la creencia de que el ser humano es inherentemente bueno, pero que incumbe en actos inmorales porque carece de una base moral fuerte; la adherencia a un código ético, que incluye prácticas que lo promuevan, permite vivir una existencia productiva y tranquila, lo que, a su vez, se plasmaría en un estado fuerte, ético y próspero.
Fue fundada por Confucio (literalmente “maestro Kong”, quien vivió entre el año 551 y el 479 a.C.), un filósofo chino del periodo de las Primaveras y Otoños (alrededor de 772-476 a.C.) Se lo considera uno de los filósofos más importantes de las Cien escuelas del pensamiento, surgidas durante el periodo antes mencionado y el de los Reinos Combatientes (alrededor de 481-221 a.C.), periodo en el que varias escuelas filosóficas competían para conseguir adherentes. Sin duda, la historia de la China no conoce a un filósofo más influyente que Confucio, cuyas opiniones, preceptos y conceptos han dado forma a la cultura China por más de 2.000 años.
El mismo Confucio sostuvo que no escribió nada y que no ofrecía nada nuevo, insistía en que había derivado sus opiniones de escritos anteriores (conocido con el nombre de los Cinco clásicos), los que popularizó gracias a su escuela. Sin embargo, un filósofo y erudito confuciano posterior, Mencio (372-289 a.C.), atribuyó los Cinco clásicos a Confucio, creencia que se sostuvo hasta mediados del siglo XX. Esas obras, otras tres que abordan el pensamiento confuciano y una escrita por Mencio conforman Los cuatro libros y cinco clásicos: textos que sientan las bases de la cultura china desde los tiempos de la dinastía Han (202 a.C. – 220 d.C.) cuando el confucianismo se convirtió en la filosofía estatal. Los cuatro libros y cinco clásicos son los siguientes:
Libro de los ritos (también conocido como Gran saber),
Doctrina de la medianía,
Analectas de Confucio,
Libro de Mencio,
I Ching,
Libro de la poesía,
Registro del rito,
Libro de la historia,
Anales de primavera y otoño.
Se atribuyen los Cinco clásicos a escritores de la dinastía Zhou (1045-256 a.C.), que estaba atravesando un periodo de decadencia que coincide con el tiempo en que vivió Confucio. En efecto cabe la posibilidad de que él se encargara de editar o revisar los Cinco clásicos, tal cual lo sostiene la tradición, pero, sea como sea, no hay duda de que popularizó sus conceptos. Las Analectas, el Libro de los ritos y la Doctrina de la medianía fueron escritos por sus estudiantes, basándose en las lecciones y conversaciones de Confucio.
El pensamiento confuciano se incorporó como parte natural de la cultura china, una vez los han lo establecieron como religión estatal.
Al terminar el periodo de los Reinos Combatientes, el estado Qin surgió victorioso y se estableció la dinastía Quin (221-206 a.C.), adoptaron el legalismo como la filosofía estatal y proscribieron las demás escuelas. Se prohibieron y quemaron tanto los textos confucianos como los de cualquier otra corriente filosófica; sin embargo, copias de los textos sobrevivieron gracias a eruditas que arriesgaron la vida ocultándolas. La dinastía Han, que sucedió a la dinastía Qin, promovió la libertad de expresión y estableció Los cuatro libros y cinco clásicos como lecturas requeridas para cargos administrativos lo que condujo a una amplia difusión del pensamiento confuciano y a su incorporación como parte natural de la cultura china, una vez que los Han la establecieron como la filosofía estatal.
Poco tiempo después de su fundación, la dinastía Zhou descentralizó el gobierno chino, enviando a los señores leales al rey a establecer sus propios estados a lo largo y ancho del vasto territorio. Esa política funcionó bien en un principio, pero los estados no tardaron en volverse más poderosos que el rey y la antigua lealtad quedó olvidada. Hacia alrededor del año 771 a.C., cuando la dinastía Zhou era tan débil que ya casi no podía ejercer ninguna influencia, invasiones bárbaras obligaron al gobierno a dirigirse hacia el este para mejor defenderse. Así llegó el fin del llamado periodo Zhou Occidental (1046-771 a.C.) y el comienzo del periodo Zhou Oriental (771-256 a.C.), que corresponde al período de las Primaveras y Otoños y principios del periodos de los Reinos Combatientes, época en la que Confucio vivió y enseñó.
Confucio nació en septiembre del año 551 a.C. en el pueblo de Qufu, estado de Lu (perteneciente a la provincia de Shandong), hijo de un comandante militar de estirpe noble llamado Kong He. El nombre de nacimiento de Confucio fue Kong Qui, pero más adelante se referirían a él como maestro Kong (Kong Fuzi); misioneros cristianos del siglo XVI latinizaron el nombre como Confucio. Su padre murió cuando tenía tres años y la pérdida de ingresos que esto acarreó llevó a que llevara una vida de pobreza. Luego empezó a ir a la escuela mientras se empleaba en varios trabajos para mantenerse a sí mismo y a su madre, hasta que esta murió cuando Confucio tenía 23 años. Para entonces, ya se había casado y tenía por lo menos un hijo y posiblemente dos hijas.
Recibió la educación básica en las Seis Artes, definidas por la dinastía Zhou: ritos, música, tiro con arco, equitación, caligrafía y matemáticas, pero se había encargado de mejorar sus conocimientos en todas esas áreas por medio de estudios privados. El académico Forrest E. Baird escribió que Confucio “poseído por un intenso amor por el aprendizaje hacia la edad de quince años, había llegado a ser uno de los hombres mejor educados de la época a mediados de su veintena” (p. 284). Casado y con una familia por la que proveer, se presentó a los exámenes de aptitud para trabajar en el gobierno como profesor y, como Baird indica, persiguió su meta de lograr una vida plena por medio de una profesión valiosa:
Sus tres objetivos profesionales no tardaron en hacerse claros: servir en el gobierno, enseñar a otros y trasmitir para la posteridad la excelente cultura de la dinastía Zhou (…) Tenía un cariño particular por la poesía y la música, y era diestro en el desempeño de esta última. Ya tenía una gran reputación como maestro cuando tenía treinta años; como educador, Confucio rechazaba la educación profesional en favor de una educación liberal que se enfocaba en la formación ética, la historia, la literatura y las bellas artes. Admitía a cualquier estudiante que pudiera pagar el módico precio de las clases: un fardo de carne seca. (p. 284).
Confucio no solo enseñó, sino que también se involucro como funcionario público en calidad de magistrado (o gobernador) en su pueblo, que estaba bajo la administración del duque de Lu. La lucha política entre las tres principales familias y las deficiencias personales del duque causaron que Confucio perdiera interés en su trabajo en Lu. El filósofo había intentado enseñarle a la clase dirigente que podía llevar una vida más feliz y gratificante acatando las normas de conducta de un código moral, lo que resultaría en un gobierno justo, pero las clases altas no tenían interés en seguir sus consejos. Renunció a su puesto y abandonó el estado de Lu para buscar conversos en otro lado.
Se trató de una época en la que los estados se enfrentaban para alcanzar la supremacía, y muchos de los aspectos más arraigados del gobierno, como eran los puestos burocráticos, habían perdido cohesión. Administradores, consejeros, eruditos y maestros que alguna vez tuvieron un lugar en el gobierno, se hallaron sin trabajo, por lo que establecieron sus propias escuelas basadas en sus filosofías personales. Algunas eran escuelas con todas las letras, en las que los estudiantes se inscribían y asistían a clases, mientras que otras eran más bien corrientes o “escuelas de pensamiento”; sin embargo, el esfuerzo que en su conjunto hicieron para atraer estudiantes hacia sus sistemas, mientras desacreditaban a las otras, pasaría a ser conocido como la época de las Cien escuelas del pensamiento.
Confucio y las Cien escuelas
El término Cien escuelas del pensamiento se tiene que entender figuradamente como “muchas”, no había en efecto cien escuelas. Historiadores posteriores, como Sima Qian (145/135-86 a.C.), registraron varias de las escuelas:
Por lo tanto, en ese momento, el confucianismo era solo una de tantas que establecieron un sistema de creencias filosóficas, que en general intentaron popularizar. Una vez abandonó su puesto en Lu, Confucio viajó por otros estados compitiendo con defensores de las otras escuelas para que aceptaran su visión en lugar de la de ellos. Baird comenta al respecto:
Confucio deambuló por los estados cercanos en compañía de un pequeño grupo de estudiantes a los que continuaba instruyendo. Ofrecía consejos sobre cuestiones gubernamentales a dirigentes locales y a veces aceptaba puestos temporales a su servicio. Hubo dificultades a las que enfrentarse: rechazo, persecución y hasta incluso intentos de asesinato (p. 284).
No tuvo mucha más suerte convenciendo a las clases altas de otros estados sobre el valor de su sistema de creencias de lo que tuvo en Lu; así que, a la edad de 68, volvió a su hogar y estableció su propia escuela. Sentó las bases de su plan de estudio sobre los Cinco clásicos de la dinastía Zhou y continuó enseñando hasta su muerte de causas naturales cinco años más tarde. La filosofía de Confucio no dejó de ser una más entre las tantas de la época, que estaba influidapor las otras en mayor o menor medida.
El taoísmo influyó en el confucianismo por medio del concepto del tao, la fuerza creativa y primordial del universo; el legalismo mediante el hincapié en las leyes y los ritos como el camino para mantener el orden y controlar los impulsos negativos de la gente. También la escuela de los nombres y la de la medicina dejaron su marca: la primera, con el énfasis sobre cuál era la relación entre una palabra y un objeto o concepto (es decir, qué tan bien representaba la realidad a la que se refería), y la segunda, con la importancia que atribuía a la dieta para mantener el cuerpo sano y la mente despejada. Todas esas filosofías, y de seguro otras tantas, influyeron a Confucio, quien optimizó el pensamiento deshaciéndose de lo que sentía que era redundante o problemático; con ello desarrolló un sistema filosófico que, si era acatado, podía ayudar a la gente a tomar mejores decisiones, llevar vidas más tranquilas y evitar el sufrimiento que todos estaban atravesando a causa de las guerras entre estados.
¿Te gusta la historia?
¡Suscríbete a nuestro boletín electrónico semanal gratuito!
Confucianismo
Confucio tenía un concepto filosófico muy sencillo: los seres humanos son innatamente buenos, lo que quiere decir que son capaces de entender la diferencia entre lo correcto y lo incorrecto, y tienden por naturaleza a elegir lo correcto. La prueba de esa afirmación se encontraba en la reacción que la gente tenía hacia otros en tiempos difíciles. El confuciano posterior Mencio introdujo el ejemplo más conocido del concepto. Cuando una persona se encuentra con un muchacho que cayó en un pozo, el primer impulso que tiene es salvarlo, ya sea tomando acción inmediata o saliendo en búsqueda de auxilio, aun cuando no conoce al muchacho ni a sus padres y está poniéndose en riesgo para intentar ayudarlo.
En los casos en los que no había reacción, es decir, cuando se elegía lo erróneo en vez de lo acertado, se debía a que ignoraba qué era lo correcto porque carecía de un código moral y de una norma de conducta. Aquel que dejara que el muchacho se ahogara en el pozo, de seguro lo haría por ser un egoísta empedernido; si se educara a ese tipo de personas para que tomaran la decisión correcta y entendieran el mundo y su lugar en él, elegirían lo correcto en vez de lo incorrecto.
Confucio propugnaba un estricto código de ética al que adherirse para lograr un equilibrio de paz y prosperidad en la vida.
Este es el punto en que se introduce el aspecto teológico que lleva a algunos a interpretar el confucianismo como una religión. Confucio creía en el concepto chino del tian (cielo), que en este caso tiene que entenderse como algo similar al tao. El tian es la fuente sustentadora de toda vida, que del caos creó el mundo ordenado. Se necesita reconocer la existencia del tian, un flujo constante de las fuerzas (opuestas) del yin y el yang, con el objetivo de entender el lugar que se tiene en el mundo. Los sacrificios que se realizaban en nombre de los dioses no tenían ninguna importancia para ellos, que son aspectos distintos del tian, pero era muy importante para quien realizaba el sacrificio porque la creencia en un poder superior, sin importar cuál sea, contribuía a ser consciente de la importancia que uno tiene, a reducir el ego y promovía distanciarse del egoísmo en favor del interés por el bienestar de los demás.
Sin embargo, no alcanzaba con creer en un poder superior para motivar buenas acciones ni para controlar los bajos instintos; Confucio propugnaba un estricto código de ética al que adherirse para lograr un equilibrio de paz y prosperidad en la vida. Ese código está compuesto por las virtudes constantes:
Ren: benevolencia,
yi: rectitud,
li: ritos,
zhi: sabiduría,
xin: integridad,
xiao: piedad filial,
zhong: lealtad,
jie: contingencia.
Todas eran igual de importantes, pero tenían su comienzo en la piedad filial. Se recomendaba que la gente honorase y reverenciara a sus padres y que respetaran la autoridad jerárquica: un hijo obedecía los deseos del padre, un hermano menor respetaba y se sometía a su hermano mayor, y las mujeres hacían lo mismo por los hombres. De esta manera la familia logra vivir en harmonía y, si una cantidad suficiente de familias adoptaba la piedad filial, no se tardaría en tener una comunidad de personas felices, luego, un estado y por fin un país entero. No habría necesidad de gobiernos opresivos o leyes porque la gente se autogestionaría por medio del reconocimiento de los beneficios de un comportamiento virtuoso. Confucio escribió que
Manejada por maniobras políticas y contenida con castigos, la gente se vuelve astuta y pierde la vergüenza. Conducida por la virtud y moderada por los ritos, desarrolla el sentido de la vergüenza y de la participación. (Analectas 2.3; Tamblyn, p. 3)
Aceptando la piedad filiar, se toman pasos hacia las otras virtudes constantes porque es someterse a un comportamiento que no eleva al yo. Se esperaba que incluso el padre fuera humilde, que en su caso sería frente al tian. Nadie estaba por encima de la piedad filial conforme a la rectitud. Para responder una pregunta con relación al gobierno y el control de sujetos rebeldes, se dice que Confucio respondió de la siguiente manera:
Si deseas lo bueno, la gente será buena. La fuerza moral del caballero es viento, la fuerza moral del hombre ordinario es hierba. Ante el viento, la hierba ha de inclinarse. (Analectas 12.19; Tamblyn, p. 38)
La piedad filial estaba fundada en el ren que no solo es “benevolencia”, sino que también es la característica principal que hace a una persona: su humanidad, que comprende la diferencia entre lo correcto y lo incorrecto, y por instinto tiende hacia lo correcto. Esa característica se plasma en el comportamiento mediante la expresión “regla de plata” que Confucio acuño cuando dijo “No hagas a los demás lo que no quisieras que hagan contigo” (Analectas 12:2), versión anterior de la regla de oro atribuida a Jesucristo (llamada de “plata” porque el concepto está expresado en negativo, a diferencia de la de “oro”, que está expresada en positivo). Esta expresión aparece en respuesta a la pregunta sobre la definición de la virtud perfecta:
Cuando estés en otro estado, compórtate como si estuvieras frente a un huésped importante. Dirige a los demás como si estuvieras realizando una gran ceremonia. Lo que no desees para ti, no se lo impongas a los demás. No dejes que el resentimiento entre en los asuntos públicos, y tampoco lo dejes entrar en los asuntos privados. (Analectas 12:2; Tamblyn, p. 36)
Adhiriéndose a esos preceptos, y conforme a los ritos que los promueven, se puede alcanzar el estado de junzi (literalmente, “hijo del señor”) que se refiere a una persona superior y se suele traducir como “caballero”. Un junzi reconoce el orden del mundo y su lugar en él (cabe destacar que la definición de Confucio también incluye a las mujeres, porque creía que ellas también necesitaban tanta instrucción como los hombres, aunque la era en que vivió no lo permitía formalmente); el caballero, mediante la adherencia a las enseñas de Confucio, se comportaría correctamente, considerando el interés de todos los involucrados y viviría en paz consigo mismo y los demás.
Conclusión
El filósofo y erudito confuciano Mencio reformó y popularizó la filosofía de Confucio; al igual que este, viajó de estado en estado predicando los ideales de Confucio con el fin de dar fin al caos del periodo de los Reinos Combatientes. Sus esfuerzos para convertir a las clases dominantes fracasaron al igual que los de Confucio, pero sí logro introducir los preceptos confucionistas a una audiencia más amplia de la que tenía a la muerte del Maestro. Otro filósofo erudito ayudó a la causa de Confucio: el último de los grandes sabios confucianos, Xun Zi (310-235 a.C., aproximadamente) que introdujo más reformas al sistema, ofreciendo una visión mucho más pragmática (o pesimista) de la filosofía, que en algunos aspectos era más parecida al legalismo, pero que de todos modos mantenía los preceptos básicos expresado en su obra Xunzi.
La dinastía Quin rechazó el confucionismo porque criticaba sus políticas. El primer emperador de la dinastía Qin, Shi Huangdi (que reinó entre el año 221 y el 210 a.C.), estableció un régimen represor, que nada tenía que ver con los ideales confucianos, y adoptó el legalismo como filosofía estatal con el fin de tener a la población bajo estricto control. El confucianismo estuvo al borde de desaparecer de la historia durante la época conocida como la quema de libros y sepultura de intelectuales (alrededor de 213-210 a.C.), pero adherentes a Confucio preservaron los libros ocultándolos de las autoridades.
La dinastía Han revivió la filosofía bajo el mandado de su primer emperador, Gaozu (que reinó entre el año 202 y el 195 a.C.), que restituyó los valores de la dinastía Zhou. Más adelante, durante el mandato de Wu de Han, se designó el confucianismo como la filosofía nacional. Hacia el tiempo del reinado de Wu (141-87 a.C.), el confucianismo ya había adquirido una importante cantidad de seguidores, pero los decretos del emperador asentaron y expandieron su influencia.
Por los próximos 2000 años, el confucianismo sería la filosofía dominante de China, aun en los periodos en que el taoísmo gozó de mayor popularidad, como en el periodo de la dinastía Tang (618-907). En el siglo XX, reformadores de la cultura china y el partido comunista chino rechazaron el confucianismo; los primeros, porque sentían que estaba desactualizado y los segundos, porque esa filosofía insistía en un orden jerárquico que no coincidía con el ideal comunista. Por ello la nueva propuesta fue la filosofía moísta que enseña una visión de amor universal más allá de la posición social.
Sin embargo, a esta altura los ideales del confucianismo estaban tan atados a la cultura china que no había forma de separarlas. Se sigue acatando el confucianismo, ya sea como un sistema formal de creencias y elecciones, o simplemente como aspecto cultural. En la actualidad el confucianismo sigue ganando adherentes en todo el mundo. De las muchas filosofías del periodo de las Cien escuelas del pensamiento, la visión de Confucio fue la que en definitiva triunfó al otorgar un modo específico de vida que conduce a un bien común por el que vivir.
Soy traductor técnico-científico y literario de inglés a español, aficionado a la Historia desde muy pequeño. La posibilidad de combinar las dos disciplinas me parece una oportunidad imperdible e invaluable.
Joshua J. Mark no sólo es cofundador de World History Encyclopedia, sino también es su director de contenido. Anteriormente fue profesor en el Marist College (Nueva York), donde enseñó historia, filosofía, literatura y escritura. Ha viajado a muchos lugares y vivió en Grecia y en Alemania.
Mark, J. J. (2020, julio 07). Confucianismo [Confucianism].
(N. Cavaliere, Traductor). World History Encyclopedia. Recuperado de https://www.worldhistory.org/trans/es/1-10636/confucianismo/
Estilo Chicago
Mark, Joshua J.. "Confucianismo."
Traducido por Nicolás Cavaliere. World History Encyclopedia. Última modificación julio 07, 2020.
https://www.worldhistory.org/trans/es/1-10636/confucianismo/.
Estilo MLA
Mark, Joshua J.. "Confucianismo."
Traducido por Nicolás Cavaliere. World History Encyclopedia. World History Encyclopedia, 07 jul 2020. Web. 22 nov 2024.
Licencia y derechos de autor
Escrito por Joshua J. Mark, publicado el 07 julio 2020. El titular de los derechos de autor publicó este contenido bajo la siguiente licencia: Creative Commons Attribution-NonCommercial-ShareAlike. Por favor, ten en cuenta que el contenido vinculado con esta página puede tener términos de licencia diferentes.