Helios, o Helius, era el dios del Sol en la mitología griega. Montaba en un carro dorado que traía al Sol a través de los cielos cada día desde el este (Etiopía) al oeste (Hespérides). Helios era el dios representado por el famoso Coloso de Rodas, la estatua de bronce gigante considerada una de las Siete Maravillas del Mundo Antiguo.
Helios en la mitología
En la mitología griega, Helios es hijo de los titanes Hiperión y Tea. Sus hermanas eran Selene (la Luna) y Eos (el Amanecer). Hesíodo nos informa en su Teogonía que con Perseis, hija de Océano, tuvo dos hijos, Circe y el rey Aetes, que gobernó en la Cólquide. Más tarde, Apolodoro añade a Pasífae también. Helios es también el padre de Faetón, cuya madre era Clímene. Cuando el joven descubrió que su padre era el Sol, se dirigió a él en el este y le pidió un regalo. Helios le ofreció cualquier cosa que deseara, y Faetón le preguntó si podía montar el carruaje ardiente de su padre a través del cielo. Helios consintió, pero el favor se convirtió en una tragedia cuando Faetón resultó ser incapaz de controlar los caballos salvajes de Helios, y cuando perdió el control, Zeus se vio obligado a derribar a Faetón con un rayo para que no incendiara el mundo entero.
Helios aparece en varios otros mitos griegos, aunque de manera muy breve. El dios Sol brilla sobre la amorosa pareja Afrodita y Ares, de tal manera que le revela a Hefesto las aventuras ilícitas de su esposa en la trampa que le había tendido. Helios también aparece en el mito de Hércules cuando el héroe estaba realizando su décimo trabajo para traer el ganado de Gerión de Eritea en el lejano oeste. Harto del sol ardiente en su viaje de ida, Hércules amenazó con dispararle una de sus flechas a Helios. El dios, en lugar de castigar a Hércules por su petulancia, recompensó su osadía regalándole un recipiente de oro que utilizó para navegar los mares con mayor comodidad. El recipiente tuvo que haber sido grande ya que cuando el héroe reunió el ganado los arreó dentro de él y lo trajo de vuelta a Micenas de esa manera. Cuando volvió a casa a salvo, se lo devolvió a Helios agradecido.
El famoso ganado sagrado de Helios, que guardaba en Trinacia (quizás Sicilia o Malta), fue robado una vez por el gigante Alcioneo, un acto escandaloso vengado por Hércules. En otra ocasión, los hambrientos camaradas de Odiseo atacaron, y esta vez también se comieron, a algunas de sus reses en su largo viaje a casa desde la Guerra de Troya. En venganza, Helios le pidió ayuda a Zeus y este destruyó el barco y ahogó a la tripulación de Odiseo por su irreverencia.
Cultos y adoración de Helios
El dios no contaba con un culto extenso, pero Platón nos informa en su Simposio y otras obras que mucha gente, incluido Sócrates, saludaba al sol y le ofrecía oraciones cada día. De hecho, los griegos mantenían la adoración más directa y ceremonial del Sol como un punto de distinción entre otras razas y ellos mismos: no se entregaban a la misma mientras que los "bárbaros" sí lo hacían. Aun así, a pesar de ser uno de los dioses menores, el filósofo del siglo V a.C., Anaxágoras de Clazómenas, causó indignación cuando dijo que, según sus cálculos, el Sol no era un dios sino una enorme roca ardiente.
El único lugar en Grecia donde la adoración de Helios era importante estaba en Rodas. En su mitología fundacional, el nombre de la isla deriva de la ninfa Rodo que dio a luz a siete hijos de Helios, el patrón de la isla. Tres nietos de estos hijos fueron los héroes de las tres ciudades principales de la isla: Cámiros, Ialisos y Lindos, que fueron nombradas en su honor. En honor a Helios, los juegos panhelénicos, los Halieya, se celebraban en la isla cada cinco años, y cada año un carro y cuatro caballos (quadriga) se arrojaban al mar como ofrenda al dios. La famosa estatua de bronce de Helios conocida como el Coloso de Rodas estaba considerada como una de las Siete Maravillas del Mundo Antiguo. Con 33 metros de altura, la enorme figura de Helios dominaba el puerto de la ciudad. Fue construida entre 304 y 280 a.C. y derribada por un terremoto en 228 o 226 a.C.
El dios Apolo se vinculó con el Sol desde el siglo V a.C., y la asociación se hizo cada vez más fuerte desde el período helenístico, en gran parte gracias a la influencia de los filósofos griegos que comenzaron a dar más importancia a los cuerpos celestiales. Apolo y Helios se volvieron casi sinónimos, al igual que Hiperión y Helios habían sido en el período arcaico. Los romanos fueron un paso más allá e hicieron de Helios, también conocido como Sol, un importante dios de culto. El Circo Máximo de Roma, por ejemplo, tenía un templo dedicado a Sol y Luna del siglo III a.C. La adoración de Sol ganó mayor importancia en el período imperial, especialmente durante los reinados de los emperadores Heliogábalo y Aureliano del siglo III. Este último era incluso el hijo de una sacerdotisa del Sol. Un sacerdocio dedicado, conocido como los pontífices Solis, manejaba lo que ahora era el culto imperial más importante, una posición que se mantendría hasta ser reemplazada por el cristianismo.
¿Cómo se representa a Helios en el arte?
Helios aparece en todas las formas de arte griego y romano, donde suele ser representado como un joven que lleva una corona de rayos solares. A menudo se lo sitúa al fondo o el borde de escenas en la decoración griega en cerámica, montado en su carro de oro, pero en una crátera de cáliz de figuras rojas (en torno a 420 a.C), ahora en el museo británico, se sitúa en el centro de una escena en la que, al acercarse él, niños jóvenes que representan a las estrellas descienden al océano. Lo más común es que el carro de Helios vaya tirado por caballos alados, pero a veces son dragones los que hacen el trabajo, como en una crátera de figuras rojas de Lucania de alrededor del 400 a.C. que muestra a su nieta Medea a las riendas. Helios también aparecía con frecuencia en la cerámica de figuras negras del siglo VI a.C. y en la de figuras rojas del siglo V a.C. en escenas de la historia de Hércules, de nuevo generalmente montado en su carro de oro en el fondo. Este dios también se representó durante siglos en las monedas de su ciudad patrona, Rodas.
En la escultura, Helios aparece en el frontón este del Partenón donde surge en su carro del océano en el extremo izquierdo de la composición. Como hemos visto, su representación más famosa en la antigüedad fue el Coloso de Rodas, pero en Roma se hicieron estatuas gigantescas similares de los emperadores romanos Vespasiano y Nerón para representar a estos meros mortales como el poderoso Helios.