Jordania es un país del Cercano Oriente que tiene fronteras con Israel, Siria, Irak y Arabia Saudita. Su nombre proviene del árabe Al Urdun, que hace referencia a un sitio fortificado y también al concepto de «prominencia», aunque algunas fuentes afirman que el apelativo procede de la palabra hebrea Yarad, «descendente», que hace referencia al flujo de la corriente del río Jordán en dirección al sur.
A lo largo de su extensa historia la región desempeñó un rol relevante como centro comercial de cada uno de los importantes imperios que la dominaron en distintos períodos, desde el acadio de la Antigüedad hasta el otomano de tiempos más recientes. En el Antiguo Testamento de la Biblia se cuentan 180 menciones de numerosos lugares del país, y 15 en el Nuevo Testamento.
Alejandro Magno (r. 336-323 a.C.) fundó varias ciudades en la región, entre las que se cuenta Gerasa, y por su parte los nabateos labraron allí su capital, Petra, en farallones de roca arenisca. Desde los albores de la historia el área cautivó e inspiró a comerciantes, artistas, filósofos, y artesanos, pero también, de manera inevitable, tentó los apetitos de conquistadores. Todos dejaron su huella en los anales del país actual.
Jordania, de nombre oficial Reino Hashemita de Jordania, pasó a ser una nación independiente en 1946, después de miles de años de existencia como estado vasallo de imperios foráneos y de potencias europeas. El país se ha convertido en uno de los más estables y de mayores recursos del Oriente Próximo. Su capital, Amán, se considera una de las más prósperas del mundo, así como un destino turístico de gran popularidad. La historia de la región es vasta, puesto que se remonta más de 8.000 años en el pasado, y abarca el ascenso y extinción de varios imperios, así como la evolución del estado moderno.
se afirma que jericó, por haberse fundado en 9000 a.C., es de todas las ciudades del mundo la que mayor tiempo ha permanecido habitada de manera ininterrumpida.
Historia inicial
Los hallazgos arqueológicos fechan la presencia de habitación humana en la región de Jordania a partir del Paleolítico, hace unos dos millones de años. Por todo el país se encuentran hachas de mano, raspadores, barrenas, cuchillos y puntas de flecha confeccionadas en piedra, que datan de ese período. Los habitantes de la zona eran nómadas cazadores-recolectores que se desplazaban de un sitio al siguiente en busca de caza. En el transcurso del tiempo comenzaron a construir asentamientos permanentes y a establecer comunidades agrícolas.
El Neolítico, en el entorno del 10000 a.C., fue testigo del surgimiento de comunidades estables y sedentarias, así como del desarrollo de la agricultura. A la postre los pequeños poblados se transformaron en centros urbanos con industrias propias, e iniciaron intercambios comerciales con otras aldeas. En la región se encuentra Jericó, una de las grandes urbes que se desarrollaron en la época, de la cual se afirma que por haberse fundado en 9000 a.C., es de todas las ciudades del mundo la que mayor tiempo ha permanecido habitada de manera ininterrumpida.
[Las ciudades como Jericó aportan pruebas de] la existencia de una cultura superior a la que se había sospechado con anterioridad, puesto que no solo se trataba de un poblado de casas bien construidas que contaban con excelentes pisos de yeso, sino que además había una gran muralla de piedra alrededor del asentamiento, precedida por una zanja o foso defensivo. Esto implica un alto grado de organización comunal, y de subordinación de intereses personales a los intereses de la mayoría. (29)
La importancia otorgada a los intereses de la comunidad también se manifiesta en los monumentos que se levantaron en esa época. A lo largo del Neolítico diferentes pueblos construyeron dólmenes megalíticos por toda la región, que en tamaño, forma, y métodos constructivos son similares a los de Irlanda. Se piensa que los dólmenes eran megalitos dedicados a los muertos, o posibles pasadizos entre mundos distintos. A menudo se levantaban en áreas delimitadas por piedras dispuestas en forma de circunferencia, cuyo significado es aún incierto; sin embargo, resulta obvio que sus constructores habrían tenido que trabajar en grupos, guiados por el objetivo común de erigir estos sitios.
Estatua de roca calcárea de Ain Al-Ghazal
Osama Shukir Muhammed Amin (Copyright)
Se cree probable que los emplazamientos donde se encontraban los dólmenes tuvieran una naturaleza religiosa y que las gentes de ciudades cercanas los visitaban para llevar a cabo celebraciones de adoración, de adivinación, y festividades. Ain Ghazal, el mayor de los asentamientos neolíticos de Jordania, se encontraba ubicado en el noroeste del país, cerca de la actual capital de Amán. Establecida alrededor del 7000 a.C., Ain Ghazal era una comunidad agrícola cuyos artesanos crearon algunas de las esculturas antropomórficas más notables de la antigüedad. En la actualidad, las estatuas halladas en este yacimiento arqueológico se encuentran entre las más antiguas del mundo.
La comunidad contaba con más de 3.000 habitantes que se dedicaban al comercio y a la producción de alfarería, lo cual incrementaba el bienestar individual y colectivo de las gentes. El asentamiento de Ain Ghazal prosperó durante un período de unos 2.000 años, desde alrededor del 7000 a.C., hasta el 5000 a.C., época en que se abandonó debido a una probable sobreexplotación de las tierras.
El Calcolítico, o Edad del Cobre, que se extendió desde alrededor del 4500 hasta el 3000 a.C., y la Edad de Bronce, de entre el 3000 y el 2100 a.C., fueron testigos de ulteriores avances en la arquitectura, la agricultura y la cerámica. La cultura de Ghassulia, centrada alrededor del emplazamiento de Talailat Ghassul en el valle del Jordán, alcanzó prominencia en el Calcolítico por las particulares habilidades que desarrolló en la fundición de cobre, la manufactura de cerámica, y la elaboración de intrincados diseños arquitectónicos.
El asentamiento de Khirbet Iskander, fundado alrededor del 2350 a.C. durante la Edad del Bronce, se elevaba a orillas del arroyo Wadi Wala. En el poblado vivía una venturosa comunidad dedicada al comercio, hasta que alrededor de 2100 a.C. cayó ante grupos invasores que destruyeron aldeas, pueblos y ciudades a lo largo y ancho de Jordania. La identidad de los agresores permanece desconocida, pero es probable que se tratara de ejércitos de origen gutio, que a partir del 2193 a.C. irrumpieron en el área y derribaron al Imperio acadio fundado por Sargón el Grande (r. 2334-2279 a.C.), del cual la región jordana formaba parte. Algunos investigadores han planteado la hipótesis que estos conquistadores eran los pueblos del mar, pero la época en que se produjeron estas incursiones fue muy anterior al período en que se produjeron las penetraciones de las gentes marinas.
Con independencia de cuál fuera su identidad, puede aceptarse que los que expulsaron a estos invasores fueron los hicsos, otro grupo que migró hacia la zona, quizá en fecha tan temprana como el 2000 a.C. Los nuevos ocupantes se establecieron como clase dominante e introdujeron una cultura por completo distinta a la jordana. Con el transcurso del tiempo los hicsos de Jordania llegarían a acumular poder suficiente para conquistar Egipto y ejercer su dominio sobre ambos países, hasta que alrededor del 1570 a.C. fueron rechazados por el faraón egipcio Ahmose I, quien reinó entre 1570 y 1544 a.C.
El Oriente Próximo en la antigüedad, alrededor de 1500-1300 a.C.
Simeon Netchev (CC BY-NC-ND)
Se desconoce el nombre con que los hicsos se identificaban a sí mismos, puesto que el apelativo con que se distinguen es el que los egipcios aplicaron a ese pueblo. Algunos investigadores sostienen la opinión de que eran de origen jordano, mientras otros afirman que eran invasores extranjeros. En cualquier caso, el hecho es que cambiaron el estilo de vida de Jordania con la introducción del caballo, el arco compuesto, el empleo de carrozas en los conflictos armados, métodos superiores de irrigación, y mejores sistemas de defensa en las ciudades amuralladas.
La actual región que comprende Siria, Jordania, Líbano e Israel, conocida como Levante, mantuvo constantes relaciones de intercambio comercial con otras áreas y civilizaciones durante estos períodos. Alrededor del 3500 a.C. se desarrolló la escritura en Mesopotamia, como medio de comunicación empleado para asuntos comerciales entre corresponsales distantes. A pesar de que estos territorios estaban alfabetizados desde el 3000 a.C., no adoptaron la escritura hasta cerca del 2000 a.C., por razones que no están claras. Se realizaban inscripciones que utilizaban distintos signos y símbolos, pero no se creó un sistema de escritura, que solo llegaría a desarrollarse en Jordania después de la expulsión de los hicsos por los egipcios, alrededor de 1570 a.C.
la región floreció a tal grado que la biblia la describe como una tierra espléndida donde «fluyen leche y miel».
Los egipcios persiguieron a los hicsos por toda Jordania tras expulsarlos de su territorio, y en el proceso establecieron puestos militares que con posterioridad se convirtieron en comunidades estables. Después el comercio se desarrolló bajo la monarquía de la reina egipcia Hatshepsut (1479-1458 a.C.) y de su sucesor Tutmosis III (1458-1425 a.C.). Tutmosis III designó gobernadores egipcios en una amplia región de Canaán, lo que proporcionó equilibrio, paz y prosperidad a ese territorio. La región floreció hasta tal punto, que siglos después la Biblia la describe como una tierra espléndida donde «fluyen leche y miel».
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Jordania en la Biblia y en la Edad de Hierro
Las ciudades de Gerasa y Gadara, en la actualidad Jerash y Umm Qais, se mencionan en los evangelios de Marcos 5:1-20 y Mateo 8:28-34. En ambos pasajes se relata la historia en que Jesucristo expulsa sobre un hato de cerdos los demonios de un poseído. La historia de Marcos, considerada la más antigua de las dos, ubica el acontecimiento en Gerasa, mientras la versión de Mateo la localiza en Gadara. Marcos describe que después de realizado el milagro, el hombre del que se habían extraído los demonios cuenta lo sucedido a los pobladores de Decápolis. Decápolis era el término que se aplicaba al conjunto de diez ciudades que en aquellos tiempos estaban emplazadas en la frontera oriental del Imperio romano, entre las que se contaban Gerasa y Gadara.
La región que en la actualidad pertenece a Jordania se menciona varias veces en distintos contextos en los libros de Génesis, Éxodo, Deuteronomio, Números, Josué, y otros del Antiguo Testamento de la Biblia. Las narraciones que contienen conciernen a la tierra de los israelitas, a la esclavitud sufrida en Egipto, y a su conducción hasta un territorio que debían conquistar para consolidar su libertad. Se piensa que los acontecimientos que se relatan ocurrieron durante el período final de la Edad del Bronce, entre el 2000 y el 1200 a.C., aunque los registros bíblicos y los arqueológicos no siempre concuerdan.
Entre las discrepancias más frecuentes citadas por los especialistas respecto a la región de Jordania, se encuentran que los libros de Éxodo, Números, y Josué establecen con claridad que la zona se encontraba poblada, mientras por el contrario, los hallazgos arqueológicos indican que estos territorios estaban en su mayor parte deshabitados. Las batallas en que combaten los hebreos, descritas en Números y en Josué, parecen no haber dejado huellas arqueológicas. No obstante, debe destacarse que la ciudad de Jericó, famosa por haber caído ante Josué según establece el libro homónimo en 6:1-27, sí muestra evidencias de una destrucción violenta en fechas comprendidas entre 1200 y 1150 a.C., durante el colapso de la Edad del Bronce.
El monte Nebo, ubicado en Jordania, es el sitio desde donde según el relato deuteronómico citado en 43:1-4, se autorizó a Moisés a tener una breve visión de la Tierra Prometida antes de morir. Jordania, de acuerdo con lo manifestado por Éxodo 2:1-5, era el territorio madianita donde Moisés se refugió tras su huida de Egipto, así como la región donde el patriarca encontró la zarza ardiente que lo reenvió a cumplir la misión de liberar a su pueblo de la esclavitud (Éxodo 3:1-17). Se dice que Moisés fue inhumado en el Monte Nebo, lugar sagrado de los moabitas y de sus dioses.
A principios de la Edad de Hierro, que comprendió el período aproximado entre 1200 y 330 a.C., los pueblos del mar, una misteriosa cultura de identidad aún debatida por los investigadores, invadieron la región. Algunos han planteado que estas gentes eran los filisteos de la Biblia, mientras otros los identifican como etruscos, minoicos, micénicos o de otras nacionalidades. Ninguna de las identidades propuestas ha logrado aceptación definitiva, y no resulta probable que se llegue a un consenso en el futuro. Esto se debe a que las inscripciones disponibles en la actualidad se limitan a afirmar que eran gentes provenientes del mar, sin especificar cuáles, ni la dirección de donde provenían.
Los pueblos del mar llegaron a la costa de Canaán alrededor del 1200 a.C. con avanzados conocimientos de metalurgia. Sus armas de hierro eran muy superiores a las hojas y lanzas de piedra o de cobre de sus oponentes. Las escrituras bíblicas, en particular el libro de Jueces, relatan la ocurrencia de grandes batallas entre israelitas, moabitas y madianitas, y mencionan las incursiones lanzadas por los amonitas sobre asentamientos israelitas ubicados en el norte de Jordania durante la misma época en que los pueblos del mar invadían por el sur. También en este período los reinos jordanos de Edom, en el sur, Moab, en el centro, y Amón, en el norte, incrementaron su poder.
La estela de Mesha, o Piedra moabita, fechada alrededor del 840 a.C., registra la ocurrencia de una batalla en que se enfrentaron Mesha, rey de Moab, y tres reyes de Israel. El relato expuesto por la estela se corresponde con el acontecimiento descrito en 2 Reyes 3, en el que Joram, de Israel, y Josafat, de Judá, se lanzan a la guerra para sofocar una rebelión moabita. La estela de Mesha es un artefacto muy conocido que corrobora la narración bíblica, aunque algunos estudiosos han cuestionado su significado, e incluso su autenticidad.
La disputa acerca de si la estela Mesha constituye una confirmación del relato bíblico constituye un ejemplo típico de las discusiones relativas a la forma en que deben interpretarse no solo los objetos, sino también los escritos de la antigüedad. Los investigadores para quienes los filisteos y los pueblos del mar eran el mismo grupo humano fundamentan su interpretación en los textos de los libros 1 y 2 de Samuel, donde la aparición de los filisteos se trata como la historia de los pueblos del mar. Estos libros relatan el surgimiento del reinado del rey Saúl sobre los israelitas alrededor del siglo XI a.C., y la derrota infligida por David a los filisteos al ultimar en combate cuerpo a cuerpo a Goliat, su adalid.
La mayor parte de los conocimientos que se poseen acerca de los pueblos del mar proviene de registros egipcios en los que se asevera que fueron vencidos por Ramsés III en 1178 a.C. en las cercanías de la ciudad de Xois, ubicada en el delta del Nilo, pues más adelante este grupo desaparece de todos los escritos históricos. Si tal aseveración se acepta de conjunto con las fechas tradicionales asociadas a Saúl y a David, entonces los filisteos podrían ser los pueblos del mar que invadieron Egipto tras combatir con ambos personajes bíblicos. Sin embargo, esta interpretación dista mucho de ser cierta, y no se ha alcanzado consenso alguno acerca del tema.
Los estudiosos también se encuentran divididos en cuanto a quiénes fueron los responsables de la destrucción de las ciudades de Canaán. Debaten si la devastación se debió a los pueblos del mar, o si la causa de la hecatombe se remonta al general Josué y sus campañas de conquista en la región, quien según manifiestan los libros de Números y Josué, la reclamaba como la tierra prometida a su pueblo. En cualquier caso, la introducción de armas de hierro en estos territorios cambió la dinámica de las batallas en favor de los que las poseían, como demuestra el estilo de guerra empleado por los asirios para conquistar ese país. Los asirios se consideraban invencibles en el combate, en buena medida porque poseían un armamento superior.
Los grandes imperios y los nabateos
El Imperio asirio y su continuación, el Imperio neoasirio, emplearon armas de hierro en sus guerras de conquista y se convirtieron en la potencia política de mayor importancia y extensión hasta entonces existente en el mundo. Bajo el rey asirio Tiglat-Pileser I (115-1076 a.C.), la región del Levante quedó bajo un firme control asirio y permanecería como parte de ese imperio hasta su caída en el 612 a.C.
A continuación, el Imperio babilonio tomó posesión del territorio hasta que fue conquistado por Ciro el Grande, fundador del Imperio aqueménida (549-330 a.C.), también conocido como Imperio persa. El Imperio aqueménida cayó a su vez ante Alejandro Magno en 331 a.C., y pasó a formar parte de su emergente reino. Con anterioridad a la invasión de Alejandro se desarrolló en Jordania la singular cultura nabatea, cuya capital, Petra, se ha convertido en uno de los símbolos más reconocibles del mundo antiguo, además de constituir en el presente una popular atracción turística.
Los nabateos eran nómadas procedentes del desierto de Negev que arribaron a la región de la actual Jordania, donde se establecieron alrededor del siglo IV a.C. Su ciudad, Petra, esculpida en farallones de arenisca, pudo haberse creado en esa época o incluso antes. Al principio los nabateos se enriquecieron por medio del comercio que fluía por la ruta del incienso que conectaba al Reino de Saba del sur de Arabia con el puerto de Gaza, ubicado en las costas del Mar Mediterráneo. En la época en que se estableció Petra los nabateos también controlaban otras ciudades localizadas a lo largo de la ruta del incienso, lo cual los colocaba en posición de cobrar impuestos a las caravanas, proveerles protección, y manejar el lucrativo comercio de especias.
Es muy probable que la famosa fachada de Petra, conocida en la actualidad como La Tesorería, fuera una tumba o mausoleo, que al contrario de lo que la imaginación popular concibe, no conduce a un intrincado laberinto de pasillos, sino solo a un salón bastante corto y estrecho. Las residencias más espaciosas que componen el resto de la ciudad de los farallones atestiguan la riqueza de los comerciantes nabateos, quienes con suficientes ingresos y mano de obra fueron capaces de costear tan intrincada y oportuna construcción.
El apelativo «Petra» significa «roca» en griego; Raqmu era la designación original de la ciudad, nombrada así en posible reconocimiento a uno de los primeros reyes nabateos. Su existencia se menciona en la Biblia y en las obras de distintos escritores, entre ellos Flavio Josefo (37-100 d.C.), y Diodoro Sículo, del siglo I a.C. Durante el máximo esplendor del Reino de nabatea toda la región de Jordania, no solo la ciudad de Petra y sus alrededores, gozó de una gran prosperidad. Aunque sin duda los nabateos constituían la clase más rica, otras gentes de distintas nacionalidades también compartían su excelente fortuna.
Vista de las tumbas reales nabateas en Petra
Carole Raddato (CC BY-NC-SA)
Alrededor del 200 a.C. el gobernador de Amón, Hircano, mandó a erigir Qasr Al-Abd, el «Castillo del Sirviente», una compleja instalación que cumplía la doble función de fortaleza y palacio, cuya construcción habría requerido de la disponibilidad de enormes recursos financieros. Flavio Josefo, para quien el palacio era un fuerte, describe en términos elogiosos que la edificación estaba «toda construida de piedra blanca», que sus grandiosas dimensiones incluían una alberca que formaba un gran espejo de agua, muros en los que se habían grabado «animales de prodigiosas magnitudes», salones para banquetes, y viviendas abastecidas con agua corriente (Merrill, 109). Las ruinas de esta estructura han sobrevivido hasta la época actual cerca de Araq al-Amir y, aunque en condiciones mucho más disminuidas que en los tiempos de Josefo, aún constituyen testimonio de la riqueza y de la visión del hombre que encargó su construcción.
Según atestigua la historia, el primero de los reyes nabateos fue Aretas I, que reinó alrededor de 168 a.C. Aunque los nabateos se habían establecido en la región siglos atrás, el Reino de nabatea abarcó desde el 168 a.C. hasta el 106 d.C., fecha en que Roma lo anexó. Los nabateos llegaron a desarrollar una sofisticada cultura en la que florecieron de manera simultánea las artes, la arquitectura, las sensibilidades religiosas y el comercio. Las mujeres disfrutaban de derechos casi equivalentes a los de los hombres, podían formar parte del clero, e incluso reinar como monarcas autónomas. Las deidades más importantes del panteón nabateo eran femeninas y es probable que fueran mujeres quienes les sirvieran como sumas sacerdotisas.
Para resolver el problema de disponer de un suministro confiable de agua en la árida región, los nabateos construyeron una serie de pozos, acueductos y represas de eficiencia nunca igualada en su época. Con acceso al agua y establecidos en algunas de las zonas más inaccesibles de la región, pudieron repeler a los agresores que se sentían atraídos por sus riquezas. Sin embargo, no pudieron resistir mucho tiempo el enorme poder de Roma, que de manera continua se fue apoderando de sus tierras y absorbiendo sus rutas comerciales. Al final el emperador Trajano conquistó la totalidad del reino, y en 106 d.C. cambió el nombre del territorio por el de Arabia Pétrea.
Los romanos revitalizaron una parte importante de la región, aunque marginaron a las ciudades nabateas de Petra y Hegra. Crearon un poderoso centro de comercio en Gerasa y otro denominado Filadelfia, donde se encontraba Amón, la actual Amán, capital de la Jordania moderna. La ciudad de Gadara se desarrolló bajo los romanos. Gadara fue la cuna del poeta y editor romano Meleagro en el siglo I a.C. y con anterioridad había inspirado la obra del poeta y filósofo epicúreo Filodemo, que vivió entre el 110 y el 35 a.C. Por supuesto, los romanos se beneficiaron de los recursos de la región, así como de los reclutas que incorporaron a sus ejércitos en calidad de conscriptos y auxiliares; también introdujeron mejoras en el área, con la construcción de caminos, templos y acueductos que transformaron grandes extensiones de la región en paisajes fértiles, y fomentaron un próspero comercio. En esta época Gerasa pasó a ser una de las más ricas y lujosas ciudades provinciales del Imperio romano.
Teatro de Petra
Carole Raddato (CC BY-NC-SA)
A pesar de todo Roma comenzó un imparable período de decadencia con la crisis del siglo III d.C. y confrontó serios desafíos a inicios del siglo IV d.C. Mientras Roma enfrentaba dificultades internas y diversas invasiones, la región que más adelante se convertiría en Jordania sufría junto a todas las demás provincias. Los tanújidas ganaron poder en la zona y sus alrededores en el siglo III d.C. Su líder más relevante, la reina Mavia (c.375-425), dirigió una revuelta contra Roma, provocada, según se cree probable, por la insistencia del imperio en incorporar auxiliares tanújidas en el ejército romano.
Se piensa que los tanújidas, por haber formado parte de la confederación tribal nabatea en los tiempos de su creación, debieron haber controlado las áreas que con anterioridad habían pertenecido al Reino de nabatea. Con independencia del grado de certeza de esta aseveración, el hecho es que la reina dispuso de suficiente poder para desafiar a Roma, establecer condiciones en las negociaciones de paz, y más tarde enviar unidades de caballería en defensa de Constantinopla, tras la derrota de Roma en la batalla de Adrianópolis en 378 d.C.
Después de la caída del Imperio romano de occidente en el 476 d.C., su parte oriental continuó existiendo bajo el nombre de Imperio bizantino, con gobierno en Constantinopla. En el siglo VII d.C. la invasión árabe arrasó la región y convirtió la población al Islam, a la que condujo a entrar en conflicto con los bizantinos. El territorio que hoy ocupa Jordania pasó a ser parte del Imperio omeya, la primera dinastía musulmana, reinante entre el 661 y el 750 d.C. Bajo su monarquía Jordania se desarrolló, pero la casa abasí sucesora, que gobernó desde 750 hasta 1258 d.C., la trató con descuido. De hecho, la dinastía abasí retiró el apoyo a la región al mudar Damasco, la capital situada en el norte de Jordania, primero a Kufa y luego a Bagdad, ambas en ubicaciones más distantes.
Conquistas musulmanas entre los siglos VII y IX
Simeon Netchev (CC BY-NC-ND)
El califato fatimí del período 909 al 1171 d.C. tomó Jordania durante su expansión e introdujo renovaciones en los templos, edificios, y caminos, pero al final fue absorbido por los abasidas. De igual manera procedió el sucesor de los abasidas, el Imperio otomano, que ejerció su dominio desde 1299 hasta 1923 d.C. Los ejércitos otomanos derrotaron a las fuerzas del Imperio bizantino, con lo que concluyó la influencia occidental en la región al caer Constantinopla en 1453.
Durante la Primera Guerra Mundial (1914-1918), los otomanos se aliaron con Alemania y las Potencias Centrales. La revuelta árabe de 1916, originada en Jordania, debilitó de manera significativa al Imperio otomano durante su lucha contra los países aliados, que tras su derrota, se disolvió en 1923. Jordania se halló entonces bajo el mandato del Imperio británico hasta ganar su independencia en 1946, al término de la Segunda Guerra Mundial de 1939-1945. Hoy la región se conoce con el nombre de Reino Hashemita de Jordania, Estado autónomo con un prometedor futuro y una larga e ilustre historia.
Expresamos nuestro agradecimiento al sr. Adi Abbadi de Historia de Jordania por su asistencia en la revisión del presente escrito.
Según algunas fuentes, Jordania toma su nombre de la palabra árabe Al Urdun, que significa «sitio fortificado», o también «prominencia». Otras fuentes afirman que proviene de la palabra hebrea Yarad, «descendente», que hace referencia al flujo de la corriente del río Jordán en dirección al sur.
¿Cuándo se pobló Jordania por primera vez?
Jordania se pobló por primera vez durante el Paleolítico, hace alrededor de 2 millones de años.
¿Cuántas veces se menciona Jordania en la Biblia?
Jordania se menciona en 180 oportunidades en el Antiguo Testamento de la Biblia y 15 veces en el Nuevo Testamento.
¿Cuándo se estableció el actual Estado de Jordania?
El Reino Hashemita de Jordania se estableció en 1946.
Interesado en el estudio de las migraciones, costumbres, las artes y religiones de distintas culturas; descubrimientos geográficos y científicos. Vive en La Habana. En la actualidad traduce y edita libros y artículos para la web.
Joshua J. Mark no solo es cofundador de World History Encyclopedia, sino que también es su director de contenido. Anteriormente fue profesor en el Marist College (Nueva York), donde enseñó historia, filosofía, literatura y escritura. Ha viajado a muchos lugares y vivió en Grecia y en Alemania.
Mark, J. J. (2025, enero 08). Antigua Jordania [Ancient Jordan].
(W. R. Arroyo, Traductor). World History Encyclopedia. Recuperado de https://www.worldhistory.org/trans/es/1-11630/antigua-jordania/
Estilo Chicago
Mark, Joshua J.. "Antigua Jordania."
Traducido por Waldo Reboredo Arroyo. World History Encyclopedia. Última modificación enero 08, 2025.
https://www.worldhistory.org/trans/es/1-11630/antigua-jordania/.
Estilo MLA
Mark, Joshua J.. "Antigua Jordania."
Traducido por Waldo Reboredo Arroyo. World History Encyclopedia. World History Encyclopedia, 08 ene 2025. Web. 26 mar 2025.
Licencia y derechos de autor
Escrito por Joshua J. Mark, publicado el 08 enero 2025. El titular de los derechos de autor publicó este contenido bajo la siguiente licencia: Creative Commons Attribution-NonCommercial-ShareAlike. Por favor, ten en cuenta que el contenido vinculado con esta página puede tener términos de licencia diferentes.