Lao-Tse

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Joshua J. Mark
por , traducido por David Sanjuan
Publicado el 09 julio 2020
Disponible en otros idiomas: inglés, francés, portugués
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Confucius, Buddha and Lao-Tzu (by Lucas, CC BY)
Confucio, Buda y Lao-Tsé
Lucas (CC BY)

Lao-Tse (c. 500 a.C.), también conocido como Laozi o Lao-Tzu, fue un filósofo chino a quien se le atribuye haber fundado el sistema filosófico del taoísmo. Se lo conoce principalmente por ser el autor del Tao-Te-Ching, que se suele traducir como El camino de la virtud o El clásico de la senda y la virtud; en China al libro también se lo conoce como el Laozi, por el nombre de su autor.

El nombre de Lao-Tse no es un nombre real, sino un título honorífico que significa «viejo hombre» o «viejo maestro», y al día de hoy todavía se debate si alguna vez existió un hombre con ese nombre o si Lao-Tse es una amalgama de diferentes filósofos. El historiador Will Durant comenta:

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Lao-Tse, el más grande de los filósofos anteriores a Confucio, era más sabio que Teng Shih; conocía la sabiduría del silencio y podemos estar seguros de que vivió hasta una edad provecta; aunque no estamos seguros de que haya vivido. (652)

Durant expresa el consenso académico sobre la historicidad de Lao-Tse, puesto que este pudo ser simplemente un personaje ficticio creado para encarnar la idea del «sabio». Al mismo tiempo, en la tradición china, se lo acepta como una figura histórica real y, en el taoísmo religioso, está considerado una divinidad.

Si realmente existió, se cree que vivió en el siglo VI a.C. Según la leyenda, Lao-Tse hizo todo lo posible por enseñar a sus contemporáneos el camino del tao, la fuerza creadora y unificadora que atraviesa el universo, pero nadie prestaba atención. Todo el mundo ignoraba sus explicaciones sobre cómo las personas podían vivir de forma más feliz y plena si lo hacían en armonía con el fluir natural del tao en lugar de oponerse a él; finalmente, pues, después de escribir el Tao-Te-Ching, decidió alejarse de la humanidad y vivir en reclusión.

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LOS ACADÉMICOS CONTEMPORÁNEOS RECHAZAN LA IDEA DE QUE LAO-TSE FUERA EL AUTOR DEL TAO-TE-CHING Y sostienen QUE FUERON MÚLTIPLES AUTORES QUIENES LO ESCRIBIERON CON EL TÍTULO LAOZI.

Otras leyendas sobre Lao-Tse afirman que fue contemporáneo y maestro de Confucio (551-479 a.C.), el fundador del confucianismo, que en su forma original era más próximo al taoísmo. Los académicos contemporáneos rechazan la idea de que Lao-Tse fuera el autor del Tao-Te-Ching y sostienen que fueron múltiples autores quienes lo escribieron con el título Laozi.

Independientemente de cuándo o quién lo escribiera, durante la dinastía Han (202 a.C. - 220 d.C.) se reconoció su valor y su reputación aumentó posteriormente e influyó en la cultura de la gran dinastía Tang (618-907 d.C.). Hoy en día está considerado un clásico de la literatura filosófico-religiosa china y ha influido sobre personas de todas partes del mundo.

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Lao-Tse y el taoísmo

Todo lo que sabemos sobre Lao-Tse procede de las Memorias históricas, la obra clásica de Sima Qian (c. 145-c. 86 a.C.), historiador de la dinastía Han. Sima, a partir documentos históricos y literarios anteriores, afirma que Lao-Tse fue uno de los archivistas de la Biblioteca Imperial en el estado de Chu y que se lo conocía como filósofo. Propugnaba una empatía profunda y que conectara a las personas como medio para la paz y la armonía, y mantenía que esa empatía era posible mediante el reconocimiento de la fuerza cósmica del tao, que había creado, unido y movido todas las cosas y que finalmente las había liberado para que volvieran a su estado original. Según Lao-Tse, al estar en armonía con el tao, uno entraba en armonía con el universo y su vida se enriquecía; al oponerse al tao, uno atraía frustración, infelicidad y rabia, lo que tenía como consecuencia un mal comportamiento.

Tenía especial interés en que la clase gobernante adoptara su credo, ya que el país se encontraba en ese momento en mitad de la época conocida como periodo de los Reinos combatientes (c. 481-221 a.C.), durante el cual siete estados lucharon entre sí de forma casi ininterrumpida por la supremacía y el control del Gobierno chino. La dinastía Zhou (1046-256 a.C.) estaba en decadencia y no tenía recursos para mantener el orden, ya que los diferentes estados eran más poderosos que el Gobierno, pero entre ellos las fuerzas eran parejas.

Las guerras continuaban y se fundaron diversas escuelas filosóficas chinas que intentaron encontrar la mejor manera de acabar con la violencia e instaurar un gobierno con valores morales que se preocupara por sus ciudadanos. Según Sima Qian, Lao-Tse persistió en su intento de convencer a sus contemporáneos de que aceptaran el tao y de que vivieran en armonía los unos con los otros y con el universo, y cuando por fin entendió que estos nunca le iban a hacer caso, se apartó de la sociedad y se autoexilió.

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Lao-Tzu
Lao-Tse
Thanato (CC BY-SA)

Cuando estaba dejando China por el paso occidental, el guardián de la puerta, Yin Hsi, lo reconoció y le pidió que por favor dejara por escrito su filosofía antes de abandonar para siempre la civilización. Lao-Tse tomó de Yin Hsi los materiales necesarios, escribió hasta que no tuvo nada más que decir, le entregó el manuscrito, cruzó el paso occidental y desapareció para siempre. Después, presuntamente, Yin Hsi hizo publicar el manuscrito.

Sin embargo, es poco probable que esto sucediera realmente porque el taoísmo, de una forma similar a como está reflejado en el Tao-Te-Ching, apareció durante la dinastía Shang (c. 1600-1046 a.C.) a partir de las mismas creencias y conocimientos populares que produjeron el I Ching, un libro oracular basado en los principios del yin y el yang. El académico John M. Koller comenta:

La idea del yin y el yang surgió como un intento de dar respuesta a la cuestión del origen del universo. De acuerdo a esta idea, el universo surgió como resultado de las interacciones entre dos fuerzas primigenias opuestas, el yin y el yang. Puesto que las cosas se experimentan como cambio, como procesos que existen y que dejan de existir, deben tener tanto yang o ser, como yin o ausencia de ser. El mundo cambiante del que se conforma la naturaleza solamente puede existir cuando tanto el yin como el yang están presentes. Sin el yang nada puede existir. Sin el yin, nada puede dejar de existir. (207)

El erudito Zou Yan (305-240 a.C.) adaptó posteriormente este concepto y fundó la escuela del yin y el yang, una de las muchas —incluido el taoísmo— que aparecieron durante las Cien escuelas del pensamiento, época que va desde el período de Primaveras y otoños (c. 772-476 a.C.) hasta el período de los Reinos combatientes. Se podría argumentar que Zou Yan tomó los principios del yin y el yang de Lao-Tse, aunque es improbable, dado que parece evidente que ya existían siglos antes de la supuesta existencia de Lao-Tse.

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Más adelante, esta misma idea de fuerzas dualistas en constante movimiento forjaría el concepto de tian (cielo), tal y como lo entienden, entre otras, las filosofías del confucianismo y del moísmo. Aun así, la tradición mantiene que Lao-Tse es el autor del Tao-Te-Ching y que esta obra representa sus últimas palabras a la humanidad.

El Tao-Te-Ching

El Tao-Te-Ching es un tratado antiautoritario que propone que el camino de la virtud es la no acción, en chino wu wei, mediante el reconocimiento de la fuerza natural universal conocida como tao. El tao fluye sin esfuerzo y, como el agua, va fácilmente donde lo desea, y genera cambio y crecimiento. Para ser virtuoso, uno debe imitar al tao y adoptar la no acción (sin forzar ningún efecto o resultado). Las leyes hechas por el hombre, sostiene, no pueden hacer que uno sea virtuoso ni contribuir al buen comportamiento, la paz interior o la empatía con los demás porque esas leyes no están en armonía con la naturaleza. Uno solamente puede alcanzar esas metas aceptando el tao y la conexión con él y con todas las cosas. Para aceptar el tao uno debe saber lo que es y, por lo tanto, este está definido en el primer capítulo:

El tao que puede nombrarse no es el tao eterno.

El nombre que puede nombrarse no es el nombre eterno.

Lo que no tiene nombre es el principio del cielo y de la tierra.

Lo que tiene nombre es la madre de todas las cosas.

Por lo tanto, haya siempre no ser para poder contemplar su sutileza,

y haya siempre ser para poder contemplar su resultado.

Ambos son lo mismo,

pero una vez producidos, tienen diferente nombre. (Verso I; Baird, 371)

Este verso hace referencia al intangible concepto del ser y del no ser, del yin y del yang, al constante y dinámico movimiento del universo que mantiene a la creación en equilibrio. Lo que realmente «es» no puede ser comprendido por la mente humana y, por lo tanto, lo que se nombra es «lo que puede conocerse» y eso es el tao; no es el verdadero tao, pero señala en la dirección del tao.

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Yin and Yang
El yin y el yang
Dan Carter (CC BY-NC-SA)

No podemos captar el verdadero tao mediante actividades intelectuales, sino más bien sometiéndonos a su esencia y expresándola en nuestra propia vida, a través de la autorreflexión y la interacción armoniosa con los demás. A los gobernantes, en particular, se les anima a adoptar el tao, ya que si ellos dan ejemplo, sus súbditos actuarán de igual manera. Según el Tao-Te-Ching, el mejor gobernante es aquel que gobierna con tan poco esfuerzo que parece que no ha hecho nada y, sin embargo, ha hecho todo. (Verso 17) El mejor individuo es aquel que sabe reconocer la corriente de la existencia y moverse con ella, con tan poco esfuerzo como el agua, sin contratiempos ni resistencia, como en el famoso pasaje:

Lo que cede logra,

lo que se dobla se endereza,

lo que se vacía se llena. (Verso 22)

Este verso se ha convertido en uno de los más icónicos, ya que condensa en tres líneas el mensaje del taoísmo en relación con la paz interior, la avenencia con los demás y el éxito personal:

  • Lo que cede logra: uno no puede escuchar las opiniones de otra persona en toda su plenitud si está lleno de las suyas; ceder parte de uno lleva al crecimiento personal.
  • Lo que se dobla se endereza: uno no puede llegar a un acuerdo con otra persona si no está dispuesto a ser flexible y hacer concesiones, y no puede corregir una mala actitud si no es capaz de aceptar las críticas.
  • Lo que se vacía se llena: uno tiene pocas opciones de tener éxito, en cualquier iniciativa o relación, si se aferra a lo que uno piensa que sabe en lugar de abrirse a nuevas ideas y puntos de vista.

El verso 22 expresa la esencia del mensaje taoísta de que cuando uno está en armonía con el fluir natural de las energías del universo, puede vivir más fácilmente consigo mismo y con los demás mediante la no resistencia y la no acción. Uno no debe oponerse a las opiniones de los demás o a las nuevas ideas, sino que debe fluir con ellas, como el agua, recogiendo y llevándose lo que es útil y desechando lo que no, lo que es demasiado pesado de llevar.

LAO-TSE PUSO ÉNFASIS EN LA IMPORTANCIA DE LA NO ACCIÓN, DE LA NO RESISTENCIA, DE FLUIR Y DEJARSE LLEVAR PARA TENER UNA VIDA PLENA Y TRANSFORMADORA.

El taoísmo de Lao-Tse, o al menos el taoísmo del s. VI a.C., pone énfasis en la importancia de la no acción, de la no resistencia, de fluir y dejarse llevar para tener una vida plena y transformadora. De esta forma, refutaba la filosofía de Confucio y su insistencia en la educación, en el conocimiento como poder y en la estricta observación de las costumbres y los rituales como método para mejorar el carácter y la calidad de vida. La idea (parafraseada) de Lao-Tse según la cual «cuantas más leyes hacemos, más delincuentes creamos» es la antítesis de la afirmación de Confucio de que la estricta observación de los rituales mejora el carácter y la moral y produce mejores ciudadanos.

Taoísmo y confucianismo

Así y todo, los dos sistemas de pensamiento tienen mucho en común. Como se ha comentado anteriormente, la leyenda dice que Lao-Tse fue el mentor y maestro de Confucio, lo que sugiere una asociación inicial entre las dos filosofías. Aunque el vínculo entre los dos personajes se ha puesto en duda y ha sido, en gran medida, refutado, los dos sistemas comparten un gran número de similitudes que a menudo se obvian para, en su lugar, destacar las diferencias entre ellos. Las Cien escuelas del pensamiento produjeron muchas filosofías diferentes que pugnaban por conseguir adeptos y, de entre ellas, tres fueron las más destacadas: el confucianismo, el taoísmo y el legalismo. Las tres se influyeron mutuamente y cada una de ellas pasó a formar parte importante de la cultura china.

De todas ellas, el legalismo fue la que menos cambios sufrió y siguió siendo siempre una filosofía social basada en la idea de que los seres humanos son egoístas y egocéntricos por naturaleza y, por tanto, necesitan leyes y directrices estrictas para contener sus impulsos negativos. En cambio, tanto el confucianismo como el taoísmo surgieron y se desarrollaron a partir del reconocimiento de un poder superior. Se consideran tanto filosofías como religiones porque ambos incluyen especulaciones metafísicas y recurren a una fuerza superior invisible para validar lo que propugnan. En el confucianismo, este poder es el tian y, en el taoísmo, el tao, pero ambos conceptos están imbuidos del principio del flujo constante del universo del yin y el yang.

El taoísmo, que propugnaba la adhesión al tao universal mucho antes de que lo hiciera el Tao-Te-Ching, se practicaba mediante el culto a los antepasados y el reconocimiento de la ley natural del tao que está presente en todas las cosas, lo que permitía el equilibrio personal y de la comunidad. El confucianismo, que también reconocía la importancia del culto a los antepasados como parte de la piedad filial, consideraba que el tian era la fuerza estabilizadora del universo, que fomentaba el mismo equilibrio. La diferencia entre ambos residía en el énfasis en los rituales y las costumbres sociales: el taoísmo, al menos oficialmente, repudiaba esas prácticas; el confucianismo, por el contrario, las adoptaba y propugnaba.

Taoist Manuscript
Manuscrito taoísta
Mawangdui Silk Manuscript (Public Domain)

Según el taoísmo, los seres humanos son buenos por naturaleza, pero las leyes injustas y las creencias erróneas sobre cómo deben comportarse en sociedad los corrompen. Al intentar regular el comportamiento de las personas a través de la ley, el gobierno solo consigue que este empeore, ya que crea un entorno artificial contra el que los seres humanos se rebelan en un intento por mantener su estado natural de armonía. Si los gobernantes aceptaran el tao y se acomodaran al fluir natural de la energía del universo, promulgarían leyes que estarían en concordancia con los ritmos naturales y sus súbditos les corresponderían con respeto y un comportamiento adecuado.

El confucianismo defiende lo mismo, pero dentro de un paradigma diferente. Las personas, que son esencialmente buenas, reaccionan al tian, que es la fuerza reguladora del universo, pero, como les faltan la educación y la orientación necesarias, no logran convertirse en la mejor versión de sí mismas. Mediante la educación y la observación de los rituales y las costumbres sociales, uno se alinea con el orden natural del universo y reconoce el valor del respeto por uno mismo, por los demás y por la autoridad. Así, afirmaba Confucio, de forma natural las personas se comportarían correctamente y mostrarían respeto hacia ellas mismas y hacia los demás.

Lao-Tse argumentaba, al igual que el filósofo sofista Teng Shih (c. 500 a.C.), que las personas no se comportaban correctamente porque un mal gobierno y unas leyes injustas las empujaban a ello. El confucianismo sostenía lo mismo y, de hecho, tanto Confucio como su seguidor, el filósofo Mencio (372-289 a.C.), viajaron a los diferentes estados en guerra para intentar convencerlos de que adoptaran políticas morales, virtuosas y de paz.

Los dos sistemas, cuyas diferencias a menudo se contraponen de manera exagerada, tenían muchos aspectos en común, pero discrepaban —de nuevo, al menos oficialmente— en cuanto a la educación formal y el conocimiento. El conocimiento era uno de los valores fundamentales del confucianismo, como se expresa, por citar tan solo un ejemplo, en las Analectas, VII.2: «Adquirir conocimiento en silencio, aprender sin perder interés, enseñar a los demás sin descanso», mientras que el taoísmo rechazaba la educación formal y el conocimiento que se encontraba en los libros y, en su lugar, defendía la inteligencia natural: «Abandona el aprendizaje y desaparecerá la tristeza» (Verso 20.1). Con esto, el taoísmo no desestima el conocimiento como tal, sino tan solo la educación formal y el valor en la escala social que le que se le atribuye.

Conclusión

El confucianismo y el taoísmo, así como otros sistemas articulados por las Cien escuelas del pensamiento, se prohibieron cuando la victoria del estado Qin terminó con el período de los Reinos combatientes y llevó a la instauración de la dinastía Qin (221-206 a.C.). Entre el 213 a.C. y el 210 a.C. se quemaron todos los libros, excepto aquellos sobre la historia de la dinastía Qin, el legalismo y sobre medidas prácticas, y muchos eruditos fueron ejecutados. El único motivo por el que algunos textos sobrevivieron fue que las personas que entendieron su valor los escondieron.

Después de la caída de la dinastía Qin, la dinastía Han recuperó esas obras y promovió de nuevo su difusión. El confucianismo se convirtió en la filosofía oficial del estado durante el reinado del emperador Wu de Han (del 141 al 87 a.C.), pero, por entonces, tanto el confucianismo como el taoísmo habían incorporado ideas de otras escuelas de pensamiento, por lo que su formulación en esa época era muy probablemente diferente a las versiones previas. En esa época, Mencio y Xun Zi (c. 310 - c. 235 a.C.) ya habían reformado el confucianismo y este estaba mucho más desarrollado que la forma inicial que Confucio había concebido.

Cuando la dinastía Tang (618-907 a.C.) adoptó el taoísmo como filosofía de estado, este también había evolucionado y era un sistema mucho más rígido que el que se expresa en el Tao-Te-Ching que incluía rituales que esa obra hubiera rechazado por superfluos. En esa época, el taoísmo se consideraba también una religión y Lao-Tse, una de sus divinidades, entre muchas otras.

Hoy en día, el taoísmo está considerado como una filosofía, una religión y, en ciertos aspectos, un fenómeno de la cultura popular. La idea de una corriente cósmica que fluye a través de todas las cosas y que las une sirvió de inspiración para «la Fuerza» en la saga de La guerra de las galaxias y el paradigma de los caballeros jedi bebe de la imagen del sabio taoísta Lao-Tse y de aquellos que lo siguieron.

Si realmente existió alguien llamado Lao-Tse que escribió el Tao-Te-Ching antes de cortar lazos con la humanidad ya no tiene casi ninguna importancia. La filosofía que fundó o dejó de fundar cobró vida propia hace mucho tiempo y sigue desarrollándose a medida que atrae más adeptos intrigados por la visión que presenta de una vida en armonía con el mundo natural en lugar de una que lucha contra él.

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Sobre el traductor

David Sanjuan
Traductor, profesor de español y antiguo bibliotecario interesado en la historia y la divulgación.

Sobre el autor

Joshua J. Mark
Joshua J. Mark no sólo es cofundador de World History Encyclopedia, sino también es su director de contenido. Anteriormente fue profesor en el Marist College (Nueva York), donde enseñó historia, filosofía, literatura y escritura. Ha viajado a muchos lugares y vivió en Grecia y en Alemania.

Cita este trabajo

Estilo APA

Mark, J. J. (2020, julio 09). Lao-Tse [Lao-Tzu]. (D. Sanjuan, Traductor). World History Encyclopedia. Recuperado de https://www.worldhistory.org/trans/es/1-11665/lao-tse/

Estilo Chicago

Mark, Joshua J.. "Lao-Tse." Traducido por David Sanjuan. World History Encyclopedia. Última modificación julio 09, 2020. https://www.worldhistory.org/trans/es/1-11665/lao-tse/.

Estilo MLA

Mark, Joshua J.. "Lao-Tse." Traducido por David Sanjuan. World History Encyclopedia. World History Encyclopedia, 09 jul 2020. Web. 02 dic 2024.

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