Tutankamón (también conocido como Tutankamón y "Rey Tut", que reinó de en torno a 1336 a alrededor de 1327 a.C.) es el faraón más famoso y reconocible del mundo moderno. Hoy en día, su sarcófago dorado es un símbolo casi sinónimo de Egipto. Su nombre significa "imagen viva de [el dios] Amón".
Nació en el año 11 del reinado del faraón Amenhotep IV (más conocido como Akenatón, que reinó de 1353 a 1336 a.C.) en torno a 1345 a.C. y murió, algunos afirman que, de manera misteriosa, en torno a 1327 a.C. a la edad de 17 o 18 años. Se convirtió en el famoso faraón que es hoy en 1922 cuando el arqueólogo Howard Carter descubrió su tumba prácticamente intacta en el Valle de los Reyes.
Aunque en un principio se pensó que Tutankamón había sido un gobernante menor, cuyo reinado no fue muy importante, esta opinión ha cambiado a medida que se han ido descubriendo más pruebas. Hoy en día Tutankamón está reconocido como un faraón importante que volvió a instaurar el orden en el país tras el caos que dejaron tras de sí las reformas políticas y religiosas de su padre, y que sin duda habría hecho más contribuciones impresionantes a la historia de Egipto si no hubiera muerto tan joven.
Juventud y ascenso al poder de Tutankamón
El padre de Tutankamón fue Amenhotep IV de la Dinastía XVIII, cuya esposa, Nefertiti, es tan famosa y reconocible como su hijastro. Se cree que la madre de Tutankamón fue Kiya, una de las esposas menores de Amenhotep, no Nefertiti, aunque es un error común. También se ha sugerido que Tutankamón era hijo de Amenhotep III (que reinó en torno a 1386-1353 a.C.) y su reina Tiye (1398-1338 a.C.) pero la mayoría de los eruditos rechazan esta teoría. Su madre no se menciona en ninguna inscripción y por lo tanto se desconoce su identidad. El egiptólogo Zahi Hawass ha destacado que la mayoría de los eruditos creen que Kiya era la madre de Tutankamón “pero aún podría cambiar el equilibrio de opiniones" (49).
Amenhotep III gobernó un país cuyo clero, concentrado en torno al dios Amón, había ido aumentando su poder poco a poco a lo largo de los siglos. Para cuando Amenhotep IV ascendió al poder, los sacerdotes de Amón tenían prácticamente el mismo estatus que la casa real en cuanto a riqueza e influencia. En el noveno o quinto año de su reinado, Amenhotep IV prohibió la antigua religión, cerró los templos y se autoproclamó la encarnación viva de una deidad única y todopoderosa conocida como Atón.
Trasladó su capital del palacio tradicional de Tebas a otro construido en la ciudad que fundó él mismo, Aketatón ("el horizonte de Atón," más tarde conocida como Amarna) y se dedicó a concentrarse en su nueva religión, a menudo en detrimento del pueblo egipcio. Las reformas religiosas de Akenatón, y el impacto que tuvieron durante su reinado, también definirían el gobierno posterior de su hijo.
Cuando nació, Tutankamón recibió el nombre de Tutankatón ("la viva imagen de Atón"), y cuando todavía era un niño fue prometido con la cuarta hija de Nefertiti y Akenatón, su medio hermana Anjesenpaatón ("su vida es de Atón"). Sin embargo, Anjesenpaatón debía de ser más mayor que Tutankatón, ya que anteriormente se había casado con su padre y puede que tuviera una hija con él.
La historiadora Margaret Bunson afirma que tenía cinco años más que Tutankatón, y cita inscripciones que indican que ella tenía trece años cuando su medio hermano ascendió al trono a la edad de ocho años (23). Se cree que la Dama Kiya (o su madre desconocida) murió durante la vida de Tutankatón y que este vivió con su padre, su madrastra y sus medio hermanos en el palacio de Amarna. Zahi Hawass escribe:
Ambos niños debieron de crecer juntos y puede que jugaran juntos en los jardines del palacio. Los niños de la realeza habrían recibido lecciones de profesores y escribas, que les habrían enseñado sobre la sabiduría y el conocimiento de la nueva religión de Atón. Es probable que Akenatón quisiera que sus hijos continuaran con el culto a Atón, no que retornaran a la antigua religión dedicada a Amón... Tutankatón y Anjesenpaatón probablemente se habrían casado a una edad muy temprana, casi sin duda por razones de estado, pero puede que también se amaran. A juzgar por cómo se los representa en el arte que cubre la tumba del rey dorado, ciertamente era así. Se puede sentir el amor entre ellos, ya que se ve a la reina de pie frente a su marido dándole flores y acompañándole cuando está de caza. (51)
Tutankatón ascendió al trono a la muerte de su padre en torno a 1336 a.C., a la edad de ocho o nueve años. En la tumba se encontraron miniaturas de símbolos de la realeza, tales como el cayado y el mayal, y parece probable que jugara con ellas de niño cuando lo preparaban para ser el futuro dirigente. Hawass escribe que "varios de estos [artículos] llevaban inscrito su nombre de nacimiento, lo que demuestra que fue coronado como Tutankatón" (51).
Entre la muerte de Akenatón y el ascenso de Tutankatón hubo otro faraón interino llamado Semenejkara, del que no se sabe mucho. Sin embargo, se ha sugerido que, como el nombre real de Semenejkara es idéntico al de la corregente de Akenatón, este faraón era Nefertiti, que puede que gobernara mientras empeoraba la salud de Akenatón y Tutankatón era todavía demasiado joven para asumir el trono (Hawass, 47).
Parece ser que Nefertiti asumió el rol masculino de Semenejkara como gobernante con el fin de evitar el mismo tipo de problemas que habían surgido tras la muerte de la faraona Hatshepsut (que reinó 1479-1458 a.C.) siglos antes, cuando, en un esfuerzo por restaurar la armonía del país, ya que las mujeres no debían gobernar, su sucesor Tutmosis III (que reinó 1458-1425 a.C.) hizo borrar su nombre y su recuerdo de todos los monumentos públicos y estelas. Semenejkara murió tras dos años de reinado y Tutankatón fue coronado rey.
Tutankatón se convierte en Tutankamón
Ya al principio de su reinado Tutankatón decidió, o más probablemente fue obligado, a devolver Egipto a las antiguas prácticas religiosas que su padre había prohibido y suprimido. Hawass explica:
Sus consejeros, que obviamente apoyaban a los sacerdotes de Amón, o bien lo convencieron u obligaron al joven rey a devolverle a Amón su lugar como dios universal de Egipto y a abandonar el culto de Atón. Se cambió el nombre del faraón niño de Tutankatón a Tutankamón, y su reina se convirtió en Anjesenamón. En algún momento la corte abandonó Amarna y Tutankamón y Anjesenamón asentaron su residencia principal en las capitales tradicionales de Tebas y Menfis. Una estela del reinado del joven rey, conocida como el Decreto de restauración de Tutankamón, describe un país sumido en el caos a la muerte de Akenatón. Cuenta que los cultos de los dioses habían sido abolidos, los templos abandonados y que, como resultado, ya no podían oír las plegarias del pueblo. Tutankamón afirma haber realizado reparaciones en los templos abandonados y haber enmendado las cosas. (54)
El ideal del ma'at, la armonía universal, era el concepto espiritual más importante del antiguo Egipto. La creencia era que la tierra de Egipto era un reflejo de la tierra celestial y que cada persona tenía la responsabilidad de comportarse de cierta manera en la tierra para mantener el equilibrio en el reino superior. Al abandonar a los antiguos dioses y las prácticas ancestrales, Akenatón habría roto este equilibrio y destruido la armonía existente entre el pueblo y los dioses.
Al obligar a la gente a abandonar a sus dioses, se pensó que los dioses habían abandonado a la gente. Por eso, las reformas de Tutankamón habrían tenido un impacto inmenso en el pueblo de Egipto, con su restauración de la armonía universal. Se reconstruyeron los templos y los sacerdotes que habían escondido la iconografía y los textos relacionados con la antigua religión los devolvieron a sus lugares legítimos.
Una vez reestablecido el equilibrio, Tutankamón se centró en el gobierno y en las actividades que le correspondían al rey, tales como montar a caballo, cazar, entrenarse en las habilidades militares y disfrutar del tiempo del que disponía con su joven esposa (Hawass, 54). La historiadora Barbara Watterson escribe: "se dice que era un rey 'que se pasó la vida haciendo imágenes de los dioses', y fue durante su reinado cuando se llevaron a cabo las obras de la columnata del templo de Luxor, con sus magníficas escenas del festival de Opet" (112-113). Tutankamón también ofició el festival de Opet junto a su reina y le encargó al tesorero realizar una inspección fiscal de todos los templos del país. El palacio de Tebas que compartía con Anjesenamón:
... habría estado construido con ladrillos de barro y ricamente pintado. Habría constado de muchas habitaciones grandes y salas de columnas rodeadas de salas más pequeñas. La más grande de ellas habría tenido una serie de salones grandes que conducían al salón del trono. Habrían estado decoradas con escenas animadas de pájaros y motivos naturales. También habría habido jardines y estanques, todo ello diseñado para calmar y deleitar los ojos y los oídos reales. (Hawass, 55)
Aunque se había restablecido el orden y se habían reconstruido los templos y los palacios, Egipto todavía se estaba recuperando del desorden en el que Akenatón había sumido al país. Hawass escribe que "para el reinado de Tutankamón, la situación en Oriente Próximo había cambiado drásticamente desde los días dorados del Imperio egipcio" (56). El ejército, cuyo entrenamiento y equipamiento había quedado descuidado por Akenatón, ya no era la fuerza eficaz que fuera bajo el reinado del abuelo de Tutankamón, Amenhotep III. El comandante del ejército, Horemheb (que reinó 1320-1292 a.C.), que estaba muy bien considerado como uno de los principales asesores de Tutankamón, fracasó una y otra vez en sus campañas contra los hititas. Egipto no logró recuperar Kadesh, además de perder varios otros estados vasallos.
Los hititas se fueron haciendo más poderosos mientras que a Tutankamón le costaba restaurar la antigua gloria de Egipto y, como ya no tenían que temer la intervención del ejército egipcio, los hititas destruyeron el reino de los mitani, que habían sido aliados de Egipto. Hay que tener en cuenta que Tutankamón, en aquella época, tenía unos 16 años, y recibió la enorme responsabilidad de revitalizar el país que su padre había devastado por sí solo.
Incluso con la ayuda de los consejeros más mayores, el rey adolescente debió de encontrar su posición muy complicada. Aun así, parece que hizo lo mejor que pudo para redimir al país y que este pudiera sobreponerse a su pasado más reciente. Nunca sabremos lo que podría haber logrado de haber reinado durante más tiempo, ya que murió antes de llegar a la veintena.
La muerte de Tutankamón y sus consecuencias
La muerte del joven rey se ha considerado "misteriosa" durante siglos, pero realmente no hay ningún misterio. Mucha gente moría joven en la antigüedad, al igual que hoy en día. Los daños presentes en el cráneo de Tutankamón, que los primeros historiadores citaron como una prueba de su asesinato, se ha acabado por entender como obra de los embalsamadores que le sacaron el cerebro. Las heridas presentes en el cuerpo del esqueleto son el resultado de haberlo sacado del sarcófago durante las excavaciones de 1922, cuando separaron la cabeza del cuerpo y el cuerpo se arrancó violentamente del sarcófago porque estaba pegado al fondo con resina.
También se ha especulado que Tutankamón murió de un absceso sin tratar de un diente, o de una infección a causa de una pierna rota, pero también se ha demostrado que estas teorías son falsas. Otra teoría es que Tutankamón era el producto de una relación incestuosa, con lo que se sugiere que, genéticamente, no estaba predispuesto a tener una larga vida. Los historiadores en favor de esta teoría apuntan a los dos hijos de Tutankamón y Anjesenamón, ya que ambos nacieron muertos (sus momias se enterraron con su padre y fueron descubiertas en la tumba), como prueba física de las prácticas incestuosas de la realeza egipcia de la Dinastía XVIII. Sin embargo, no se sabe si Akenatón y Kiya estaban relacionados o no, así que esta teoría tampoco se puede confirmar o desmentir. Todo lo que se sabe con certeza es que Tutankamón murió en enero de 1327 a.C. y que su muerte fue algo inesperado dada la construcción apresurada de la tumba. Hawass apunta:
El país se habría sumido en el desorden ante la repentina muerte de Tutankamón, que dejó al país sin un heredero. En el momento de su muerte, es posible que Egipto estuviera envuelto en una batalla contra los hititas, en cuyo caso es probable que Horemheb, que en otras circunstancias habría esperado acceder al trono, se encontrara en el norte al mando de las tropas. En vez de él, fue otro alto cargo, llamado Ay, el que supervisó el viaje del rey a la otra vida. Ay tenía los títulos de comandante de carros y Portador del abanico a la derecha del rey... Con el acto de enterrar a Tutankamón, Ay se proclamó el siguiente rey. (58-61)
En ese momento, se esperaba que Anjesenamón se casara con Ay (que reinó de 1324-1320 a.C.) para asegurar el equilibrio continuo del país, pero obviamente ella tenía otras ideas. Le escribió al rey hitita Suppiluliuma I (que reinó de 1344-1322 a.C.) pidiendo ayuda:
Mi esposo ha muerto y no tengo hijos. Dicen que vos tenéis muchos hijos. Puede que me deis alguno de vuestros hijos en matrimonio. No querría tomar a uno de mis sirvientes. No quiero hacer de él mi marido. (Hawass, 67)
Mientras que los faraones egipcios a menudo se casaban con mujeres extranjeras, era inaudito que una mujer egipcia, especialmente de la realeza, se casara con un extranjero. Esto habría supuesto una afrenta a la armonía universal tan importante como las reformas de Akenatón. De hecho, era una práctica ancestral en Egipto negarse a enviar mujeres como esposas a otros países, y Anjesenamón lo habría entendido a pesar de escribir las cartas. El hecho de que realizara este gesto, desafiando la tradición y el concepto de ma'at, demuestra su situación desesperada, pero no está claro exactamente por qué estaba tan desesperada.
No obstante, las cartas de Anjesenamón se han utilizado como prueba de la teoría que dice que Tutankamón fue asesinado por Ay o por medio de un complot entre Ay y Horemheb. El rey hitita estaba más que dispuesto a satisfacer a Anjesenamón y envió a uno de sus hijos, Zananza, a Egipto. Pero el príncipe nunca llegó. Fue asesinado en algún momento antes de llegar a las fronteras de Egipto y hace mucho que se sugiere que esto fue obra de Horemheb y, posiblemente, Ay. No se sabe si Anjesenamón se casó o no con Ay. Tras el incidente con el rey hitita, desaparece del registro histórico.
Ay gobernó Egipto durante tres años y murió sin un heredero. Después de esto, Horemheb ascendió al trono. Como no era de sangre real, necesitaba algo para legitimar su reinado y eligió la religión como el medio más efectivo para lograrlo. Tras afirmar que había sido elegido por el dios Horus de Hutsenu para restablecer la prominencia y la gloria de Egipto, instauró un programa para regresar a las prácticas religiosas ortodoxas. Destruyó todos los registros públicos y monumentos erigidos por Akenatón y borró el recuerdo de Tutankamón.
Hawass señala que "de hecho, intentó borrar toda evidencia de Akenatón y sus sucesores inmediatos de las páginas de la historia" (69). Horemheb gobernaría Egipto durante los siguientes 27-28 años y, durante este tiempo, consiguió devolverle a Egipto su antiguo estatus como una gran potencia. La tumba de Tutankamón fue enterrada accidentalmente cuando los obreros construyeron la tumba posterior de Ramsés VI (que reinó de 1145-1137 a.C.) y su nombre cayó en el olvido hasta que Howard Carter y su equipo descubrieron el lugar en 1922.
Durante el reinado de Ay, la tumba fue profanada dos veces, tras lo cual se volvió a sellar. Después, como Horemheb había borrado el nombre de Tutankamón de los registros, y la tumba había quedado enterrada, los ladrones la pasaron por alto y permaneció intacta hasta que fue descubierta de nuevo en el siglo XX. Hawass escribe que "Al borrar completamente el nombre de Tutankamón de los anales de los faraones, en la práctica Horemheb logró garantizar que el nombre del rey dorado resonara a través de los pasillos del tiempo" (69).
Los tesoros de la tumba de Tutankamón llevan atrayendo visitantes a Egipto desde entonces, así como en cualquier otro lugar al que hayan viajado de exhibición fuera de su actual hogar en el Museo Nacional de El Cairo. Antes del descubrimiento de la tumba, los gobernantes más famosos del antiguo Egipto probablemente eran Cleopatra VII, Nefertiti o Ramsés el Grande, pero desde 1922 ha sido Tutankamón.
La fama duradera de Tutankamón
Su fama se basa principalmente en los magníficos artefactos encontrados en la tumba y el sensacional descubrimiento que fue primera plana en todo el mundo, el 4 de noviembre de 1922. La "maldición de la momia" o "maldición de Tutankamón" no ha hecho sino amplificar su fama. El mito de la maldición proviene de una mala interpretación de una inscripción encontrada en la tumba. En la década de 1920 se pensó que la inscripción decía: "Mataré a todo aquel que cruce este umbral y se adentre en los recintos sagrados del rey que vive para siempre". Esta inscripción se encontró en la puerta de la sala del tesoro en la tumba de Tutankamón.
No obstante, se ha descubierto que la traducción de 1922 está equivocada y que en realidad dice: "Yo soy el que evita que la arena bloquee la cámara secreta" (el "yo" de la inscripción se refiere a la puerta y a los espíritus que se invocaban para mantener la puerta sellada). El mito de la maldición se extendió rápidamente y pareció quedar corroborado por algo que ocurrió a los pocos meses de abrir la tumba.
El inglés Lord Carnarvon, que financió la excavación de Carter, murió "misteriosamente" el 6 de mayo de 1923, y la prensa internacional parecía decidida a atribuir su muerte a la apertura de la tumba y esta antigua maldición. Tras Carnarvon, la muerte de cualquiera que tuviera algo que ver con la apertura de la tumba se atribuyó a la maldición. Respecto a este tema, Hawass escribe:
De hecho, no hay ningún misterio real en torno a la muerte de Carnarvon. Murió de sepsis causada por una picadura de mosquito infectada, en la que se cortó al afeitarse... la tasa de mortalidad entre la gente más estrechamente relacionada con la tumba era muy baja. Arthur Mace murió en 1928, pero llevaba mucho tiempo enfermo. El propio Carter vivió hasta 1939; Breasted murió en 1935; Lucas en 1945; Gardiner llegó hasta 1963 y la señorita Evelyn murió en 1980, a la edad de setenta y nueve años. (146)
La maldición, que para empezar nunca había sido una maldición, todavía se sigue asociando con Tutankamón, y, junto con la historia del descubrimiento de su tumba y su esplendor, han hecho que su nombre sea conocido en todo el mundo y que su recuerdo se mantenga vivo. Por desgracia, la atención prestada tanto a la maldición como a los artefactos de la tumba han eclipsado los verdaderos logros de Tutankamón durante su breve reinado, unos logros aún más impresionantes si tenemos en cuenta la corta edad del rey cuando murió.