Las sirenas son las criaturas de la mitología griega que tentaban a los marineros a su destrucción con su canto irresistiblemente hermoso. La aparición más famosa de las sirenas en la literatura es en la Odisea de Homero, en la que el héroe Odiseo, en su largo viaje de regreso a casa tras la guerra de Troya, consigue escapar de su fascinante canto. En el arte, las sirenas suelen aparecer como pájaros con cabeza de mujer.
Orígenes y atributos de las sirenas
Las sirenas eran criaturas híbridas con cuerpo de pájaro y cabeza de mujer, y a veces también tenían brazos humanos. Una tradición dice que en origen eran compañeras de Perséfone y que, al no conseguir evitar su rapto, fueron transformadas en sirenas como castigo. Históricamente, esta criatura tiene un origen oriental y llegaron a Grecia durante el periodo de orientalización del arte griego. Las sirenas tenían una voz hermosa y tocaban muy bien la lira. Tenían tal talento musical que se decía que podían calmar hasta los vientos. Puede que, confiando demasiado en sus dones, las sirenas incluso retaron a las musas a una competición musical, pero desgraciadamente no ganaron.
Ningún marinero navegó con su barco por este lugar sin oír los dulces tonos que emanan de nuestros labios y ninguno que lo haya oído no ha quedado encantado ni ha proseguido su camino más sabio. (Las Sirenas, La Odisea 12:186-190)
Según Homero, las sirenas vivían en una isla cerca de Escila y Caribdis (tradicionalmente situadas en el Estrecho de Mesina entre Italia y Sicilia). Ahí esperaban a los barcos que pasaban con su encantadora música para atraer a los marineros a su muerte. De hecho, se dice que los prados de la isla de las sirenas siempre estaban cubiertos de los cuerpos putrefactos de sus desafortunadas víctimas. Homero solo menciona dos sirenas, mientras que otros escritores posteriores hablan de tres. Su ascendencia varía, y descienden de Gea, Forcis, Aqueloo y Estérope o una de las musas.
Odiseo y las sirenas
Las sirenas encantan a todo aquel que se acerca a ellas. No habrá llegada al hogar para el hombre que se acerque desprevenido... Porque con su canción alta y clara las sirenas lo encantarán desde su prado cubierto de los esqueletos mohosos de los hombres, cuya piel marchita cuelga de sus huesos. (El aviso de Circe, La Odisea, 12:39-47)
Una de sus historias más famosas es cuando intentan atraer a Odiseo y a su tripulación cuando pasaban por su isla de camino de regreso a Ítaca después de la guerra de Troya. El gran héroe griego ya era conocido por su astucia y previsión y demostró ser una presa mucho más difícil de capturar que las presas habituales de las sirenas. Prevenido por Circe, el héroe hace que lo aten al mástil de su barco para poder oír el hermoso canto de las sirenas sin que lo tiente a atracar mientras el resto de la tripulación se muestra inmune al tapase los oídos con cera para que todos puedan seguir navegando sin sucumbir al peligro.
Otro héroe al que intentaron atrapar fue Jasón cuando él y los argonautas iban de camino en busca del Vellocino de oro. Jasón, fiándose de la habilidad musical del prodigioso Orfeo, no se molestó en usar cera sino que ahogó el canto de las sirenas con la música de la lira de Orfeo. Según la leyenda, las sirenas morirían si algún mortal conseguía escapar de su llamada, así que no está claro si fue Odiseo u Orfeo el responsable último de su final, puede que por suicidio.
¿Cómo se representa a las sirenas en el arte?
Su culto era especialmente prevalente en Neapolis (Nápoles), Sicilia y el sur de Italia en general. En el arte griego aparecen representadas más frecuentemente con cuerpo de pájaro y cabeza de mujer, normalmente sujetando una lira y a menudo en un contexto musical, en escenas con Dioniso y encima de monumentos funerarios. También eran un elemento decorativo común en calderos de bronce y se convirtieron en una parte básica de las escenas en cerámicas que representaban el viaje de regreso a casa de Odiseo.
Uno de los ejemplos más famosos es el estamno de figuras rojas de alrededor de 450 a.C. de Vulci (hoy en día en el Museo Británico) que, curiosamente, también tiene una sirena arrojándose al mar aparentemente en un suicidio. En el arte arcaico a menudo son terribles y puede que tengan garras, pero fueron evolucionando hasta convertirse en criaturas hermosas y serenas en el periodo clásico, muy diferentes de su asociación posterior con la lujuria y el desenfreno.