En el folclore japonés, los Shichifukujin son los siete dioses de la fortuna. En realidad, los siete dioses son de origen diverso, ya que algunos proceden del budismo, otros del sintoísmo y otros de la tradición china.
Existen distintas tradiciones sobre qué dioses componen realmente el grupo, pero los siete establecidos son:
- Ebisu
- Daikoku
- Benten
- Bishamon
- Fukurokuju
- Jurojin
- Hotei
Aunque cada uno de ellos representa generalmente la buena fortuna, también tienen características y asociaciones particulares.
Los siete dioses
Ebisu - probablemente de origen japonés, es un dios sintoísta. Patrón del trabajo, en concreto de los comerciantes, agricultores y pescadores, se le suele representar ataviado con trajes y tocados japoneses. Tiene una figura corpulenta, los lóbulos de las orejas grandes e hinchados y suele llevar una caña de pescar en la mano derecha, mientras que en la izquierda lleva un gran pez recién pescado, un tai (besugo), símbolo de buena suerte. Quizás debido al éxito de su pesca, siempre está sonriendo. En la tradición posterior, se lo identifica con Hiruko, el primer vástago de los dioses Izanagi e Izananmi. Tradicionalmente, a Ebisu se lo celebra en una fiesta anual que tiene lugar el 20 de octubre.
Daikoku - es de origen japonés, es el dios de la riqueza, la prosperidad y la cocina, el patrón de los agricultores y líder de los Shichifukujin. En su mano derecha lleva el martillo de la riqueza, que puede conceder deseos, y una gran bolsa de tesoros colgada del hombro. Es de piel oscura, suele estar de pie o sentado encima de dos sacos de arroz y, al igual que Ebisu, tiene una figura completa y lóbulos grandes. Tradicionalmente se le asocia con el dios hindú Shiva y el dios budista Mahakala.
Benten (o Benzaiten) - es de origen hindú y la única mujer del grupo. Es la diosa del amor, la fertilidad y el razonamiento. Se la suele representar tocando el biwa, un tipo de laúd o guitarra, y cabalgando sobre un dragón o dragón marino con el que, según algunas tradiciones, se casó y, con ello, puso fin a los ataques del dragón a la isla de Enoshima. Su mensajera especial es una serpiente blanca y a menudo se la asocia con el mar, donde se encuentran muchos de los santuarios dedicados a ella. Para los budistas, es la patrona de la riqueza, la literatura y la música, así como la encarnación de la feminidad.
Bishamon (o Bishamonten) - es el dios de la felicidad y la guerra, patrón de los guerreros y protector de los justos. Se le representa con una armadura china y una lanza en la mano izquierda. En su mano derecha tiene una pequeña pagoda que representa un tesoro. Tradicionalmente se le asocia con la deidad hindú y budista Kúbera o Vaisravana. Shiga, la ciudad-templo fundada hacia el siglo VI d.C., fue dedicada al dios en agradecimiento después de que Shōtoku Taishi ganara una batalla en el lugar.
Fukurokuju - es de origen chino, pero su nombre japonés significa felicidad (fuku), riqueza (roku) y longevidad (ju); es, por tanto, conocido como el dios de la sabiduría y la longevidad. Tradicionalmente se considera que una vez fue mortal y vivió como sabio taoísta, y se le suele atribuir el poder de resucitar a los muertos. Se le representa bajo de estatura, pero con la frente muy alta, y se le suele encontrar en compañía de una cigüeña o una grulla.
Jurojin - también de origen chino, es otro dios de la longevidad y la sabiduría; se le suele representar con un ciervo a su lado y portando un largo bastón al que va unido un pergamino que contiene toda la sabiduría del mundo. Al igual que Fukurokuju, la leyenda afirma que vivió una vez en la Tierra como sabio taoísta. También se le representa como un anciano de barba blanca, pero lleva un tocado de erudito.
Hotei (o Hotei-osho) - también originario de China, Hotei representa el ahorro y la filantropía, así como la satisfacción. Quizá sea el dios que se representa de forma menos favorecedora, como un monje budista gordo, calvo y de aspecto bastante desaliñado, con una gran barriga al descubierto y los lóbulos de las orejas hinchados. Sin embargo, siempre riendo y a menudo rodeado de niños, es quizá el más feliz de los siete dioses y hace honor a su apodo chino de «Buda sonriente».
Takarabune
Se puede apelar a los siete dioses en cualquier momento, pero un momento concreto en el que se les busca es la víspera de Año Nuevo, ya que el día siguiente se considera especialmente propicio en el calendario. Montados en su takarbune o barco del tesoro, desembarcan en los puertos y hacen regalos a los afortunados que se cruzan con ellos. Tradicionalmente, estos regalos incluyen:
- la llave del almacén de los dioses
- un sombrero que hace invisible a quien lo lleva
- un monedero que nunca se queda sin monedas
- el martillo de Daikoku, que produce una lluvia de monedas de oro
- un impermeable de paja que protege al portador de los malos espíritus o kami
- joyas preciosas
- sacos y cajas de monedas de oro
- rollos de tela de brocado
- monedas de cobre.
Representaciones en el arte
Aunque los dioses se remontan a tiempos muy remotos, en la tradición japonesa la primera representación de los dioses como un grupo de siete aparece en el siglo XVI, en una pintura de un miembro de la familia Kano encargada por Tokugawa Ieyasu (1542-1616). Los dioses son un tema especialmente popular de los netsuke, esculturas japonesas en miniatura talladas sobre todo en marfil y madera y utilizadas originalmente como broches.
Además de ser representados individualmente, los Shichifukjin también aparecen en grupo montados en su barco del tesoro, que suele representarse con un solo mástil y una vela sobre la que hay una forma ovalada o una moneda de oro o el carácter japonés de la buena suerte. El barco tiene una cabeza de dragón en la proa y puede ir acompañado de una grulla y una tortuga, también símbolos de buena suerte.
Los Shichifukujin también son protagonistas populares en las canciones folclóricas, pinturas y teatro japoneses, donde a menudo se los ve con algunos de sus ya mencionados objetos mágicos, como el sombrero que hace invisible a quien lo lleva y el monedero que nunca está vacío. Incluso hoy en día, se sigue creyendo popularmente que los carteles e imágenes de los dioses traen buena suerte, y en tiendas y restaurantes sus estatuas siguen siendo una imagen habitual.