Alejandro Severo sirvió como emperador romano desde el 222 d.C. hasta su prematura muerte en el 235 d.C. A instancias de su madre, tía y abuela, el emperador Heliogábalo nombró a su primo Alexiano (el futuro Alejandro Severo) como su heredero en el verano del 221 d.C. Después de darse cuenta de las posibles consecuencias de sus actos, planeó la ejecución del joven César. Desafortunadamente para Heliogábalo, la fortuna se volvería en su contra cuando, en lugar de matar al joven Alexiano, él y su madre encontrarían sus muertes a manos de la Guardia Pretoriana. El 11 de marzo (algunos dicen el 13) del 222 d.C., el Senado romano dio la bienvenida al joven de 13 años como el nuevo gobernante imperial.
Vida Temprana
Marco Julio Gesio Alexiano (Alejandro Severo) nació en la ciudad fenicia de Cesárea en el 208 d.C. (fecha exacta desconocida) de Gesio Marciano y Julia Avita Mamea, sobrina de Julia Domna (segunda esposa del emperador Septimio Severo). El historiador Herodiano escribió que Alexiano fue nombrado, en realidad, por el rey macedonio Alejandro Magno. Al igual que su primo Heliogábalo, Alexiano también era sacerdote del dios sol El-Gabal en la ciudad siria de Emesa, algo que su madre mantendría callado.
En el verano del 221 d.C., la madre y la abuela de Alexiano, Julia Mesa, así como su tía Julia Soemias, convencieron al emperador Heliogábalo de nombrar a su joven primo como heredero y otorgarle el título de César, diciéndole que el nombramiento le daría más tiempo para rezar y bailar en el altar de El-Gabal. En realidad, estaban preocupadas de que su intento para reemplazar la religión tradicional de roma por la de El-Gabal, así como su estilo de vida poco ortodoxo, les llevara a la ruina. El plan de Heliogábalo para asesinar a su primo falló: se sospecha de un posible soborno a la Guardia Pretoriana. Para que fuera aceptado por la Guardia, la madre de Alexiano utilizó el mismo ardid usado con Heliogábalo: que Alexiano era hijo ilegítimo del emperador Caracalla.
Un Joven Emperador
Con la muerte de Heliogábalo, Alexiano, que había asumido el nombre de Marco Aurelio Severo Alejandro, fue confirmado emperador por el Senado romano, convirtiéndolo en el segundo más joven en sentarse en el trono (segundo después de Heliogábalo). Sin embargo, al joven emperador nunca se le otorgaría ninguna autoridad real, ya que el gobierno se colocaría firmemente en manos de su madre y de su abuela; la última moriría en el 224 d.C. El historiador Dion Casio escribió:
Inmediatamente proclamó a su madre Augusta y ella se encargó de la dirección de los asuntos, y reunió a sabios alrededor de su hijo, para que sus hábitos fueran corregidos por ellos; también eligió a los mejores hombres del Senado como consejeros, informándoles de todo lo que había que hacer.
Para facilitar la transición y borrar la memoria de Heliogábalo, así como para recuperar la confianza de los ciudadanos de Roma, el culto a El-Gabal fue retirado y los viejos dioses restaurados. La madre de Alejandro quería retratar al joven emperador como un típico joven romano sin vínculos al "dios sirio". La gran piedra negra que se encontraba en el monte Palatino, símbolo del culto de El-Gabal, fue regresada a Emesa. El Elagabalium, un templo construido para honrar a El-Gabal, fue renombrado el Templo de Júpiter Ultor. Por último, para apaciguar a muchos de los miembros de la vieja aristocracia, que eran mucho más capaces y experimentados que los "secuaces sirios" nombrados bajo Heliogábalo, fueron restaurados a sus antiguas posiciones. Estos cambios le permitieron al gobierno regresar a una mentalidad más conservadora.
Aunque la autoridad de Alejandro era limitada, había un individuo por el cual luchó en defender (con fuerte oposición a su madre y al Senado): el historiador y senador Dion Casio, que había sido nombrado cónsul por segunda vez. En su Historia Romana, Dion Casio escribió sobre su relación con Alejandro:
Alejandro, sin embargo, no les hizo caso, sino que, por el contrario, me honró de diversas formas, especialmente al nombrarme cónsul por segunda vez... tuvo miedo de que pudieran matarme si me veían con la insignia de mi cargo, por lo que me pidió que pasara el periodo de mi consulado en Italia, en algún lugar fuera de Roma.
Julia Mamea, conocida como la Madre del Emperador y del Ejército y del Senado y del País, estableció un comité de 16 senadores para asesorar al joven emperador, lo que fue un intento flagrante de reparar la brecha entre el trono imperial y el Senado. De manera personal, también contrató a un consejero privado llamado Domicio Ulpiano, el comandante de la Guardia Pretoriana y antiguo abogado. Ella lo veía como alguien que podía usar su experiencia legal para ayudar en los asuntos gubernamentales. Si bien ayudó a introducir varias reformas (una reducción de los impuestos, nuevos acueductos y proyectos de construcción), sus ideas anticuadas sobre disciplina enfurecieron a muchos dentro de la Guardia y su comandante provocó tres días de disturbios entre la gente de Roma y la Guardia. Los disturbios provocaron la muerte de dos comandantes, ambos asesinados por órdenes de Ulpiano. La Guardia Pretoriana reaccionó, persiguiendo y matando a Ulpiano en el palacio imperial. Su asesino, Marco Aurelio Epagoto fue "recompensado" (Alejandro y su madre fueron "persuadidos" para realizar el nombramiento) con la gubernatura de Egipto, pero también sería asesinado más tarde
Recordando los excesos de su predecesor y esperando evitar controversias, en el 227 d.C. Julia Mamea sintió la necesidad de casar al joven emperador en una respetable familia patricia. Ella eligió a la familia de Seyo Salustio Macrino cuya hija, Salustia Orbiana, era la novia prevista. Desgraciadamente tanto para Alejandro como para Salustia, la madre del emperador se puso celosa de la joven esposa (no quería que otra mujer tuviera el título de Augusta) y la expulsó del palacio. Su padre, que alguno creen que había recibido el título de César, encontró seguridad para ambos en el campamento de la Guardia Pretoriana, pero esto fue visto como un acto de rebelión; en consecuencia, Salustia fue exiliada al norte de África y su padre fue ejecutado. Alejandro no se volvería a casar.
Disturbios en el Imperio
Si bien el imperio había permanecido en relativa paz durante el reinado del emperador Heliogábalo, no fue así con Alejandro. A pesar de inconformidad en el ejército y sin experiencia militar, Alejandro y, por supuesto, su madre se trasladaron hacia el este para abordar la creciente tensión dentro de las provincias, llegando a Antioquía en el 231 d.C. En el 226 d.C., el rey persa Ardashir (Artajerjes) había derrocado al rey parto Artabano y asumió el poder completo como gobernante parto, moviéndose rápidamente hacia Mesopotamia, lo cual era una amenaza obvia para las provincias orientales de Roma. A pesar de un levantamiento fallido en Egipto y sin el apoyo total de su ejército, el emperador decidió lanzar un asalto contra Ardashir. Los comandantes romanos eligieron una ofensiva de tres frentes: una parte del ejército presionó hacia el norte de Irán, una segunda parte viajó por el Éufrates hasta el golfo Pérsico, y la última se trasladó hacia la capital parta de Ctesifonte. Desafortunadamente, la extrema cautela de Alejandro y la falta de un ataque coordinado resultaron en grandes pérdidas y lo que solo puede llamarse un fiasco. Aunque se le consideró un "éxito calificado" ya que las fuerzas persas no avanzaron, Alejandro regresó a Roma en el 233 d.C. con la moral del ejército severamente dañada, y el emperador etiquetado como un cobarde. Por el contrario, Ardashir establecería la dinastía Sasánida que gobernaría Persia durante más de 400 años.
Mientras todavía sufría por la falta de apoyo militar, Alejandro y su madre decidieron cruzar el Rin y luchar contra los germanos que habían estado atacando y saqueando las fortificaciones romanas en el este de la Galia. De nuevo, entró en la lucha sin un plan definido (el único plan era pagar a los germanos) y sin el completo respeto del ejército. Combinado con las reducciones de Julia en los gastos militares, así como los recortes en los sueldos y bonificaciones, el ejército se dio cuenta de las deficiencias de Alejandro y buscó un nuevo emperador; el hombre que eligieron fue Cayo Julio Vero Maximino (Maximino el Tracio), un bárbaro de Tracia. Él se convertiría en el primero de los que los historiadores llaman "los Emperadores de Cuartel". El historiador Herodiano dijo:
... los soldados amargamente resentidos por esta ridícula pérdida de tiempo. En su opinión, Alejandro no mostró ninguna intención honorable de continuar la guerra y prefería las carreras de cuadrigas y la vida cómoda, cuando debería de haber marchado para castigar a los germanos por su insolencia.
Una Muerte Prematura
En la primavera del 235 d.C., Maximino recibió la púrpura (símbolo de la autoridad imperial) de sus tropas. Rápidamente se movieron hacia el campamento de Alejandro.
Cuando a Alejandro le dijeron lo que había sucedido, cayó presa del pánico y quedó completamente estupefacto ante la extraordinaria noticia. Salió corriendo de la tienda imperial como un hombre poseído, llorando, temblando y delirando contra Maximino por ser fiel e ingrato... (Herodiano).
Alejandro y su madre fueron asesinados cerca de Moguntiacum y, de acuerdo a algunas fuentes, sus cuerpos fueron devueltos a Roma. La Historia Augusta menciona: "...se acepta en general que quienes los mataron eran soldados, porque le lanzaron muchos insultos (contra) él, hablando de él como niño y su madre como codiciosa y avara". Los autores añadieron, "Alejandro hizo todo de acuerdo al consejo de su madre, y ella fue asesinada con él".
Sin embargo, el nuevo emperador nunca pondría un pie en Roma. Desafortunadamente, el trono imperial no podía ser otorgado tan fácilmente y después de la muerte de Alejandro ocurrió lo que se llamada "El Año de los Seis Emperadores". Pasaría algún tiempo antes de que Gordiano III se sentara, sin oposición, en el trono imperial.