Arjuna, también Aryuna, es el gran héroe de la epopeya india Mahabharata y del diálogo filosófico-religioso del Bhagavad Gita. El nombre significa «brillante», «de plata» y otros términos similares relacionados con luminosidad. Es el paladín más popular de la literatura hindú, un semidiós hijo del dios de la tormenta, Indra, y tercero de los cinco nobles hermanos Pándava, protagonistas del Mahabharata. Arjuna representa los más elevados aspectos de la naturaleza humana:
- Coraje, fortaleza, y humildad
- Inteligencia y sabiduría
- Compromiso con la verdad y la justicia
- Desempeño del Dharma y del Karma (el Deber y la Acción Correcta)
Sin embargo, al mismo tiempo lo desvirtúan los defectos de ser obstinado, de adherirse a un código personal de honor que no siempre toma en consideración las necesidades de los demás o el bien de la mayoría, y de sentir demasiado orgullo por su manera de comportarse y por su reputación.
En el Mahabharata Arjuna vive más aventuras y se presenta de forma más prominente que cualquier otro personaje, lo cual resulta impresionante, debido a que la obra desarrolla con esmero los intrincados antecedentes de actores que parecen ser secundarios. En el Bhagavad Gita, que en su origen formaba parte del Mahabharata, Arjuna ocupa el centro de la escena en el rol de estudiante-aspirante frente al papel de maestro-guía del dios Krishna. Al principio Arjuna rehúsa participar en la batalla de Kurukshetra hasta que Krishna lo convence que su cometido es pelear, tras explicarle lo que es el deber hacia sí mismo y hacia los demás, así como el significado y orden absolutos de la existencia.
En la obra, Arjuna representa a todos los que enfrentan circunstancias y decisiones difíciles en la vida y se preguntan qué hacer y por qué tienen que sufrir. También constituye un modelo de comportamiento por desprenderse de su orgullo y reputación para expresar con honestidad sus temores y dudas, y aceptar la ayuda y el consejo de otro. Estas cualidades han contribuido a posicionarlo como la personalidad más conocida de las tradiciones literarias indias e hindúes, y después de que la obra se tradujo a otros idiomas, de la literatura y mitología mundiales.
Familia, nacimiento y personalidad
Se suponía que Arjuna era hijo del rey Pandú, medio hermano del monarca ciego Dritarastra. Al alcanzar la mayoría de edad, Dritarastra, por ser el primogénito, debía ascender a la corona de la tierra de Hastinapur, pero no lo pudo hacer a causa de una ley que prohíbe a los discapacitados gobernar, por lo que se escoge a Pandú. Pandú desposa a la princesa Kunti como consorte real y a Madri, como segunda esposa, mientras Dritarastra contrae matrimonio con otra princesa de nombre Gandhari. Años más tarde, una vez que Pandú había expandido el reino e imperaba la prosperidad, el rey solicita licencia para pasar tiempo con sus esposas y se interna en la selva. De manera temporal deja el reino en manos de Dritarastra, quien durante su ausencia procrea 100 hijos con Gandhari, todos conocidos como Kaurava, de los cuales el príncipe Duryodana es el mayor.
Pasan años y Kunti regresa de la selva con cinco hijos: Yudistira, Bhima, Arjuna y los gemelos Nakula y Sahadeva; además trae los restos de Pandú y de Madri. Tras realizar las honras fúnebres los jóvenes se mudan al palacio real con su madre. Los cinco Pándava se habían concebido por medios sobrenaturales. Pandú no era capaz de tener relaciones sexuales con una mujer debido a un maleficio que pesaba sobre él, pero los dioses le habían otorgado a Kunti la gracia de recurrir a ellos para concebir hijos con la deidad que quisiera, en el momento que decidiera. En el caso de Arjuna, el padre era Indra, dios de las tormentas.
Los supuestos hijos de Pandú y los de Dritarastra crecieron juntos en palacio y se adiestraron y educaron con los mismos maestros. Drona, una encarnación del dios Brahma, era el maestro de armamentos y artes marciales, por lo que su magisterio atrajo a los nobles jóvenes de otras familias, entre los cuales se encontraba una persona nombrada Karna, perteneciente al clan Suta. En realidad Karna era el mayor de los Pándava, hijo primogénito de Kunti con el dios Surya, pero nadie, ni él mismo, supieron sobre su familia y linaje hasta la hora de su muerte.
La excelencia de Karna como arquero y las magníficas habilidades que también poseía Arjuna dieron origen a una rivalidad entre ellos. Para Karna el antagonismo se tornó en resentimiento cuando quedó claro que Drona favorecía a Arjuna. Con el propósito de explicarles a todos las razones por la que amaba a Arjuna, Drona, sin mencionar causas, convocó en asamblea a sus estudiantes a orillas de un lago. Al llegar observaron que el maestro nadaba, pero de repente un enorme cocodrilo atacó a Drona. De entre todos los presentes solo Arjuna acudió en su ayuda, luchó con el animal, lo ahuyentó, y condujo a su maestro hasta la ribera. A continuación Drona les explica que el lagarto había sido una ilusión creada por él, y que en realidad nunca había estado en peligro, pero que ni Arjuna ni los demás conocían del asunto; así y todo, Arjuna había sido el único en mostrar desprendimiento y coraje suficientes para arriesgar su vida y salvar a su maestro.
Por esas mismas fechas comenzaba a cuestionarse la legitimidad del reinado de Dritarastra, ya que por ser ciego solo se esperaba que mantuviera el trono hasta el regreso de Pandú. En consecuencia, Dritarastra declaró heredero y príncipe de la corona a Yudistira, lo cual enfureció a Duryodana. Duryodana, de manera extraoficial, adoptó a Karna como hermano y comenzó a conspirar para destruir a los Pándava, los que a su juicio habían regresado con el único objetivo de impedirle que fuera sucesor de su padre y legítimo monarca del reino.
Exilio y Draupadi
Una feria que se desarrollaba en un pueblo cercano inspiró el primer intento de Duryodana de deshacerse de los cinco hermanos. Le sugirió a su padre que Kunti y sus cinco hijos debían asistir, hospedarse en un lugar preparado para ellos y divertirse. Dritarastra estuvo de acuerdo y envió a la familia. Entretanto, Duryodana hizo que se construyera una casa para su alojamiento, la cual erigió con todo tipo de material inflamable. La morada ardería con rapidez tras inflamarla, y todas las personas y objetos que se encontraran en su interior quedarían calcinados.
Vidur, tío de los Pándava, les advirtió del plan y les envió un minero para que excavara un túnel por debajo de la casa. Los Pándava celebraron una gran fiesta e invitaron a todo el pueblo a su residencia, donde comieron y bebieron profusamente hasta tarde en la noche. Entre los huéspedes se encontraba una mujer del campo con sus cinco hijos, quienes murieron abrasados al incendiarse la casa, mientras los Pándava y su madre escapaban hacia el bosque a través del túnel. A la mañana siguiente se supuso que los cuerpos achicharrados hallados en la morada eran los de Kunti y sus hijos, con lo que Duryodana se convenció del éxito de su plan.
Entretanto, los Pándava comenzaron a vivir bajo la fachada de constituir una familia de brahmanes hundida en la pobreza, y trashumaban de pueblo en pueblo. Durante el día los hermanos salían a mendigar pitanzas que llevaban de regreso a Kunti, quien dividía los alimentos entre todos. Un día supieron de un festival que tendría lugar en el reino de Panchala para conceder en matrimonio la mano de la princesa Draupadi, y decidieron asistir.
Muchos pretendientes que competían por la mano de Draupadi se presentaron al certamen de arquería. Dentro de un estanque de agua se levantó un poste en cuya punta giraba un blanco tallado en forma de pez. Cada pretendiente tenía que levantar un pesado arco y tensar su cuerda para disparar una flecha que debía acertar en el ojo del animal, pero tenían que hacerlo con la vista dirigida hacia la imagen reflejada abajo en la alberca. Uno por uno fallaron todos los aspirantes, pero Arjuna, el mejor arquero del país, ganó con facilidad.
Se efectuó la entrega de Draupadi a Arjuna, quien la llevó de retorno a su hogar; al llegar al patio llamó a su madre para mostrarle lo que traían. Kunti meditaba en el interior de la casa y pensó que se trataba de las pitanzas, por lo que sin levantarse para mirar les dijo que compartieran entre ellos lo que fuera. Los hermanos siempre hacían justo lo que la madre les indicaba y por lo tanto Draupadi se convirtió en esposa de los cinco hijos, quienes acordaron poseerla un año cada uno antes de pasarla al siguiente.
El hermano de Draupadi, Dristadyumna se había alterado con el resultado del certamen, que parecía condenar a su noble hermana a vivir toda la vida casada con un brahmán pobre; de manera que los siguió junto a Krishna y a otros que pensaban que el «pobre brahmán» tenía que ser Arjuna. Se reveló la identidad de los Pándava y se celebraron los esponsales, en los que participaron Dritarastra y sus hijos. Dritarastra dividió su reino a la mitad y le entregó una parte a los Pándava, quienes a causa de sus numerosas y excepcionales habilidades lo convirtieron en poco tiempo en un paraíso exuberante.
Autoexilio y aventuras
El reino de los Pándava, Indraprastha, se desarrolló en parte por los ingentes cuidados que Arjuna prodigó al pueblo. Sin embargo, su dedicación al bienestar popular y su empeño en permanecer fiel a su palabra generaron un conflicto que lo llevaría a un autoexilio. Entre las estipulaciones que los hermanos habían acordado para compartir a Draupadi existía una según la cual ninguno perturbaría o se entrometería con quien se encontrara a solas con ella en una habitación; de hacerlo, tendría que exiliarse durante un año.
No obstante, un día llegó un hombre que pedía la ayuda de Arjuna para enfrentarse a unos cuatreros, pero Arjuna había dejado el arco y las flechas en la habitación que ocupaban Draupadi y Yudistira, el esposo del momento. Arjuna tenía que decidir entre dejar de cumplir con el deber de proteger de los ladrones el ganado de un paisano, o someterse al exilio. No titubeó para retirar su arco y salvar al hato para después partir del reino, a pesar que Yudistira, Draupadi y todos los demás le rogaron que se quedara.
Durante su exilio, Arjuna contrajo matrimonio con otras mujeres, tuvo hijos y participó en distintas aventuras, entre ellas la quema del bosque de Khandavá. Arjuna y Krishna, quien lo acompañaba, se encontraron con el dios del fuego, Agni, quien para cumplir su deber necesita quemar un bosque y un pueblo contiguo. Pero cada vez que Agni enciende las llamas, Indra lo impide con el envío de un temporal que las apaga. Arjuna se aviene a apoyar y Agni pide ayuda al gran dios de los cielos, Varuna, quien le entrega el indestructible y poderoso arco Gandiva a Arjuna, así como un carro de guerra mágico tirado por incansables caballos imposibles de herir. Entonces Arjuna se enfrenta a su padre, Indra, en defensa del derecho de Agni de cumplir con su deber, vence en la batalla y Agni queda en libertad de desencadenar su fuego.
Pérdida del reino y exilio
Al terminar su exilio, Arjuna salva del fuego a un hombre llamado Maya, y lo trae de regreso al reino de los Pándavas. Arquitecto excepcional, Maya diseña y construye un palacio para los hermanos. Los pisos relucían con tanto brillo y eran tan lisos que parecían agua. Cuando Duryodana lo visita, avanza hacia el salón de recepciones y lo confunde con una alberca, se levanta los pantalones y lo atraviesa en puntas de pie. Al verlo, Draupadi se ríe de él y Duryodana, al caer en cuenta de su error, deja bajar sus pantalones, pero entonces tropieza con una auténtica piscina enclavada en el centro del salón, lo que le produce más regocijo a Draupadi.
Duryodana jura vengarse de la vergüenza sufrida en la corte e invita a los Pándava a su palacio para una noche de juego, pues sabía del placer que le producían a Yudistira y de la poca habilidad que tenía para ganarlos. Yudistira pierde a su reino, a sus hermanos, a sí mismo y a Draupadi durante el juego, pero Dritarastra le devuelve todo. Entonces Duryodana le repite la invitación a Yudistira para jugar una segunda ronda en la que las apuestas son más altas: el ganador recibe los dos reinos mientras el perdedor debe exiliarse por un período de 12 años y, durante el decimotercer año, vivir en las cercanías, disfrazado y de incógnito. Si se lo reconocía, tendría que cumplir 12 años más de exilio y uno más disfrazado. Yudistira pierde otra vez y él, sus hermanos, Draupadi y Kunti van al exilio.
Arjuna vive muchas otras aventuras en este período, durante el cual adquiere más armas mágicas, visita todo el país al servicio de Yudistira o por su cuenta, y recibe una propuesta de la ninfa Urvashi, cuyas intenciones rechaza. Urvashi lo torna impotente mediante un maleficio, pero gracias a la intervención de Indra, se cambia el hechizo para que solo dure un año, el cual sería escogido por Arjuna.
Al cabo de 12 años, los hermanos se presentan disfrazados en la corte de Virata y Arjuna decide que ese año se cumpla la maldición de Urvashi. Se presenta como eunuco y enseña a las mujeres de la corte a bailar y cantar. Hacia el final período, todavía de incógnito, vence a un ejército invasor de los Kaurava, que creen haber encontrado el sitio donde los Pándava se escondían. Los Pándava mantienen en secreto su identidad hasta que termina el año, momento en que Arjuna se revela ante Virata.
La batalla de Kurukshetra y el Gita
Los Pándava ya habían cumplido con los requisitos que se derivaron de su derrota en el juego de dados y exigen la devolución de su reinado, pero Duryodana se niega a hacerlo y proclama que no entregará nada. Krishna interviene y pide la devolución de solo cinco ciudades, una para cada hermano, lo cual también se rechaza. La guerra es inevitable y tanto Arjuna como Duryodana acuden a Krishna en busca de ayuda, quien les responde que no tomará partido en la lucha pero proporcionará asistencia: cada bando puede escoger entre la persona de Krishna o el ejército del dios. Duryodana se decide por el ejército, mientras Arjuna elige a Krishna y declara que no necesita más.
Los dos ejércitos se enfrentan en Kurukshetra, donde Krishna participa como auriga del carro de Arjuna. Antes de la batalla, Arjuna le pide a Krishna que lo conduzca a un lugar que se encuentra entre los dos ejércitos para poder observarlos, y al hacerlo, pierde el valor. Ve a todas las personas que se encuentran en el bando opuesto, gentes como Drona, a quien ha conocido toda su vida, y se niega a luchar contra ellos. Esta dramática escena del Mahabharata abre la oportunidad al diálogo del Bhagavad Gita, en que Krishna explica al héroe la importancia de cumplir con el deber (dharma) personal conforme a la correcta acción (karma), según establece el orden natural del universo.
Arjuna tiene que pelear, dice Krishna, porque las elecciones hechas por la totalidad de los involucrados los han llevado a todos al momento presente, y ahora todos tienen que actuar conforme a las alternativas escogidas. Al rehusar combatir, Arjuna reniega de su propósito en la vida y más aún, rechaza la verdadera existencia al afirmar que habrá personas que morirán, cuando en realidad no existe tal cosa como la muerte: el cuerpo puede cesar de funcionar, pero el alma es inmortal.
Durante la discusión sobre la inmortalidad, Krishna se revela como Brahman, fuente de toda existencia, y existencia en sí misma. Arjuna queda sobrecogido por la revelación de Krishna, quien como cualquier mortal no puede permanecer en tal estado de realidad pura, y se retira al mundo de la ilusión y la duda que ha llegado a aceptar como verdadero. A pesar de todo, a través de los ulteriores esfuerzos de Krishna, Arjuna llega a comprender que la realidad a la que ha respondido durante toda su vida no es la verdadera realidad, sino tan solo sombras e ilusiones. Siempre ha tratado de responder de manera honorable a lo que interpretaba como «verdadero», pero reconoce que su percepción de la verdad difiere mucho de la Verdad.
La terrible batalla comienza después que Krishna convence a Arjuna con sus argumentos. La mayoría de los participantes muere. Los Kaurava sufren su derrota tras un combate de 18 días en el que quedan destruidos, al igual que casi todas las huestes Pándava. Yudistira y sus hermanos recuperan el reino y lo gobiernan durante los siguientes 36 años, hasta que deciden abdicar y abandonar el mundo para entregarse en los montes del Himalaya a una vida de pacífica reflexión en lo Divino. Uno tras otro muere hasta que solo quedan Yudistira y su fiel perro, y luego ellos también se reúnen en el paraíso con todos los que pensaban que se habían perdido.
Conclusión
A lo largo de todo el Mahabharata y del Bhagavad Gita, el comportamiento de Arjuna compendia los valores centrales de su cultura. El desinteresado intento de rescatar del lago a Drona ilustra su coraje, fortaleza y lealtad, así como su humildad, puesto que luego, Arjuna no se jacta de lo ocurrido. Su inteligencia y sabiduría se advierten en diversas ocasiones, mientras se observa su compromiso con lo que entiende que es verdadero y justo cuando defiende la causa de Agni contra Indra, y también en muchas otras oportunidades, entre las que se incluye su enfrentamiento con el propio Krishna, que además ilustra los valores de dharma y de karma.
A pesar de poseer estas virtudes heroicas, Arjuna aún reúne suficientes defectos como para que el público se identifique con él. Cuando elige ayudar al ciudadano a recuperar su ganado y espantar a los ladrones, incluso al costo de cumplir un año de exilio por causa de la palabra empeñada con sus hermanos, piensa solo en su honor y reputación, no en lo que significaría un año de su ausencia para el bien mayor del reino. Al participar en un certamen para obtener la mano de Draupadi, nada indica que piense en la vida que les obligará a llevar a sus hermanos, a su madre, o a la propia Draupadi; su conciencia parece centrarse únicamente en ganar, en ser el mejor, para su satisfacción personal.
Al igual que cualquier otro héroe épico como Odiseo de la literatura griega, o Rostom de la antigua mitología persa, a Arjuna lo definen por igual su humanidad y sus aspectos sobrehumanos de héroe. La duda de Arjuna, su pesar, su desesperación en el campo de Kurukshetra, constituyen una imagen de espejo de lo que todos experimentan en distintos momentos de la vida. Arjuna mantiene su popularidad debido a que refleja por igual lo que su auditorio es, como lo que desearía ser. Este paradigma siempre se reitera en todas las figuras heroicas que enardecen al público, no solo por lo que hacen mejor que otros, sino por sus luchas, e incluso por sus derrotas, como le ocurre a todo el mundo.