Mitología romana

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Donald L. Wasson
por , traducido por Rosa Baranda
Publicado el 08 mayo 2018
Disponible en otros idiomas: inglés, francés, turco
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Janus and Bellona (by schurl50, Public Domain)
Jano y Bellona
schurl50 (Public Domain)

Los antiguos romanos tenían una mitología rica y, a pesar de que una gran parte de ella derivaba de sus vecinos y predecesores, los griegos, aun así, definió la rica historia del pueblo romano a medida que fueron aumentando hasta convertirse en un imperio. Los escritores romanos como Ovidio o Virgilio documentaron y extendieron la herencia mitológica del antiguo Mediterráneo, y nos dieron unas figuras tan duraderas e icónicas como Eneas, Vesta, Jano, y los gemelos fundadores de la propia Roma, Rómulo y Remo.

El propósito de los mitos

Antes de adentrarse en el estudio de la mitología, hay que entender el concepto de mito. En su libro The Greek and Roman Myths: A Guide to the Classical Stories, Philip Matyszak describe un mito simplemente como "el entendimiento del mundo de la gente de la antigüedad". Estos mitos, a pesar de que a menudo aparentan ser historias simples llenas de héroes valientes, doncellas en apuros, y multitud de dioses todopoderosos, en realidad son mucho más que eso. Los dioses de los griegos y los romanos eran antropomórficos, y presentaban muchas de las cualidades humanas como el amor, el odio y la envidia, y debido a ello la gente de Roma y Grecia era capaz de verse reflejada en estas historias y entender su relación con el resto del mundo y su conexión con los dioses. A menudo, la lección que se aprende es que hay que enfrentarse al destino con fuerza, resolución y nobleza. Estos mitos permitían al individuo enfrentarse a los males y las dificultades de un universo implacable. Matyszak afirma que a pesar de sus constantes desacuerdos y batallas los dioses y la humanidad tenían que enfrentarse juntos a los "monstruos y gigantes" del mundo, o dicho más sencillamente, las "fuerzas del caos y la destrucción sin sentido".

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LA INFLUENCIA DE LOS MITOS GRIEGOS SE VEÍA EN TODAS PARTES EN ROMA; EN LA ARQUITECTURA, LOS TEMAS Y LOS ADORNOS DE LAS ESCULTURAS, LOS TEMPLOS Y LOS MOSAICOS.

Los mitos, ya sean griegos, romanos o de cualquier otra cultura, al final se referían a la relación entre los dioses y la humanidad, y en este sentido se diferencian de los cuentos de hadas y populares. Para la gente en general, en muchos sentidos los mitos hacían que la vida fuera llevadera ya que proporcionaban seguridad. No deberían desestimarse sin más como simples historias porque, tanto en Grecia como en Roma, trataban de asuntos importantes: la creación del mundo, la naturaleza del bien y del mal o incluso la vida después de la muerte. Y es por esta razón que estas historias han sobrevivido a lo largo del tiempo y se han convertido en parte de nuestra cultura actual. Solo hay que fijarse en los nombres de los planetas para darse cuenta: Mercurio, Venus, Marte, Júpiter, Saturno, Neptuno, Urano e incluso el pobre Plutón tienen todos nombres de dioses romanos.

El origen griego

En Grecia, los mitos derivaron de una rica y antigua tradición oral: La Ilíada y la Odisea de Homero y la Teogonía de Hesíodo. Estas eran las historias que habían ido pasando de generación en generación, primero a través de la palabra hablada y finalmente escritas en torno al siglo VIII AEC. Cuando se fundó Roma en el siglo VIII AEC, muchas de las ciudades-estado griegas ya estaban bien establecidas. Grecia había llegado incluso a establecer colonias en la península italiana y en Sicilia. Siglos más tarde, tras las cuatro Guerras Macedónicas, estas colonias se convertirían en parte de la temprana república romana. Este contacto con Grecia, y más específicamente con su religión y mitología, tuvo un efecto duradero en Roma y sus gentes. Roma fue capaz de adoptar mucho de lo que definía a Grecia: su arte, su filosofía, su literatura y su teatro. Sin embargo, la mitología tuvo que adaptarse para reflejar los valores romanos.

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Mars Ultor
Marte vengador (Ultor)
Mark Cartwright (CC BY-NC-SA)

La influencia de los mitos griegos se veía en todas partes en Roma; en la arquitectura, en los temas y los adornos de esculturas, y en los templos y mosaicos. Esta adopción de todo lo griego se puede ver en la relación de la ciudad con la Guerra de Troya, una guerra que en última instancia dio lugar a la mitología romana más básica: el nacimiento de Rómulo y Remo y la fundación de una ciudad. Mientras que gran parte de la mitología griega se trasmitía mediante la poesía y el teatro, los mitos romanos se escribían en prosa, lo que creaba una sensación de historia y el fundamento de todo lo romano: sus rituales e instituciones. En la mitología romana la diferencia entre historia y mito era casi indistinguible: Roma era una ciudad del destino y los mitos contaban esa historia.

Ovidio

Muchos autores tempranos de Roma escribieron sobre sus mitos. Ovidio, antes de ser exiliado por el Emperador Augusto, escribió durante una época crítica de la historia de Roma, tanto política como culturalmente. El emperador quería volver a recuperar una conexión entre la antigua religión de la república y la reverencia por los dioses. Ovidio escribió varias obras centradas en la religión y la mitología romanas, de las cuales Las metamorfosis y Fastos son las más conocidas. Sus historias, a pesar de ser principalmente griegas, tenían nombres romanos. En Fastos plasmó los festivales de los primero seis meses del antiguo calendario romano, las leyendas de los dioses y el origen de muchos de sus rituales. Mientras que la mitología romana temprana mantenía una profunda conexión con la ciudad y su abundante historia, se centraba en una leyenda específica: el nacimiento de sus supuestos fundadores: Rómulo y Remo.

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La Eneida y Eneas

Mientras que el verdadero origen de Roma varía de una fuente a otra, tanto las históricas como las ficticias, uno de los primeros en relatar la historia (que recuerda a la Odisea de Homero) fue Virgilio (Vergil) en la Eneida, un cuento que narraba los viajes del héroe, el guerrero troyano Eneas. Se ha dicho que la Eneida exhibe la expresión más completa de la mitología romana. En la historia, nuestro héroe junto con la ayuda de su madre, la diosa Venus (su padre era un mortal llamado Anquises), escapó de Troya con su padre y varios de sus compañeros soldados antes de que la ciudad sucumbiera completamente a los griegos. Esta historia y su conexión con la guerra de Troya daba a los romanos un vínculo con la antigua cultura de Troya. Cabe señalar que la historia del caballo de Troya viene de Virgilio, a pesar de mencionarse en la Odisea de Homero. Con la ayuda de Venus los troyanos derrotados abandonan la ciudad derrotada y ponen rumbo a Italia, donde se ha predicho que Eneas fundará una ciudad. Primero viajan a Grecia y después, al igual que en la historia de Homero, pierden el rumbo. La esposa de Júpiter, Juno, interfiere constantemente con Eneas durante la historia. Llegan a la ciudad africana de Cartago, donde nuestro protagonista conoce a la hermosa reina Dido y, claro está, surge el amor y se olvida pronto de su verdadero propósito.

Fresco with Wounded Aeneas
Fresco de Eneas herido
Carole Raddato (CC BY-SA)

Al final interviene el dios Mercurio y le recuerda a Eneas su destino, haciendo que él y sus hombres se marchen de África a regañadientes y zarpen una vez más; en un giro trágico, la reina Dido se suicida por la pérdida de su amado lanzándose a una hoguera. A su llegada a Cumas, Eneas consulta a la Sibila, un oráculo, que lo lleva al Hades donde no solo encuentra a sus enemigos caídos y a la reina Dido, sino que también se reúne con su padre recién fallecido que le habla de la gran ciudad que fundarán sus descendientes. Más tarde, tras llegar a la desembocadura del Tíber, los obstinados troyanos comienzan una guerra con el rey Turno de los rútulos (otra de las obras de Juno). Venus le pide a Vulcano (la versión romana del griego Hefesto) que le haga una nueva armadura a Eneas y armas, como hiciera para Aquiles. Turno acaba derrotado y matado en un duelo. Finalmente se alcanza la paz cuando Eneas se casa con la hija del rey; supuestamente Júpiter había convencido a Juno de que terminara su guerra con Eneas.

Rómulo y Remo

Los descendientes de Eneas se convirtieron en los fundadores de la ciudad de su destino: Roma. Según la leyenda, Rómulo y Remo eran los hijos de Marte, dios de la guerra, y Rea Silvia, hija del verdadero rey de Alba Longa, Numitor. En un golpe de estado Amulio derrocó a su hermano y, para salvaguardar su derecho al trono, obligó a Rea a unirse a las Vírgenes Vestales. Un día, Marte descubrió a la joven Rea en el bosque sagrado y la violó. Esta tuvo dos hijos que, por orden del rey Amulio, fueron arrojados al Tíber. Una inundación reciente hizo que acabaran llegando a la orilla junto al Ficus Ruminalis. Fueron rescatados por una loba, el animal sagrado de Marte (en teoría la loba tuvo la ayuda de un pájaro carpintero, otro animal sagrado de Marte). Más tarde los niños fueron adoptados por un pastor local llamado Fáustulo y su esposa Acca Laurentia.

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Romulus & Remus
Rómulo y Remo
Mark Cartwright (CC BY-NC-SA)

Tras el paso de los años, los dos futuros fundadores de Roma se convirtieron en los líderes de su comunidad, y Remo acabó finalmente en las mazmorras del rey. Rómulo rescató a su hermano y con la ayuda de Numitor derrocó a Amulio. Por supuesto, para entonces los chicos ya conocían su verdadera identidad. Juntos fundaron una ciudad; sin embargo, en una disputa sobre el derecho para denominar a la ciudad, Remo es asesinado en un ataque de celos, y la ciudad se convierte en Roma. En otra versión de la disputa, los chicos acuerdan vigilar los augurios en una bandada de pájaros. Rómulo consigue el derecho a nombrar la ciudad, y Remo muere (supuestamente Rómulo tenía el favor de los dioses). Rómulo gobernaría Roma durante cuarenta años.

Dioses y diosas romanos

La mitología romana, al igual que la griega, tenía varios dioses y diosas, y debido a la influencia temprana de Grecia en la península italiana y el contacto continuo con la cultura griega, los romanos adoptaron no solamente sus historias sino también muchos de sus dioses, cambiándoles el nombre a varios de ellos. Una excepción de esta práctica es Apolo, el único dios cuyo nombre es común en ambas culturas. Originalmente, antes de su asociación con los griegos, muchos de los dioses romanos estaban más asociados con cultos que con mitos (como fue el caso del héroe griego Heracles que se convirtió en el campeón romano Hércules). Sin embargo, gran parte de este cambio llegó cuando los romanos cambiaron la agricultura por la guerra.

JÚPITER INFLUYÓ EN TODOS LOS ASPECTOS DE LA VIDA ROMANA; SU TEMPLO EN LA COLINA CAPITOLINA ERA EL DESTINO FINAL DE MUCHOS COMANDANTES MILITARES VICTORIOSOS.

Al principio del desarrollo de la mitología romana estaba Saturno, el equivalente al dios griego Cronos. Su templo al pie de la Colina Capitolina incluía la tesorería pública y los decretos del Senado Romano. La tríada de dioses del culto romano temprano estaba recreada por Júpiter, Juno y Minerva; la última era la patrona de los artesanos y la diosa de los niños escolares (más tarde asociada con Atenea). Júpiter, el dios del cielo, se hizo más parecido al Zeus griego. Júpiter influyó en todos los aspectos de la vida romana; su templo en la Colina Capitolina era el destino final de muchos comandantes militares victoriosos que dejaban parte de su botín como ofrenda a Júpiter. Su esposa (y hermana) Juno se volvió similar a Hera, presidiendo sobre todas las facetas de la vida de las mujeres romanas, y, en el caso de Eneas, vengativa contra aquellos que no le gustaban.

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Artemis / Diana
Artemisa / Diana
Timothy Tolle (CC BY)

De una manera similar, la diosa del amor, Afrodita, se convirtió en Venus, nacida de la espuma del mar, mientras que los hermanos de Zeus, Hades y Poseidón, se convirtieron en Plutón y Neptuno respectivamente. A la griega Artemisa se le cambió el nombre por Diana, la diosa de la caza, mientras que Ares, el dios de la guerra, ahora era Marte, que en un principio había sido un dios de la agricultura asociado con la primavera, una época de regeneración (marzo lleva su nombre). Los comandantes romanos siempre le hacían un sacrificio antes de la batalla. Y por último no podemos olvidarnos de Hermes, el mensajero, que se convirtió en Mercurio, una deidad menor que en algún tiempo fue el dios del comercio y los beneficios y, como se ha mencionado, Hércules, que era la versión romana de Heracles.

Al igual que en Grecia, las ciudades romanas adoptaban a menudo su propia deidad patrona y construían templos y realizaban rituales en su honor. Y mientras que la influencia de los griegos fue enorme, los romanos tenían varios dioses originales suyos, tales como Jano, el dios de dos caras de las entradas y los portales (las puertas de la ciudad se abrían en tiempo de guerra y se cerraban en tiempos de paz). Parecido al dios etrusco Culsans, Jano podía ver tanto el pasado como el futuro. Valorado por su sabiduría, presidía los inicios de todos los eventos. También estaba Vesta, hija de Saturno y diosa del hogar y la vida familiar, cuyas seguidoras eran las Vírgenes Vestales. Aunque estaba vinculada a la diosa Hestia de los griegos, adoptó su propia personalidad distinta en la mitología romana. Numa, el segundo rey de Roma, fundó un culto dedicado a Vesta. Por último, estaba Fauno, el dios de la naturaleza, al que se adoraba como el protector de los cultivos con un festival en diciembre.

También había varios dioses acuáticos, de vital importancia para los agricultores, ya que cada río y arroyo tenía su propia deidad (Juturna era la diosa de los manantiales y el agua). Los agricultores tenían que apaciguar a estos dioses con una serie de ofrendas. Tiberio era el dios del Tíber, y cada 27 de mayo se arrojaban al Tíber muñecos de paja para apaciguarlo. Esto nos recuerda a la antigua creencia romana en los espíritus: fuerzas sobrenaturales que habitaban en todo lo que los rodeaba, incluida la gente. Cada mes de mayo, en los días 9, 11 y 13 se celebraba el festival de Lemuria, en el que se exorcizaban los espíritus de los muertos. Muchos romanos creían que los espíritus de sus ancestros los vigilaban siempre.

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Mientras que mucha gente solo piensa en los griegos cuando surge el tema de la mitología, los romanos tenían la suya propia, rica y vibrante. Todos hemos oído hablar, de una forma u otra, de la historia de la loba que salvó a los hermanos Rómulo y Remo, y de la misma manera hay muchos otros mitos romanos que se han convertido en parte de nuestra cultura actual. Para los griegos y los romanos, los mitos explicaban quiénes eran como pueblo y les daban un sentido de orgullo nacional, una visión de valor y honor y les ayudaban a entender su destino.

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Sobre el traductor

Rosa Baranda
Traductora de inglés y francés a español. Muy interesada en la historia, especialmente en la antigua Grecia y Egipto. Actualmente trabaja escribiendo subtítulos para clases en línea y traduciendo textos de historia y filosofía, entre otras cosas.

Sobre el autor

Donald L. Wasson
Donald impartió clases de Historia de la Antigüedad, de la Edad Media y de los Estados Unidos, en el Lincoln College (Normal, Illinois) y desde que comenzó a estudiar sobre Alejandro Magno, siempre ha sido y será un estudiante de historia. Le ilusióna transmitir conocimientos a sus alumnos.

Cita este trabajo

Estilo APA

Wasson, D. L. (2018, mayo 08). Mitología romana [Roman Mythology]. (R. Baranda, Traductor). World History Encyclopedia. Recuperado de https://www.worldhistory.org/trans/es/1-12207/mitologia-romana/

Estilo Chicago

Wasson, Donald L.. "Mitología romana." Traducido por Rosa Baranda. World History Encyclopedia. Última modificación mayo 08, 2018. https://www.worldhistory.org/trans/es/1-12207/mitologia-romana/.

Estilo MLA

Wasson, Donald L.. "Mitología romana." Traducido por Rosa Baranda. World History Encyclopedia. World History Encyclopedia, 08 may 2018. Web. 21 dic 2024.

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