Maximino el Tracio gobernó brevemente como emperador de Roma desde el 235 d.C. hasta su muerte en el 238 d.C. El joven emperador Alejandro Severo aseguró el trono imperial después del asesinato de su primo, Heliogábalo, por la guardia Pretoriana en el 222 d.C. Trece años más tarde, en el 235 d.C., después de ataques fallidos contra los partos y germanos, el ejército, cansado de su incapacidad para mandar, lo asesinó a él y a su madre, Julia Mamea, y se unió detrás de un comandante bárbaro semi-analfabeto llamado Maximino el Tracio. Desafortunadamente, su falta de apoyo en el Senado romano y varias campañas militares costosas significarían su propia desaparición tres años después.
Cayo Julio Vero nació en el 172 o 173 d.C. en Tracia, una región al noreste de Macedonia cerca del mar Negro, de un padre campesino y una madre alana. Debido a su lugar de nacimiento, se le identificó con el nombre de Tracio. En el 190 d.C. ingresó al ejército y, debido a su inmenso tamaño y fuerza, ascendió rápidamente de rango, eventualmente comandando a una legión en Egipto en el 232 d.C., gobernando la provincia romana de Mesopotamia y, por último, dirigiendo reclutas en Germania. En un momento muy oportuno, Maximino sería aclamado como el nuevo líder del imperio.
A principios de la primavera del 235 d.C., Alejandro Severo y su madre intentaron una ofensiva contra los germanos con la única intención de resucitar la imagen del joven emperador con el ejército y el pueblo de Roma. Desafortunadamente, eligió negociar en lugar de pelear. El ejército estaba furioso y se unió a Maximino contra Alejandro. Después del asesinato del emperador y su madre (sus cuerpos fueron regresados a Roma), Maximino fue proclamado emperador cerca de la actual ciudad de Maguncia (Moguntiacum) el 20 de marzo del 235 d.C. El Senado romano lo aprobó a regañadientes, a pesar de que lo consideraban un bárbaro y por debajo de su posición social. Su hijo, Cayo Julio Vero Máximo, sería nombrado César. El historiador Herodiano, en su Historia del Imperio Romano, escribió sobre el nuevo emperador,
Su carácter era naturalmente bárbaro, así como su raza era bárbara. Había heredado el carácter brutal de sus compatriotas y pretendía afianzar su posición imperial mediante actos de crueldad, temiendo convertirse en objeto de desprecio para el Senado y el pueblo, quienes tal vez fueran más conscientes de su origen humilde que impresionado por el honor que había ganado.
Tras asumir el título imperial, el nuevo emperador reconoció la falta del apoyo necesario en el Senado y se mantuvo cauteloso. Aquellos en Roma, así como varios en el ejército, preferían a un senador llamado Magno; sin embargo, cuando la noticia del complot fue conocida, varios de sus seguidores encontraron su muerte prematura por órdenes de Maximino. Otros, que permanecieron leales a Alejandro, eligieron a Tito Quartino como emperador, pero desafortunadamente encontró la muerte mientras dormía, a manos de uno de sus partidarios más pronunciados, un hombre llamado Macedo que eligió cambiar bando y apoyar a Maximino en su lugar. Herodiano señaló,
Aunque no tenía motivos para la enemistad ni el odio, Macedo asesinó al hombre que él mismo había elegido y convencido de aceptar el imperio. Pensando que este acto le ganaría un gran favor con Maximino, Macedo cortó la cabeza a Quartino y se la llevó al emperador. Cuando se enteró del hecho, Maximino, aunque creía que se había liberado de un peligroso enemigo, aun así ejecutó a Macedo, cuando el hombre tenía todas las razones para esperar y creer que recibiría una gran recompensa.
Construyendo un puente con barcas y cruzando el Rin, el nuevo emperador se adentró en Germania, saqueando y quemando aldeas a su paso. Después de una feroz batalla cerca de Württemberg y Baden y a pesar de grandes pérdidas, fue proclamado Germánico Máximo. La paz en la región fue restaurada. Desde el 235 al 236 d.C., avanzó hacia el Danubio, ganando los títulos de Dácico Máximo y Sarmático Máximo. Sin embargo, sus problemas no radicaban en Germania sino en Roma, una ciudad que nunca vería. Su entrada en Germania había agotado las finanzas del imperio, y sus recortes en los subsidios al suministro de granos de la ciudad dañaron su reputación con el pueblo, especialmente entre los pobres. Herodiano comentó,
Después de que Maximino empobreció a la mayoría de los hombres distinguidos y confiscó sus propiedades, que él consideraba pequeñas, insignificantes e insuficientes para sus propósitos, se dirigió a las arcas públicas; todos los fondos que se habían recaudado para el bienestar público o para obsequios, todos los fondos mantenidos en reserva para espectáculos o festivales, los transfirió a su propia fortuna personal.
Dándose cuenta de que ya no podían tolerar los excesos de Maximino, el Senado apoyó al gobernador de África (quien tenía 80 años), Marco Antonio Gordiano Semproniano o Gordiano I. Maximino fue declarado enemigo del estado.
Gordiano y su hijo Gordiano II, que fue proclamado Augusto por su padre, pudieron haber tenido el apoyo del Senado, pero sus días en el trono estaban contados. Capeliano, el gobernador de Numidia y aliado de Maximino, avanzó sus legiones hacia Cartago y después de derrotar a la pequeña milicia mató a Gordiano II. Su padre, al enterarse del asesinato de su hijo, se ahorcó. Llevaban en el poder solo veintidós días. Aun así, negándose a aceptar a Maximino como emperador, el Senado nombró como co-emperadores a Décimo Celio Calvino Balbino y Marco Clodio Pupieno Máximo. También nombraron a un Consejo de Veinte para asesorarlos. Lamentablemente, los nuevos emperadores no fueron bien recibidos por el pueblo de Roma. De hecho, los dos recibieron una lluvia de piedras conforme caminaban por las calles, ya que preferían al sobrino de trece años de Gordiano II, Marco Antonio Gordiano. Para apaciguar a la ciudadanía, el niño que se convertiría en Gordiano III fue nombrado César.
Después de enterarse del nombramiento de Gordiano y a pesar de la creciente animosidad de sus tropas, Maximino trasladó a su ejército a Italia. Llegó a la ciudad de Emosa, pero la encontró evacuada. Viajó hacia la ciudad amurallada de Aquilea, pero sus repetidos ataques a la ciudad fracasaron. El emperador Pupieno partió de Roma para enfrentarse a Maximino. Las pérdidas en Aquilea, combinadas con la escasez de alimentos, fueron demasiado para la Guardia Pretoriana y, en mayo del 238 d.C., asesinaron tanto al emperador como a su hijo con sus cabezas siendo escoltadas de vuelta a Roma. Pupieno entro en Aquilea como un héroe. Herodiano, quien se refiere al coemperador victorioso como Máximo, escribió que la ciudad abrió sus puertas y recibió de buena manera a Máximo. Según Herodiano, muchos de los hombres derrotados de Maximino permanecieron enojados, afligidos por su comandante caído,
Los hombres vitorearon a Máximo y esparcieron hojas en su camino. Los soldados que asediaban Aquilea se adelantaron portando ramas de laurel simbólicas de intención pacífica, no porque esto representara sus verdaderos sentimientos, sino porque la presencia del emperador los forzaba a fingir respeto y buena voluntad.
La muerte de Maximino provocó lo que muchos historiadores considerar un periodo de crisis y caos. Pupieno regresó a Roma como un héroe, pero pronto peleó con el celoso Balbino. Cansada de ambos hombres, la Guardia Pretoriana irrumpió en el palacio imperial, capturó a ambos emperadores y arrastró sus cuerpos por las calles de Roma. Gordiano III fue proclamado como el nuevo emperador, el último en el Año de los Seis Emperadores.