La religión fenicia, como en muchas otras culturas antiguas, formaba parte inseparable de la vida cotidiana. Dioses como Baal, Astarté y Melqart tenían templos construidos en su nombre, se les hacían ofrendas y sacrificios regularmente, la realeza actuaba como sus sumos sacerdotes e incluso los barcos llevaban sus representaciones. Influidos por sus predecesores y vecinos, los fenicios extenderían sus creencias por todo el Mediterráneo allá donde comerciaran y establecieran colonias, y su religión seguiría evolucionando y perpetuándose en su mayor colonia, Cartago.
Fuentes
Hay pocos detalles de la mitología, los dioses y las prácticas de la religión de los fenicios debido a la escasez de registros escritos que se conservan. Estos proceden principalmente de inscripciones excavadas en varias ciudades fenicias, ya que no se ha conservado ninguna obra religiosa, como el equivalente fenicio de la Biblia, si es que alguna vez existió. Las fuentes secundarias, escritas mucho después de que las ciudades fenicias originales hubieran caido en declive, incluyen fragmentos de Plutarco y Luciano, así como de la obra del historiador del siglo I d.C. Filón de Biblos, que citó ampliamente una obra anterior del sacerdote fenicio Sanjuniatón de Beritus. Aunque se creía que era una figura mítica, las excavaciones arqueológicas en Ugarit sugieren que Sanjuniatón existió realmente.
Historiadores posteriores, como el neoplatónico del siglo V d.C. Damascio, citan la obra de Mosco, que escribió una historia de Fenicia, pero el original se ha perdido. También hay descripciones de las prácticas religiosas en las colonias de Fenicia, como Cartago, pero es posible que estas hayan absorbido las tradiciones locales y hayan evolucionado con el tiempo, por lo que puede ser problemática una comparación directa con las ciudades originales de Fenicia. Por último, hay pasajes del Antiguo Testamento en los que se hace referencia a los fenicios como cananeos, en los que se los presenta de forma especialmente negativa, al igual que en las fuentes romanas, deseosas de presentar a los cartagineses derrotados y sus fundadores fenicios como totalmente incivilizados y libertinos.
Principales dioses fenicios
Aunque las fuentes históricas presentan algunas dificultades de interpretación, la religión fenicia fue notablemente constante, casi seguramente debido a la geografía de la región, donde los fenicios estaban contenidos en la estrecha costa del Levante, donde las montañas que creaban una frontera con sus vecinos arameos y hebreos. Esto no quiere decir que fuera uniforme en toda la región, ya que la antigua Fenicia era un conjunto de ciudades-estado individuales más que un único estado homogéneo. Por ejemplo, cada ciudad tenía su dios principal y su panteón, aunque algunos, como Astarté, eran adorados en toda Fenicia. La mitología del origen del mundo a partir de la unión de los elementos primigenios del Viento y el Deseo, seguida de las criaturas nacidas de un huevo que a su vez generan la humanidad, también parece un elemento común en la mitología de la creación de varias ciudades. Sin embargo, más allá de las tres grandes ciudades de Biblos, Sidón y Tiro, poco se sabe de las prácticas religiosas de otras ciudades fenicias.
Biblos
En Biblos se adoraba especialmente a El, Baalat y Adonis. El era de origen semítico y, aunque en la Biblia se lo equipara con Eliun, era una deidad distinta. Era importante pero no especialmente activo en la vida cotidiana de los fenicios, lo que llevó a los griegos a equipararlo con su Cronos. Baalat era una deidad femenina asociada con la tierra y la fertilidad. A menudo se la denomina Baalat Gebal o "Señora Baalat de Biblos" y se menciona con frecuencia en las inscripciones en las que los reyes apelan a ella para que su reinado perdure. Se le dedicaban altares y monumentos construidos con metales preciosos. Sus equivalentes en otras culturas de Oriente Próximo eran Ishtar, Innin e Isis. Adonis, conocido por la mitología griega, representaba para los fenicios el ciclo anual de la naturaleza. De nuevo, comparte algunas características con deidades de culturas vecinas, especialmente Osiris en Egipto y Tammuz en Babilonia y Asiria.
Sidón
El dios más importante de Sidón era Baal, probablemente equivalente en función a El de Biblos. Era el gobernante del panteón pero estaba alejado del culto cotidiano. Sin embargo, la ciudad tenía al menos un templo dedicado a él. Astarté era mucho más importante (en las inscripciones semíticas Ashtart y en la Biblia Ashtoret), que tenía muchos templos dedicados a ella y era el equivalente de Baalat en Biblos. Los reyes de Sidón eran conocidos como los sacerdotes de Astarté, y esta aparece con frecuencia en las inscripciones fenicias que se conservan. En el arte se la representa a menudo con una media luna en la cabeza, una referencia a su estrecha asociación con la luna. Un tercer dios importante en Sidón era Eshmun, que no aparece antes del siglo VII a.C. y era el equivalente a Adonis. Se construyeron templos en su nombre y se le asoció con la curación, de ahí que los griegos lo identificaran como su Asclepio.
Tiro
El dios más importante de Tiro era Melqart (también escrito Melkarth), equivalente a Baal en Sidón y con el que probablemente fue confundido en varios pasajes de la Biblia. Melqart, además, asumía algunas de las características tanto de Adonis como de Eshmun, ya que era el centro de un festival de resurrección todos los años (febrero-marzo). Se consideraba que representaba la monarquía, el mar, la caza y la colonización. Además, era el responsable del éxito comercial de la ciudad como descubridor del tinte que los fenicios extraían del molusco murex, con el que creaban sus famosas telas púrpuras.
Se dedicó un templo a Melqart en la ciudad que perduró largo tiempo, y este recibió las famosas visitas de Heródoto, que describió sus columnas de entrada de oro y esmeraldas, y de Alejandro Magno, que hizo un sacrificio en su altar. El dios fue representado en las monedas de Tiro como un dios del mar montado en un hipocampo. Melqart se exportó a muchas colonias fenicias del Mediterráneo y fue especialmente venerado en Cartago, que envió tributos anuales al templo de Melqart en Tiro durante los siglos posteriores. Los griegos lo identificaban con Hércules. La otra deidad importante en Tiro era Astarté, que también tenía su propio templo construido por el rey Hiram en el siglo X a.C.
Otros dioses
Además de los dioses ya mencionados, los fenicios también adoraban a Reshef, el dios del fuego y el rayo; a Dagón, el dios del trigo, al que se le atribuía la invención del arado; y a Shadrapa, que se asociaba con las serpientes y la curación. Se creía que el dios Chusor había inventado el hierro y la metalurgia, y varias deidades eran personificaciones de ideales, como Sydyk y Misor, que representaban la justicia y la rectitud, respectivamente. También adoraban a algunos otros dioses, aunque menos que en la mayoría de las religiones politeístas antiguas. En el caso de estos dioses menores resulta casi imposible separarlos de las deidades similares de las culturas vecinas, y las asociaciones mal entendidas aplicadas por los escritores que vivieron siglos después ya habían sido absorbidas por el mundo mediterráneo más amplio.
Culto
Los fenicios adoraban a sus dioses, como hemos visto, en templos construidos expresamente en lugares destacados de las ciudades. Aunque parece que los fenicios no construían ídolos de sus dioses para colocarlos dentro de sus templos, como en muchas otras culturas antiguas. También rendían culto en lugares naturales considerados sagrados, como ciertas montañas, ríos, arboledas e incluso rocas. Los ríos llevaban los nombres de los dioses, como el río Adonis, cerca de Biblos, y el río Asclepio, que pasaba por Sidón. En estos lugares naturales se construían santuarios pequeños, pero a veces también estructuras más grandes, por ejemplo en Aphka, una colina a las afueras de Biblos, donde se desarrolló todo un santuario.
Las ceremonias en estos lugares incluían oraciones, la quema de incienso, el derramamiento de libaciones y la realización de ofrendas a los dioses de sacrificios de animales, alimentos y bienes preciosos. Además, se colocaban columnas votivas de madera (aserah) o piedra (betyl) sobre los altares de sacrificio. En ellos se inscribían oraciones y se decoraban en las fiestas con flores y ramas de árboles. En el caso de Astarté, existía la tradición de que las mujeres se prostituyeran en su honor. En determinados momentos de peligro, por ejemplo de guerra o de catástrofe natural, también se realizaban sacrificios humanos, en gran parte de niños, como indican las exageradas referencias bíblicas y romanas, en las colonias fenicias y en el arte. El lugar donde se realizaba este rito, a imitación del sacrificio de El de su propio hijo, se conoce como topheth (tofet), y el acto del sacrificio molk. Las víctimas eran sacrificadas por el fuego, aunque no está claro cómo, y no hay pruebas arqueológicas de la propia Fenicia, solo de sus colonias.
Los templos y lugares sagrados estaban administrados por una clase de sacerdotes y sacerdotisas. Parece probable que la clase más alta de sacerdotes estuviera estrechamente relacionada con la familia real. Es posible que los reyes y los príncipes también desempeñaran ellos mismos algunas funciones religiosas. Los sacerdotes no solo actuaban en las ceremonias y fiestas públicas, sino que también realizaban procesos funerarios como el embalsamamiento. Este hecho y la presencia de ofrendas votivas en las tumbas excavadas en la roca revelan que los fenicios sí creían en una vida después de la muerte. Las inscripciones en las tumbas piden que no se moleste a los muertos y anuncian que había un inframundo para los que no habían llevado una vida piadosa.