Filipo el Árabe gobernó brevemente como emperador del Imperio romano desde el 244 d.C. al 249 d.C. En el 244 d.C., el emperador romano Gordiano III respondió a un levantamiento de las provincias orientales instigado por el rey persa Sapor. Bajo el magnífico liderazgo del prefecto de la Guardia Pretoriana, Cayo Furio Sabinio Áquila Timesteo, la revuelta fue rápidamente sofocada. Desafortunadamente, después de la muerte repentina del comandante, su sucesor, Filipo el Árabe, se desilusionó con su papel como nuevo comandante y puso su mira en algo más grande: el trono imperial. De acuerdo a la Historia Augusta, "Este Filipo era de baja cuna pero arrogante, y ahora no podía contenerse en su repentino ascenso al cargo y su inmoderada buena fortuna, pero inmediatamente, a través de los soldados, comenzó a conspirar contra Gordiano, quien había comenzado a confiar en él como un padre".
Mientras fingía devoción por el emperador inexperto, Filipo esparció los falsos rumores de que el emperador era incompetente y demasiado joven para gobernar. Cuando Filipo no siguió las órdenes del emperador de atacar Ctesifonte, Gordiano se impacientó y "acusó a Filipo de no tener en consideración los favores pasados y de ser poco agradecido". A esto, Gordiano le dio al ejército una elección: él o Filipo. Eligieron a Filipo. Aunque el emperador suplicó por su vida, Gordiano murió el 25 de febrero del 244 d.C. cerca de la ciudad de Zaitha en el río Éufrates. Su cuerpo fue cremado y regresado a Roma. Sin esperar a que el Senado romano decidiera, Filipo asumió el trono.
Marco Julio Filipo nació en el 204 d.C. en Shahba (renombrada Filipópolis en honor del emperador) en el suroeste de Siria, hijo de un cacique árabe llamado Marino. Sería el primero de su raza en convertirse en emperador. Filipo ascendió rápidamente en las filas y cuando el rey Sapor instigó una revuelta en el este, viajó con Gordiano como prefecto adjunto de la Guardia Pretoriana. Con la muerte de Timesteo (posiblemente a manos del ambicioso comandante), Filipo lo reemplazó, pero a diferencia de su predecesor, decidió que quería el trono imperial. Sin embargo, Gordiano se interponía entre él y su sueño.
A espaldas del joven emperador, el comandante culpó de la falta de comida y los retrasos en los envíos de grano a la incapacidad de Gordiano para gobernar. Cuando se dieron órdenes de atacar la capital persa, Filipo se resistió, alegando que el emperador era incompetente. De acuerdo a la Historia Augusta, el astuto Filipo estaba detrás de los envíos atrasados:
... Timesteo había almacenado tal cantidad de suministros en todas partes que la administración romana no podía colapsar. Pero ahora Filipo
conspiraba primero para regresar a los barcos de trigo, y luego para para que las tropas fueran trasladadas a puestos donde no podían conseguir provisiones. De esta manera, los exasperó rápidamente contra Gordiano, porque no sabían que el joven había sido traicionado por las intrigas de Filipo.
Después, Filipo añadió, "... sería mejor que gobernara alguien que pudiera comandar al ejército y entender los asuntos públicos".
Para el Senado romano, Filipo envió una carta en la que afirmaba que Gordiano había muerto de causas naturales. El Senado aceptó esta afirmación (Filipo era visto como un individuo agradable) y rápidamente lo nombraron emperador. Al ver la necesidad de consolidar su poder y entender los problemas que habían acosado a muchos de sus predecesores, Filipo se dio cuenta de la urgencia de regresar a Roma. Hizo una paz bastante rápida con el rey Sapor (una que incluía una gran indemnización anual que debía pagarse a los persas) y partió hacia Roma. Antes de irse, puso a su hermano Cayo Julio Prisco a cargo de las provincias orientales.
Lamentablemente, Filipo vería poca paz durante su breve reinado. Poco después de su llegada a Roma, los carpos dacios cruzaron el río Danubio. Cuando el comandante romano Severiano (el cuñado de Filipo) no pudo reprimir el levantamiento, Filipo fue obligado a intervenir, pero su victoria le valió el título de Carpico Máximo. También hay alguna evidencia que lucho contra los germanos casi al mismo tiempo, porque se le otorgó el título adicional de Germánico Máximo. Estas victorias le brindaron la oportunidad de nombrar a su hijo de cinco años Filipo como César. En el 247 d.C., el joven César ascendió al rango de Augusto con la misma autoridad que su padre; esto incluía el título de sumo sacerdote. Lamentablemente, la paz no permanecería a lo largo del Danubio. Las legiones romanas de Mesia y Panonia expresaron su disgusto con los términos de paz con los carpos y declararon a su comandante, Tiberio Claudio Pacatiano, como emperador. Pacatiano sería uno de los varios que pronto reclamarían el trono imperial. Filipo se ofreció a dimitir como emperador, pero esta idea fue rápidamente descartada. Afortunadamente, la rebelión fue corta y terminó cuando Pacatiano encontró la muerte a manos de sus propios soldados.
Sin embargo, los problemas de Filipo no terminaron ahí. Su nombramiento de su hermano para gobernar el este resultó ser una mala decisión. No solo era Prisco financieramente irresponsable, sino que su duro gobierno forzó al ejército a nombrar a Jotapiano (quien afirmaba estar relacionado al antiguo emperador Alejandro Severo) como emperador. La rebelión fue erradicada en el 249 d.C.; el pretendiente a emperador también fue asesinado por sus propias tropas. Debido a los continuos intentos de controlar las finanzas del imperio mediante recortes en los pagos de indemnización, otras rebeliones se intensificaron a lo largo de los ríos Danubio y Rin, lideradas por Silbanaco y Esponsiano respectivamente.
En el 249 d.C., los godos se rebelaron cuando, una vez más, Filipo había recortado los pagos prometidos por Gordiano III. Las legiones romanas bajo el ineficaz mando de Severiano estaban desertando a los godos. Asignando a varias legiones bajo su mando, Filipo envió a Quinto Decio a ser el nuevo gobernador de Mesia y Panonia en un intento de restaurar el orden. Su liderazgo trajo paz y estabilidad. Después de la derrota de los godos, los hombres de Decio lo proclamaron emperador. Con legiones adicionales a su disposición y el apoyo de sus tropas, en septiembre del 249 d.C. Decio marchó hacia Roma. Los ejércitos de Filipo y Decio se enfrentaron cerca de Verona en Italia, donde Filipo encontró la derrota y la muerte. Poco después, su hijo y heredero de once años fue asesinado en el campamento pretoriano en roma, y Decio fue proclamado como nuevo emperador.
Filipo el Árabe fue el primero de varios emperadores efímeros que gobernarían el vasto Imperio romano durante las siguientes tres décadas. Si bien el corto reinado de Filipo estuvo en constante combate, hizo algunas contribuciones al imperio. Aunque sus restricciones presupuestarias causaron rebeliones a lo largo de las fronteras, sí redujo abusos en el tesoro. Entre los numerosos proyectos de obras públicas, construyó nuevos embalses para aliviar la escasez de agua en Roma, y realizó intentos para descentralizar el gobierno nombrando varios nuevos gobernantes provinciales. Además, a pesar del alto costo, encabezó la celebración del milésimo aniversario de la ciudad con grandes juegos en el Circo Máximo. Curiosamente, años después de su muerte, fue considerado por algunos como el primer emperador cristiano; un rumor que circuló por su trato favorable a los cristianos; sin embargo, el hecho de que Filipo hubiera deificado a su padre pareciera refutar esta idea.