Viracocha era el dios supremo de los incas. También se conoce como Huiracocha, Wiracoqa y Wiro Qocha. Considerado como el dios creador, era el padre de todos los demás dioses incas y quien formó la tierra, los cielos, el sol, la luna y todos los seres vivos. Cuando terminó su trabajo, se cree que viajó a lo largo y ancho educando a la humanidad y trayendo las artes civilizadas antes de partir a cruzar el Pacífico hacia oeste, para no volver a ser visto nunca, aunque prometió volver algún día. En su ausencia, a las deidades menores se les asignó el deber de velar por los intereses de la raza humana pero, aun así, Viracocha siempre estaba mirando desde lejos el progreso de sus hijos.
Nombres alternativos
Como el dios supremo creador pan-andino, los incas en general se referían al omnipresente Viracocha mediante las descripciones de sus funciones varias en vez de por su nombre más general, que podría significar lago, espuma, o grasa de mar. Estos otros nombres, quizás usados porque el nombre real del dios era demasiado sagrado como para decirlo, incluyen Ilya (luz), Ticci (comienzo), y Wiracoqa Pacayacaciq (instructor).
El dios creador
Se creía que los seres humanos eran realmente el segundo intento de Viracocha por crear criaturas vivientes, ya que primero había creado una raza de gigantes de piedra en la era de oscuridad. Sin embargo, estos gigantes demostraron ser ingobernables y Viracocha tuvo que castigarlos con una gran inundación. En la leyenda, todos estos gigantes excepto dos retornaron entonces a sus formas de piedra originales y muchos todavía se podían ver en épocas posteriores, imponentes en sitios como Tiahuanaco, o Tiwanaku, y Pukará.
Después, Viracocha creó a los hombres y mujeres pero esta vez usó arcilla. También les entregó regalos como las ropas, el lenguaje, la agricultura y las artes, y después creó a todos los animales. Una decisión aún más útil de Viracocha fue la de crear el sol, la luna y las estrellas y traer así la luz al mundo. Estos cuerpos celestes fueron creados de las islas del lago Titicaca. Una vez hubo terminado, y sin duda muy satisfecho con su trabajo, Viracocha se dedicó a difundir el conocimiento de la civilización alrededor del mundo, y para ello se vistió como mendigo y asumió nombres tales como Con Ticci Viracocha (también escrito como Kon-Tiki), Atun-Viracocha y Contici Viracocha Pachayachachic. En sus viajes iba acompañado por sus dos hijos o hermanos llamados Imaymana Viracocha y Tocapo Viracocha. El dios no era siempre bien recibido a pesar del conocimiento que impartía, y a veces hasta le arrojaban piedras. Acabó en Manta, en Ecuador, y se encaminó entonces a cruzar las aguas del Pacífico (en algunas versiones navega en una balsa) dirigiéndose hacia el oeste, pero prometió regresar algún día con los incas y a los sitios de sus grandes obras.
Adoración
En realidad, Viracocha ya era adorado por las culturas preincaicas de Perú antes de ser incorporado al panteón inca. Según la mitología inca, el dios dió una tocado y una hacha de combate al primer gobernador inca, Manco Capac, y le prometió que los incas lo conquistarían todo.
El rey conocido como Viracocha Inca (muerto en el 1438 d.C.) también se apropió del nombre del dios, y puede que este fuera el momento en que el dios se incluyó oficialmente en el panteón inca. Se lo adoraba en la capital inca de Cuzco, y también tenía templos y estatuas dedicadas a él en Caha y Urcos. A menudo se realizaban sacrificios en su honor de seres humanos (incluidos niños) y, muy a menudo, de llamas, en ocasiones ceremoniales importantes. Como otros dioses incas eran más importantes para la vida cotidiana de la gente común, Viracocha era adorado principalmente por la nobleza, y así usualmente en tiempos de crisis políticas.
Viracocha en el arte
En el arte, Viracocha se representa a menudo como un hombre viejo barbado con una túnica larga y sostenido por un báculo. Una de sus representaciones más tempranas podría ser la estatua que llora de las ruinas de Tiwanaku, cerca del lago Titicaca, el yacimiento inca tradicional donde se crearon todas las cosas. Aquí, esculpido en el dintel de una puerta enorme, el dios sostiene rayos en las manos y viste una corona con los rayos del sol mientras que sus lágrimas representan la lluvia. Otra escultura famosa del dios era la estatua de talla de tres cuartos de oro en Cuzco, que los españoles describieron como un hombre barbudo de piel blanca con una túnica larga.