Atahualpa

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Mark Cartwright
por , traducido por Emiliano S. Grill
Publicado el 17 marzo 2016
Disponible en otros idiomas: inglés, francés
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Atahualpa (by Brooklyn Museum, CC BY-NC-SA)
Atahualpa
Brooklyn Museum (CC BY-NC-SA)

Atahualpa fue el último gobernante del Imperio Inca. Reinó desde 1532 hasta su captura y ejecución por las fuerzas invasoras españolas dirigidas por Francisco Pizarro en 1533. Los agobiados incas habían sufrido seis años de dañina guerra civil y Atahualpa apenas estaba disfrutando de su ascenso al trono cuando los españoles llegaron para poner el mundo inca al revés.

Debilitados aún más por las enfermedades introducidas por los europeos, que acabaron con millones de personas, los incas no pudieron hacer nada contra unos invasores que estaban mejor armados, aunque fueran solo 168. Los conquistadores eran absolutamente despiadados y no se detendrían ante nada para hacerse con las fabulosas riquezas del mayor imperio de la historia de América.

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Guerra Civil y Sucesión

El padre de Atahualpa, Huayna Cápac, murió en 1528 a causa de la viruela, siendo la víctima más destacada de la epidemia de enfermedades europeas que se había extendido desde Centroamérica más rápido de lo que los propios invasores extranjeros podían lograr. Esta epidemia mató a un asombroso 65-90% de la población nativa. Cuando Huayna Cápac murió sin elegir un segundo heredero (su primera opción, Ninan Cuyuchi, también murió de viruela), Atahualpa luchó por el trono con su hermanastro Huáscar en una guerra civil sumamente dañina que los españoles supieron aprovechar con mucho gusto cuando llegaron a territorio inca en 1532. Atahualpa se encontraba en la capital del norte, Quito, mientras que Huáscar estaba en la capital inca de Cuzco. Después de que las relaciones diplomáticas entre los dos hermanos se deterioraran, estalló una guerra abierta en el norte. Siguieron una serie de batallas entre la nobleza inca que resultaron costosas para ambos bandos hasta que, tras seis años de lucha, Atahualpa se impuso finalmente.

Cuando llegaron los españoles, Atahualpa había conseguido capturar a Huáscar, pero las facciones que habían dividido profundamente el imperio permanecían. Huáscar fue encarcelado y su grupo familiar fue asesinado, al igual que los que le habían apoyado. Atahualpa incluso mató a los historiadores y destruyó los registros de los quipu incas. Se trataba de una renovación total, lo que los incas llamaban un pachakuti o «cambio de tiempo y espacio», un acontecimiento de cambio de época que los incas creían que se producía periódicamente a lo largo de los tiempos. Lo que Atahualpa no sabía era que faltaba menos de un año para otro pachakuti, y que esta vez él sería su víctima.

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Puede que el reinado de Atahualpa fuera breve, pero como Sapa («Único») Inca, vivió una vida de lujo extremo.

Puede que el reinado de Atahualpa fuera breve, pero como Sapa («Único») Inca, vivió una vida de lujo extremo. Bebiendo en copas de oro, llevando sandalias de suela de plata y siendo tratado como una manifestación del dios Sol Inti en la tierra, Atahualpa era el jefe del mayor y más rico imperio que América había visto jamás. Su gusto por la opulencia fue documentado por los españoles, que decían que una vez pidió un manto hecho solo con pieles de murciélago. Como rey inca y miembro de la línea de sangre real, tenía derecho a llevar aún más joyas de oro que la nobleza, ya de por sí sobrecargada. Sus galas incluían una diadema de plumas (Ilauto), una maza de oro (champi) y enormes orejeras de oro. El monarca viajaba en una litera de oro y plata adornada además con plumas de loro. Un sirviente le daba de comer, y todo lo que tocaba la persona real se recogía y quemaba en una ceremonia anual para alejar la brujería. Si hubo alguna vez un gobernante consentido fue el Sapa Inca del antiguo Perú.

La llegada de Pizarro

El viernes 15 de noviembre de 1532, la fuerza de 168 españoles dirigida por Francisco Pizarro se acercó a la ciudad inca de Cajamarca, en el altiplano de Perú. Pizarro envió el mensaje de que deseaba reunirse con el rey inca, que se encontraba allí disfrutando de las aguas termales locales y disfrutando de su reciente victoria sobre Huáscar. Atahualpa aceptó reunirse por fin con los tan nombrados hombres blancos barbudos, de los que se sabía que llevaban tiempo abriéndose paso desde la costa. Confiado y rodeado por su ejército de 80.000 hombres, Atahualpa parece no haber visto ninguna amenaza en una fuerza enemiga tan pequeña e hizo esperar a Pizarro hasta el día siguiente. Entonces, sentado en un trono bajo de madera y acompañado por todas sus esposas y nobles, el gobernante inca se encontró finalmente cara a cara con estos curiosos visitantes de otro mundo.

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Inca Ruler Atahualpa
Gobernante Inca Atahualpa
Mary Harrsch (taken at the Ojai Valley Museum) (CC BY-NC-SA)

Atahualpa es capturado

El primer encuentro formal entre Pizarro y Atahualpa consistió en unos cuantos discursos, un trago juntos mientras observaban algo de equitación española y no mucho más. Los dos bandos se marcharon planeando capturar o matar a la otra parte en la primera oportunidad disponible. Al día siguiente, Pizarro, aprovechando la arquitectura convenientemente laberíntica de la ciudad inca, colocó a sus hombres en una emboscada para esperar la llegada de Atahualpa en la plaza principal. Cuando la tropa real llegó, Pizarro disparó sus pequeños cañones y luego sus hombres, con armadura, atacaron a caballo.

En la batalla que siguió, en la que las armas de fuego se enfrentaron a lanzas, flechas, hondas y garrotes, murieron 7.000 incas frente a las cero pérdidas españolas. Atahualpa recibió un golpe en la cabeza y fue capturado vivo. Ya fuera que Pizarro pidiera un rescate o que él mismo ofreciera un rescate, el regreso seguro de Atahualpa a su pueblo solo se produciría si se llenaba una habitación de 6,2 x 4,8 metros con todos los tesoros que los incas pudieran proporcionar hasta una altura de 2,5 m. Así se hizo y la cámara se apiló con objetos de oro, desde joyas hasta ídolos. A continuación, la sala se llenó dos veces más con objetos de plata. Toda la tarea duró ocho meses y el valor actual de los tesoros acumulados habría superado ampliamente los 50 millones de dólares. Mientras tanto, Atahualpa seguía dirigiendo su imperio desde el cautiverio y Pizarro enviaba expediciones de exploración a Cuzco y esperaba refuerzos desde Panamá. Luego, tras conseguir su rescate, Pizarro juzgó y ejecutó a Atahualpa de todos modos, el 26 de julio de 1533. El rey inca fue condenado originalmente a morir en la hoguera, pero, después de que el monarca aceptara ser bautizado, se le conmutó la pena por la de muerte por estrangulamiento.

Inca Gold Sun Mask
Máscara solar de oro inca
Andrew Howe (CC BY-NC-SA)

Algunos de los hombres de Pizarro pensaron que esta era la peor reacción posible, pero el astuto líder español había visto lo sumisos que eran los incas con su rey, incluso cuando estaba cautivo por el enemigo. Un tal Miguel de Estete describió al rey recibiendo visitas durante su cautiverio,

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Cuando llegaban ante él, le hacían una gran reverencia, besando sus pies y sus manos. Él los recibía sin mirarlos. Es notable registrar la dignidad de Atahualpa y la gran obediencia que todos le concedieron (D'Altroy, 93).

Como un dios viviente, Pizarro quizás sabía que solo la muerte del rey podría provocar la derrota total de los incas. En efecto, incluso en la muerte, el rey inca ejerció una influencia sobre su pueblo, ya que la cabeza cortada de Atahualpa dio origen a la perdurable leyenda del Inkarri. Los incas creían que un día a la cabeza le crecería un nuevo cuerpo y su gobernante regresaría, derrotaría a los españoles y restauraría el orden natural de las cosas.

El colapso del Imperio Inca

Una de las razones por las que el imperio inca se derrumbó tan rápidamente tras la muerte de Atahualpa, quizás en menos de 40 años, fue el hecho de que se fundó y se mantuvo a través de la fuerza, y los incas gobernantes (apenas 40.000) eran muy a menudo impopulares entre sus súbditos (10.000.000 de andinos), especialmente en los territorios del norte. Esto se debía, entre otras cosas, a que los incas exigían fuertes tributos a los pueblos conquistados -tanto en especie como en mano de obra- y se obligaba a los súbditos leales a ir a estas comunidades para que se integraran mejor en el imperio. De hecho, el imperio incaico aún no había alcanzado una etapa de madurez consolidada: apenas había alcanzado su mayor extensión unos años antes.

Inca Empire - Expansion and Roads
Imperio inca: extensión y caminos
Simeon Netchev (CC BY-NC-ND)

Fue, pues, una combinación de factores, una auténtica tormenta perfecta de rebelión, enfermedad e invasión, lo que provocó la caída de Atahualpa y del poderoso Imperio Inca en Sudamérica. Además, el modo de guerra de los incas estaba tan ritualizado al punto de que el engaño, la emboscada y el subterfugio eran desconocidos. Los guerreros incas dependían en gran medida de sus oficiales, y si estos caían en batalla, todo un ejército podía derrumbarse rápidamente en una retirada de pánico. Estos factores y la superioridad armamentística de los europeos hacían que los incas tuvieran muy pocas posibilidades de defender un enorme imperio ya de por sí difícil de gestionar.

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Conclusión

Pizarro recibió críticas del rey español Carlos I por tratar tan mal a un soberano extranjero, y sus intentos de instalar un gobernante títere (Túpac Hualpa, el hermano menor de Huáscar) no consiguieron restaurar ningún tipo de orden político. Los españoles no tardaron en descubrir que la enorme extensión geográfica de su nuevo imperio y las dificultades inherentes a la comunicación y el control (aunque sus predecesores habían construido un excelente sistema de carreteras) les suponían los mismos problemas de gestión que los incas enfrentaron. A ello se sumaba el descenso masivo de la población tras las epidemias y las comunidades aún resentidas por el dominio exterior. Para esas tribus locales, el cambio de gobernantes, por desgracia, no supuso ningún respiro frente a un soberano codicioso, una vez más, deseoso de robar sus riquezas e imponerles una religión extranjera.

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Sobre el traductor

Emiliano S. Grill
Nacido y criado en Uruguay, Emiliano es un traductor, subtitulador y aficionado a la historia. Le apasionan los idiomas, la lectura y la escritura.

Sobre el autor

Mark Cartwright
Mark es un autor, investigador, historiador y editor de tiempo completo. Se interesa, en especial, por el arte y la arquitectura, así como por descubrir las ideas compartidas por todas las civilizaciones. Tiene una maestría en filosofía política y es el director de publicaciones de World History Encyclopedia.

Cita este trabajo

Estilo APA

Cartwright, M. (2016, marzo 17). Atahualpa [Atahualpa]. (E. S. Grill, Traductor). World History Encyclopedia. Recuperado de https://www.worldhistory.org/trans/es/1-12512/atahualpa/

Estilo Chicago

Cartwright, Mark. "Atahualpa." Traducido por Emiliano S. Grill. World History Encyclopedia. Última modificación marzo 17, 2016. https://www.worldhistory.org/trans/es/1-12512/atahualpa/.

Estilo MLA

Cartwright, Mark. "Atahualpa." Traducido por Emiliano S. Grill. World History Encyclopedia. World History Encyclopedia, 17 mar 2016. Web. 20 dic 2024.

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