Póstumo fue emperador romano del 260 al 269 d.C. Marco Casiano Latinius Póstumo fue un comandante militar de confianza del emperador Galieno (253-268 d.C.) y gobernador de Germania Superior e Inferior. Tras la muerte de su padre Valeriano en el 260 d.C., Galieno lo dejó a cargo de las operaciones militares en el oeste. Fue un error que el inexperto y confiado emperador pronto lamentaría, pues las propias tropas del comandante aprovecharían la ausencia de Galieno para declarar a Póstumo emperador. Este movimiento le permitió establecerse como gobernante del Imperio galo, que incluía la Galia, España y finalmente Gran Bretaña.
Ascenso al poder
Marco Casiano Latinius Póstumo era un oportunista. Mientras luchaba contra el rey persa Shapur en el este, el emperador Valeriano fue capturado mientras intentaba negociar la paz y finalmente murió mientras estaba cautivo, sufriendo incluso la humillación de servir como escabel del rey. Su inesperada muerte provocó una crisis en el imperio, pues muchos dentro y fuera de Roma no creían que su coemperador e hijo Galieno fuera capaz de gestionar el vasto imperio. Aunque luchó por mantener su derecho al trono y restablecer el orden, hubo resistencia.
Del 235 al 285 d.C., hubo al menos cincuenta pretendientes al trono, y solo uno moriría por causas naturales, Claudio Gótico. La Pax Romana, iniciada por Augusto, había terminado hacía tiempo. En el 260 d.C. Póstumo no sería el único en oponerse al emperador reconocido. Gran parte de la resistencia a Galieno se produjo en el este. Durante los dos años siguientes, hubo al menos siete pretendientes a la túnica púrpura. Primero, como tantas veces antes, tras una victoria exitosa, un comandante sería declarado emperador por sus propias tropas: Ingenuo. Desafortunadamente, no fue reconocido en Roma, ni siquiera pisó la ciudad; fue derrotado por el comandante romano Aureolo en Mursa. Mientras que algunos especulan que fue asesinado por sus entregadas tropas mientras huía del escenario de la batalla, otros creen que se suicidó para evitar ser capturado.
El ejército de Ingenuo, que en algún momento había sido un ejército de mucha entrega, cambió rápidamente su lealtad a Regaliano, el gobernador de la Alta Panonia. Una vez más, este supuesto reinado fue de corta duración. Fue vencido por Galieno y, como tantos otros, supuestamente asesinado por quienes lo habían apoyado inicialmente. A instancias de su padre, surgieron dos más para reclamar el trono, los hermanos Macrianus y Quietus. En el año 261 d.C., Macriano y su ejército avanzaron hacia los Balcanes, pero se encontraron con las fuerzas romanas y fueron severamente derrotados. Quieto, que había permanecido en Siria, fue derrotado en Emesa, donde los habitantes de la ciudad se volvieron contra él y dieron muerte al aspirante a emperador.
El Imperio galo
Mientras Galieno estaba ocupado en el este, Póstumo, que muchos creen que era de origen galo, aprovechó la oportunidad para promover su propia causa. El hijo menor y heredero de Galieno, Salonino, y el prefecto pretoriano, Silvano, estaban destinados en una guarnición en Colonia Agripina (la actual Colonia). Póstumo y Silvano habían discutido, pero en la historia no figuran los motivos. Póstumo y sus tropas rodearon la fortaleza y exigieron no solo su rendición, sino también la de Salonino y Silvano. Al no ver otra alternativa, Silvano se rindió, y pronto tanto él como el joven heredero fueron ejecutados. Fue entonces cuando Póstumo asumió la túnica púrpura.
Las legiones germanas, así como los pueblos de la Galia y España, reconocieron a Póstumo como emperador. Britania se unió al incipiente imperio poco después de que el nuevo emperador realizara una visita personal a la isla. Luego, sin temer la intervención de Galieno, Póstumo estableció su capital y residencia personal en Augusta Trevitorium (Tréveris). Su nuevo gobierno era muy romano, con un Senado, dos cónsules, un anfiteatro e incluso una guardia pretoriana. Curiosamente, nunca hizo ningún intento de invadir Roma, declarando que su única intención era proteger la Galia. Para ello, fortificó los puestos de avanzada e incluso repelió las incursiones de los francos y los alemanes.
Póstumo contra Galieno
Durante un tiempo, Galieno prestó poca atención a Póstumo, pero en el 265 d.C. decidió finalmente que era el momento de recuperar las provincias occidentales rebeldes. Uno de sus primeros movimientos fue traer al comandante Aureolo y su caballería a la lucha. Aunque tuvo cierto éxito contra Póstumo, la campaña se debió abandonar cuando Galieno fue herido durante un asedio. El ambicioso Aureolo aprovechó el momento y cambió de bando, y se unió a Póstumo. Mientras tanto, un recuperado Galieno fue detenido en los Balcanes. En el 268 d.C., Galieno abandonó su lucha en las Guerras Góticas para enfrentarse a Aureolo, y finalmente derrotarlo en Mediolanum.
Poco después, Galieno sería asesinado por sus propias tropas. Galieno había sido víctima de una conspiración y un plan de asesinato por parte de un prefecto pretoriano y dos comandantes. Se cree que dos futuros emperadores, Claudio Gótico (268-270 d.C.) y Aureliano (270-275 d.C.) también podrían haber estado implicados. La muerte de Galieno en el 268 d.C. llevó al trono a Claudio II y a una mayor inestabilidad del imperio. El destino de Aureolo es incierto; fue asesinado por el emperador Claudio Gótico o por sus propias tropas en el 269 d.C. En cuanto a Póstumo, según una versión, tras su victoria contra un usurpador, Laeliano, en Mogontiacum, no permitió que sus tropas saquearan la ciudad o avanzaran hacia Roma. Esta negativa provocó su muerte a manos de sus propias tropas.
El destino del Imperio galo
Aparte del momentáneo "reinado" de Laeliano, el Imperio galo sobrevivió a través de tres emperadores más: Mario (269 d.C.), Victorino (269-271 d.C.) y Tétrico (270-274 d.C.). Tétrico y su hijo fueron derrotados por el emperador romano Aureliano; para entonces España y Gran Bretaña ya se habían unido a Roma. El breve reinado de Póstumo y sus compañeros emperadores galos demostró aún más la fragilidad del imperio. Poco después, Diocleciano ascendió al trono. Intentó estabilizar la economía mediante la instauración de la tetrarquía, una división entre Oriente y Occidente, para prevenir el eventual declive de occidente. Constantinopla reemplazó a Roma como centro, corazón económico, político y social del imperio. Occidente se deterioraría y entraría en lo que muchos llaman la Edad Media.