Hefestión fue miembro de la guardia personal de Alejandro Magno y el consejero más antiguo y más cercano y amigo del rey macedonio. Tanto es así que la muerte de Hefestión hizo llorar al joven rey. Del 334 al 323 a.C. Alejandro Magno conquistó gran parte del mundo conocido. Durante una odisea de diez años condujo a su ejército a través de Asia Menor hacia Persia, Egipto e India. Finalmente, tras derrotar a Darío III, se autoproclamó rey de Asia. Por supuesto, no habría podido hacerlo sin el apoyo de su leal ejército y sus hábiles oficiales: Ptolomeo, Pérdicas y Crátero, pero, sobre todo, Hefestión.
Juventud
Hefestión, hijo de Amíntor, se crió en la capital macedonia de Pella y, según la mayoría de las fuentes, nació en el 356 a.C., el mismo año que el rey. De familia aristocrática, como muchos de los oficiales que seguirían a Alejandro en Asia, se convirtió en alumno, junto a Alejandro, del filósofo Aristóteles en Mieza, una ciudad al oeste de Pella. Su inteligencia impresionó al académico ateniense y, al igual que el rey, se cartearon durante la larga campaña persa. Muchos consideraban a Hefestión como un hombre atractivo, y el padre de Alejandro, Filipo II, lo consideraba una excelente influencia para su hijo. Poco después de que Filipo se casara con Cleopatra, el futuro rey se preocupó por su posición como sucesor. Se produjo un desacuerdo entre Filipo y Alejandro, disputa alimentada por sus amigos. A causa de esto, muchos de los amigos de Alejandro fueron enviados al exilio, humillación de la que se libró Hefestión, gracias al respeto que le profesaba Filipo.
En campaña
En el año 334 a.C., tras recuperar la lealtad de muchas ciudades-estado griegas (especialmente tras la destrucción de Tebas), Alejandro y su ejército cruzaron el Helesponto en la primera etapa de su conquista de Persia. Sin embargo, antes de enfrentarse al ejército persa en el río Gránico, Alejandro decidió visitar la tumba de su héroe (y supuesto antepasado) Aquiles en Troya (un pequeño pueblo en la época de Alejandro). Tal era su fascinación por el héroe, que dormía siempre con un ejemplar de la Ilíada de Homero bajo la almohada. Con él en Troya, por supuesto, estaba, entre otros, Hefestión, que depositó una corona de flores en la tumba del amigo de Aquiles, Patroclo. De hecho, muchos pensaban que la relación entre Alejandro y Hefestión era similar a la de Aquiles y Patroclo. Más tarde, ambos estarían codo con codo cuando Alejandro cortó el Nudo Gordiano. Debido a esta singular cercanía, muchos oficiales se pusieron muy celosos. Curiosamente, estos celos no se limitaban al personal, ya que Olimpia, la sobreprotectora madre de Alejandro, también estaba resentida por la relación.
Hefestión fue el compañero más cercano y leal de Alejandro durante todas las campañas militares del gran rey.
La amistad de Hefestión con Alejandro le permitiría ser nombrado chiliarca o segundo al mando. Aunque las fuentes contemporáneas no se ponen de acuerdo, muchos dentro del ejército no creían que Hefestión tuviera el liderazgo o las habilidades militares necesarias; de hecho, algunos no mencionan ninguna participación activa en varias de las principales batallas (aunque fue gravemente herido en Gaugamela); sin embargo, por suerte para Alejandro, demostró tener talento para la organización. Alejandro dejaría gran parte de la logística de la campaña en manos de Hefestión: el suministro y transporte de equipos, la construcción de puentes e incluso el establecimiento y planificación de nuevos asentamientos.
Rivalidad y posición especial
Uno de los oficiales, Crátero, llegó a estar profundamente molesto con Hefestión (el sentimiento era mutuo), y Alejandro los tuvo que separar en más de una ocasión. En una instancia, en la India, llegaron a desenfundar las espadas. Alejandro se vio obligado a reprenderlos, regañó a Hefestión y le dijo que no sería nada sin Alejandro. (Los historiadores no se ponen de acuerdo sobre el significado de esta afirmación). Se decía que Crátero era amigo del rey, pero Hefestión era amigo de Alejandro. En Vidas griegas el historiador Plutarco escribió,
... él (Alejandro) quería más a Hefestión, pero respetaba más a Crátero, decía constantemente que en su opinión Hefestión era leal a Alejandro, y Crátero era leal al rey. Esto ofrece una explicación de la animadversión entre ambos, que los llevaba a frecuentes enfrentamientos.
Más tarde, Plutarco dijo que el rey los reunió y les obligó a hacer las paces, con una advertencia: los mataría a ambos si los volvía a ver peleando. Al final, Crátero regresó a Macedonia y murió en el 321 a.C. durante las Guerras de los Diádocos tras la muerte de Alejandro.
Esta íntima relación entre Hefestión y Alejandro también puede verse en un incidente tras la batalla de Issus y la derrota de Darío III. El rey persa huyó del campo de batalla y se libró de ser capturado, dejando que su ejército sufriera una devastadora derrota. Desgraciadamente, su madre, esposa e hijas quedaron atrás junto con abundantes riquezas; Darío acabaría apelando sin éxito para que volvieran sanas y salvas. La madre de Darío, Sisigambis, consciente del destino de la mayoría de los prisioneros de guerra, especialmente de las mujeres, y esperando lo peor, temió por su seguridad y, cuando Alejandro y Hefestión entraron en la tienda, se arrojó ante el más alto y apuesto Hefestión, suplicando por su vida. El historiador Arriano relató la historia en sus Campañas de Alejandro.
... La madre de Darío, dudando de cuál de los dos era el rey ante la similitud de su vestimenta, se postró ante Hefestión porque era más alto que su compañero. Hefestión retrocedió, y uno de los asistentes de la reina rectificó su error señalando a Alejandro; la reina se retiró profundamente avergonzada, pero Alejandro se limitó a comentar que su error no tenía importancia, ya que Hefestión también era un Alejandro.
Arriano añadió que, fuera o no cierto el incidente, el joven rey debía ser admirado por su respeto y confianza en un amigo, pero también dice mucho de la naturaleza del carácter de Alejandro.
Mando naval
Después de Issos, Hefestión quedó a cargo de los refuerzos navales de Alejandro, con la orden de seguir el avance del ejército a lo largo de la costa mediterránea desde Gaza hasta la ciudad de Pelusio, en el delta egipcio, cuyo gobernador rindió la ciudad y todo su tesoro sin luchar. En otra prueba de la confianza de Alejandro en Hefestión, el rey le encargó que sustituyera al viejo y depuesto gobernante persa de la recién tomada ciudad portuaria de Sidón por otro gobernador. Enseguida se encontró a un miembro de la antigua familia real, Abdalónimo, a quien le dio el puesto. A continuación, Hefestión condujo la flota por el Nilo hasta la capital egipcia de Menfis, donde él, Ptolomeo, Crátero y Alejandro estudiaron las leyes y costumbres egipcias. Antes de la batalla final contra Darío en Gaugamela, Alejandro puso a Hefestión al frente de una escuadra para explorar los ríos Tigris y Éufrates y construir un puente. Sabiamente, no completó el puente hasta la llegada de Alejandro, temiendo que los persas lo destruyeran. Salvo por la mención de su herida, las fuentes no vuelven a nombrar a Hefestión hasta el juicio por conspiración de Filotas.
Lealtad a Alejandro
Antes de marchar a la India y su expedición a Bactriana, había un gran malestar en el ejército. Los veteranos estaban cansados y querían volver a Macedonia con sus familias. Además, muchos oficiales del Estado Mayor no estaban de acuerdo con el rey en muchas de sus decisiones atípicas: su adopción de las costumbres y el atuendo persas, así como su deseo de que se postraran ante él y besaran su anillo. Les molestaba especialmente la incorporación de persas al ejército y que se les pidiera que tomaran esposas persas. A diferencia de muchos otros, Hefestión siempre apoyó las decisiones de Alejandro, incluso con la idea de tomar una esposa persa, y así se casó con una de las hijas de Darío, Dripetis, mientras que Alejandro eligió a la otra hija, Barsine, como su amante.
Sin embargo, la lealtad de Hefestión a Alejandro se demostró mejor durante el intento de motín contra Alejandro. En el año 330 a.C., Hefestión, junto con Crátero, se pronunció contra Filotas, el presunto cabecilla del complot, convenciendo al rey de que él y los demás conspiradores debían ser torturados y ejecutados (incluyendo a Parmenio, padre de Filotas y comandante de la corte de Filipo desde hacía mucho tiempo). Posteriormente, Alejandro recompensó a Hefestión repartiendo el mando de la Compañía entre él y Clito.
Durante la campaña en la India, Hefestión dirigió una gran fuerza a través del paso de Khyber sometiendo a las tribus indias rebeldes. A continuación, Pérdicas y él llevaron a la mitad de los Compañeros, la caballería mercenaria, el tren de equipajes y varios ingenieros indios para construir un puente sobre el Indo (este puente se utilizaría para vadear el Hidaspes). Una vez aseguradas las líneas de comunicación, se reunieron con Alejandro y se prepararon para cruzar el Indo y enfrentarse al rey Poro; en el Hidaspes, Hefestión quedaría al mando de una escuadra. Tras la victoria contra Poro, Hefestión se separó de Alejandro para volver a unirse más tarde y luchar contra los mallianos; fue aquí donde Alejandro cayó herido y estuvo a punto de morir. Finalmente, no pudo ir más lejos; Alejandro accedió a los deseos de sus tropas y decidió volver hacia el norte, a Babilonia.
Muerte
Pasaron el verano y el otoño en Ecbatana, donde, tras una noche bebiendo, Hefestión enfermó con fiebre alta. Alejandro permanecería al lado de su amigo hasta que mostrara signos de recuperación. Por desgracia, Hefestión no tardó en recaer y en octubre del 324 a.C. murió (se ha descartado cualquier posibilidad de envenenamiento). El propio Alejandro moriría ocho meses después. El rey pasó los dos días siguientes llorando, afligido por la muerte de su amigo. Además de cortarse el pelo, ordenó que se cortaran también las crines y las colas de todos los caballos. Proclamó luto oficial y se hicieron sacrificios y se encendieron fuegos sagrados. Desgraciadamente, fue un día triste para el médico de Hefestión, Glaucio, que fue ejecutado por no haber podido mantener a su paciente con vida. El cuerpo de Hefestión fue enviado a Babilonia, donde se construyó una pira gigante. Alejandro mandó un correo a Siwa para solicitar que Hefestión fuera declarado dios, pero la petición fue rechazada; solo sería honrado como héroe divino. Plutarco escribió:
...él (Alejandro) mandó empalar al desdichado médico en una estaca y prohibió tocar la flauta y toda la música en el campamento durante un tiempo considerable, hasta que recibió un oráculo de Amón, diciéndole que adorara a Hefestión como héroe e instituyera rituales de sacrificio en su honor.
Aunque algunas fuentes afirman que Hefestión y Alejandro fueron algo más que buenos amigos, la mayoría coincide en que su relación fue única y fortaleció a ambos. A lo largo de su vida, Hefestión permaneció cerca del rey, sirviendo de valioso consejero y amigo. No es relevante si fue un comandante capaz, sus habilidades logísticas ayudaron en la derrota de los persas y su rey Darío III.