Tiglat-Pileser III

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Definición

Joshua J. Mark
por , traducido por Rosa Baranda
Publicado el 19 junio 2014
Disponible en otros idiomas: inglés
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King Tiglath-pileser III (by Osama Shukir Muhammed Amin, Copyright)
Rey Tiglat-Pileser III
Osama Shukir Muhammed Amin (Copyright)

Tiglat-Pileser III (745-727 a.C.) fue uno de los reyes más poderosos del Imperio neoasirio y, según muchos estudiosos, el fundador del imperio, en contra de las afirmaciones de que Adad Nirari II (912-891 a.C.) o Asurnarsirpal II (884-859 a.C.) fueron los fundadores. Su nombre de pila era Pulu o Pul, como se lo conoce en los libros bíblicos de I Reyes y I Crónicas. El nombre que tomó, Tiglat-Pileser III es la versión hebrea del acadio Tukulti-Apil-Esara, y lo eligió para vincularse directamente con los grandes reyes del pasado, tales como Tiglat-Pileser I. Se hizo con el trono en un golpe al palacio y no formaba parte de la línea sucesoria, aunque parece que sí era de sangre real. Antes de tomar el poder, el Imperio asirio había ido declinando con reyes como Ashur Dan III y Ashur Nirari V, y los gobernantes regionales habían conseguido suficiente poder como para actuar por cuenta propia. Tras el golpe, Tiglat-Pileser reorganizó el gobierno, recortó el poder de los gobernantes provinciales, restructuró el ejército y revitalizó el imperio. Bajo su reinado, el Imperio asirio se expandió y muchas poblaciones se vieron obligadas a reubicarse por toda la región para maximizar la eficiencia de las comunidades y desalentar las revueltas. Fue un administrador hábil y se lo suele considerar como uno de los más grandes líderes militares de la historia.

UNA VEZ ASEGURADA LA LEALTAD, LAS REGIONES CONQUISTADAS PODÍAN CONSERVAR CIERTA AUTONOMÍA Y CONTINUAR CON SUS VIDAS AL IGUAL QUE ANTES.

Ascenso al poder y primeros años de reinado

Pulu era un gobernador provincial de la ciudad de Kahlu, también conocida como Nimrud, que había sido la capital del Imperio asirio desde el reinado de Ashurnasirpal II. El descontento con el lacónico gobierno de Ashur Nirari V había llegado a la crisis para el año 746 a.C., y estalló la guerra civil. La facción de Pulu derrotó a las fuerzas de Ashur Nirari V, tomó el palacio de Kahlu y mató a la familia real. No está claro si fue Pulu el que inició la revuelta o no, pero o bien se ganó el apoyo de los oficiales de la corte para que organizaran el levantamiento o bien se hizo con el mando una vez estaba en marcha; sea como fuere, reclamó el trono tras la muerte del rey y adoptó el nombre de Tiglat-Pileser III.

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La autonomía de los gobernadores provinciales había crecido enormemente durante los reinados de los dos últimos reyes del imperio. El historiador Van De Mieroop escribe:

En la primera mitad del siglo VIII, Asiria perdió su habilidad de hacer campaña más allá de sus fronteras, e internamente los funcionarios locales habían usurpado algunos de los poderes reales. Los gobernadores provinciales podían actuar con una gran independencia, a pesar de que seguían reconociendo su servicio al rey. Los estudiosos no están de acuerdo sobre su debilidad interna: algunos creen que los oficiales locales eran prácticamente autónomos, mientras que otros consideran que estaban totalemente integrados en la estructura del estado asirio y que sus actividades estaban coordinadas con las del rey (248).

Como Tiglat-Pileser III había sido uno de estos funcionarios del gobierno y había logrado derrocar al rey, su primera prioridad era asegurarse de que no le ocurriera lo mismo a él. Restructuró el gobierno para reubicar más poder en su propia persona y redujo drásticamente la autoridad de los gobernadores locales. Redujo el tamaño de las provincias, con lo que aumentó su número de 12 a 25, y dividió la responsabilidad del gobierno entre dos hombres que tenían que ponerse de acuerdo antes de poder presentarle sus políticas al rey (en contraposición al sistema anterior en el que un gobernador poderoso tenía libertad para hacer lo que quisiera). También inició una política en la que puso eunucos en estos puestos para que no hubiera dinastías provinciales y el puesto no pudiera pasar de padre a hijo, para reducir la probabilidad de que un gobernador intentara usurpar demasiado poder, porque no habría podido establecer una línea familiar que llevara su nombre (Van De Mieroop, 248). También instituyó un sistema de información supervisado de cerca por el palacio y aquellos en los que confiaba el rey. El talento administrativo y el entendimiento de la motivación humana de Tiglat-Pileser III fueron elementos cruciales en el éxito de su reorganización del imperio.

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Tras asegurar su posición y estabilizar el gobierno, pasó su atención al ejército, que también sufrió una reforma drástica. Antes, el ejército estaba compuesto de reclutas obligados a luchar, a menudo contra su voluntad, y en verano (la época tradicional de las campañas porque los cultivos ya estaban plantados y las cosechas ocurrían más tarde). El nuevo rey cambió esta política de manera que ahora cada provincia tenía que mandar cierto número de hombres a quienes se entrenaría apropiadamente para formar parte del ejército asirio y podrían hacer campañas durante todo el año. Con esto, Tiglat-Pileser III creó el primer ejército profesional de la historia.

Neo-Assyrian Empire
Imperio neoasirio
Ningyou (Public Domain)

Campañas militares

Según la historiadora Gwendolyn Leick, Tiglat-Pileser III "era un luchador infatigable que lideró a su ejército 16 de los 17 años de su reinado. Empezó por subyugar a las tribus arameas de Babilonia, donde se ganó el apoyo de la población mediante un gran tour de los santuarios principales" (172). Cuando el rey de Babilonia pidió la paz, Tiglat-Pileser III dejó a la ciudad tranquila y rindió culto a los dioses del país en los templos (tal y como indica Leick cuando habla del "gran tour"). Después, en 743 a.C., se marchó al norte a derrotar al reino de Urartu, que había sido un poderoso enemigo de los asirios desde hacía tiempo. Con Urartu bajo el control asirio, marchó al oeste, a Siria, y castigó al reino de Arpad, que había sido aliado de Urartu, en 741 a.C. Asedió la ciudad durante tres años y, cuando por fin cayó, hizo que la destruyeran y mataran a sus habitantes. Después dividió el reino de Arpad en provincias regidas por gobernantes asirios (que eran eunucos, según la política establecida) y deportó a grandes segmentos de la población a otras regiones. Aunque Tiglat-Pileser III se suele citar como el rey asirio que instituyó la política de deportación, en realidad fue Adad Nirari I (1307-1275 a.C.) el que la había instaurado siglos antes y había sido una práctica común desde entonces para aquellos reyes suficientemente poderosos como para aplicarla. Los métodos de deportación de Tiglat-Pileser III seguían el mismo patrón que los de sus predecesores, que se aseguraban de que los deportados estuvieran bien cuidados durante el viaje. La historiadora Karen Radner hace un comentario al respecto:

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Los deportados, su trabajo y sus habilidades eran muy valiosos para el estado asirio, y su reubicación se planeaba y organizaba cuidadosamente. No hay que imaginarse caminatas de fugitivos desamparados presas del hambre y de las enfermedades; los deportados viajaban de la manera más cómoda y segura posible, para que llegaran a su destino en buena forma física. Cuando se representan las deportaciones en el arte imperial asirio, hombres, mujeres y niños aparecen viajando en grupos, a menudo en vehículos o animales, y nunca van atados. No hay motivo para dudar de estas representaciones, ya que el arte narrativo asirio en otros casos no rehúye la exhibición gráfica de violencia extrema, y las fuentes textuales de la época respaldan la idea de que se trataba bien a los deportados, como atestigua por ejemplo una carta de un funcionario asirio a su rey Tiglat-Pileser III:

"En cuanto a los arameos sobre los que el rey mi señor me ha escrito: '¡Preparadlos para el viaje!' Les proporcionaré los suministros de comida, ropa, agua, un par de zapatos y aceite. Todavía no tengo mis burros, pero en cuanto estén disponibles, enviaré la caravana". (NL 25 = SAA 19 17).

También está claro que el estado seguía dando apoyo a los deportados una vez llegaban a su destino gracias a otra carta del mismo autor:

"En cuanto a los arameos de los que el rey mi señor ha dicho: '¡Tienen que casarse!' Encontramos muchas mujeres adecuadas, pero sus padres se niegan a entregarlas en matrimonio, diciendo: 'No daremos consentimiento a menos que puedan pagar el precio de la novia'. Así que, que se paguen los precios para que los arameos puedan casarse". (NL 26 = SAA 19 18)

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Tal y como hemos visto, la política de reasentamiento asiria dividía a las comunidades existentes entre los que tenían que quedarse y los que tenían que irse, según las necesidades del estado. Las poblaciones se reubicaban dentro de las fronteras del imperio, de manera que unas sustituían a otras. Nuestra última fuente especialmente destaca que las autoridades estatales alentaban activamente la mezcla de nuevos vecinos: el objetivo final del reasentamiento asirio era crear una población homogénea con una cultura compartida y una identidad común: la de "asirio".

La conquista de Arpad fue tan exhaustiva que se destaca en un mensaje que el rey asirio posterior, Senaquerib, le envió al rey judío Ezequías en los libros bíblicos de Isaías 37:23 y II Reyes 18-19 (que también menciona el reino de Jamat, que también tomó Tiglat-Pileser III). Una vez conquistada Arpad, Tiglat-Pileser III subyugó el resto de Siria (que en aquel entonces se conocía como Eber Nari). Sus ejércitos se encontraron una resistencia importante bajo el gobierno del líder tribal Rasín de Damasco, pero, tras dos años de conflicto, las fuerzas de Damasco fueron derrotadas y la región conquistada por los ejércitos de Asiria.

Campañas como el largo asedio de Arpad o las batallas contra Damasco solo se podrían haber realizado con un ejército profesional como el que había creado Tiglat-Pileser III y, tal y como apunta el historiador Dubovsky, la expansión del Imperio asirio no podría haber ocurrido sin "la nueva organización del ejército su logística y armamento mejorados" y, especialmente, el uso de armas de hierro en vez de bronce. Las armas de hierro se podían producir en masa para equipar a una fuerza mucho más grande de lo que se podía hasta entonces y, por supuesto, eran más resistentes que las armas de bronce. A pesar de todo, tal y como explica Dubovsky, "Aunque de que se puede distinguir una mejora en el armamento de Tiglat-Pileser III, en especial en las máquinas de asedio, las armas por sí solas nunca habrían podido ganar la guerra sin una campaña bien planeada" (153). Las victorias brillantes de Tiglat-Pileser III en la batalla se fundamentaban en sus estrategias militares y en su disposición a hacer lo que fuera necesario para lograr sus objetivos.

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Alabaster Panel from the Central Palace of Tiglath Pileser III
Panel de alabastro del Palacio Central de Tiglat-Pileser III
Osama Shukir Muhammed Amin (Copyright)

También tenía a su disposición el ejército más grande, mejor entrenado y equipado de la historia mundial hasta entonces. El historiador Kriwaczek describe la impresión que habría causado su ejército sobre sus oponentes en torno a 740 a.C. en el siguiente pasaje:

En el centro de la formación habría visto el cuerpo principal de infantería, falanges compactas de lanceros, con las puntas de sus armas relucientes al sol, organizados en diez filas de 20 hileras. Se habría maravillado, o quizá estremecido, ante la disciplina y precisión de sus maniobras, que contrastaba con la relativa libertad de los ejércitos anteriores, ya que las reformas habían introducido una estructura de mando muy desarrollada y efectiva. Los soldados de infantería luchaban en pelotones de diez, cada uno de ellos encabezado por un suboficial, y agrupados en compañías de entre cinco y 20 escuadrones bajo el mando de un capitán. Estaban bien protegidos y mejor equipados aún, porque asiria pudo desplegar los primeros ejércitos de hierro: espadas de hierro, lanzas con hojas de hierro, cascos de hierro e incluso escamas de hierro cosidas a modo de armadura en las túnicas. Las armas de bronce no ofrecían ninguna competencia real: este nuevo material, más barato, más duro y menos quebradizo podía afilarse mejor y se mantenía afilado durante mucho más tiempo. El mineral de hierro no se encuentra en el norte del corazón de Mesopotamia, así que realizaron todos los esfuerzos necesarios para poner todas las fuentes cercanas del metal bajo el control asirio. Los lanceros asirios también tenían mayor movilidad que sus predecesores. En vez de sandalias, habían empezado a llevar la invención militar asiria que es con seguridad una de las más influyentes y duraderas de todas: la bota militar. En este caso las botas llegaban a la rodilla y estaban hechas de cuero, con suelas gruesas, clavos y placas de hierro interiores para proteger las espinillas, lo que posibilitó por primera vez luchar en cualquier tipo de terreno, independientemente de si era duro o blando, si eran montes o marismas, y en cualquier estación, ya fuera verano o invierno. Este fue el primer ejército disponible durante todo el año, en todo tipo de clima (236).

Además había arqueros y honderos; los arqueros iban equipados con un nuevo arco compuesto que podía disparar a larga distancia sobre la infantería en avance y, en el frente, las máquinas de asedio de las tropas de asalto y "formaciones de carros, plataformas móviles de misiles, el equivalente de los tanques en la Antigüedad. Y estos ya no se arrastraban poco a poco tirados por burros, sino por animales mucho más rápidos, grandes y resistentes: los caballos. Cada carro iba tirado por hasta cuatro bestias" (Kriwaczek, 237). Esta fue la clase de ejército que hombres como el rey Menajén de Israel vieron amenazar sus ciudades. En el caso de Menajén, eligió someterse sin resistencia y le pagó a Tiglat-Pileser III 1.000 talentos de plata. Esta transacción se menciona en la Biblia, en II Reyes 15:19 y en I Crónicas 5:26, así como en las inscripciones asirias y, gracias a ello, Menajén logró salvar la ciudad, y a sí mismo. Solo tuvo que jurarle lealtad y pagar tributo al gobierno asirio para evitar que su ciudad fuera saqueada y la gente masacrada. Tal y como escribe Kriwaczek, "la decisión, y el increíble coste, valieron la pena. Gracias al apoyo asirio, Menajén fue el único gobernante israelita durante este periodo anárquico que consiguió mantener su puesto y morir de causas naturales en su propia cama" (239). Una vez garantizada la lealtad, las regiones conquistadas como Israel, con Menajén, podían conservar cierta autonomía y continuar con sus vidas al igual que antes.

En 736 a.C. Tiglat-Pileser III se dirigió al norte y conquistó a los medos y los persas y así expandió su imperio al interior de lo que hoy en día se conoce como Irán. En aquel momento, su imperio abarcaba toda Mesopotamia y el Levante, un área que iba desde el Golfo Pérsico hasta el actual Irán, a lo largo del Mediterráneo y bajando por Israel. En 729 a.C. una revuelta se desató en la ciudad de Babilonia tras la muerte del rey Nabonassar, que había sido un vasallo noble, y Tiglat-Pileser III fue a la ciudad, acabó con la revuelta y ejecutó al pretendiente al trono. Después se hizo coronar rey Pulu de Babilonia y ofició el festival sagrado que celebraba el año nuevo. Así, se convirtió en rey de Asiria y Babilonia y llegó a la cima de su reinado.

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Muerte y sucesión

Tras su éxito en Babilonia, Tiglat-Pileser III regresó a su capital de Kahlu y a su palacio, pero no se quedó allí demasiado tiempo. Estalló una revuelta en Samaría y se dirigió a la región para restablecer el orden. Murió de causas naturales antes del enfrentamiento y fue sucedido por su hijo Salmanasar V (727-722 a.C.), que continuó con las políticas de su padre y mantuvo el imperio, pero no contaba con las habilidades de liderazgo de su padre, ni su destreza militar ni política. Fue el hijo menor de Tiglat-Pileser III, Sargón II (722-705 a.C.) quien heredó realmente su genialidad administrativa y su talento militar. Tras cinco años viendo a su hermano mayor sufrir por mantener el imperio que le había dejado su padre, Sargón II depuso a Salmanasar V y tomó el trono. Aunque no expandió el imperio mucho más allá de lo que había logrado su padre, sí que enriqueció la región gracias a un mayor comercio, una reubicación importante de las poblaciones para maximizar la productividad y mediante sus campañas, que brindaron una inmensa riqueza al imperio en forma de botines de oro, plata y piedras preciosas robadas. Los logros de Tiglat-Pileser III sentaron las bases para el futuro del Imperio asirio, que se ha llegado a reconocer como la entidad política y militar más importante de su época y el modelo en el que se basarían otros imperios posteriores.

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Sobre el traductor

Rosa Baranda
Traductora de inglés y francés a español. Muy interesada en la historia, especialmente en la antigua Grecia y Egipto. Actualmente trabaja escribiendo subtítulos para clases en línea y traduciendo textos de historia y filosofía, entre otras cosas.

Sobre el autor

Joshua J. Mark
Joshua J. Mark no sólo es cofundador de World History Encyclopedia, sino también es su director de contenido. Anteriormente fue profesor en el Marist College (Nueva York), donde enseñó historia, filosofía, literatura y escritura. Ha viajado a muchos lugares y vivió en Grecia y en Alemania.

Cita este trabajo

Estilo APA

Mark, J. J. (2014, junio 19). Tiglat-Pileser III [Tiglath Pileser III]. (R. Baranda, Traductor). World History Encyclopedia. Recuperado de https://www.worldhistory.org/trans/es/1-12868/tiglat-pileser-iii/

Estilo Chicago

Mark, Joshua J.. "Tiglat-Pileser III." Traducido por Rosa Baranda. World History Encyclopedia. Última modificación junio 19, 2014. https://www.worldhistory.org/trans/es/1-12868/tiglat-pileser-iii/.

Estilo MLA

Mark, Joshua J.. "Tiglat-Pileser III." Traducido por Rosa Baranda. World History Encyclopedia. World History Encyclopedia, 19 jun 2014. Web. 07 sep 2024.

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