Gea (también conocida como Gaya o Gaia) es la deidad primigenia y la personificación de la Tierra en la mitología griega. Emergida del Caos, Gea es considerada suprema o diosa madre tanto por inmortales como mortales; todas las diosas y dioses son descendientes de ella y de su unión con Urano (el Cielo) y Ponto (el Mar). El equivalente romano a Gea es Terra o Tellus Mater.
Gea fue la primera en supervisar el Oráculo de Delfos y, a veces, advertía a otros sobre las profecías que había recibido. Por ejemplo: Zeus derrotó a su padre, Cronos, y a los titanes gracias a la ayuda de Gea; sin embargo, ella se volvió en contra de Zeus y envió a su monstruoso hijo, Tifón, para que lo derrotara.
Diosa madre
De acuerdo con la Teogonía de Hesíodo (c. 700 a.C.), Gea nació del Caos (el gran vacío) y de ella nacieron Urano (el Cielo), los Oreos (los Montes) y Ponto (el Mar). Se casó con su hijo Urano y juntos tuvieron a los doce titanes (Océano, Ceo, Crío, Hiperión, Jápeto, Tea, Rea, Temis, Mnemósine, Febe, Tetis y Cronos). Gea también dio a luz a los tres cíclopes de un ojo (Brontes, Estéropes y Arges) y a los tres Hecatónquiros, los Gigantes con cien brazos y cincuenta cabezas (Coto, Giges y Briareo). Con Ponto, Gea tuvo a las deidades marinas Taumante, Forcis, Ceto y Euribia. Todas las deidades notables son descendientes de Gea, a quien se la reconoce como suprema o diosa madre.
La creación del mundo y el orfismo
En el siglo VI a.C. surge y se populariza el orfismo, un movimiento religioso que recoge lo aprendido por el legendario héroe griego Orfeo en sus descensos al inframundo. Según el orfismo, Cronos (el Tiempo) dio origen a la Tierra; de Cronos nacieron Éter (el Destello), Caos y Érebo (la Oscuridad). Cronos fabricó un huevo dentro de Éter del que eclosionó Fanes: el creador de todo lo que existe. Fanes dio a luz a Nix (la Noche), con quien se unió para tener a Urano y Gea.
Gea y Cronos
Urano odiaba a sus hijos por lo que los enterraba en las profundidades de la tierra. Gea sufría profundamente ante el tratamiento que recibían sus hijos y decidió formar un plan para destruirlo.
Luego, ella urdió una cruel artimaña. Produciendo al punto un tipo de brillante acero, forjó una enorme hoz y luego explicó el plan a sus hijos. Armada de valor dijo afligida en su corazón:
—¡Hijos míos y de soberbio padre! Si queréis seguir mis instrucciones, podremos vengar el cruel ultraje de vuestro padre; pues él fue el primero en maquinar odiosas acciones (Hesíodo, Teogonía, 157-164).
Solo Cronos, su hijo menor, tuvo el valor de tomar la iniciativa y ayudar a su madre a llevar a cabo el plan. Se ocultó en los aposentos de su madre y esperó a que su padre llegara. No tardó en llegar un lujurioso Urano buscando acostarse con Gea; Cronos esperó el momento correcto y blandió la hoz, cercenando los genitales de Urano, y los arrojó al mar. La sangre que manaba cayó sobre Gea y dio a luz a las Furias (Alecto, Tisífone y Megara), los Gigantes y las melias (ninfas de los fresnos).
Cronos se casó con su hermana Rea; tanto Gea como Urano le advirtieron que él también sería destronado por su hijo. Por lo tanto, a medida que nacían, Cronos se tragaba a cada uno de ellos. Rea, que estaba embarazada, buscó la ayuda de Gea, quien la ayudó a huir a Creta, donde nació Zeus. Zeus junto a sus hermanos se enfrentaron a Cronos y el resto de los titanes en la batalla conocida como Titanomaquia. En el décimo año de la batalla, Gea le recomendó a Zeus que librase a los Hecatónquiros y a los Cíclopes de Tártaro, quienes habían sido encarcelado por Urano les temía, para que lograra la victoria.
La rebelión de los gigantes
Una vez que Zeus y las deidades olímpicas derrotaron y desterraron a los Titanes al Tártaro, Gea envió a sus hijos, los Gigantes, a destruir a los olímpicos. Los Gigantes no tenían igual en tamaño y fuerza, sus rostros eran temibles, sus pies estaban hechos de escamas de dragón y tenían gran cabellera y barba.
Un oráculo advirtió a los olímpicos que solos no podrían derrotar a los Gigantes, sino que necesitarían la ayuda de un mortal que sería invencible al consumir una hierba mágica. Cuando Gea se enteró de la profecía, se dedicó a buscar la hierba; sin embargo, Zeus impidió que lo lograra al ordenar a Eos (el Amanecer), Selene (la Luna) y Helios (el Sol) que no brillaran para que él pudiera hacerse con la hierba.
La profecía se cumplió cuando las deidades destruyeron a los Gigantes con ayuda de Heracles (Hércules). Para vengarse Gea se unió con Tártaro y dio a luz a su hijo más joven, Tifón, el monstruo más grande que jamás haya existido. Tifón luchó con Zeus, pero fue derrotado y enterrado bajo el volcán Etna.
El oráculo
En un principio, el oráculo de Delfos le pertenecía a Gea, quien luego se lo cedió a sus hijas Temis y Febe. finalmente terminó en manos del dios Apolo, quien se construyó un templo. Pausanias (que vivió entre el 115 y el 180 d.C., aproximadamente) menciona en su Descripción de Grecia que Gea designó a Dafne, una ninfa de los árboles, como pitonisa. Otra versión es la del poema antiguo Eumolpia, donde Gea y Poseidón compartieron el oráculo hasta que Gea cedió su parte a Temis. Más tarde, Apolo recibió como regalo la parte de Temis y a cambio entregó a Poseidón una isla frente a Trecén.
Otras fuentes indican que Apolo le robó el oráculo a Gea luego de haber matado a Pitón, la serpiente que custodiaba el oráculo de Delfos. Aun luego de perder el oráculo de Delfos, se le consultaba a Gea en calidad de oráculo en la localidad griega de Egira, ubicada en Acaya, donde la sacerdotisa bebía sangre de toro, lo cual era venenoso para otros mortales.
Del mismo modo que Gea había profetizado que Cronos sería destronado por su hijo, también profetizó que Zeus y su esposa Metis tendrían una hija tan fuerte y sabia como su padre, y un hijo que tomaría el lugar de Zeus como rey de las deidades. Zeus se tragó a Metis para prevenir que la profecía se volviera realidad; sin embargo, Metis ya estaba embarazada de su hija, quien nacería de la frente de su padre: Atenea, diosa de la sabiduría.
Cuando se casaron los nietos de Gea, Zeus y Hera, en la hermosa isla de las Hespérides, Gea les regaló manzanas doradas, que crecían en un árbol mágico y concedían la inmortalidad a quien quiera que tuviese una en su poder.
Gea y Apolo
Gea se quejó con Zeus porque Apolo había matado a la monstruosa serpiente Pitón en Delfos. El resultado fue que Zeus mandó a Apolo a que visitara el valle de Tempe para purificarse y a que presidiera los Juegos Píticos, que se celebrarían en honor a Pitón.
De acuerdo con algunos escritores, como por ejemplo Gayo Julio Higino (64 a.C. - 17 d.C.) y Nono de Panópolis (siglo V d.C.), Apolo persiguió a Dafne, ninfa de los árboles y también sacerdotisa de la Tierra (Gea). Cuando la ninfa pidió auxilio, Gea la transformó en un árbol de laurel para salvarla; Apolo nunca perdonó a Gea.
El nacimiento de Erictonio
Atenea tenía muchos pretendientes que habrían hecho cualquier cosa para estar con ella; sin embargo, los rechazó a todos. Durante la guerra de Troya, Atenea le pidió a Hefesto, dios de la metalurgia, que le hiciera una armadura. Mientras lo miraba trabajar en la fragua, Hefesto se atrevió a lanzarse sobre ella por una artimaña que le había jugado Poseidón. Atenea lo empujó, pero Hefesto le eyaculó sobre el muslo; disgustada, Atenea se limpió con un paño de lana y lo arrojó sobre el suelo.
Tan pronto como cayó sobre el suelo, la Tierra quedó embarazada por accidente. Gea no tenía intención de criar al niño, por lo que Atenea aceptó la responsabilidad de criarlo y lo nombró Erictonio.
Culto y legado
Un himno órfico está dedicado al nombre de Gea, en el cual se la denomina “madre de los hombres”, la que da alimento y todo lo necesario. Es eterna y reverenda, creadora de todo: frutas, flores, césped, lluvia y estrellas. En el Himno homérico a Gea, se la denomina “madre universal.”
Voy a cantar a la Tierra, madre universal, de sólidos cimientos, la más augusta, que nutre en su suelo todo cuanto existe. Cuanto camina por la divina tierra o por el ponto, o cuanto vuela, se nutre de tu exuberancia.
Por ti se vuelven prolíficos y fructíferos, soberana, de ti depende dar la vida o quitársela a los hombres mortales.
¡Afortunado aquel al que tú honras, benévola de corazón! A él todo se lo presenta en abundancia.
(Los Himnos homéricos: himno a Gea, madre universal, 30.1-10)
En Descripción de Grecia, Pausanias indica que había tierras consagradas a Gea en Atenas, cerca de una estatua de bronce de Zeus y un templo dedicado a Cronos y Rea. En Ática había un altar dedicado a Gea, que los áticos denominaban la “gran diosa.” En Patras había una estatua de Gea sentada, ubicada cerca de las ermitas de Apolo y Afrodita, y un santuario de Deméter. En Aigai (ubicado en Vergina), había un santuario dedicado a Gea la de amplio seno: se trata de uno de los ídolos de madera más antiguos. La sacerdotisa que se encargaba del templo tenía que ser casta y beber sangre de toro para determinar si lo que se decía era verdad.
En Tegea, en la antigua región de Arcadia, se hallaba un altar a Gea al lado de un santuario a Ilitía. También había otro altar Gea en Olimpia; estaba hecho de cenizas y, originalmente, era el sitio de un oráculo de la Tierra. En Esparta, se encontraban santuarios dedicados a Gea en Laconia.
Actualmente, Gaia (Gea en inglés) es un popular sitio web de videos, que posee una extensa colección de videos sobre la salud y ampliación de la conciencia. Gaia también es el nombre del topógrafo de estrellas de la Agencia Espacial Europea, el cual crea un mapa en 3D de los millones de estrellas que se encuentran en toda la Vía Láctea y más allá.
La hipótesis Gaia
La hipótesis Gaia es un modelo interpretativo reciente que fue desarrollado en parte por el científico inglés James Lovelock (1919-2022). La hipótesis afirma que la Tierra funciona como un único organismo que ayuda a que los seres vivos sobrevivan. Todas las criaturas vivientes se comportan como un sistema en equilibrio que regulan la temperatura, fuentes de alimento, vegetación y composición química.
Si una parte de este sistema en equilibrio no hace su parte, se pierde el equilibrio como consecuencia, y la Tierra y sus habitantes sufren las consecuencias. La hipótesis Gaia promueve la comprensión de los complejos, aunque interconectados, sistemas que componen la Tierra.