La cultura wari floreció en la costa y tierras altas del antiguo Perú entre el 450 y 1000 d.C. Centrada en su capital Huari, los wari explotaron con éxito las diversas rutas que controlaron para construir un imperio administrado por capitales provinciales conectadas por una larga red de caminos. Sus métodos para mantener un imperio y un estilo artístico tendrían una significativa influencia en la posterior civilización inca.
Los wari fueron contemporáneos con las otras culturas del Horizonte Medio (600-1000 d.C.), establecidas en Tiwanaku y Pukara. Los wari más belicosos eran también agricultores favorecidos y construyeron canales para irrigar campos con terrazas. La estabilidad económica y la prosperidad que esto trajo, les permitió a los wari implementar una estrategia combinada de poder militar, beneficios económicos, y una imaginería artística distintiva para forjar un imperio a lo largo del Perú antiguo. Su superior manejo de la tierra los ayudó además a resistir el período de 30 años de sequía durante el fin del siglo VI d.C., que contribuyó al declive de las culturas vecinas nazca y moche.
Los wari sin duda estuvieron influenciados por culturas contemporáneas, por ejemplo, al apropiarse del dios del báculo Chavín (un dios muy asociado con el sol, las lluvias, y el maíz: todo ello vital para las culturas que dependían de la agricultura y los caprichos de un clima inseguro). Lo transformaron en un ícono ritual presente en los textiles y cerámica, difundieron su propia iconografía y dejaron un último legado en el arte andino.
Huari
La capital en Huari (25 km al norte de la moderna Ayacucho) está ubicada a una altitud de 2800 m y se extiende sobre 15 km cuadrados. Al principio estuvo establecida alrededor del 250 d.C. y eventualmente tenía una población posiblemente tan grande como 70.000 en su punto más alto. Huari muestra rasgos típicos de la arquitectura andina: estructuras rectangulares cerradas por muros que a su vez se pueden dividir en laberintos de compartimentos. Las murallas de la ciudad son enormes (hasta 10 m de altura y 4 m de grosor) y están hechas de piedras, en gran parte sin trabajar, puestas con un mortero de barro. Los edificios tenían dos o tres plantas, los patios estaban alineados con piedras. Los pisos y los muros de los edificios eran generalmente cubiertos con yeso y pintados en blanco.
Existe poca distinción en la arquitectura wari entre los edificios públicos y privados, y escasa evidencia de planificación urbana. Un palacio real, sin embargo, ha sido identificado en la sección noroeste de la ciudad, el área más antigua de habitación y que es llamado Vagachayoq Moqo. Hoy un templo en ruinas estaba localizado en el Moraduchayuq compuesto al sudeste de la ciudad. Fue construido en el siglo VI d.C. y tenía partes subterráneas con toda una estructura que alguna vez estuvo pintada en rojo. Como otras construcciones del sitio, fue destruido de manera deliberada y quemado ritualmente. La ciudad parece haber sido abandonada en el 800 d.C. por razones desconocidas.
Se han excavado tumbas donde se encontraron ejemplos de textiles wari. Las cerámicas también están entre los descubrimientos del lugar. Una tumba real se descubrió en la zona Monjachayoq, que consiste en 25 cámaras en dos niveles diferentes, todas alineadas con losas de piedras cortadas con fineza. Además, un eje desciende a un tercer nivel de la cámara que tiene la forma de una llama. Finalmente, hay una cámara circular en un cuarto nivel hacia abajo. La tumba en forma de llama, saqueada en la antiguedad, fue un lugar de descanso real y data del 750-800 d.C.
Huari estuvo alguna vez rodeada de campos irrigados y agua fresca corría hacia la ciudad por vía de conductos subterráneos. Más indicadores de prosperidad son la presencia de áreas dedicadas a la producción de bienes específicos, tales como las cerámicas y las joyas. Materiales preciosos para estos trabajos y bienes importados indican comercio con regiones lejanas: conchas de la costa y Spondylus del Ecuador, por ejemplo. La presencia de edificios usados para almacenamiento en Huari y en otras ciudades wari indican también una red de comercio centralmente controlado esparcida por el antiguo Perú.
Pikillacta
Otro importante centro wari estuvo en Pikillacta, al sureste de Huari, fundado en el 650 d.C. Tiene una altitud de 3250 m, fue el corazón de un asentamiento administrativo y militar construido en forma rectangular, de 745 x 630 m, dispuesto en un preciso patrón geométrico de cuadrados. Los interiores de las composiciones individuales son, sin embargo, idiosincráticas en diseño.
Como en otros sitios wari, el acceso estaba estrictamente controlado por una sola vía, una entrada sinuosa. Descubrimientos notables en Pikillacta incluyen 40 figuras en miniatura de piedra verde representando ciudadanos de élite y pequeñas figurillas (no más largas de 5 cm) de chamanes en trance , guerreros, cautivos atados, y pumas en cobre, oro, y piedras semipreciosas. El yacimiento fue abandonado entre el 850 y el 900 d.C. y hay pruebas de destrucción por fuego de algunos edificios, así como puertas que fueron selladas deliberadamente.
Otras ciudades wari importantes fueron Viracochapampa, Jincamocco, Conchopata, Marca Huamachuco, y Azangaro. También hubo asentamientos puramente militares, tales como el fuerte de Cerro Baúl, que bordeaba en territorio de Tiwanaku al sur. Estos sitios estaban conectados a fuentes de agua y cada uno por un sistema de caminos.
Arte wari
Los mejores ejemplos del arte wari se aprecian en los hallazgos textiles que de vez en cuando representan al dios del báculo, plantas, la flor del cactus San Pedro, pumas, cóndores, y especialmente llamas, lo que ilustra la importancia de estos rebaños de animales para los wari. Los textiles se quemaban con los muertos y las tumbas en el desierto seco han sido bien preservadas. Los textiles eran multicolores, aunque el azul estaba muy presente, y los diseños estaban compuestos predominantemente por formas geométricas rectilíneas, especialmente el motivo de diamante escalonado. Al mismo tiempo, a pesar de los aparentes patrones geométricos regulares, los tejedores a veces introucían un solo motivo aleatorio o un cambio de color (típicamente usando verde o índigo) en sus piezas. Estas pudieron ser firmas o una ilustración de las que las reglas podían siempre tener excepciones.
Eventualmente, los diseños wari llegaron a ser tan abstractos que las figuras eran esencialmente irreconocibles, quizás en un esfuerzo deliberado de la élite por monopolizar su interpretación. Las figuras abstractas distorsionadas casi más allá del reconocimiento podrían también ser un esfuerzo por representar la transformación chamánica y los trances de conciencia por el consumo de sustancias, que eran parte de las ceremonias religiosas wari.
Las formas populares de la cerámica wari eran los recipientes de doble vertedero presentes también en otras culturas andinas, urnas grandes, vasos, platos, y figuras de efigies moldeadas. Los diseños decorativos estaban fuertemente influenciados por los que se usaban en la producción textil wari. El dios del báculo era un tema especialmente popular para los vasos de verter (kero) así como guerreros con lanzas de dardos, escudos y túnicas militares.
Los metales preciosos eran además un medio popular para los bienes de la élite. Descubrimientos notables de una tumba real en Espíritu Pampa incluyen una máscara de plata y una placa de pecho, brazaletes de oro, y otras joyas en piedras semipreciosas como la piedra verde y el lapizlázuli. También se hacían figuras humanas en atuendo wari típico (túnicas sin mangas y gorros de cuatro cuernos) en metales preciosos martillados.
El legado wari
Aunque las causas exactas del declive wari no son conocidas, el rango de teorías va desde la sobrextensión del imperio hasta otro período de sequía extendida en el siglo IX d.C. Cualesquiera que sean las razones, la región retornó a una situación de gobiernos fragmentados por varios siglos.
El legado más duradero de los wari es su estilo artístico, que no solo influenció a sus contemporáneos moche sino también a la posterior cultura lambayeque, y aún más tarde, a los incas. Muchos de los caminos construidos por los wari también fueron usados por los incas dentro de su extenso sistema de caminos, así como el gran número de terrazas wari para la agricultura. La capital de Huari fue saqueada en la antiguedad, y en el siglo XVI nuevamente por los españoles.
La cultura wari fue redescubierta a mediados del siglo XX; las primeras excavaciones comenzaron en la década de 1940 y hoy siguen revelando la riqueza y el poder que una vez disfrutó una de las culturas andinas más importantes.