Los reyes de la I Dinastía de Egipto (c. 3150 - c. 2890 a.C.) tenían todos el mismo propósito: aumentar el comercio, expandir fronteras a través de campañas militares, emprender grandes proyectos de construcción (monumentos, tumbas y templos) y asegurar un gobierno centralizado. Inicialmente, los primeros monarcas gobernaban a partir de la ciudad de Tinis, cerca de Abidos, y, en seguida, de Menfis. El primer rey, según los registros de Maneton, fue Menes, pero todavía este fue identificado con aquello que sería su sucesor, Narmer. Narmer unificó las regiones del Alto y del Bajo Egipto bajo un poder central que emanaba de Tinis, todo esto antes de construir un palacio en Menfis y de transferir la sede del gobierno. La historiadora Margaret Bunson asevera:
La I Dinastía, ha empezado en Menfis con Menes, marcada por importantes conquistas culturales. Este consolidó los derechos de acceso al trono [a través del matrimonio] y instituió, y reforzó, antiguas tradiciones gubernamentales y religiosas que se tornarían en los aspectos basilares de la herencia de Egipto. El papiro, la escrita y el calendario ya estaban en boga, y el sistema de medidas, la Matemática y la Astronomía eran bastante practicadas. Censos y impuestos, así como el restablecimiento de las fronteras después de las inundaciones anuales del Nilo y el desarrollo de nuevos instrumentos astronómicos llevaron la nación a atingir un nuevo patamar (77).
La reina de Narmer, Neithhotep, podrá ser la primera mujer a gobernar Egipto, después de la muerte del soberano. Los siguientes reyes mantuvieron las políticas de Narmer. Uno de ellos fue Den (c. 2990 a.C.), el primero retratado con la corona del Alto y del Bajo Egipto, consiguiendo demostrar el dominio que ejercía por todo el territorio. Su madre, Merneith, posiblemente ha gobernado como regente hasta que su hijo atingiera la mayoridad, o simplemente podrá ter reinado como Neithhotep. En esta altura fueron emprendidas algunas campañas militares en dirección a Nubia, a Libia y al Sinai, lo que ha resultado en un aumento de la riqueza, en la expansión del territorio y, consecuentemente, en la anexión de las tierras ubicadas en la frontera.
Los reyes de la I Dinastía fueron, en su mayoría, gobernantes muy eficientes. Solamente Anedjib y Semerkhet aparecen en los registros con reinados conturbados. Durante el dominio de los faraones, Egipto floreció bajo la forma de una cultura agraria que caminara en dirección a un Estado cada vez más urbanizado. Los egipcios han sido extremamente cuidadosos para evitar la urbanización excesiva tan típica de las ciudades mesopotámicas, donde el exceso demográfico y la descomunal utilización de recursos terrestres y hídricos eran una constante.
La siguiente lista se basa en la cronología de Manetón, en la Lista de Reyes de Turín y en las evidencias arqueológicas fornecidas por la obra Ancient Egypt: Foundations of a Civilazation, de Douglas J. Brewer. Las datas de los reinados son meras aproximaciones. Cada faraón ha hecho siempre un poco más que su antecesor, y todos ellos han trabajado para mantener la ma’at (harmonía) en la tierra. Debido a la falta de registros históricos, es difícil datar con precisión cada uno de los reinados. La datación exacta se ha tornado aún más morosa debido al establecimiento de un nuevo modelo de lectura y de interpretación simbólico de las inscripciones antiguas (como la Paleta de Narmer), en vez de seguir apenas su sentido literal. Considerando que, en el inicio del siglo XX, una pieza como la Paleta de Narmer era vista como “histórica”, ahora es entendida como una representación de los valores culturales del momento en que fue realizada. Aunque exista una lógica considerable en este nuevo tipo de abordaje, esta torna la datación precisa en una tarea casi imposible.
Narmer (también conocido como Menes, c. 3150 a.C.) unificó el Alto y el Bajo Egipto y estableció el gobierno en Tinis (posiblemente su tierra natal, aunque también sea asociado a Hieracómpolis), a pesar de, más tarde transferir la sede para Abidos, y posteriormente para Menfis. Se casó con la princesa Neithhotep de Nagada para consolidar su gobierno y tener la ciudad como aliada. Desarrolló las prácticas religiosas y apostó en grandes proyectos de construcción. Narmer también ha liderado expediciones militares hasta la Nubia y Canaán. Después de su muerte, es posible que Neithhotep ha gobernado sola, tornándose en la primera mujer a gobernar Egipto y una de las primeras de la Historia, apenas precedida por los soberanos de Asiria, como Sammu-Ramat.
Hor-Aha (c. 3100 – 3050 a.C.; nombre griego: Athotis) era hijo de Narmer y de Neithhotep (a pesar de asociado al propio Menes/Narmer). Este ha proseguido con las campañas militares de su padre en Nubia, pero ha dejado de lado Canaán. Las evidencias arqueológicas indican que se interesaba bastante por los ritos religiosos y que emprendió en la construcción de tumbas, que en el futuro se iban a conocer como Mastabas (término árabe para ‘asiento’), las que antecedieron a las pirámides. La necrópolis de Menfis data de su reinado.
Djer (c. 3050-3000 a.C.; nombre griego: Uenephes), es probablemente el hijo de Hor-Aha. Se ha dedicado a la construcción de palacios y a la expansión militar. Ha extendido su dominio a través de campañas militares hasta la Nubia y Canaán, utilizando los recursos que obtuviera en proyectos de construcción. Durante su reinado, el comercio y la industria se desarrollaron bastante.
Djet (c. 3000-2990 a.C.; nombre griego: Usaphais), era el hijo de Djer, pero poco se sabe sobre su reinado. Fue enterrado en Abidos y le ha sucedido su madre, la reina Merneith.
Merneith (c. 2990 a.C.), mujer de Djet y madre de Den, ha gobernado como regente, cuando Den aún era solamente un niño; todavía, también, se apunta la posibilidad de ter gobernado sola. Manetón no la menciona, pero los objetos encontrados en su tumba en Abidos, indican que fuera reina. Su influencia parece ter continuado hasta el reinado del hijo, y ya no estando en el trono, ciertamente, que su influencia continuó a ser muy sentida.
Den (c. 2990-2940 a.C.; nombre griego: Kenkenes) era el hijo de Djet y de Merneith. Es el primero rey representado con la corona del Alto y del Bajo Egipto. Ha gobernado durante 50 años (a pesar de que una parte fue bajo el control de Merneith) y ha ampliado las fronteras del país con conquistas militares en el Sinaí. Complejos de templos y tumbas fueron construidos y, gracias a él, el comercio ha florecido. El culto a Apis (también conocido como Hapi), el dios toro intermediario entre los humanos y los dioses, fue introduzido. Es considerado el grande monarca de la I Dinastía.
Anedjib (c. 2940-2930 a.C.; nombre griego: Miebidos), según algunos posiblemente sería el hijo de Den, otros defienden que sería su yerno. Su reinado fue caracterizado por algunas revueltas, y poco más sabe sobre él.
Semerkhet (c. 2930 - 2920 a.C.; nombre griego: Semempses) fue, inicialmente, considerado por los arqueólogos y investigadores como un usurpador, con base en la alegada profanación de su nombre en varios artefactos. Esta teoría fue abandonada con la descubierta de la Piedra de Palermo, que registra su reinado como legitimo, además de referir su tumba. Parece ter enfrentado momentos bastante difíciles, especialmente en el control del reino.
Qa’a (c. 2920-2890 a.C.; nombre griego: Beieneches) fue el ultimo gobernante da la I Dinastía. Poco se sabe sobre su reinado, excepto que con él se ha iniciado en un período muy próspero que duró entre 26 a 34 años. Era parente de Semerkhet, probablemente su hijo. O no tenía hijos, o los suyos habían luchado por el trono después de su muerte, cuando estalló la guerra por la sucesión entre dos príncipes, Sneferka y Horus Bird. El conflicto se ha quedado resuelto por otro príncipe, Hotepsekhemwy – que o los derrotó, o reconcilió, o ambos – fundando la II Dinastia.