Narmer (en torno a 3150 a.C.) fue el primer rey de Egipto que unificó el país de manera pacífica al principio del Primer periodo dinástico (en torno a 3150 - 2613 a.C.). Sin embargo, también se cita como el último rey del periodo predinástico (en torno a 6000 - 3150 a.C.), antes del surgimiento de un rey llamado Menes que unificó el país por medio de la conquista. En los albores de la egiptología, estos dos reyes se consideraban dos hombres diferentes. Se creía que Narmer había intentado la unificación a finales de un periodo y que Menes lo había sucedido, dando comienzo a la siguiente era de la historia egipcia.
Esta teoría se fue haciendo cada vez más problemática a medida que pasaba el tiempo y había pocas pruebas arqueológicas que respaldaran la existencia de Menes, mientras que Narmer está bien documentado en el registro arqueológico. El gran egiptólogo Flinders Petrie (1853-1942) dijo que Narmer y Menes eran el primer faraón de la Dinastía I porque ambos nombres designaban al mismo hombre: Narmer era su nombre y Menes un honorífico.
Esta misma idea se presenta para el otro faraón que se asocia con Menes, Hor-Aha (en torno a 3100 a.C.), el segundo rey de la Dinastía I de quien también se dice que unificó Egipto bajo un gobierno central. Si Hor-Aha es el gobernante que logró la unificación del Alto y el Bajo Egipto, entonces "Menes" no es más que un honorífico, que significa "el que perdura". Algunos estudiosos han afirmado que no hay motivo para discutir sobre cuál de estos reyes fue el que unificó Egipto, ya que el país no estuvo realmente unido hasta el reinado de Jasejemuy (en torno a 2680 a.C.), el último rey de la Dinastía II y padre del rey Djoser, que dio comienzo a la Dinastía III. Sin embargo, esta afirmación se ha cuestionado repetidamente, ya que hay pruebas claras de que el rey Den (en torno a 2990-2940 a.C.) portaba la corona del Alto y el Bajo Egipto, lo que indica la unificación bajo su reinado. Algo aún más importante es que la Paleta de Narmer (una plancha de limolita grabada) muestra igual de claramente a Narmer con la corona de guerra del Alto Egipto y la corona roja de mimbre del Bajo Egipto, por lo que es un hecho aceptado que la unificación ocurrió durante el reinado del rey Narmer.
La documentación escrita y la unificación
Según la cronología de Manetón (siglo III a.C.), Menes fue el primer rey de Egipto. Era un rey del Alto Egipto, posiblemente de la ciudad de Tinis (o Hieracómpolis), que tomó el control de las demás ciudades-estado a su alrededor y luego conquistó el Bajo Egipto. El nombre de este rey se conoce principalmente por los registros escritos, tales como la cronología de Manetón y la Lista de reyes de Turín (aunque no está corroborado por demasiadas pruebas arqueológicas), razón por la cual los estudiosos ahora creen que puede que el primer rey fuera Narmer, que unificó pacíficamente el Alto y el Bajo Egipto en algún momento en torno al 3150 a.C. Esta afirmación sobre una unificación pacífica contrasta con la Paleta de Narmer, que muestra al rey, identificado positivamente como Narmer, como una figura militar conquistando una región que es claramente el Bajo Egipto. El historiador Marc Van de Mieroop comenta lo siguiente:
El hecho de que Egipto se creara por medios militares es un concepto básico expresado en el arte de la época. Una cantidad importante de objetos de piedra, incluidas mazas y paletas ceremoniales, contienen escenas de guerra y lucha entre personas, entre animales y entre animales y personas. Mientras que en el pasado los egiptólogos interpretaban estas escenas de guerra literalmente como un registro de los hechos reales, hoy en día prefieren verlas como afirmaciones estereotipadas de realeza y de la legitimidad del rey (33).
Este método nuevo de interpretar las inscripciones de la antigüedad, por muy valioso que lo puedan considerar algunos, no quiere decir que tales interpretaciones sean correctas. El argumento en contra de tales interpretaciones se plantea por qué, si hay que entender tales inscripciones de manera simbólica, otras de periodos posteriores, tales como las de Ramsés el Grande en la batalla de Qadesh, se siguen interpretando literalmente como documentación histórica. Van de Mieroop también comenta que "Este nuevo enfoque imposibilita datar la unificación de Egipto o atribuírsela a un individuo específico basándose en estas representaciones" (33-34), pero apunta que, independientemente del primer gobernante, "el arte de la época muestra que los egipcios vinculaban la unificación con el conflicto" (34).
El estudioso Douglas J. Brewer, por otra parte, no cree que haya ningún problema con considerar las inscripciones simbólicas. El nombre "Menes" significa "el que perdura" y, como ya se ha dicho, cabe la posibilidad de que fuera un título, no un nombre personal, de tal manera que no hay ninguna dificultad en identificar al primer rey como Narmer "el que perduró". El nombre de "Menes" también se ha encontrado en una inscripción en marfil de Naqada relacionada con Hor-Aha, lo que podría significar que el título pasó al siguiente gobernante o que Hor-Aha fue el primer rey. Brewer destaca que estas inscripciones antiguas, tales como la Paleta de Narmer, perpetúan "un escenario culturalmente aceptado y, por tanto, a lo mejor habría que considerarlas como un monumento que conmemora el logro de un estado de unidad en vez de representar el proceso de unificación en sí" (141). Para estudiosos como Brewer, los medios para lograr la unificación no son tan importantes como el hecho de la unificación en sí mismo. Puede que los escritores posteriores embellecieran los detalles del evento, al igual que ocurre con los orígenes de cualquier otra nación. Brewer escribe:
Probablemente Menes nunca existió, al menos como el individuo responsable de todos los logros que se le atribuyen. Lo más probable es que sea una amalgama de varios individuos reales cuyas acciones se conservaron en la tradición oral y se identificaron como obra de una sola persona, creando así una figura central heroica en la unificación de Egipto. Al igual que los personajes de la Biblia, Menes era en parte real y en parte ficción, y el tiempo ha difuminado la frontera entre ambas partes, creando una leyenda de unificación (142).
Brewer, entre otros, afirma que la unificación fue "probablemente un proceso lento estimulado por el crecimiento económico" (142). Parece ser que el Alto Egipto era más próspero y su riqueza le permitió absorber sistemáticamente las tierras del Bajo Egipto a lo largo del tiempo a medida que iba necesitando más recursos para la población y para el comercio. Ya fuera Narmer u otro rey el que unificó el país, este rey sentó los cimientos para el surgimiento de una de las civilizaciones más grandes de la Antigüedad. Flinders Petrie, y otros después de él, afirmaron que se considera irrelevante si Narmer unificó Egipto por la fuerza o no, porque casi con certeza tuvo que mantener el reino por medios militares, y eso explicaría su representación en inscripciones tales como la Paleta de Narmer.
La Paleta de Narmer
La Paleta de Narmer (también conocida como la Paleta de la Victoria de Narmer y la Gran Paleta de Hieracómpolis) es un grabado en forma de escudo de poco más de 64 cm de alto (2 pies) que representa a Narmer conquistando a sus enemigos y unificando el Alto y el Bajo Egipto. Contiene algunos de los jeroglíficos más antiguos descubiertos hasta la fecha. La paleta está tallada en una sola pieza de limolita, comúnmente usada para las tablillas ceremoniales del Primer periodo dinástico de Egipto, y cuenta la historia de la conquista de Narmer, en torno a 3150 a.C.
Por un lado, aparece Narmer con la corona de guerra del Alto Egipto y la corona roja de mimbre del Bajo Egipto, que significa que conquistó el Bajo Egipto. Bajo esta escena está el grabado más de grande la paleta, dos hombres entrelazados con los cuellos serpentinos de bestias desconocidas. Se ha interpretado que estas criaturas representan al Alto y al Bajo Egipto, pero no hay nada en esta sección que justifique esta interpretación. Nadie ha interpretado de manera concluyente lo que significa esta sección. En la parte inferior de este lado de la paleta, el rey está representado como un toro que atraviesa las murallas de la ciudad con sus cuernos y aplasta a sus enemigos con sus pezuñas.
Por el otro lado de la paleta (el que se considera el reverso) es una única imagen cohesiva de Narmer con su garrote de guerra a punto de derribar al enemigo al que está agarrando del pelo. Bajo sus pies hay otros dos hombres, que o bien están muertos o bien están intentando huir de su ira. Un siervo calvo espera de pie detrás del rey con sus sandalias mientras, frente a él y por encima de su víctima, el dios Horus está supervisando su victoria y bendiciéndola con más enemigos prisioneros.
La parte superior de la paleta tiene grabados de cabezas de toros, que algunos estudiosos han interpretado como cabezas de vacas. Los que piensan que son cabezas de vacas las interpretan como una representación de la diosa Hathor. Sin embargo, parece más razonable interpretar estos grabados como cabezas de toros porque hay una imagen importante de un toro en la paleta y simbolizarían la fuerza y la vitalidad del rey.
Paleta de Narmer
La Paleta de Narmer la descubrieron los arqueólogos británicos Quibell y Green en 1897-1898 d.C. en el templo de Horus en Nejen (Hieracómpolis), que fue una de las primeras capitales de la Dinastía I de Egipto. Como ya se ha dicho antes, se consideró un relato de un hecho histórico real hasta hace relativamente poco tiempo, cuando se ha empezado a considerar como una inscripción simbólica. Hay muchas teorías diferentes sobre la paleta y cada una resulta razonable hasta que se oye la siguiente, por lo que hasta ahora no hay un consenso sobre el significado de la inscripción ni si relata o no hechos históricos. Sin embargo, lo que parece claro es que, basándonos en la datación de la inscripción y las imágenes, un gran rey llamado Narmer tuvo algo que ver con la unificación de Egipto y se asume que comenzó su reinado posteriormente.
Reinado de Narmer sobre un Egipto unificado
Antes del reinado de Narmer, Egipto estaba dividido en las regiones del Alto Egipto (al sur) y el Bajo Egipto (al norte, más cerca del Mediterráneo). El Alto Egipto estaba más urbanizado, con ciudades como Tinis, Hieracómpolis y Naqada que se desarrollaron bastante rápido. El Bajo Egipto era más rural en términos generales, con ricos campos de cultivo que se expandían desde el Nilo. Ambas regiones se fueron desarrollando poco a poco a lo largo de miles de años durante el periodo arcaico de Egipto hasta que el comercio con otras culturas y civilizaciones condujo a un mayor desarrollo en el Alto Egipto, que conquistó a su vecino probablemente por el grano u otras cosechas para alimentar a la creciente población y para comerciar con él.
Una vez que Narmer se hubo establecido como rey supremo, se casó con la princesa Neithhotep de Naqada en una alianza para reforzar los lazos entre ambas ciudades. La tumba de Neithhotep, descubierta en el siglo XIX d.C., era tan elaborada que sugiere que era más que la simple esposa del rey, y algunos estudiosos afirman que puede que gobernara tras la muerte de Narmer. Su nombre, inscrito en serejs de la época, respalda esta afirmación, al igual que otras inscripciones, pero todavía no se ha aceptado universalmente.
Las prácticas religiosas y la iconografía se desarrollaron durante el reinado de Narmer y símbolos como el dyed (el pilar de cuatro niveles que representa la estabilidad) y el anj (símbolo de la vida) aparecen más frecuentemente en esta época. Lideró expediciones militares por el Bajo Egipto para aplastar rebeliones y expandió su territorio hacia Canaán y Nubia. Inició grandes proyectos de construcción y la urbanización aumentó durante su reinado.
Las ciudades de Egipto nunca llegaron a alcanzar la magnitud de las de Mesopotamia puede que debido a que los egipcios reconocieran los peligros que suponía tal desarrollo. Las ciudades de Mesopotamia se acabaron abandonando debido a uso excesivo de la tierra y la contaminación de las fuentes de agua, mientras que las ciudades egipcias como Xois, por elegir un ejemplo, continuaron existiendo durante milenios. Aunque los desarrollos posteriores en la planificación urbana aseguraron la continuación de las ciudades, los primeros esfuerzos de reyes como Narmer habrían servido de modelo de base.
Los detalles sobre su reinado son vagos por la falta de documentación descubierta hasta la fecha y, como ya se ha dicho, por la dificultad de interpretar las inscripciones que sí se han encontrado e identificarlas positivamente en relación a Narmer. Sin embargo, hasta donde se puede discernir, fue un buen rey que estableció una dinastía que sentaría las bases para todo a lo que Egipto llegaría a convertirse.