La religión inca

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Mark Cartwright
por , traducido por Felipe Arancibia
Publicado el 15 febrero 2016
Disponible en otros idiomas: inglés, francés
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Inca Gold Female Figurine (by Metropolitan Museum of Art, N.Y., Copyright)
Figura femenina incaica de oro
Metropolitan Museum of Art, N.Y. (Copyright)

Para los incas, así como para muchas otras culturas antiguas, la religión era inseparable de la política, historia, y sociedad en general. Todas las facetas de la vida en comunidad estaban estrechamente conectadas con las creencias religiosas, desde los matrimonios a la agricultura, gobierno y entierros. Se pensaba que los dioses y los ancestros de los incas influían en los éxitos y fracasos de alguna forma en la vida.

Mantener contentos a los dioses y ancestros y evitar su furia en la forma de desastres naturales como sequías y terremotos era un propósito muy importante para las prácticas religiosas incas. La religión también era una herramienta importante para la élite gobernante, para legitimar su posición privilegiada dentro de la sociedad y difundir la creencia general de la superioridad del Inca sobre los súbditos del imperio.

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Influencias y tradiciones locales

La religión inca estaba influenciada por las tradiciones andinas, tempranas y contemporáneas, especialmente la cultura wari y la antigua tiwanaku. De hecho, para todos los estados que respaldaban la religión impuesta por Cuzco, muchas comunidades locales aún se adherían a sus propias creencias tradicionales dentro del imperio, incluso si eran forzadas a adoptar a los dioses incas mayores también. Una de esas tradiciones andinas con la que contibuaban era la creencia en un fundador específico de la comunidad y una asociación con un punto particular desde donde esa persona había emergido de la tierra: un paqarisca.

La adoración de larga data del sol, la luna, las estrellas y los planetas entre las antiguas comunidades andinas eran otra creencia perpetuada por los incas. Los chamanes también, con su temida habilidad para lanzar hechizos y talento particular para la adivinación, por medio de la lectura de isondables signos en el fuego, intestinos de llamas y cosas relacionadas, se mantuvieron como importantes figuras en el mundo inca. Cuzco era reputado por tener 475 de ellos, siendo el más importante el yacarca, el tutor personal del gobernador. Otra tradición andina milenaria que los incas continuaron era la creencia en los oráculos, los más famosos de ellos estaban en Chavín y Pachacamac.

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La creación del mundo

INTI ERA EL DIOS INCA MÁS IMPORTANTE YA QUE ERA EL DIOS DEL SOL Y EL PATRÓN DEL IMPERIO Y LA CONQUISTA.

Para los propios incas, el mundo fue creado en el lago Titicaca, considerado por mucho tiempo como un lugar sagrado para la gente andina y visitado por los mandatarios incas en peregrinaciones regulares. El dios creador Wiracoqa Pacayacaciq (o simplemente Viracocha), un día, en la Isla Sagrada del Sol en el lago Titicaca, creó una raza de gigante. Pero como los encontró muy grandes para su propósito, hizo a los humanos en una escala más pequeña. La primera raza de humanos molestó a Viracocha con su codicia y arrogancia y así, como castigo convirtió a algunos en piedras y a otros en tierra y fenómenos naturales. Entonces envió una gran inundación para dejar la tierra limpia y salvó solo a tres humanos para que pudieran comenzar la raza otra vez. También en el lago Titicaca, Viracocha hizo al Sol, la Luna y las estrellas. Luego el dios fue viajando alrededor disfrazado como mendigo y haciéndose llamar Kon-Tiki, entre muchos otros nombres. Hizo tallados en Tiwanaku, estableció Cuzco para la dirección de la pareja inca fundadora Manco Capac y Mama Ocllo allí, y en general enseñó a la gente las artes civilizadoras. Entonces, cuando llegó a la costa, se alejó misteriosamente sobre el mar al oeste y prometió un día que sus mensajeros retornarían.

Viracocha
Viracocha
André Mellagi (CC BY-NC-SA)

Inti y el Templo del Sol

Inti era el dios inca más importante así como el dios del Sol y el patrón del imperio y la conquista. Su hogar de abundancia también era el destino en la próxima vida para quienes vivían vidas buenas en esta. El rey Inca o gobernante era considerado divino y un descendiente vivo de Inti, lo que legitimaba el derecho divino inca de gobierno. Se mantenía una estatua de oro de Inti, representado como un chico pequeño sentado y conocido como Punchao, en el Templo del Sol, en el complejo sagrado de Coricancha (Qorikancha) en Cuzco. Con rayos proyectándose de su cabeza y decorada con joyería de oro, el estómago de esta figura se usaba como receptáculo de los despojos mortales para los órganos vitales de los reyes incas anteriores. Cada día la estatua se sacaba fuera del templo para tomar sol. Luego de la conquista española, la figura se sacó y ocultó, y nunca se volvió a encontrar. Asimismo, los invasores europeos robaron los 1400 kilos de oro que cubría el exterior e interior del Templo del Sol. Junto con la Coricancha, Inti tenía el complejo del templo-fortaleza de Sacsahuaman dedicado a él, ubicado justo a las afueras de Cuzco.

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El bienestar del rey y del Imperio inca y la garantía de una buena cosecha estaba enteramente en las manos de Inti. El dios era servido por un dedicado Sumo Sacerdote (Villaq Umu), la figura religiosa más alta del mundo inca, asistido por un equipo de jóvenes sacerdotisas vírgenes, las acllas (o acyllyaconas). Cada ciudad inca principal tenía un templo al dios y una gran cantidad de recursos estaban dedicados a él. Incluso la tierra y los rebaños estaban reservados especialmente para Inti y toda una provincia cercana al lago Titicaca estaba apartada para él. La Coricancha fue un paso más lejos, donde había campos de maíz con llamas de tamaño natural y pastores constuidos con oro puro y dedicados al Sol.

Una de las ceremonias más importantes para la adoración de Inti era el Inti Raymi, de 8 a 9 días, que se hacía en cada solsticio el mes de junio (invierno) en una planicie fuera de Cuzco. Se hacían sacrificios, se ofrecían libaciones de agua y cerveza de chicha, y toda la nobleza y el sacerdocio participaban en una lujosa fiesta de de celebración y canto que también marcaba el inicio de la temporada de arado. Otro festival importante en honor a Inti y Viracocha era el Qhapaq Ucha, donde se esperaba que todas las ciudades que cruzaban el imperio mandaran uno o dos niños de buena apariencia (copacochas) para ser sacrificados en la ceremonia en Cuzco y en la procesión subsecuente de peregrinaje a varios sitios sagrados importantes a lo largo del Imperio inca. La muerte era por estrangulamiento o extirpación del corazón, se creía que con estas ofrendas se garantizaba la continuidad del bienestar del gobernador y su gente.

Inca Gold Sun Mask
Máscara solar de oro inca
Andrew Howe (CC BY-NC-SA)

Otros dioses

Además de Inti, la sagrada Coricancha también tenía un templo dedicado a la diosa de la Luna Mama Kilya, uno al dios creador Viracocha, y otro a Illapa, el dios de los truenos; el templo más grande se llamaba Pukamarka. Mama Kilya se consideraba importante ya que gobernaba el calendario ceremonial, mientras que Illapa traía la lluvia y las tormentas ya que el trueno se producía al blandir su honda, mientras que los relámpagos provenían del destello de sus ropas de plata. El dios Cuichu y el dios arcoíris (para los incas un mal presagio) y la personificación de Venus (Chaska-Qoylor) tenían sus propios templos entre los otros dentro del complejo sagrado de Coricancha.

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Deidades menores, aunque igual de importantes en sus dominios particulares, incluyen a la diosa de la tierra Pachamama, en cuyo honor los agricultores construyeron un altar de piedra en el centro de sus campos donde pudieran ofrecer sacrificios fácilmente en la esperanza de una buena cosecha. Pachamac ("Creador de la Tierra") era un oráculo celebrado y dios creador, especialmente en las provincias. Particularmente asocidado con los terremotos, tenía una ciudad-templo entera, Pachacamac, construida en su honor, donde había un gran ídolo de madera del dios, al cual los peregrinos visitaban para oír su consejo. Finalmente, la gente de la costa tenía a Mamacocha ("Madre de los Lagos y las Aguas") en estima particularmente alta. Estos y otros dioses tenían más de 400 santuarios solo en Cuzco.

Los incas eran observadores interesados en los cuerpos celestes y habían dominado sus movimientos y ciclos. En consecuencia, las estrellas, constelaciones, y planetas tenían sus representaciones personificadas, especialmente las Pléyades (Qollqa), la Vía Láctea (Mayu), el Cinturón de Orión y Venus (Chaska Cuyllor). En general parece que todas las criaturas tenían su propio equivalente estelar particular que, de alguna forma, gobernaba y protegía a todas las especies físicas sobre la tierra.

Coricancha, Cuzco
Coricancha, Cuzco
Canopic (CC BY-NC-ND)

Formas de adoración

Los dioses incas, por tanto, eran adorados con la construcción de templos (wasi) y sitios sagrados (huacas) donde se celebraban las ceremonias, se hacían las oraciones, y se entregaban las ofrendas. Un sacerdocio jerárquico organizaba tales ceremonias, dependiendo su estatus respecto del dios honrado. Para satisfacer a los dioses y mantener el statu quo se sacrificaban bienes y animales preciosos, especialmente llamas (las blancas a Inti, las marrones a Viracocha y las moteadas a Illapa). También se sacrificaba a los humanos, incluidos los niños (aunque a menor escala que en otras culturas americanas), normalmente golpeándoles en la cabeza mientras estaban bajo los efectos del alcohol que se les daba para que se alegraran cuando se encontraran por primera vez con su dios. Estas ofrendas más dramáticas se reservaban generalmente para épocas de grandes luchas, como sequías prolongadas, eclipses solares o una muerte real. Los sacrificios humanos también se producían tras las victorias en la guerra y se ofrecían en muchos de los santuarios sagrados de alta montaña que salpicaban el imperio.

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Huacas y ceque

Los incas pensaban que los dioses, espíritus, y ancestros fallecidos de hace largo tiempo podían manifestarse en la tierra en forma de objetos naturales como en los picos de montañas (apu), ríos, muelles, cuevas, afloramientos rocosos, e incluso en piedras de forma particular. Estos lugares a veces se modificaban para acentuar las características inusuales y se trataban como santuarios con poder especial para influir en la realidad. Se les conocía como huacas (wak´a) y, en el caso de las piedras, se llevaban a palacios y tumbas para su custodia, en ocasiones, incluso se transportaban en expediciones militares. La gente dejaba ofrendas en las huacas, especialmente conchas marinas, textiles, coca, bienes preciosos, figuritas de barro y y se hacían sacrificios, más comúnmente de llamas y cuyes.

Intihuatana Stone, Machu Picchu
Piedra de Intihuatana, Machu Picchu
Flickr User: David (CC BY-NC-ND)

Las huacas también se podían usar como lugar para hacer observaciones astronómicas. Quizás la más famosa es el "poste de amarre del sol" (intihuatana) en el punto más alto de Machu Picchu, que se usaba para conectar simbólicamente el sol a la tierra mediante una cuerda especial en cada solsitcio. Sin embargo, el puesto de observación más importante era el usnu, una plataforma elevada en una plaza de Cuzco. Contaba con un pilar de piedra que se utilizaba para las observaciones astronómicas y un trono de adamantina para que el rey inca viera las fiestas religiosas. Todos estos lugares sagrados (unos 328) estaban unidos a Cuzco, el centro del mundo inca, por 41 líneas conocidas como ceque (zeq'e) que podían ser senderos físicos o líneas de visión, creando así una red sagrada imaginaria con Cuzco en su centro.

Adoración a los ancestros y momias

Las generaciones más viejas (ayllu) nunca fueron olvidadas por la sociedad inca y las tumbas se reabrían en momentos particulares para que la gente hiciera nuevas ofrendas al difunto. Estas adoptaban la forma de bienes preciosos y comida, e incluso a veces se construían canales que permitían verter libaciones en la tumba sin perturbarla. Los individuos especialmente importantes que habían fallecido podían ser representados en la comunidad mediante estatuas, especialmente el fundador de la comunidad, cuyo ídolo era el objeto más preciado de la misma. De hecho, los incas explotaron esta tradición y a menudo secuestraron los ídolos de las comunidades conquistadas, manteniéndolos como rehenes en el Cuzco para asegurar la conformidad de los vencidos.

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Los cuerpos de los miembros importantes de la comunidad solían momificarse, principalmente mediante procesos de desecación y alcohol, y luego se envolvían en tejidos y se ataban con cuerdas en posición fetal. Las momias se colocaban en tumbas, en habitaciones especiales de un mausoleo comunitario o en cuevas sagradas (machay), como es el caso de la sierra de Cajatambo, donde los españoles descubrieron más de 1800 momias.

El internamiento no solía ser permanente, ya que de vez en cuando se sacaba a las momias de sus tumbas para que participaran de algún modo en los acontecimientos importantes de la comunidad, como los matrimonios y las cosechas. La participación más famosa de los antepasados fallecidos en la vida de los vivos fue el papel de las momias de los antiguos gobernantes, los mallquis. Estos eran mimados durante las ceremonias importantes en Cuzco, vestidos con ropas finas e incluso alimentados ritualmente. Sus opiniones eran "consultadas" por sacerdotes y asistentes dedicados (mallquipavillac) cuando había que tomar decisiones importantes y eran invitados de honor en la fiesta del Inti Raymi.

Ancient Andean Mummy Bundle
Conjunto de momias andinas antiguas
Steve Montgomery (CC BY-NC-SA)

La desaparición de los incas

Es interesante notar que, tras la caída de los incas, su religión estatal y, en particular, la adoración al Sol, cayó rápidamente en desgracia entre las comunidades de fuera de Cuzco, que durante mucho tiempo habían preferido a la Luna como dios principal. Los templos construidos por los incas y la tierra reservada a Inti fueron abandonados como lugares de culto y se dedicaron a otros usos. La gente abandonó el calendario solar y retornó a sus prácticas tradicionales de adoración de sus propios dioses, sitios sagrados, y ancestros. Las creencias locales de los antiguos pueblos andinos demostraron ser resilientes entonces pero, en cierto modo, así también lo hicieron los elementos únicos de la religión inca, como, ya que, en un renacimiento de finales del siglo XX d.C., tras siglos de dominación católica, muchas de las ceremonias y tradiciones incaicas, en particular el festival del Inti Raymi y las peregrinaciones a las montañas, se revivieron y siguen representándose anualmente en el Perú actual.

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Sobre el traductor

Felipe Arancibia
Estudié el grado en antropología social, en la Pontificia Universidad Católica de Chile, desde el 2016 al 2020. Fui estudiante de intercambio en la UNAM, Ciudad de México, el primer semestre de 2018. Máster en Lógica de la Universidad de Valladolid.

Sobre el autor

Mark Cartwright
Mark es un autor, investigador, historiador y editor de tiempo completo. Se interesa, en especial, por el arte y la arquitectura, así como por descubrir las ideas compartidas por todas las civilizaciones. Tiene una maestría en filosofía política y es el director de publicaciones de World History Encyclopedia.

Cita este trabajo

Estilo APA

Cartwright, M. (2016, febrero 15). La religión inca [Inca Religion]. (F. Arancibia, Traductor). World History Encyclopedia. Recuperado de https://www.worldhistory.org/trans/es/1-14408/la-religion-inca/

Estilo Chicago

Cartwright, Mark. "La religión inca." Traducido por Felipe Arancibia. World History Encyclopedia. Última modificación febrero 15, 2016. https://www.worldhistory.org/trans/es/1-14408/la-religion-inca/.

Estilo MLA

Cartwright, Mark. "La religión inca." Traducido por Felipe Arancibia. World History Encyclopedia. World History Encyclopedia, 15 feb 2016. Web. 20 dic 2024.

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