El Libro de los muertos es una colección de encantamientos que le ayudan al alma de la persona difunta guiarse en la otra vida. Este célebre título se lo pusieron los estudiosos occidentales; el título real se traduciría como El libro de la salida al día o Encantamientos para salir de día.
Una traducción más adecuada sería el Libro de la vida, ya que su propósito era asegurarle a la persona no solo la supervivencia a la muerte del cuerpo, sino también la promesa de la vida eterna en un reino muy parecido al mundo que el alma acababa de dejar atrás. Los encantamientos le daban esta seguridad a la persona mediante detalles precisos de lo que cabía esperarse tras la muerte y el tipo de conocimiento necesario para llegar al paraíso.
Aunque a menudo se habla de esta obra como "la Biblia del antiguo Egipto", no lo es, aunque ambas obras comparten la similitud de ser antiguas recopilaciones de textos escritos en diferentes épocas que acabaron por reunirse en un libro. El Libro de los muertos nunca se codificó y ninguno es exactamente igual a otro. Se creaban específicamente para cada persona que podía permitirse comprar uno, a modo de manual para la otra vida. La egiptóloga Geraldine Pinch explica:
El Libro de los muertos egipcio es un término acuñado en el siglo XIX para referirse a un conjunto de textos que los antiguos egipcios conocían como Encantamientos para salir de día. Después de que los egiptólogos lo tradujeran por primera vez, se hizo un hueco en el imaginario popular como la Biblia de los egipcios. Pero esta comparación es inadecuada. El Libro de los muertos no era el libro sagrado central de la religión egipcia. Sencillamente era una serie de manuales compuestos para ayudar a los espíritus de los difuntos de la élite a conseguir, y mantener, una vida plena en el más allá. (26)
El más allá se consideraba una continuación de la vida terrenal y, tras sobreponerse a varias dificultades y pasar por el juicio del Salón de la Verdad, estaba el paraíso que era un reflejo perfecto de la vida en la tierra. Una vez que el alma había pasado el juicio, cruzaba el Lago de los Lirios para descansar en el Campo de los Juncos, donde encontraría todo lo que había perdido en vida y de lo que podría disfrutar eternamente. No obstante, para llegar al paraíso, había que saber a dónde dirigirse, cómo dirigirse a ciertos dioses, que decir en ciertos momentos, y cómo comportarse en la tierra de los muertos; para todo esto, un manual para la otra vida sería extremadamente útil.
La historia
El Libro de los muertos se originó a partir de conceptos representados en las pinturas e inscripciones de las tumbas ya desde la Dinastía III de Egipto (en torno a 2670 - 2613 a.C.). Para la Dinastía XII (1991 - 1802 a.C.) estos encantamientos, con sus ilustraciones, se escribían en papiro y se colocaban en las tumbas de los muertos.
Su propósito, según explica la historiadora Margaret Bunson, "era instruir al difunto sobre cómo sobreponerse a los peligros de la otra vida permitiéndole asumir la forma de varias criaturas míticas y proporcionándole los códigos necesarios para ser admitido a ciertas partes del inframundo" (47).
Sin embargo, también servían para proporcionarle al alma el conocimiento por adelantado de qué esperarse en cada momento. Tener el Libro de los muertos en la tumba sería el equivalente a que un estudiante de la actualidad se hiciera con las respuestas de todos los exámenes de cada curso del colegio.
En algún momento antes de 1600 a.C. los encantamientos se dividieron en capítulos y, para la época del Imperio Nuevo de Egipto (en torno a 1570 - alrededor de 1069 a.C.), el libro era muy popular. Había escribas expertos en encantamientos, a los que se les pedía que compilaran libros hechos a medida para una persona o una familia. Bunson apunta, "Estos encantamientos y códigos no eran parte de un ritual, sino que se creaban para la persona difunta, para que los recitara en la otra vida" (47). Si alguien estaba enfermo y temía que se podía morir, le pedía a un escriba que le compusiera un libro de encantamientos para la otra vida. El escriba tendría que saber qué tipo de vida había llevado la persona para poder sacar conclusiones del tipo de viaje que podía esperarse en la otra vida; con eso, escribía los encantamientos apropiados específicos para esa persona.
Antes del Imperio Nuevo, el Libro de los muertos solo estaba al alcance de la realeza y la élite. La popularidad del mito de Osiris en el periodo del Imperio Nuevo hizo que la gente creyera que los encantamientos eran indispensables porque Osiris tenía un papel tan importante durante el juicio del alma en la otra vida. Como cada vez había más gente que quería su propio Libro de los muertos, los escribas se aplicaron y el libro se convirtió en otro producto más a la venta.
De la misma manera que las editoriales hoy en día ofrecen un servicio de impresión por encargo, o libros autopublicados, los escribas les ofrecían diferentes "paquetes" a sus clientes. Podían poner tantos encantamientos en el libro como se pudieran permitir. Bunson escribe, "La persona podía decidir el número de capítulos a incluir, el tipo de ilustraciones y la calidad del papiro utilizado. El único límite eran los recursos económicos del cliente" (48).
Desde el Imperio Nuevo hasta la Dinastía ptolemaica (323 - 30 a.C.), el Libro de los muertos se produjo de esa manera. Siguió variando de forma y tamaño hasta alrededor de 650 a.C., cuando se fijaron 190 encantamientos, pero aún entonces la gente podía añadir o quitar lo que quisiera del texto. El Libro de los muertos de la Dinastía ptolemaica que perteneció a una mujer llamada Tentruty tenía el texto de las Lamentaciones de Isis y Neftis añadido, aunque nunca se incluyó como parte del Libro de los muertos. Otras copias del libro se siguieron produciendo con más o menos encantamientos, dependiendo de lo que se pudiera permitir el cliente. No obstante, uno de los hechizos que parece estar presente en todas las copias es el número 125.
Hechizo 125
El hechizo 125 es el más conocido de todos los textos del Libro de los muertos. La gente que no conoce el libro, pero tiene siquiera un conocimiento superficial de la mitología egipcia, conoce el encantamiento aun sin saberlo. El hechizo 125 describe el juicio del corazón del difunto que hace el dios Osiris en el Salón de la verdad, una de las imágenes más conocidas del antiguo Egipto, a pesar de que nunca se describe al dios con la balanza en el texto. Como era vital que el alma pasara el juicio del pesaje del corazón para poder llegar al paraíso, saber cómo actuar y qué decir frente a Osiris, Thot, Anubis y los Cuarenta y Dos jueces estaba considerada como la información más importante con la que podía llegar el difunto.
Cuando la persona moría, Anubis la guiaba al Salón de la verdad (o también Salón de las dos verdades) donde realizaría la Confesión Negativa (también conocida como la Declaración de Inocencia). Esta era una lista de 42 pecados que la persona podía decir honestamente que no había cometido. Una vez realizada la Confesión Negativa, Osiris, Thot, Anubis y los Cuarenta y Dos jueces conferían entre ellos y si la aceptaban, pesaban el corazón del difunto contra la pluma blanca de Ma'at, la pluma de la verdad. Si se establecía que el corazón pesaba menos que la pluma, entonces el alma continuaba hacia el paraíso; si pesaba más, se arrojaba al suelo donde lo devoraría la diosa monstruo Ammut y el alma dejaría de existir.
El encantamiento 125 empieza con una introducción para el lector (el alma): "Lo que habría que decir al llegar al Salón de la Justicia, para purgar ______[el nombre de la persona] de todo el mal que ha cometido y mirar a los dioses a la cara". El encantamiento empieza diciéndole muy claramente al alma exactamente lo que tiene que decir cuando se encuentre con Osiris:
¡Alabado, gran dios, Señor de la justicia! Vengo a usted, mi señor, para que me lleve y pueda ver su belleza porque lo conozco y conozco su nombre y conozco los nombres de los cuarenta y dos dioses que están con usted en este Salón de la Justicia, que viven con quieres aprecian el mal y se tragan su sangre en el día del juicio de personajes en presencia de Wennefer [otro nombre de Osiris]. Contempla al doble hijo de las cantantes; Señor de la Verdad es su nombre. Mira que he venido a ti, he traído la verdad, he repelido la mentira por ti. No he cometido mentiras contra los hombres, no he empobrecido a mis socios, no he hecho mal en el Lugar de la Verdad, no he aprendido lo que no es...
Tras este prólogo, el alma recita la Confesión Negativa y es cuestionada por los dioses y los Cuarenta y Dos jueces. Llegados a este punto, hacía falta cierta información muy específica para ser juzgado favorablemente por los dioses. Había que saber los nombres de los diferentes dioses y de qué eran responsables, pero también había que saber detalles como los nombres de las puertas de la sala y el piso por el que había que pasar; había que saber hasta los nombres de los propios pies. A medida que el alma le ofrecía a cada deidad y cada objeto la respuesta correcta, los oiría decir, "Nos conoces; pasa" y seguiría adelante. En cierto momento, el alma tiene que responderle al suelo sobre sus propios pies:
"No dejaré que me pises", dice el suelo del Salón de la Justicia.
"¿Por qué no? Soy puro".
"Porque no conozco los nombres de esos pies con los que me pisas. Dímelos".
"'Imagen secreta de Ha' es el nombre de mi pie derecho; 'Flor de Hathor' es el nombre de mi pie izquierdo".
"Nos conoces; pasa".
El encantamiento acaba con lo que debería llevar puesto el alma cuando va a ser juzgada y cómo debería recitar el encantamiento:
El procedimiento correcto en este Salón de la Justicia: Hay que recitar este hechizo pura y limpiamente, vestido con ropas blancas y sandalias, con los ojos pintados de negro y ungido de mirra. Se le ofrecerán carne y aves de corral, incienso, pan, cerveza y hierbas cuando hayas puesto este procedimiento escrito sobre un suelo limpio de ocre recubierto de tierra sobre el que no hayan pisado cerdos ni ganado menor.
Después de esto, el escriba que compuso el hechizo se congratula a sí mismo por un trabajo bien hecho y le asegura al lector que él, el escriba, perdurará, así como sus hijos, por su parte en proporcionar el hechizo. Le irá bien, dice, cuando él mismo se presente al juicio y "lo conducirán con los reyes del Alto Egipto y el Bajo Egipto y estará en la estancia de Osiris. Un asunto mil veces cierto". Como proporcionaban los hechizos, los escribas se consideraban parte del funcionamiento de la otra vida, así que tenían asegurada una bienvenida favorable en el inframundo y el pasaje al otro mundo.
Para la gente normal, e incluso para el rey, todo el proceso era mucho más incierto. Si se contestaba correctamente a todas las preguntas, y el corazón era más ligero que la pluma de la verdad, y si se lograba ser amable con el barquero divino que ayudaba a las almas a cruzar el Lago de los Lirios pero era un cascarrabias, entonces se podría llegar al paraíso. El Campo de los Juncos egipcio, a veces conocido como Campiña de las Ofrendas, era exactamente lo que se había dejado atrás. Una vez allí, el alma se reunía con sus seres queridos e incluso con las mascotas. El alma viviría en un reflejo del hogar que siempre había conocido, con el mismo patio, los mismos árboles y los mismos pájaros que cantaban cada mañana, y todo esto se podría disfrutar eternamente en presencia de los dioses.
Otros hechizos e ideas erróneas
A pesar de todo, había bastantes errores que el alma podía cometer, desde su llegada al Salón de la Verdad hasta el viaje en el barco y la llegada al paraíso. El Libro de los muertos incluye hechizos para cualquier clase de circunstancia, pero no parece que la supervivencia estuviera asegurada en todas estas trabas. El antiguo Egipto tiene una historia larga y, al igual que en cualquier otra cultura, las creencias fueron cambiando con el tiempo, una y otra vez.
No todos los detalles descritos anteriormente formaban parte de la visión del más allá en todas las eras de la historia del país. En algunos periodos las modificaciones fueron mínimas, mientras que en otros el más allá se ve como un viaje peligroso hacia un paraíso que no es sino temporal. En algunos momentos de la cultura, el camino hacia el paraíso era muy recto tras superar el juicio de Osiris, mientras que en otros podía haber cocodrilos asediando al alma o giros peligrosos en el camino, donde los demonios podían engañar o incluso atacar al alma.
En estos casos, el alma necesitaba hechizos para sobrevivir y llegar al paraíso. Entre los hechizos del libro había títulos como "para ahuyentar un cocodrilo", "para alejar una serpiente", "para que no te coma una serpiente en el reino de los muertos", "para no morir otra vez en el reino de los muertos", "para transformarse en un halcón divino", "para transformarse en un loto", "para transformarse en un fénix" y demás.
Los hechizos de transformación se han hecho famosos gracias a alusiones populares al libro en las producciones de televisión y de cine, lo que ha dado lugar a un entendimiento erróneo de que el Libro de los muertos es una especie de obra de magia del estilo de Harry Potter que los antiguos egipcios usaban para ritos místicos. El Libro de los muertos, como ya se ha dicho, nunca se usó para transformaciones mágicas en la tierra; los hechizos solo funcionaban en la otra vida. La afirmación de que el Libro de los muertos era algún tipo de texto de hechicero es tan equivocada e infundada como la comparación con la Biblia.
El Libro de los muertos egipcio tampoco tiene nada que ver con el Libro de los muertos tibetano, aunque ambos también se suelen equiparar. El Libro de los muertos tibetano (cuyo nombre real, Bardo Thodol, significa "Gran liberación mediante la escucha durante el estado intermedio") es una colección de textos que se leen a una persona que se está muriendo o acaba de morirse y sirven para explicarle al alma, paso por paso, lo que está ocurriendo. La similitud con la obra egipcia reside en que su objetivo es reconfortar al alma y guiarla fuera del cuerpo y a la otra vida.
El Libro de los muertos tibetano, por supuesto, lidia con una cosmología o un sistema de creencias totalmente diferente, pero la diferencia más importante es que está diseñado para que los vivos se lo lean a los muertos; no es un manual para que los muertos mismos lo reciten. Ambas obras han sufrido a causa de la etiqueta "Libro de los muertos", que llama la atención de quienes creen que son o bien claves para el conocimiento iluminado u obras del diablo a evitar. En realidad, no son ni lo uno ni lo otro. Ambos libros son creaciones culturales diseñadas para hacer que la muerte sea una experiencia más llevadera.
Los hechizos de todo el Libro de los muertos, independientemente de la era en la que se escribieron o recopilaron, prometían una continuación de la existencia tras la muerte. Al igual que en la vida, había pruebas y había giros inesperados en el camino, áreas y experiencias a evitar, amigos y aliados que conservar, pero al final el alma podía esperar una recompensa por vivir una vida buena y virtuosa.
Para los que se quedaban atrás en la vida, los hechizos se habrían interpretado de la misma manera que la gente interpreta hoy en día el horóscopo. El horóscopo no se escribe para enfatizar las características malas de la persona, ni tampoco se lee para sentirse mal; de la misma manera, los hechizos se creaban para que alguien que todavía estaba vivo pudiera leerlo, pensar en su ser querido en la otra vida y sentirse seguro de que había llegado sano y salvo al Campo de los Juncos.