La tercera guerra púnica fue un conflicto bélico en el que se enfrentaron Cartago y Roma entre el 149 y el 146 a.C. Cartago ya había perdido dos guerras contra Roma, pero su ataque a sus vecinos númidas le dio a los romanos la excusa perfecta para aplastar de una vez por todas a este problemático enemigo. Luego de un prolongado asedio, la ciudad fue saqueada y los cartagineses fueron vendidos como esclavos.
Como Catón había declarado célebremente en el Senado romano, “Cartago debe ser destruida”. Por lo tanto, una de las mayores potencias en el antiguo Mediterráneo fue borrada del mapa para siempre.
Cartago había perdido la primera guerra púnica (264-241 a.C.) y el control de Sicilia. Más adelante, fue derrotada nuevamente en la segunda guerra púnica (218-201 a.C.) y perdió su imperio español, su flota y su independencia para actuar militarmente. En ambas guerras, Roma obligó a los cartagineses a pagar cuantiosas reparaciones. No obstante, Cartago se recuperó relativamente rápido de la segunda guerra púnica, y se encontraron monedas y bienes comerciales de este período por todo el Mediterráneo (incluso en los Balcanes) que demuestran la prosperidad de la ciudad gracias al comercio. También, Cartago mantuvo relaciones amistosas con Roma ya que exilió a su gran general Aníbal, el enemigo número uno de los romanos, cuando huyó a la corte de Antíoco III. Además, la ciudad se convirtió en una fuente importante de trigo y cebada para Roma; los cartagineses se las arreglaron para pagar las reparaciones de la segunda guerra púnica e incluso proporcionaron asistencia militar a las campañas de Roma en otros lugares.
Sin embargo, a medida que avanzaba el siglo II a.C., los cartagineses se volvieron gradualmente más agresivos en sus demandas para controlar su propio destino. Estaban profundamente ofendidos por la pérdida de su territorio a manos del reino de Numidia, gobernado por Masinisa. Los númidas habían expandido su territorio de forma constante a tal punto que consiguieron ocupar la mitad del territorio que controlaba Cartago en el año 200 a.C. Los cartagineses respondieron a un ataque en Oroscopa enviando a un ejército de 31.000 hombres para enfrentarse al rey númida en el 150 a.C. La campaña de Cartago fue un desastre y su ejército fue aniquilado, pero ahora Roma tenía la excusa perfecta para aplastar de una vez por todas a su antiguo enemigo, saquear Cartago y obtener fácilmente un botín de guerra. Figuras como Marco Porcio Catón (Catón el Viejo), quien había visto de primera mano el resurgimiento de Cartago durante una visita diplomática en el 153 a.C., demandaban constantemente en el Senado romano que, como los cartagineses habían librado una guerra sin permiso de Roma, y, peor aún, lo habían hecho contra un aliado de Roma, “Cartago debe ser destruida”. La tercera guerra púnica estaba a punto de comenzar.
“Cartago debe ser destruida” Catón el Viejo al Senado romano.
Los cartagineses enviaron emisarios a Roma para explicar sus acciones y sus quejas contra Masinisa, pero fueron rechazados. Muchos senadores habían apoyado la idea de iniciar acciones militares contra Cartago durante los últimos dos o tres años y ahora parecía que ese momento había llegado. Luego, un suceso importante puede que haya persuadido a los miembros del Senado más cautelosos. La ciudad de Útica, que había sido aliada de Cartago por mucho tiempo, intuyó lo que estaba por suceder y, quizás sabiamente, se unió a la causa romana. Útica podía proveer un buen puerto para una fuerza de invasión romana a solo un día de navegación de Cartago. En el 149 a.C., el Senado continuó con la farsa diplomática solicitando la entrega de 300 niños nobles cartagineses como rehenes, pero luego reveló sus verdaderas intenciones cuando finalmente declaró la guerra contra Cartago por tercera vez. Se desplegó un ejército de hasta 80.000 soldados de infantería y 4.000 de caballería en el norte de África.
Los romanos primero exigieron a Cartago una rendición incondicional que incluía disolver su ejército, entregar todas las armas y liberar a todos los prisioneros. Además, se ordenaba a los cartagineses abandonar Cartago completamente y asentarse en otro lugar que esté a no menos de 16 kilómetros de la costa. Esto último podría indicar las intenciones de Roma de destruir Cartago independientemente de lo que suceda. Cartago, ahora sin mucho que perder, decidió resistir. Se liberó a los esclavos de la ciudad y se ordenó la vuelta de un ejército cartaginés de 30.000 hombres que se encontraba en la frontera con Numidia. La ciudad y sus 200.000 habitantes se prepararon para lo que terminaría siendo un asedio de tres años.
Los cónsules Marcio Censorino y Manio Manilio dirigían las fuerzas romanas pero los primeros enfrentamientos no dieron buenos resultados y Cartago, que contaba con enormes fortificaciones, resistió el asedio romano. Cartago estaba protegida detrás de alrededor de 34 kilómetros de murallas defensivas; algunas partes estaban construidas en una línea defensiva triple mientras que otras secciones estaban protegidas por empalizadas, fosos y el mar. Las murallas aguantaron todo lo que los romanos les tiraron. Más importante aún, los romanos no fueron capaces de bloquear completamente el puerto a través del cual navíos mercantes conseguían reaprovisionar a la ciudad. Además, los cartagineses realizaban incursiones para contraatacar, algunas incluso con brulotes que incendiaron la flota romana. En otra incursión, consiguieron destruir algunas de las armas de asedio romanas. Luego, una epidemia azotó a los asediadores durante el largo y caluroso verano de 148 a.C.
Mientras tanto, el ejército cartaginés resistía incansablemente en el campo. La ciudad de Hippo Dyarrhytus se negó a rendirse luego de constantes ataques romanos liderados por el cónsul Pisón e incluso los númidas, liderados por un nuevo rey, Bithyas, enviaron 800 jinetes para que se unieran al ejército cartaginés. Al principio, los romanos esperaban una rendición fácil y rápida, pero ahora empezaba a parecer que la tercera guerra púnica podría escalar a las proporciones épicas de las guerras anteriores.
Se tomaron medidas más drásticas en el 147 a.C cuando los romanos, ahora comandados por el joven y competente cónsul Publio Cornelio Escipión Emiliano, construyeron una mejor muralla de asedio alrededor de Cartago y de su puerto, incluido un espigón en el extremo sur de la ciudad. Esta estructura bloqueaba el único acceso al puerto comercial de Cartago, que a su vez llevaba al gran puerto circular interior. Finalmente, Cartago ya no podía ser abastecida por mar. Desesperados, los cartagineses enviaron dos veces una pequeña flota para intentar romper el bloqueo navegando a través de una nueva salida al puerto pero ambas veces se vieron forzados a retirarse.
Luego, Escipión atacó sistemáticamente las murallas cerca del puerto usando el espigón como base. Los cartagineses respondieron atacando y quemando algunas armas de asedio romanas, pero Escipión persistió y pudo tomar el control de la nueva entrada que habían excavado los cartagineses. Una vez más, la ciudad estaba totalmente aislada, y Escipión hacía que el asedio pareciera mucho más fácil que sus predecesores. El ejército cartaginés estaba rodeado en Neferis, 25 kilómetros al sur de Cartago, y no era capaz de defender la ciudad. En el invierno del 147 al 146 a.C, Escipión tuvo la confianza suficiente para dejar a Cartago ahogándose por su asedio y derrotó al ejército que estaba en Neferis luego de un asedio que duró 3 semanas.
Cartago destruida
El último golpe de parte de los romanos tuvo lugar en la primavera del 146 a.C, cuando lanzaron un ataque sobre Cartago con todas sus fuerzas. De nuevo, el área del puerto fue elegida como punto de entrada. Esta vez, los romanos atravesaron las defensas y lentamente avanzaron dentro de la ciudad. Luego de siete días de combates urbanos feroces y de tiempo perdido por saqueos llevados a cabo por legionarios indisciplinados, solo faltaba capturar la ciudadela. Allí, el comandante cartaginés Asdrúbal y 900 desertores romanos desesperados resistieron en el templo de Eshmún. Sabían que no les tendrían piedad y probablemente se arrepentían de que Asdrúbal torturase prisioneros romanos en las almenas, incluso si lo había hecho para fortalecer la determinación de los cartagineses. A medida que el asalto romano ganaba terreno, Asdrúbal se entregó, pero su esposa, avergonzada y enfurecida, se lanzó junto con sus dos hijos a la pira funeraria a la que también se lanzaron los últimos soldados que quedaban. Cartago había caído finalmente.
Cartago bajo asedio
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Todos los habitantes fueron esclavizados y la ciudad fue totalmente destruida (el mito de que se esparció sal para evitar que esas tierras sean pobladas nuevamente es una invención posterior). Se lanzó una maldición sobre cualquier persona que intentase repoblar el área. El norte de África se convirtió en una provincia romana mientras que a las ciudades que habían sido leales a Roma, como la nueva capital, Útica, se les dio el privilegio de estar exentas de impuestos. Por sus hazañas, Escipión se convirtió en Cornelio Escipión Emiliano Africano (posteriormente conocido como Escipión el Africano el Joven para distinguirlo de su abuelo homónimo, Escipión el Africano el Viejo) y se lo premió con un triunfo en Roma.
Cartago se mantendría deshabitada hasta que la ciudad fue refundada por Julio César y, un siglo después, Augusto fomentó su desarrollo. Como la historia la escriben los vencedores, la cultura púnica fue constantemente atacada y difamada por generaciones de escritores romanos, pero se mantuvo extraordinariamente resiliente, como también lo hizo el idioma púnico, en el campo y en asentamientos menores del norte de África por mucho tiempo después de que las guerras púnicas le quitaran su ciudad más representativa.
Alejandro Güimil es un estudiante de Traductorado Público en la Universidad de Buenos Aires. Desde que tiene memoria ha alimentado su fascinación por la historia a través de libros, artículos y videojuegos.
Mark es un autor, investigador, historiador y editor a tiempo completo. Se interesa, en especial, por el arte y la arquitectura, así como por descubrir las ideas compartidas por todas las civilizaciones. Tiene una maestría en filosofía política y es el director de publicaciones de World History Encyclopedia.
Cartwright, M. (2016, mayo 31). Tercera guerra púnica [Third Punic War].
(A. Güimil, Traductor). World History Encyclopedia. Recuperado de https://www.worldhistory.org/trans/es/1-14801/tercera-guerra-punica/
Estilo Chicago
Cartwright, Mark. "Tercera guerra púnica."
Traducido por Alejandro Güimil. World History Encyclopedia. Última modificación mayo 31, 2016.
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Estilo MLA
Cartwright, Mark. "Tercera guerra púnica."
Traducido por Alejandro Güimil. World History Encyclopedia. World History Encyclopedia, 31 may 2016. Web. 11 mar 2025.
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Escrito por Mark Cartwright, publicado el 31 mayo 2016. El titular de los derechos de autor publicó este contenido bajo la siguiente licencia: Creative Commons Attribution-NonCommercial-ShareAlike. Por favor, ten en cuenta que el contenido vinculado con esta página puede tener términos de licencia diferentes.