Asiria

Definición

Joshua J. Mark
por , traducido por Waldo Reboredo Arroyo
Publicado el 10 abril 2018
Disponible en otros idiomas: inglés, francés, griego
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Lion-Hunting Scene, King Ashurbanipal (by Osama Shukir Muhammed Amin, Copyright)
Escena de cacería de leones, Rey Asurbanipal
Osama Shukir Muhammed Amin (Copyright)

Asiria era la región ubicada en el antiguo Oriente Próximo que se extendió desde Mesopotamia (la actual Iraq) hasta el Asia Menor (hoy Turquía), y hacia el sur por todo Egipto bajo el nombre de Nuevo Imperio Asirio. El imperio tuvo un modesto origen en la ciudad mesopotámica de Assur (conocida como Subartu por los sumerios), al noreste de Babilonia, donde se enriquecieron los mercaderes que comerciaban con Anatolia, afluencia que generó el crecimiento y prosperidad de la ciudad.

Una interpretación de ciertos pasajes bíblicos del libro del Génesis asevera que Assur se fundó después del diluvio por un hombre llamado Assur, hijo de Sem, hijo de Noé, quien más tarde procedió a erigir otras importantes ciudades asirias. Una historia más verosímil es que en algún momento del III milenio a.C. la ciudad se bautizó como Assur en honor a la deidad de igual nombre, que además dio origen al término «Asiria». La versión bíblica del origen de Assur aparece más tarde en los registros históricos, fue la que al parecer adoptaron los asirios tras abrazar el cristianismo (la fecha más antigua de Génesis es cercana a 1450 a.C., y la más moderna el siglo V a.C.). Por ello se piensa que dicha variante, más acorde con el sistema de creencias acogido con posterioridad por los cristianos asirios, es una reinterpretación de su historia más antigua.

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En sus orígenes, los asirios eran un pueblo semita que hablaba y escribía acadio, hasta que se popularizó el arameo por ser más sencillo de emplear. Los historiadores dividen el ascenso y colapso del imperio asirio en tres periodos: el Imperio Antiguo, el Imperio Medio y el ImperioNuevo (conocido también como Imperio Neoasirio), aunque cabe resaltar que la historia de Asiria continuó tras su existencia. En la actualidad aún viven asirios en las regiones de Irán y del norte de Iraq, así como en otras zonas. El imperio asirio se considera el más grande de todos los imperios mesopotámicos tanto por su extensión, como por el desarrollo de una burocracia y estrategias militares que le permitieron crecer y prosperar.

La colonia comercial de karum kanesh era uno de los centros mercantiles más lucrativos del antiguo oriente PRÓXIMO.

El Imperio Antiguo

Si bien la ciudad de Assur existió desde el III milenio a.C., las ruinas que se conservan de esa población datan de 1900 a.C., que en la actualidad se considera la fecha en que se fundó la metrópoli. Según las inscripciones más antiguas su primer rey fue Tudiya, y quienes le sucedieron se conocieron como los «reyes que vivían en tiendas», lo cual sugiere más bien la idea de una comunidad pastoril antes que urbana.

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Sin lugar a dudas Assur fue un importante centro de comercio para la época, pero su forma y estructura no están claras. El rey Erishum I construyó el templo de Assur hacia el 1900-1905 a.C., fecha aceptada como la de fundación de una ciudad en ese sitio, aunque está claro hubo algún tipo de población allí anteriormente. El historiador Wolfram von Soden, escribe:

Debido a la escasez de fuentes, se conoce muy poco acerca de la Asiria del tercer milenio… Asiria perteneció al Imperio de Acadia en distintos períodos, así como a la Tercera Dinastía de Ur. Nuestras fuentes sobre ese período están constituidas por varios miles de cartas y documentos asirios provenientes de las colonias mercantiles de Capadocia, entre las cuales la más importante era Kanesh (la moderna Kultepe). (49-50)

Map of Mesopotamia, 2000-1600 BCE
Mapa de Mesopotamia, 2000-1600 a.C.
P L Kessler (Copyright)

La colonia mercantil de Karum Kanesh (el puerto de Kanesh) era uno de los centros de comercio más lucrativos del antiguo Oriente Medio, que sin duda resultaba de la mayor importancia para la ciudad de Assur. Los mercaderes de Assur viajaban hasta Kanesh, establecían negocios y después, tras colocar a cargo de ellos a empleados de confianza que por lo general eran familiares suyos, retornaban a Assur para supervisar sus asuntos desde allí. El historiador Paul Kriwaczek, anota:

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Las casas de comercio de Karum Kanesh prosperaron durante varias generaciones y algunas llegaron a ser extraordinariamente acaudaladas: eran los millonarios de la antigüedad. Sin embargo, no todos los negocios se mantenían dentro de la familia. Assur poseía un sofisticado sistema bancario y parte del capital que financiaba el comercio con Anatolia provenía de inversiones a largo plazo de especuladores independientes a cambio de una parte de las ganancias especificada por contrato. Un asirio de la época reconocería rápidamente la mayoría de lo que se maneja hoy en día en las transacciones mercantiles. (214-215)

El surgimiento de Assur

La riqueza generada por el comercio en Karum Kanesh le proporcionó al pueblo de Assur la estabilidad y seguridad necesarias para la expansión de la ciudad, lo que creó la base para el surgimiento del imperio. El comercio con Anatolia también resultó importante para proveerles materias primas a los asirios, a partir de las cuales perfeccionaron el arte de la herrería. Las armas de hierro de los militares asirios supusieron una ventaja decisiva en las campañas de conquista de toda la región del Oriente Medio. Sin embargo, antes que ello ocurriera, el paisaje político necesitaba un cambio.

Los pueblos conocidos como hurrita y hatti dominaban la región de Anatolia, y en el norte de Mesopotamia, Assur permanecía a la sombra de esas civilizaciones con mayor poder. Además de los hatti estaban los amorritas, que colonizaban la zona de forma constante, adquiriendo más tierras y recursos. El rey asirio Shamashi Adad I (1813-1791 a.C.) expulsó a los amorritas, aseguró las fronteras de Asiria, y proclamó a Assur capital del reino. Los hatti continuaron como fuerza dominante de la región hasta que los hititas los invadieron y asimilaron, hacia el 1700 a.C.

Sin embargo, mucho antes de esa época la preocupación que esos pueblos generaban cedió en importancia a la que constituía el aumento paulatino de poder de una ciudad del suroeste: Babilonia. Los amorritas incrementaban su fuerza en Babilonia desde hacía al menos 100 años, cuando accedió al trono el rey amorrita Sin Muballit. Hacia 1792 a.C., su hijo el rey Hammurabi (1792-1750 a.C.), asumió la corona y subyugó las tierras de los asirios. Por esta época termina el comercio entre Assur y Karum Kanesh, debido a que Babilonia asciende a lugar prominente en la región y toma el control del comercio con Asiria.

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The Middle Assyrian Empire (c. 1365 - 1000 BCE)
El Imperio asirio medio (hacia el 1365-1000 a.C.)
Simeon Netchev (CC BY-NC-ND)

El imperio babilonio se desplomó poco después de la muerte de Hammurabi en 1750 a.C. Asiria intentó de nuevo ejercer el control sobre la región que circundaba a Assur, pero al parecer los reyes de este período no estuvieron a la altura. La guerra civil estalló en el territorio y no fue hasta el reino del rey asirio Adasi, hacia el de 1726-1691 a.C., cuando se recuperó la estabilidad y se aseguró la región. Sus sucesores continuaron sus políticas, pero no se ocuparon de la expansión del reino debido a su incompetencia o falta de voluntad.

El Imperio Medio

El vasto reino de Mitanni se desarrolló en la zona oriental de Anatolia. Hacia el siglo XIV a.C. ejercía el dominio en la región mesopotámica, con Asiria bajo su control. Las invasiones hititas lideradas por el rey Suppiluliuma I (reinó entre 1344-1322 a.C.) acabaron con el poder de Mitanni y reemplazaron a sus reyes con sus propios monarcas. Por ese tiempo el rey asirio Eriba Adad I ganaba influencia en la corte de mayoría hitita de Mittani. Los asirios aprovecharon la oportunidad para reafirmar su propia autonomía y comenzar a expandir su reino desde Assur hacia las regiones que antes controlaba Mitanni.

Los hititas contraatacaron y detuvieron a los asirios hasta que el rey Asur-Ubalit I (alrededor de 1353-1318 a.C.) venció a los remanentes de las fuerzas de Mitanni dirigidas por comandantes hititas y se apropió de partes importantes de la región. Le sucedieron dos monarcas que mantuvieron lo que se había conquistado, pero no se produjeron más expansiones hasta la llegada del rey Adad Nirari I (alrededor de 1307-1275 a.C.), quien extendió el Imperio Asirio hacia el norte y el sur, expulsó a los hititas y conquistó sus más importantes baluartes.

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el primer rey asirio de quien se conoce algo con certeza es adad-nirari i.

Adad-Nirari I fue el primer rey asirio de quien se conoce algo con certeza debido a las inscripciones que dejó acerca de sus logros, que han sobrevivido casi intactas. También se han conservado cartas entre el rey asirio y los monarcas hititas que establecen con claridad que al principio otras naciones de la región no tomaban en serio a los gobernantes asirios, hasta que les fue imposible resistirse a su enorme poder. El historiador Will Durant comenta acerca del auge del Imperio Asirio:

Si admitiéramos el principio imperial, que es bueno, para propagar la ley, la seguridad, el comercio y la paz, que muchos estados estuvieran bajo la autoridad de un gobierno a través de la persuasión o la fuerza, tendríamos que concedérsele a Asiria el mérito de haber establecido en Asia occidental el área de mayor extensión de orden y prosperidad nunca antes conocidos en esa región de la tierra, que sepamos. (270)

Stone Foundation Document  of King Adad-Nirari I
Documento fundacional en piedra del Rey Adad-Nirari I
Osama Shukir Muhammed Amin (Copyright)

La política de deportación asiria

Adad-Nirari I conquistó todo Mitanni e inició lo que se convertiría en política habitual del Imperio Asirio: la deportación de grandes segmentos de población. Con Mitanni bajo control asirio, Adad-Nirari I decidió que la mejor forma de prevenir futuros levantamientos era sacar de sus territorios a los ocupantes originales y reemplazarlos con asirios. Sin embargo, no debe sobreentenderse que esto significaba tratar con crueldad a los cautivos. La historiadora Karen Radner escribe sobre este tema:

El trabajo y las competencias de los deportados resultaban en extremo valiosos para el estado asirio, por lo que su reubicación se planeaba y organizaba con esmero. No deben imaginarse marchas de fugitivos indigentes, fáciles presas del hambre y la enfermedad; la intención era que viajaran con tanta seguridad y comodidad como fuera posible, para que llegaran en buena forma física a sus destinos. Cuando el arte imperial asirio representa las deportaciones, muestra a hombres, mujeres y niños que viajan en grupos, a menudo en vehículos o animales, nunca atados. No hay razón para dudar de estas imágenes, pues además el arte gráfico asirio no tiene reparos en mostrar la violencia extrema de manera explícita. (1)

Los deportados se escogían cuidadosamente según sus habilidades y se enviaban a las regiones donde pudiera sacarse mayor provecho de sus talentos. De entre la plebe conquistada no todos eran seleccionados para ser deportados y jamás se separaba a las familias. Los segmentos de la población se resisteron de forma activa a la presencia asiria se vendían como esclavos o eran aniquilados, pero el creciente imperio absorbía a la población general, a la cual consideraba asiria. La historiadora Gwendolyn Leick escribe sobre Adad-Nirari I que:

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La prosperidad y estabilidad de su reino le permitía sumergirse en ambiciosos proyectos de construcción, como la erección de murallas y canales para las ciudades y la restauración de los templos. (3)

También proporcionó las bases para levantar el imperio sobre las cuales sus sucesores continuarían su edificación.

La conquista asiria de Mitanni y de los hititas.

Su hijo y sucesor Salmanasar I completó la destrucción de Mitanni, absorbió su cultura y dio continuidad a las políticas de su padre, entre ellas la de la relocalización de poblaciones. El hijo de Salmanasar I, Tukulti-Ninurtal I (hacia 1244-1208 a.C.), llegó aún más lejos. Según Leick, Tukulti-Ninurta I:

«… fue uno de los reyes militares asirios más famosos, llevó a cabo incesantes campañas para mantener las posesiones y la influencia asirias. Reaccionaba con espectacular crueldad ante cualquier señal de revuelta». (177)

Stela of Shalmaneser I
Estela de Salmanasar I
Osama Shukir Muhammed Amin (Copyright)

Además se interesó en adquirir y preservar el conocimiento y las culturas de los pueblos conquistados, así como en desarrollar un método más sofisticado para seleccionar a los individuos o comunidades a reubicar y los sitios específicos para su reinserción. Los escribas y letrados, por ejemplo, se escogían con esmero y se enviaban a centros urbanos donde apoyaban en la catalogación de obras escritas y en la administración. Hombre instruido, compuso el poema épico que describió su victoria sobre el rey casita de Babilonia, así como la conquista de aquella ciudad y sus zonas de influencia; asimismo, escribió otro poema acerca del sometimiento de los elamitas.

Venció a los hititas en la batalla de Nihriya, cerca de 1245 a.C., lo que significó el final del control de ese pueblo sobre la región y la decadencia de su civilización. Tukulti-Ninurta I castigó con severidad las incursiones de Babilonia en territorio asirio, sometiéndola al pillaje, al saqueo de sus templos sagrados y a la esclavización de su población y de su rey, a quienes trasladó a Assur. Con las riquezas del botín renovó el grandioso palacio de la ciudad que había construido al otro lado de Assur, la cual nombró Kar-Tukulti-Ninurta, a donde parece haberse retirado al volverse contra él la marea de la opinión popular.

Asirios y babilonios compartían muchas deidades, de ahí que la profanación de los templos de Babilonia se interpretase como una ofensa a los dioses, por lo que sus hijos y funcionarios de la corte se rebelaron contra él por haberse apoderado de las pertenencias de los dioses. Murió asesinado en su palacio, es probable que por uno de sus hijos, de nombre Assur-Nadin-Apli, quien de inmediato asumió el trono.

Tiglat-Pileser I y la revitalización

Con posterioridad a la muerte de Tukulti-Ninurta I el imperio asirio cayó en un período de estancamiento en que ni aumentaba ni disminuía. Mientras todo el Oriente Próximo caía en una «época de oscuridad» tras el llamado «colapso de la Edad de Bronce» cerca de 1200 a.C., Assur y su imperio se mantuvieron indemnes en comparación. A diferencia de otras civilizaciones de la región que sufrieron un colapso total, los asirios parecen haber experimentado una pérdida parcial de su avance. No se puede afirmar que el imperio quedara "estancado" porque su cultura continuó, incluido el énfasis en las campañas militares y los valores de la conquista. Sin embargo, no hubo expansiones significativas del imperio ni de su civilización en comparación con su anterior situación bajo Tukulti-Ninurta I.

Todo esto cambió con el ascenso de Tiglat-Pileser I al trono, que reinó alrededor del período 1115-1076 a.C.). Según Leick:

Fue uno de los reyes asirios más importantes de este período, sobre todo debido a sus extensas campañas militares, su entusiasmo por los proyectos de construcción y su interés en recopilar tablillas cuneiformes. Llevó a cabo extensas operaciones militares en Anatolia, donde sometió a numerosos pueblos y se aventuró hasta el lejano Mar Mediterráneo. Construyó un nuevo palacio en la ciudad capital de Assur y fundó una biblioteca que guardaba innumerables tablillas sobre distintos temas. Además emitió un edicto conocido como Leyes Asirias, y redactó los primeros registros reales. También fue uno de los primeros reyes asirios en encargar la construcción de parques y jardines que atesoraban árboles y plantas autóctonas y extranjeras. (171)

Babylonia under Assyrian Siege
Babilonia bajo el sitio asirio
Osama Shukir Muhammed Amin (Copyright)

En el siglo XI a.C. Tiglat-Pileser I revitalizó la economía y las fuerzas militares a través de sus campañas, que añadieron recursos y población cualificada al Imperio Asirio. La alfabetización y las artes eclosionaron y las iniciativas adoptadas por el monarca para preservar tablillas cuneiformes sirvieron como modelo para la famosa biblioteca ninivense del rey Asurbanipal, quien reinaría más adelante. Al morir Tiglat-Pileser I, su hijo Asharid-apal-ekur, ascendió al trono y reinó durante dos años, durante los cuales continuó sin alterar las políticas de su padre. Le sucedió su hermano Assur-bel-Kala, quien al principio gobernó con éxito hasta que lo desafiara un usurpador que sumió al imperio en una guerra civil.

Aunque la rebelión fue aplastada y sus participantes ejecutados, los disturbios ofrecieron la oportunidad de separarse a ciertas regiones que habían estado estrechamente controladas por Asiria. Entre estas se encontraba el área conocida como Eber Nari (Siria, Líbano e Israel actuales), especialmente importante para el imperio por puertos costeros bien habilitados. Los arameos obtuvieron el control de Eber Nari y desde allí comenzaron a efectuar incursiones contra el resto del imperio, al tiempo que los amorritas de Babilonia y la ciudad de Mari se fortalecieron y trataron de separarse del reino.

Los reyes posteriores a Assur-bel-Kala, entre ellos Salmanasar II y Tiglat-Pileser II, lograron mantener el núcleo del imperio que circundaba a Assur, pero no pudieron reconquistar Eber Nari, ni expulsar a los arameos y amorritas de sus fronteras. El imperio se fue reduciendo de forma constante a causa de repetidos ataques desde el exterior y rebeliones internas. Al no haber rey alguno que devolviera la vitalidad al ejército, Asiria entró de nuevo en un período en que mantenía unido lo que podía del imperio, sin lograr nada más.

El Imperio Neoasirio

Los estudiosos de la historia antigua están más familiarizados con el Imperio Nuevo (también conocido como Imperio Neoasirio) debido a que fue cuando Asiria alcanzó su máxima extensión. Además, es la época que de manera definitiva le proporciona al Imperio Asirio la fama que posee de crueldad y brutalidad. El historiador Kriwaczek comenta:

De seguro las reseñas de prensa sobre Asiria habrían estado entre las peores de cualquier estado de la historia. Babilonia puede ser sinónimo de corrupción, decadencia y pecado, pero los aterrorizadores nombres de Salmanasar, Tiglat-Pileser, Senaquerib, Asaradón y Asurbanipal figuran en la imaginación popular justo por debajo de Adolf Hitler y Gengis Kan en cuanto a crueldad, violencia y pura brutalidad asesina. (208).

Los historiadores Simon Anglim y otros comentan sobre dicha fama. Anglim escribe:

Si bien los historiadores tienden a esquivar las analogías, resulta tentador describir al Imperio Asirio, que dominaba el Oriente Medio entre el 900 y el 612 a.C., como el antepasado histórico de la Alemania nazi: un agresivo régimen homicida y vengador, soportado por una magnífica y efectiva maquinaria de guerra. Al igual que las tropas alemanas de la II Guerra Mundial, el ejército asirio estaba entre los más desarrollados tanto desde el punto de vista tecnológico como el de su doctrina, y constituyó un modelo para generaciones posteriores. Los asirios fueron los primeros en hacer uso extensivo de armas de hierro, que no solo eran superiores a las de bronce sino que además podían producirse en masa, lo cual permitía equipar a ejércitos muy grandes. (12)

Assyrian Siege
Sitio asirio
Jan van der Crabben (CC BY-NC-SA)

Aunque la reputación que adquirió por emplear tácticas militares brutales y terminantes resulta comprensible, la comparación con el régimen nazi no lo es tanto. Como ya se ha mencionado, a diferencia de los nazis, los asirios trataban bien a los pueblos que conquistaban y reubicaban, y les consideraban asirios una vez que se sometían a la autoridad central. No existía el concepto de «raza superior» en la política asiria, todos eran patrimonio del imperio, tanto los nacidos en Asiria como los asimilados por su cultura. Kriwaczek apunta: «en realidad la forma asiria de hacer la guerra no era más salvaje que la de otros estados contemporáneos. Los asirios tampoco fueron más crueles que los romanos, que se encargaban de acordonar sus caminos con miles de víctimas crucificadas que morían en agonía». (209). La única comparación justa entre la Alemania de la II Guerra Mundial y los asirios, es relativa a su eficiencia militar y al tamaño de su ejército, y podría hacerse la misma comparación con la antigua Roma.

El ASCENSO DEL REY ADAD-NIRARI II (hacia 912-891 a.C.) trajo la reactivación que asiria necesitaba.

Sin embargo, cuando el primer rey del Imperio Neoasirio llegó al poder en el siglo X a.C., estos enormes ejércitos aún eran cosa del futuro. La ascensión del rey Adad-Nirari II alrededor de 912-891 a.C. trajo la reactivación que Asiria necesitaba. Adad-Nirari II reconquistó las tierras perdidas, incluida la de Eber Nari, y aseguró las fronteras.

Ejecutó a los arameos derrotados o los deportó a otras regiones del interior de Asiria. También conquistó a Babilonia, pero al haber aprendido de los errores del pasado rehusó saquear la ciudad, y prefirió establecer un acuerdo de paz con el rey, sergún el cual cada rey se casaría con la hija del otro además de jurarse lealtad mutua. El tratado hizo de Babilonia un poderoso aliado durante los siguientes 80 años, en lugar de tenerla como un problema perenne.

La expansión militar y la nueva visión de dios

Los reyes que siguieron a Adad-Nirari II continuaron con las mismas políticas y la expansión militar. Tukulti Ninurta II (891-884 a.C.) extendió el imperio hacia el norte y ganó más territorios hacia el sur de Anatolia, mientras Asurnasirpal II (884-859 a.C.) consolidó el dominio del Levante y extendió el control asirio hasta Canaan. El método más común de conquista era la guerra de asedio, que comenzaba con un brutal asalto a la ciudad. Anglim escribe:

El ejército asirio destacaba en la guerra de asedio más que en ninguna otra cuestión; es probable que fuera el primer ejército en disponer de un cuerpo especializado de ingenieros… El asalto era su principal táctica contra las ciudades bien fortificadas del Oriente Próximo. Desarrollaron gran variedad de métodos para abrir brechas en los muros enemigos: empleaban zapadores para socavar muros o prender fuego bajo los portones de madera, levantaban rampas para que los hombres saltaran por encima de las murallas o para abrir brechas en las secciones superiores de los parapetos, donde eran menos gruesos. Las escaleras móviles permitían a los atacantes cruzar los fosos para asaltar con rapidez cualquier punto de las defensas. Estas operaciones se cubrían con miles de arqueros, que suponían el núcleo de la infantería. Pero el orgullo de las tropas de asedio era sus máquinas, torres de madera de varios pisos montadas sobre cuatro ruedas, con una torreta en la parte superior y uno o a veces dos arietes en la base. (186)

Los avances de la tecnología militar no fueron los únicos ni los más importantes aportes de los asirios, puesto que en esos tiempos hicieron importantes progresos en la medicina, sustentados sobre bases sumerias y derivadas del conocimiento y talento de aquellos a quienes habían conquistado y asimilado. Asurnasirpal II, quien durante sus campañas llevaba con él escribas para registrar nuevos hallazgos, redactó la primera lista sistemática de plantas y animales del imperio. Por todo el dominio se establecieron escuelas a las que solo podían asistir los hijos de los adinerados y de la nobleza.

A las mujeres no se les permitía asistir a la escuela ni detentar posiciones de autoridad, aunque con anterioridad habían disfrutado de una igualdad de derechos casi total en Mesopotamia. El deterioro de los derechos de la mujer está asociado al surgimiento del monoteísmo asirio. El dios Assur acompañaba a los ejércitos asirios en sus campañas por los distintos territorios, pero debido a que antes había estado vinculado al templo de esa ciudad, único lugar donde se reverenciaba, se hizo necesaria una nueva manera de representar al dios para continuar venerándolo en otras localidades. Kriwaczek escribe:

A Assur se le podía adorar no solo en su propio templo, sino en todas partes. A medida que el imperio asirio expandía sus fronteras, se hallaba a Assur hasta en los lugares más recónditos. No hay un gran paso entre una fe en un dios omnipresente y creer en un dios único. El pueblo comprendió que en cierta forma las divinidades locales no eran más que diferentes manifestaciones del mismo Assur, puesto que éste se encontraba por doquier. (231)

Colossal Statue of a Winged Lion from the North-West Palace of Ashurnasirpal II
Estatua colosal de un león alado, del Palacio Noroccidental de Asurbanipal II
Trustees of the British Museum (Copyright)

La unidad en la visión de una deidad suprema contribuyó a una mayor unificación de las regiones del imperio. Los distintos dioses de los pueblos conquistados y sus diferentes prácticas religiosas se absorbieron por el culto a Assur, a quien se reconocía como el único dios verdadero. Nombrado en el pasado de diversas formas por distintos pueblos, ahora resultaba conocido con claridad y se podía venerar como deidad universal de manera adecuada. Respecto a esto, Kriwaczek anota:

La creencia en la trascendencia, más que en la inmanencia de lo divino, tuvo consecuencias importantes. La naturaleza se desacralizó, se secularizó. Debido a que los dioses estaban fuera y por encima de la naturaleza, la humanidad, que de acuerdo a la creencia mesopotámica había sido creada a semejanza de los dioses y para su servicio, también tenía que estar fuera de la naturaleza y por encima de ella. En vez de constituir una parte integral de la naturaleza, la raza humana era ahora superior y reinaba sobre ella. Esta nueva actitud se resumió más adelante en el Génesis 1:26: «Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza; y señoree en los peces del mar, en las aves de los cielos, en las bestias, en toda la tierra, y en todo animal que se arrastra sobre la tierra». Todo esto está muy bien para el hombre, a quien se menciona de manera explícita en ese pasaje, pero plantea una dificultad insuperable para la mujer. Mientras los hombres pueden engañarse a sí mismos y entre ellos con las ideas de que son superiores a la naturaleza y que están fuera y por encima de ella, las mujeres no pueden tomar igual distancia de la naturaleza porque su fisiología las hace, de manera clara y obvia, parte del mundo natural… No es casual que hasta el día de hoy las religiones que pusieron el mayor énfasis en la total trascendencia de Dios y en la imposibilidad de siquiera imaginar Su realidad, releguen a las mujeres a un peldaño inferior de la existencia, y que su participación en cultos religiosos públicos solo se permita a regañadientes, y en algunos casos ni siquiera se permite. (229-230)

A causa de la expansión del imperio y de la asimilación de los pueblos de las regiones conquistadas, durante el siglo IX a.C. la cultura asiria se cohesionó más con la nueva interpretación de la deidad. Salmanasar III (859-824 a.C.) logró extender el dominio a lo largo de la costa del Mediterráneo y recibir tributo de las acaudaladas ciudades fenicias de Tiro y Sidón. Además, subyugó al reino armenio de Urartu, que durante mucho tiempo había constituido un importante estorbo para los asirios. No obstante, al finalizar su reinado, estalló una guerra civil ocasionada por una disputa entre el rey Shamshi Adad V (824-811 a.C.) y su hermano para obtener el control del reino. Aunque la rebelión se sofocó, la expansión del imperio se detuvo después de Salmanasar III.

La regente Samuramat (conocida por el famoso nombre de Semiramis, que se convirtió en la mítica reina-diosa de los asirios en una tradición posterior) retuvo el trono para su joven hijo Adad-Nirari III alrededor del período 811-806 a.C. Durante ese tiempo afianzó las fronteras del dominio y organizó exitosas campañas para apaciguar a los medos y a otras revoltosas turbas norteñas.

Cuando su hijo alcanzó la edad apropiada pudo entregarle un imperio estable y de gran extensión, que Adad-Nirari III continuó expandiendo. Sin embargo, tras su reinado sus sucesores prefirieron acomodarse sobre los logros de los demás y el imperio entró en otro período de estancamiento, especialmente duro para el ejército, que languideció bajo reyes como Assur-Dan II y Assur-Nirari V.

TIGLAT-PILESER III (751-727 a.c.) REORGANIZÓ EL EJÉRCITO Y RESTRUCTURÓ LA BUROCRACIA GUBERNAMENTAL.

Los grandes reyes del Imperio Neoasirio

En el siglo VIII a.C. Tiglat-Pileser III (745-727 a. C) impartió nueva fuerza al imperio, reorganizó al ejército y restructuró la burocracia gubernamental. Según Anglim, Tiglat-Pileser III «llevó a cabo extensas reformas en el ejército, reafirmó el control central sobre el imperio, reconquistó la costa mediterránea, e incluso sometió a Babilonia. En lo militar, sustituyó la conscripción mediante levas de hombres impuestas a cada provincia, a la par que exigía contingentes a los estados vasallos». (14) Derrotó al reino de Urartu, que de nuevo se había levantado contra los monarcas asirios, y dominó a la región de Siria. Bajo Tiglat-Pileser III el ejército asirio se convirtió en la fuerza militar más efectiva de la historia hasta ese momento, proporcionando un modelo para los ejércitos futuros en cuanto a organización, táctica, entrenamiento y eficiencia.

Salmanasar V (727-722 a.C.) sucedió a Tiglat-Pileser III, y continuó con sus políticas. Sargón II (722-705 a C.) siguió a Salmanasar V y superó a ambos en la ulterior expansión imperial. Aunque los nobles alegaron que había accedido de manera ilegal al trono e impugnaron su reinado, Sargón II fue capaz de mantener la cohesión del dominio. Émulo del liderazgo de Tiglat-Pileser III, Sargón II pudo llevar al imperio a su máximo esplendor y lograr una victoria decisiva sobre Urartu en su famosa campaña de 714 a.C.

Al acaecer su muerte, lo sucedió su hijo Senaquerib (705-681 a.C.), quien llevó a cabo extendidas y crueles campañas que resultaron en la conquista de Israel, Judea y las provincias griegas de Anatolia. El saqueo de Jerusalén se detalla en el «Prisma de Taylor», un bloque cuneiforme descubierto en 1830 d.C. por el coronel británico Taylor, que describe los éxitos militares de Senaquerib, en el cual el rey afirma haber capturado 46 ciudades y atrapado y aplastado dentro de la ciudad a los pobladores de Jerusalén. Sin embargo, su narración se cuestiona debido a la versión de los eventos descrita en el libro bíblico II de Reyes, capítulos 18 y 19, que narra la salvación de Jerusalén por medio de la intervención divina y la expulsión del campo de batalla del ejército de Senaquerib.

King Tiglath Pileser III Holds a Bow
El rey Tiglat-Pileser III sostiene un arco
Osama Shukir Muhammed Amin (Copyright)

Las victorias militares de Senaquerib incrementaron las riquezas del imperio. Trasladó la capital asiria a Nínive y construyó lo que se conocía como «el palacio sin rival». Embelleció y mejoró la estructura original de la ciudad y sembró jardines y vergeles. El historiador Christopher Scarre expone:

El palacio de Senaquerib poseía todos los complementos de una residencia importante Asiria: colosales figuras de guardianes y tallas excepcionales de bajorrelieves que sumaban más de 2000 placas en 71 habitaciones. Los jardines también eran extraordinarios. La asirióloga británica Stephanie Dalley sugiere que estos eran los famosos jardines colgantes, una de las siete maravillas del mundo antiguo. Otros escritores más recientes ubican los jardines colgantes en Babilonia, pero tras extensas investigaciones no se ha podido hallar huella alguna de los mismos. La orgullosa descripción que hace Senaquerib de los jardines del palacio que construyó en Nínive coincide con la de los jardines colgantes en varios detalles significativos. (231)

Senaquerib, insatisfecho con sus enormes riquezas y los lujos de su ciudad, condujo su ejército contra Babilonia, la saqueó y desvalijó sus templos, sin reparar en las lecciones del pasado. Al igual que antes, el pueblo vio el robo y la destrucción de los templos de Babilonia como la cúspide del sacrilegio, lo mismo que sus hijos, quienes lo asesinaron en el palacio de Nínive para aplacar la ira de los dioses. Aunque la motivación para asesinar a su padre podía haber el trono (tras verse desdeñados por la elección de heredero que hizo el rey a favor de su hijo menor, Asarhaddón, en el 683 a.C.), necesitaban una razón legítima, y la encontraron en la destrucción de Babilonia.

Asarhaddón (681-669 A.C.) tuvo éxito en la conquista de Egipto y llevó las fronteras del imperio muy al norte, hasta los Montes Zagros.

Uno de los primeros proyectos de su hijo Asarhaddón (681-669 a.C.) al tomar el trono fue reconstruir Babilonia, para lo cual emitió una proclama oficial que afirmaba que la ciudad había sido destruida por la voluntad de los dioses, debido a la maldad imperante en ella y a la falta de respeto por lo divino.

En ninguna parte de su proclama se menciona a Senaquerib o a su papel en la destrucción de la ciudad, pero establece con claridad que los dioses habían escogido a Asarhaddón como instrumento divino para su restauración: «En una ocasión, durante el reinado de un monarca anterior se dieron malos augurios. La ciudad insultó a sus dioses y por órdenes suyas la destruyeron. Me eligieron a mí, Asarhaddón, para devolver todo al lugar a donde pertenecía, para calmar su cólera y para apaciguar su ira».

El imperio se desarrolló bajo su reinado. Tuvo éxito en la conquista de Egipto, donde habían fallado los intentos de Senaquerib, y llevó las fronteras del imperio tan al norte como los Montes Zagros (actual Irán), por el sur hasta Nubia (actual Sudán), y por el oeste desde Anatolia (Turquía) y el Levante (Líbano e Israel de hoy) hacia el este. Sus triunfantes campañas y el meticuloso trabajo del gobierno aportaron la estabilidad para el desarrollo de la medicina, la alfabetización, las matemáticas, la astronomía, la arquitectura y las artes. Durant menciona:

En el campo de las artes, Asiria igualó a su preceptora Babilonia, y en los bajorrelieves la superó. Estimulados por el influjo de riquezas hacia Assur, Kalakh y Nínive, los artistas y artesanos comenzaron a producir joyas de todo tipo, a fundir y forjar metales con diseños tan habilidosos como los encontrados en las grandes puertas de Balawat, y a elaborar muebles de valiosas maderas, reforzados con metal, tallados con exquisitez e incrustados con oro, plata, bronce o piedras preciosas, para los nobles y sus señoras, para los reyes y sus palacios, y para los sacerdotes y los templos. (278)

Para asegurar la paz, la madre de Asarhaddón, Zakutu, también conocida como Naqia-Zakutu, estableció acuerdos de vasallaje con los persas y los medos, que requerían su sumisión antes del avance de su sucesor. El tratado, conocido como Tratado de Lealtad de Naqia-Zakutu, garantizó una transición suave de poder al morir Asarhaddón en medio de los preparativos de su campaña contra los nubios, y pasar el mando al último gran rey asirio Asurbanipal (668-627 a.C.). Asurbanipal fue el más ilustrado de los monarcas asirios; es probable que en la actualidad se le conozca más por la vasta biblioteca que recopiló en su palacio de Nínive.

Aunque era un gran mecenas de las artes y la cultura, Asurbanipal podía ser tan cruel como sus predecesores a la hora de asegurar el imperio y de intimidar a sus enemigos. Kriwaczek escribe:

¿Qué otro imperialista como Asurbanipal habría ordenado para su palacio una escultura decorada con su figura y la de su esposa mientras disfrutaban de un banquete en su jardín, rodeados por ambos lados de árboles, de donde colgaban la cercenada cabeza y segadas manos del rey de Elam, como terroríficos adornos navideños o frutas exóticas?». (208)

Ashurbanipal II
Asurbanipal II
Osama Shukir Muhammed Amin (Copyright)

A manos suyas, los elamitas sufrieron una decisiva derrota que expandió al imperio hacia el este y el norte. En reconocimiento a la importancia de preservar el pasado, envió emisarios a todos los puntos de las tierras bajo su control y los hizo retirar o copiar los libros de esas ciudades o pueblos, para traerlos de vuelta a la real biblioteca de Nínive.

Asurbanipal gobernó el imperio durante 42 años, y en este período libró exitosas guerras y dirigió con eficacia. No obstante, el reino había crecido demasiado y las regiones estaban sobrecargadas de impuestos. Más aún, la vastedad de los territorios asirios hacía que resultara difícil defender sus fronteras. A pesar del tamaño del ejército, no había suficientes hombres para guarnecer todos los puestos de avanzada y fortalezas importantes.

Al morir Asurbanipal en el año 627 a.C., el imperio comenzó a resquebrajarse. Sus sucesores Assur-etli-Ilani y Sin-Shar-Ishkun no fueron capaces de mantener unidos los territorios, lo que trajo como consecuencia la escisión de las regiones. Los súbditos del imperio asirio consideraban que el control que ejercía era en extremo duro, a pesar de todos los avances y lujos que podía proveerles, por lo que los antiguos estados vasallos se rebelaron.

En el 612 a.C.,una coalición de babilonios, persas, medos y escitas saquearon y quemaron nínive.

En el 612 a.C. una coalición de babilonios, persas, medos y escitas, entre otros, saquearon y quemaron Nínive. La destrucción del palacio hizo que sus paredes incendiadas cayeran sobre la biblioteca de Asurbanipal, lo cual sin ser intencional la preservó, al endurecer por cocción los libros de tablillas de arcilla y dejarlos enterrados. Kriwaczek escribe: «De esta manera los enemigos de Asiria no pudieron alcanzar su objetivo final cuando arrasaron Assur y Nínive en el 612 a.C., apenas 15 años después de la muerte de Asurbanipal: borrar el lugar que Asiria había ocupado en la historia». (255). Aun así, la destrucción de las grandes ciudades asirias fue tan absoluta que dos generaciones después de la caída del imperio, nadie recordaba dónde estaban. Las arenas cubrieron las ruinas de Nínive, que permaneció enterrada durante los siguientes 2000 años.

El legado de Asiria

Gracias al historiador griego Heródoto, quien consideraba que «Asiria» incluía toda Mesopotamia, los académicos conocieron de tiempo atrás la existencia de esa cultura, a diferencia de lo ocurrido con la sumeria, que permaneció desconocida para los estudiosos hasta el siglo XIX d.C. A los estudiosos de Mesopotamia se les conocía tradicionalmente como asiriólogos hasta hace muy poco ( aunque dicho término se sigue utilizando) debido al gran conocimiento que se tenía de Asiria a través de las fuentes primarias de escritores griegos y romanos.

Los asirios extendieron la cultura mesopotámica por todos los confines de su imperio hacia otras regiones del mundo, lo cual a su vez ha impactado hasta la actualidad a todas las culturas mundiales. Durant escribe:

A través de la conquista de Babilonia por los asirios, de la apropiación de la cultura de esa antigua ciudad y su diseminación por todo lo ancho del imperio, a través del largo cautiverio de los judíos y la gran influencia que tuvo sobre ellos la vida y el pensamiento babilonios; a causa de las conquistas persas y griegas que entonces abrieron con libertad y abundancia sin precedentes todos los caminos de comunicación y comercio entre Babilonia y las nacientes ciudades de Jonia, Asia Menor y Grecia; por vía de estas y muchas otras rutas la civilización de la Tierra Entre los Ríos llegó a formar parte de la dotación cultural de nuestra raza. Al final, nada se pierde: para bien o para mal, todos los acontecimientos causan efectos perdurables». (264)

Tiglat-Pileser III introdujo el arameo para reemplazar al acadio como lingua franca del imperio y dado que el arameo sobrevivió como lenguaje escrito, permitió a los investigadores descifrar los registros acadios y más tarde los sumerios. La conquista de Mesopotamia por Asiria y la expansión del imperio por todo el Oriente Medio llevó el arameo hasta regiones tan próximas como Israel y tan alejadas como Grecia. De esta manera, el pensamiento mesopotámico se infiltró en esas civilizaciones y constituye parte de su legado literario y cultural.

Babilonia asumió la supremacía de la región entre 605-549 a.C. tras la decadencia y ruptura del imperio asirio; más adelante Babilonia cayó ante los persas comandados por Ciro el Grande, quien fundó el imperio aqueménida (549-330 a.C.). Con posterioridad los aqueménidas sucumbieron ante Alejandro el Grande, para pasar a ser parte del imperio seléucida tras su muerte.

La región de Mesopotamia que corresponde a las actuales Iraq, Siria y parte de Turquía fue el área que en aquel momento se conoció como Asiria. Cuando los partos expulsaron a los seléucidas la sección occidental de la región, antes conocida como Eber Nari y más tarde Aramea, retuvo el nombre de Siria. Los partos obtuvieron y mantuvieron el control de la región hasta la llegada de Roma en el 116 d.C. Con posterioridad el imperio sasánida logró la supremacía del área entre 226-650 d.C. hasta que con el surgimiento del Islam y las conquistas árabes del siglo VII d.C., Asiria dejó de existir como entidad nacional.

Sin embargo, entre sus mayores éxitos estuvo el alfabeto arameo, que Tiglat-Pileser III importó en la administración asiria desde las regiones conquistadas de Siria. El arameo era más fácil de escribir que el acadio, de manera que los documentos más antiguos recogidos por reyes como Asurbanipal se tradujeron del acadio al arameo, mientras los más modernos se escribieron en arameo e ignoraron el acadio. El resultado fue que se preservaron miles de años de historia y cultura para las futuras generaciones, lo cual constituye uno de los más importantes legados de Asiria.

Nota del autor: Muchas gracias a la S. Claire Mooney por su contribución a la claridad de este artículo.

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Sobre el traductor

Waldo Reboredo Arroyo
Interesado en el estudio de las migraciones, costumbres, las artes y religiones de distintas culturas; descubrimientos geográficos y científicos. Vive en La Habana. En la actualidad traduce y edita libros y artículos para la web.

Sobre el autor

Joshua J. Mark
Joshua J. Mark no sólo es cofundador de World History Encyclopedia, sino también es su director de contenido. Anteriormente fue profesor en el Marist College (Nueva York), donde enseñó historia, filosofía, literatura y escritura. Ha viajado a muchos lugares y vivió en Grecia y en Alemania.

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Mark, J. J. (2018, abril 10). Asiria [Assyria]. (W. R. Arroyo, Traductor). World History Encyclopedia. Recuperado de https://www.worldhistory.org/trans/es/1-149/asiria/

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Mark, Joshua J.. "Asiria." Traducido por Waldo Reboredo Arroyo. World History Encyclopedia. Última modificación abril 10, 2018. https://www.worldhistory.org/trans/es/1-149/asiria/.

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Mark, Joshua J.. "Asiria." Traducido por Waldo Reboredo Arroyo. World History Encyclopedia. World History Encyclopedia, 10 abr 2018. Web. 20 nov 2024.

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