El Primer Período Intermedio de Egipto (2181-2040 a.C.) es la era que siguió al Imperio Antiguo (en torno a 2613-2181 a.C.) y precedió al Imperio Medio (2040-1782 a.C.) en la historia de Egipto. Este nombre se lo adjudicaron los egiptólogos del siglo XIX, no los antiguos egipcios.
Las eras estables de la historia egipcia se conocen como Imperios o Reinos, mientras que la de conflictos o inestabilidad política se conocen como "periodos intermedios". Este periodo se ha conocido durante mucho tiempo como una "época oscura", durante la cual el gobierno central del Imperio Antiguo, que se había basado en el Período arcaico de Egipto (en torno a 3150-2613 a.C.), colapsó y sumió al país en el caos. Los estudios más recientes han revisado esta opinión, y ahora el Primer Período Intermedio se entiende como una época de cambio y transición, durante la cual el poder y las costumbres dictadas por la monarquía de Menfis, la capital del Imperio Antiguo, se diseminaron por todo el país hacia aquellos que tradicionalmente habían tenido un estatus inferior.
Probablemente, la mejor manera de entender el Primer Período Intermedio de Egipto es pensando en el capitalismo minorista moderno y el consumismo en masa. A mediados del siglo XIX (en torno a 1858) los grandes almacenes estadounidenses de Macy's en Nueva York presumían de vender "Productos adecuados para el millonario a precios al alcance de millones" (14th Street Tribune, 2). Antes de la Revolución Industrial y el consumismo en masa, ciertos bienes solo estaban al alcance de los pudientes que tenían el dinero disponible como para gastarlo en tales compras. Con el auge de grandes almacenes como Macy's, tras la Revolución Industrial y la producción en masa, esta clase de productos, aunque eran de menor calidad, estaban disponibles para todo el mundo a un costo mucho menor.
Y esto es exactamente lo que ocurrió durante el Primer Período Intermedio de Egipto. Los que antes no se habían podido permitir casas elaboradas, jardines, tumbas, inscripciones o sus propios Textos de las Pirámides para guiarlos por la otra vida, ahora veían que sí podían permitírselo porque la riqueza ya no estaba solo en manos de la nobleza de la clase alta. Mientras que antes solo el rey contaba con las inscripciones en la tumba en forma de los Textos de las Pirámides, ahora la nobleza, los funcionarios y hasta la gente corriente también recibía una guía para el más allá a través de los Textos de los sarcófagos.
Esto fue posible gracias al colapso del gobierno central de Menfis y el auge de los nomarcas individuales (los gobernadores o administradores de los nomos, los distritos de Egipto), que por fin tenían más poder que el rey de Egipto. A lo largo de la Dinastía IV del Imperio Antiguo, una gran cantidad de recursos y mano de obra se habían invertido en la construcción de las pirámides y los complejos mortuorios de Guiza y, a medida que el lugar fue creciendo, también aumentó el poder de los sacerdotes que administraban el lugar y estaban encargados de él y otros sitios similares.
Los sacerdotes mortuorios, especialmente los relacionados con el dios sol Ra, empezaron a amasar más riqueza que muchos de los nobles. Los sacerdotes tenían suficiente poder como para influir en los funcionarios locales, y a medida que los sacerdotes fueron amasando poder, también lo hicieron los nomarcas. Como los diferentes nomos se fueron haciendo más ricos, había más gente que podía permitirse comprar productos y pagar por servicios que anteriormente solo estaban al alcance de los ricos.
El auge del sacerdocio, unido a otros factores como la falta de un sucesor para el longevo Pepi II y una sequía severa, acabaron desencadenando el colapso de la estructura política del Imperio Antiguo y condujeron a Egipto a su Primer Período Intermedio; pero hay que recordar que no debería considerarse como una "Edad Oscura" ni una época de caos.
Fue un periodo de cambio para Egipto, y cuando esos cambios se asimilaron en la cultura, el país resurgió en la era del Imperio Medio y siguió adelante. La falta de una documentación fiable, especialmente para las Dinastías VII y VIII, contribuye a su reputación de "Edad Oscura", al igual que la calidad del arte y la arquitectura producidas.
Además, la ausencia de un gobierno central fuerte, y la fricción entre el Alto y el Bajo Egipto, han caracterizado a esta época como una era caótica y anárquica. A pesar de que el país carecía de la unidad que había mantenido desde la época de Narmer (también conocido como Menes, en torno a 3150 a.C.), el Egipto del Primer Período Intermedio estaba lejos del caos frenético que los escritores posteriores le han asignado tradicionalmente. Este periodo acabó con el ascenso de Mentuhotep II en Tebas (en torno a 2061-2010 a.C.), quien unificó el país bajo su mandato e inició el periodo conocido como Imperio Medio de Egipto.
La naturaleza del Primer Período Intermedio
Durante la época del Imperio Antiguo, los gobernantes habían destinado una cantidad enorme de suministros a los complejos funerarios tales como la meseta de Guiza y sus famosas pirámides. A medida que estos complejos elaborados se fueron haciendo más numerosos, requerían más sacerdotes y funcionarios que cuidaran de ellos. Guiza era la necrópolis principal del Imperio Antiguo, pero también había complejos mortuorios en Saqqara, Abusir y otros lugares. Los gobernantes del Imperio Antiguo también delegaban responsabilidades en los nomarcas y los administradores menores que llevaban a cabo estas tareas siguiendo los deseos del rey. Tal y como apunta el historiador Marc van de Mieroop:
Nunca hubo un solo hombre que abarcara todos los poderes del centro, incluso si la retórica del Imperio Antiguo convertía al rey en la fuente de toda autoridad. Los reyes necesitaban funcionarios que manejaran las complicadas operaciones de la corte y siempre habían recompensado a estos individuos, incluidos regalos de enterramientos y cultos funerarios que recibían provisiones de las tierras reservadas para tal propósito. (86)
Durante la Dinastía V del Imperio Antiguo, el rey Dyedkare Isesi (2414-2375 a.C.) descentralizó el gobierno y delegó más responsabilidad en los nomarcas. Al mismo tiempo, los recursos de la tesorería real estaban enriqueciendo a los sacerdotes en estos templos mortuorios y los regalos que el rey les hacía a los nomarcas también fueron agotando aún más los fondos de la corona y enriqueciendo a las regiones provinciales.
Por tanto, el Primer Período Intermedio se caracteriza principalmente por un aumento del poder de los administradores locales de las distintas regiones y una disminución del mismo en el gobierno central en Menfis. Este cambio de manos del poder resulta evidente en todos los aspectos de las evidencias arqueológicas y literarias. Los grandes monumentos del Imperio Antiguo de la escala de las pirámides dejaron de construirse durante el Primer Período Intermedio porque no había un gobernante central poderoso que encargara y pagara por esos monumentos, ni una burocracia que pudiera organizar una mano de obra considerable.
La ausencia de monumentos imponentes de este periodo, así como la calidad inferior de las obras de arte y la ausencia de documentos históricos (los nombres y fechas de las Dinastías VII a X están perdidos o confundidos) llevaron a los primeros estudiosos de la historia egipcia a concluir que el colapso del Imperio Antiguo había sumido Egipto en un periodo de caos y confusión, pero, como ya hemos dicho, ese no fue el caso. El egiptólogo Stephan Seidlmayer escribe:
La información arqueológica y epigráfica del Primer Período Intermedio apunta a la existencia de una cultura floreciente entre los niveles más pobres de la sociedad, así como un desarrollo vigoroso en las ciudades provinciales del Alto Egipto. En vez de ser un colapso total de la sociedad y cultura egipcias en conjunto, el Primer Período Intermedio se caracterizó por un cambio importante, si bien temporal, en los núcleos de actividad y dinamismo. (Shaw, 110)
La afirmación de que la cultura se vino abajo puede que solo sea cierta desde el punto de vista de un aristócrata de la época. El orden antiguo del rey y el gobierno central se sustituyó por los gobiernos regionales de los nomarcas, a pesar de que, en los primeros años de esta época, los reyes siguieron intentando gobernar desde Menfis. No obstante, a medida que su poder se iba reduciendo más y más, las distintas regiones florecieron y el antiguo paradigma se alteró. La egiptóloga Barbara Watterson comenta lo siguiente:
La pérdida de una autoridad central durante el Primer Período Intermedio debería haber llevado a la ruptura del orden social, pero la sociedad egipcia siguió siendo jerárquica, y los gobernadores locales asumieron el rol de líderes de esa sociedad. En el periodo que le siguió al Imperio Antiguo, la gente de estatus social bajo poseía tumbas, cosa que hasta entonces se había limitado a la clase privilegiada, y a menudo empleaba a artesanos locales, de un talento limitado, para que las construyeran. La gran mayoría de estas tumbas, construidas de ladrillos de barro, han desaparecido, pero muchas de las estelas funerarias de piedra asociadas con ellas han perdurado. Las estelas tienen grabadas breves biografías de los ocupantes, hombres orgullosos de sus localidades e intensamente leales a los gobernantes locales que, durante el Primer Período Intermedio, se ocuparon del bienestar del pueblo a la vez que mantenían el orden social. (52)
Quienes afirman que el Primer Período Intermedio fue un desastre para Egipto están basando sus conclusiones únicamente en el punto de vista de la clase alta y la concepción tradicional del gobierno egipcio desde el Período arcaico hasta el final del Imperio Antiguo. La historia egipcia hasta ese momento se había concentrado en el rey y sus logros, pero con el declive del poder centralizado la gente común de Egipto se convirtió en el centro de atención y dejó sus propias historias para la posteridad, por limitadas que sean.
Tal y como apunta Siedlmayer, durante esta era "el Egipto rural se hizo más rico económicamente y más complejo culturalmente" (Shaw, 112). La atención ya no se fijaba en el rey sino en los administradores regionales y en las vidas de las gentes de sus distritos. Siedlmayer escribe:
En el sistema político cerrado del Imperio Antiguo, el rey había sido la única fuente de autoridad legítima. Todas las acciones de los funcionarios dependían de sus órdenes, y él juzgaba y recompensaba sus méritos. No obstante, cuando el poder de la realeza vino a menos, surgió una situación más abierta. A partir de entonces, los gobernantes locales podían actuar según sus propios objetivos. (Shaw, 121)
La imagen cultural que surge de examinar las evidencias de la época no respalda la idea de una "edad oscura" caótica, sino simplemente un paradigma político y social diferente de lo que había habido hasta entonces. La mala opinión de esta época, como ya se ha dicho, se debe a la falta de documentación histórica y a la tendencia de los primeros estudiosos de aceptar obras literarias posteriores como documentos históricos.
La falta de documentación y el Papiro Ipuwer
La dificultad más importante a la hora de entender este periodo es obviamente la ausencia de documentación histórica. El Imperio Antiguo había preservado la historia de Egipto en piedra mediante la construcción de las pirámides y los complejos funerarios que contaban sus historias. Pero en el Primer Período Intermedio, sin un gobierno central que se ocupara de los asuntos, cada distrito individual tenía que encargarse, en mayor o menor medida, de sí mismo y de preservar la historia de esa época. Los periodos posteriores hablan de este como una "época oscura" por lo opuesta que parecía a los valores egipcios.
El concepto más importante para los antiguos egipcios era la armonía (ma'at), y la época del Primer Período Intermedio estuvo lejos de ser armoniosa. Hasta entonces, el rey se había entendido como un representante de los dioses, el hijo de dios, que mantenía la armonía en las vidas de sus súbditos como un mandato divino. Siedlmayer escribe que los egipcios sentían que "el pueblo estaría desamparado sin sus gobernantes. Abandonados a su suerte, sencillamente no podrían enfrentarse a los azares de la vida (Shaw, 120). Esta siguió siendo la opinión mayoritaria mucho después de terminar el Primer Período Intermedio, tal y como apunta Marc van de Mieroop:
El Primer Período Intermedio aparece en varias obras del Imperio Medio, siempre en términos negativos como una época de turbación. Aunque los historiadores del pasado tendieron a ver estas descripciones como un reflejo exacto de la época, hoy en día vemos estas obras, escritas al menos 50 años después de la reunificación de Egipto, como una expresión de las ansiedades de la gente del Imperio Medio. No son una fuente del Primer Período Intermedio, que sigue siendo por tanto difícil de estudiar. (79-80)
Las obras del Imperio Medio a las que se refiere van de Mieroop representan casi en su totalidad una época oscura y anárquica en la que no había rey en el país y reinaba el caos. La más famosa de estas obras es el Papiro Ipuwer (también llamado los Lamentos o las Admoniciones de Ipuwer), en el que un escriba del Imperio Medio se lamenta de lo bajo que ha caído el país.
Durante mucho tiempo se ha considerado que el Papiro Ipuwer hace referencia a la época del Primer Período Intermedio, y esta interpretación influyó en gran medida en los estudiosos e historiadores del pasado, que lo describieron como una "época oscura". Sin embargo, en gran medida el narrador en el Papiro Ipuwer solamente se lamentaba del cambio en la estructura social, con el que no está de acuerdo.
Los hombres pobres se han convertido en hombres de dinero. El que no podía permitirse ni sandalias tiene riquezas. El ladrón tiene riquezas, el noble es un ladrón... Oro, lapislázuli, plata, turquesa, cornalina y amatista cuelgan de los cuellos de las esclavas [mientras] las nobles vagabundean por la tierra.
El Papiro Ipuwer también menciona que no hay "ningún hombre de ayer" y que "ha muerto lo que ayer se veía", lamentándose por el pasado y por cómo fue una vez la vida. Las numerosas menciones de cómo la gente de clase baja se comportaba entonces como la nobleza refleja una nostalgia por una época en la que la clase social se seguía más a rajatabla, una época que al escritor le agrada mucho más. El verso "toda persona muerta es un hombre de alta cuna" objeta que la gente de clase baja se puede permitir la clase de tumbas que en el pasado solo se podían permitir los ricos y los nobles.
Además, el escriba se lamenta de la mala calidad de los productos de su época cuando dice que "los materiales de toda clase de artesanía han llegado a su fin", que se ha interpretado como una referencia a la producción en masa de productos en Egipto durante esa época. La calidad inferior del arte, en comparación con el del Imperio Antiguo, es una de las razones por las que los eruditos en un principio consideraron el Primer Período Intermedio como una época de colapso y degeneración cultural. El motivo por el que los artículos no eran de tal calidad era que se producían en masa para el consumo masivo.
Todo esto hace muy tentador vincular el Papiro Ipuwer con una descripción del Primer Período Intermedio, que es exactamente lo que se ha hecho en el pasado, pero realmente no hay motivo para hacerlo. El Papiro Ipuwer es literatura, no historia, y trata un tema que, tal y como apunta la erudita Miriam Lichtheim, era muy popular en la literatura egipcia, el del "orden frente al caos" (150). Según Lichtheim, el Papiro Ipuwer no tiene nada que ver con el Primer Período Intermedio, y hay muchos eruditos que están de acuerdo con ella.
Aun así, debido a la falta de documentación histórica de la época, y a la similitud entre la estructura social representada (según la cual gente de estatus social más bajo podía permitirse lujos), muchos estudiosos e historiadores adecuados han seguido los pasos de escritores anteriores a la hora de aceptar las quejas de Ipuwer como una representación acertada de la vida durante el Primer Período Intermedio. Hasta una historiadora de la talla de Margaret Bunson escribe que el primer Período Intermedio fue "una época de agitación y caos que comenzó con el colapso del Imperio Antiguo" (78). No se puede negar que hubo agitación durante esta época, pero el "caos" del que se habla tan a menudo parece una exageración.
Además, el Papiro Ipuwer también se ha vinculado con otros periodos y acontecimientos, incluidas las plagas del libro bíblico del Éxodo que el Dios de los hebreos hace caer sobre Egipto. De la misma manera que Ipuwer no tiene nada que ver con el Primer Período Intermedio, tampoco hay ningún punto de vista histórico en la narrativa bíblica. Las narrativas que lloran por una época pasada, que añoran los tiempos pasados que "fueron mejores" y se quejan del estado actual de la vida existen en todas las culturas desde la Antigüedad hasta el presente, y el Papiro Ipuwer no es más que otro ejemplo.
Los dos reinos
A pesar de todo, las afirmaciones sobre la agitación y el caos tienen cierto respaldo histórico, y se deben a la ausencia de un único gobierno central estable y la división del poder en dos reinos: Heracleópolis en el Bajo Egipto y Tebas en el Alto Egipto. Las Dinastías VII y VIII de Egipto siguieron gobernando desde Menfis, pero en realidad solo ejercían control sobre la población local. Los distintos distritos del país básicamente estaban autogobernados.
La falta de conocimiento de los reyes de las Dinastías VII y VIII da testimonio de lo inefectivas que fueron. Sus nombres y reinados no perduraron en la historia egipcia. En cierto momento la antigua capital de Menfis quedó abandonada por los gobernantes que se consideraban los sucesores de los reyes del Imperio Antiguo. Estos gobernantes de las Dinastías IX y X (cuyos nombres y mandatos están tan mezclados que casi no tienen sentido) reclamaron la ciudad de Heracleópolis como su capital y se autoproclamaron los verdaderos reyes de Egipto. Siedlmayer escribe:
Se sabe muy poco de los dieciocho o diecinueve reyes que componen la Dinastía Heracleopolitana de Manetón, que ocuparon el trono de Egipto durante un periodo de unos 185 años. Hasta sus nombres son en su mayoría desconocidos y, a excepción de uno o dos, es imposible asignar los pocos reyes que se conocen por nombre a su lugar correcto en la secuencia dinástica. Además, no se conoce el periodo de reinado de ninguno de ellos. (Shaw, 128)
Independientemente de lo que estuvieran haciendo los gobernantes de Menfis, y fuera cual fuera la motivación para trasladar la capital a Heracleópolis, obviamente fue inefectiva. La ciudad de Tebas en el Alto Egipto, que en la época en la que se trasladó la capital de Menfis a Heracleópolis no era más que otro nomo egipcio, reaccionó para llenar este vacío de poder.
El ascenso de Tebas y la reunificación
En torno a 2125 a.C. un nomarca tebano llamado Intef, que contaba con los tradicionales epítetos de "gran señor" del nomo y "supervisor de los sacerdotes", ascendió al poder en Tebas y cuestionó la autoridad de los gobernantes heracleopolitanos. Intef I fundó la Dinastía XI de Egipto y desencadenó el ímpetus que conduciría a la reunificación del país. Más tarde, durante el Imperio Medio, se habla de él como el "Intef el Grande", y se erigiría una estatua en su honor en el Templo de Karnak. Su enorme tumba en Saff el-Dawaba todavía se puede ver en la necrópolis de el-Tarif, cerca de las ruinas de Tebas.
El segundo rey de la Dinastía XI, Mentuhotep I (en torno a 2115 a.C.) declaró a Tebas la verdadera capital de Egipto y empezó el proceso de reunificación conquistando los nomos vecinos. Esto continuaría durante los reinados de los reyes que lo siguieron, pero especialmente con Wahankh Intef II (en torno a 2112-2063 a.C.). Wahankh Intef II reclamó el título de "Rey del Alto y el Bajo Egipto" y uno de sus primeros actos fue conquistar la ciudad de Abidos. Abidos era una de las comunidades más antiguas de Egipto, en la que estaban enterrados los primeros reyes, y al tomar la ciudad, Wahankh Intef II estaba relacionando su derecho a ser el sucesor legítimo de los reyes primitivos. Una vez asegurada Abidos, se dedicó el resto de su reinado a librar periódicamente la guerra con los gobernantes de Heracleópolis.
Wahankh Intef II no fue un simple caudillo o nomarca provincial que se hizo con el poder. Se consideraba a sí mismo como el verdadero rey de Egipto e hizo todo lo posible por comportarse como tal, ateniéndose a las restricciones y las responsabilidades del pasado. Erigió monumentos y construyó templos dedicados a los dioses, y también levantó el primer monumento en honor al dios Amón en Karnak. Se aseguró de que su familia, su familia extensa, los sirvientes y los súbditos estuvieran todos bien cuidados y mantuvo el principio del ma'at en sus políticas.
Siguiendo el paradigma de los mejores gobernantes del Imperio Antiguo, Wahankh Intef II únicamente otorgó poder a los miembros de su familia más cercana y a sus amigos y delegó solo lo necesario. No había ningún nomarca poderoso en Tebas ni alrededores ni tampoco en los nomos bajo el gobierno tebano. Tal y como apunta Siedlmayer, Wahankh creó un gobierno basado en "vínculos estrechos de lealtad personal y un control severo" (Shaw, 126). Y esa era precisamente la política que habían seguido tales reyes anteriores como Sneferu, Kufu y Kefrén en el Imperio Antiguo.
A su muerte, Wahankh Intef II fue enterrado en el-Tarif en las afueras de Tebas con una estela biográfica a la entrada de la tumba. Siedlmayer escribe:
Este monumento, que cuenta con una descripción del rey acompañado por sus perros favoritos, resume retrospectivamente los logros de su reinado; y las afirmaciones que se hacen en el texto se confirman ampliamente con las inscripciones de sus seguidores. (Shaw, 125)
Tras él, subió al trono Nakhtnebtepnefer Intef III (en torno a 2063 a.C.), que capturó Asyut de los reyes heracleopolitanos y aumentó el alcance de Tebas. El gran príncipe Mentuhotep II aprovecharía el éxito de su antecesor: derrotó a Heracleópolis y unificó Egipto bajo su mandato. Mentuhotep II se consideró como un "segundo Menes" en las inscripciones posteriores y fue alabado como el gran rey que le había devuelto el orden al país.
Con la victoria de Mentuhotep II toca a su fin el Primer Período Intermedio, con lo que da comienzo el Imperio Medio. Los desarrollos del Primer Período Intermedio tendrían una gran influencia en la siguiente era de la historia de Egipto. Los gobernantes del Imperio Medio y los nomarcas regionales trabajarían juntos durante la mayor parte de la era para crear algunas de las obras de arte más impresionantes y una de las sociedades más estables y afluyentes de la historia.