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El Ramayana es una antigua epopeya india compuesta en el transcurso del siglo V a.C., que cuenta sobre el exilio y ulterior retorno de Rama, príncipe de Ayodhya. Su autor, el sabio Valmiki, la escribió en sánscrito y empleó su contenido para enseñar a los hijos de Rama, los jimaguas Lava y Kush. Con unos 24.000 versos, se considera un poema bastante extenso que la tradición conoce con el nombre de Adi Kavya, término asociado a las raíces adi, que significa original, primero, y kavya, poema. Si bien la historia fundamental trata de políticas palaciegas y batallas contra tribus demoníacas, en el relato se entremezclan temas de filosofía y ética, así como observaciones acerca del deber. Mientras en el Mahabharata, otro poema heroico indio, los protagonistas se presentan con todas sus faltas y locuras, el Ramayana se inclina más hacia un estado idealizado de las cosas: Rama es arquetipo de hijo y de rey, Sita la esposa perfecta, Hanuman constituye paradigma de devoción, Lakshmana y Bharata hermanos ejemplares, e incluso Ravana, el malvado demonio, no resulta del todo despreciable.
Nacimiento de Rama
Dasharatha, rey de Ayodhya, no tenía hijos, razón por la cual prepara un sacrificio conocido como Putra-kameshti: putra, hijo, kameshti lo deseado. Durante la ceremonia, Agni, dios del fuego, emerge de las llamas y entrega al rey una jarra de oro rebosante de néctar. «Brinda esto a tus reinas», dijo el dios, y desapareció. De las tres esposas del rey, la mayor recibió la mitad del néctar. La segunda reina bebió una parte de la mitad que restó después de haber bebido la primera. A la soberana más joven ofreció el monarca la mitad de lo que quedaba, y de nuevo se volvió hacia la segunda reina, dándole a beber la porción final. Tiempo después las reinas alumbraron hijos: de la mayor nació Rama, la más joven dio a luz a Bharata y la segunda reina trajo al mundo a los mellizos Lakshmana y Shatrughna.
rama, héroe del ramayana, es el hijo y rey ideal; sita la esposa ejemplar.
Rama desposa a Sita
Ya algo espigados los príncipes, arribó a la corte de Dasharatha el sabio Vishvamitra y solicitó que le «prestaran» a Rama y a Lakshmana para que lo ayudaran a librar a su ermita de los demonios que asolaban a los residentes delashram, a los cuales les profanaban sus sacrificios con sangre y huesos, y los mataban. Después de que los dos príncipes lograran exterminar con éxito a los demonios del ashram, el sabio los condujo hasta el vecino reino de Mithila para que conocieran las festividades de swayamvar, dedicadas a la princesa nativa Sita, nacida de la tierra. El monarca de aquel país había adoptado a Sita como hija, quien ya había crecido y alcanzado la edad núbil. El rey había anunciado que concedería a su hija en matrimonio a la persona que pudiera encordar el Gran Arco de Shiva. Pero nadie lo había logrado. Todos los intentos realizados por distintos reyes, príncipes y plebeyos habían terminado en el fracaso.
Tras varios meses de festejos de swayamvar, el arco permanecía sin cuerda. Justo a esta localidad trajo el sabio Vishvamitra a los dos príncipes de Ayodhya. Rama y Lakshmana ingresaron al salón asambleario donde el arco estaba expuesto en todo su glorioso esplendor. Rama se acercó, asió el arco, colocó la cuerda, y la punteó, produciéndose tan atronador sonido que dos cosas ocurrieron de manera simultánea: el tañido se escuchó a kilómetros de distancia, y la fuerza de la vibración fue tal, que partió el arco en dos con tan descomunal ruido que provocó que el rey y sus cortesanos salieran a zancadas de sus cámaras para enterarse de la causa de la conmoción. Calmada la confusión, Rama desposó a Sita. Sus tres hermanos contrajeron matrimonio con una hermana y dos primas de Sita, y el acontecimiento se celebró con numerosas fiestas y gran regocijo en los dos reinos.
Tiempo después, Dasharatha determinó que se había hecho demasiado viejo para reinar, y anunció que abdicaría en favor de Rama, primogénito y príncipe heredero de la corona. Sin demora, la más joven de sus reinas invocó una vieja promesa que Dasharatha le había hecho: exigió que Rama permaneciera exiliado durante 14 años, y que en su lugar se coronara a Bharata, su hijo. Dasharatha rehusó hacerlo, pero Rama decidió honrar la palabra que su padre había empeñado y partió hacia los bosques. Sita y Lakshmana lo acompañaron, al no haber forma de disuadirlos de que lo siguieran. Afligido por lo injusto de la situación y por la partida de Rama, Dasharatha murió al cabo de los dos días.
Bharata no se encontraba en Ayodhya durante el acontecimiento de estos hechos, ya que por esos días disfrutaba de vacaciones junto al cuarto príncipe Shatrughna en las tierras de su abuelo materno. A ambos se urgió a que regresaran a Ayodhya, y al conocer Bharata de lo ocurrido, tal fue la furia que lo poseyó, que le gritó a su madre, rechazó ascender al trono, y reunió en torno a él a los pobladores para marchar hacia el bosque y traer de regreso a Rama.
Rama se negó a retornar, y manifestó su intención de mantenerse en el exilio durante la totalidad de los catorce años para cumplir con la última voluntad de su padre. Bharata regresó con las sandalias de Rama, las colocó en el trono y procedió a dirigir el país en nombre de Rama. Mientras tanto Rama se trasladó más al sur y se internó en las profundidades de los bosques, de manera que a los habitantes de Ayodhya no les resultara fácil continuar acudiendo a su choza para rogarle que regresara.
Ravana secuestra a Sita
Un día una demonia nombrada Surpanakha, al quedar cautivada hasta la locura por la belleza de Rama, se acercó a él y le rogó que la desposara. «Ya tengo esposa», le respondió Rama, y señaló a Sita; «¿Por qué no te casas con mi hermano Lakshmana?» Lakshmana, al ver que Surpanakha se volvía hacia él, declaró que había hecho votos temporales de celibato y la envió de regreso a Rama. A continuación los hermanos se turnaron para jugar ping-pong con su persona, hasta que exasperada y desbordada de cólera, se abalanzó sobre Sita para ultimarla, con el resultado de que Lakshmana le cortara a la diabla las orejas y la nariz.
Surpanakha voló a Lanka, la actual Sri Lanka, donde reinaba su hermano Ravana, y expresó su queja. Enfurecido, Ravana juró vengarse. Persuadió al demonio Marich a que se disfrazara de ciervo dorado y rondara por las cercanías de la choza de Rama. Al avistar Sita al ciervo de oro, le suplicó a Rama que se lo trajera. Los hermanos salieron en busca del animal, y al momento arribó Ravana, raptó a Sita, la colocó en su carro volador y ascendió a los cielos en dirección a Lanka. Después de sacrificar al ciervo de oro y descubrir que no era más que la personificación de un demonio, los príncipes retornaron a su cabaña, la encontraron vacía y comenzaron a buscar a Sita.
En sus recorridos, los príncipes se encontraron con un grupo de simios que les mostraron varios adornos de Sita: los monos habían visto a una bella mujer que lloraba y dejaba caer sus ornamentos desde un carro conducido por un demonio que viajaba por el cielo en dirección sur.
Entre los cuadrúmanos se hallaba Hanuman, quien finalmente pudo ubicar el paradero de Sita en el reino de Ravana, en Lanka. Rama obtuvo el apoyo del jefe de los monos, Sugriva, los organizó en un ejército, marchó hacia el sur, construyó un puente sobre el océano, y cruzó hacia Lanka. Tras librar una batalla épica Rama pudo liquidar a Ravana, y a la postre, devolver la libertad a Sita.
Sita enfrenta una prueba de fuego
Sita se dirigió entonces hacia Rama, quien la rechaza debido a que había permanecido todo el tiempo alojada en el palacio de un demonio. Agraviada, y con la intención de renunciar a su vida, Sita entró a una pira ardiente, pero en el instante preciso Agni se levanta de entre las llamas, y con la ilesa Sita cargada en sus brazos, dijo:
Aquí, Rama, está tu Sita. No hay un ápice de pecado en ella. (El Ramayana de Valmiki, 6.118)
Este acontecimiento pasó a conocerse como Agni Pareeksha, agni, fuego, pareeksha, prueba.
Coronación de Rama en Ayodhya
Dado que los 14 años habían transcurrido, Rama regresó a Ayodhya, lo coronaron rey y gobernó la nación con gran sabiduría: ningún joven moría antes que sus padres, las puertas no necesitaban cerrojos para protegerlas de los ladrones, no había tierra cultivable que permaneciera yerma, ningún árbol dejaba de parir fruto, y en todas partes reinó la paz y la prosperidad.
Destierro de Sita
Se piensa que el Ramayana compuesto por Valmiki tiene seis capítulos y que concluye en este momento de dicha; pero un séptimo capítulo, nombrado Uttar-Ramayana (uttar, post-, detrás de, lo que ocurre después), continúa la historia y finaliza con un tono algo menos feliz. La historia prosigue de la siguiente forma: Transcurridos muchos meses de la monarquía de Rama, comenzaron a surgir en la población ciertos rumores que cuestionaban la castidad de Sita durante el período en que había permanecido secuestrada y encarcelada por un demonio. Preocupado por los sentimientos de sus súbditos, Rama pidió a Sita que repitiera la prueba de fuego Agni Pareeshka. Sita se niega, por lo que Rama la destierra y encarga a Lakshmana que la escolte más allá de las fronteras del reino. En contra de su voluntad Lakshmana cumple, y deja a Sita en la ermita de Valmiki.
Lava y Kush cantan el Ramayana
Por aquellos días Sita se encontraba embarazada. Valmiki le ofrece refugio y la admite como interna del ashram, donde alumbra una pareja de mellizos a quienes nombran Lava y Kush. Valmiki cuidó del desarrollo de ambos con gran amor y afecto, los formó con los elevados conocimientos de los Vedas y diversas escrituras, y les enseñó numerosas habilidades propias de príncipes, entre ellas la arquería. Valmiki también los instruyó en la recitación del Ramayana, que en aquellos tiempos había terminado de escribir. Los gemelos, desconocedores de su ascendencia, declamaban los poemas ante diferentes públicos, sin saber que cantaban acerca de su familia. Sus recitales cargados de dulces sentimientos condujeron a que se les tuviera en sumo aprecio, y así su fama se extendió hasta los oídos de Rama, quien los invitó a que actuaran ante él. Fue en la corte de Rama que se reveló a los mellizos la verdadera historia: que ambos, vivas imágenes del rey, eran sus hijos, y que su madre no era otra que la Sita que mencionaban en sus cantos.
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Abrumado por el remordimiento, Rama le pidió a Sita que regresara al palacio siempre que, una vez más, probara su fidelidad ante la asamblea. Sita, angustiada, exclamó: «¡O, madre tierra, solo te pido que me saques de este lugar para siempre!», entonces la tierra se abrió, emergió la diosa Prithivi sentada en un trono de oro, sentó a Sita en su regazo, y acto seguido la grieta se cerró. Sita desapareció para siempre. Apesadumbrado, Rama abdicó el trono en beneficio de sus hijos, y junto a sus hermanos entró en las aguas del río Sarayu, que rodeaba a Ayodhya. Sus espíritus abandonaron sus cuerpos y ascendieron a los cielos.
Variaciones regionales
El Ramayana se compuso en sánscrito. Tras años de contarse una y mil veces, surgieron diversas versiones vernáculas que embellecían la historia, añadían toques regionales, e insertaban explicaciones y justificaciones en las pequeñas partes que mostraban al héroe, Rama, bajo una luz no demasiado heroica. El Ramavataram, compuesto por el poeta tamil Kamban durante el siglo XII d.C., es popular en varias regiones del sur de la India. En el norte, el Ramacharit Manas, compuesto por el poeta de origen awadh Tulsidas, es sumamente célebre. También existen otras versiones en bengalí, malabar, telugu, canarés y distintas lenguas indias.
Legado
Los personajes del Ramayana se han hecho de un lugar en el lenguaje corriente y en las expresiones típicas deñ país. Con frecuencia se realizan recitales públicos del Ramayana. Se han escrito adaptaciones de la epopeya para películas y obras de teatro; en la actualidad, en el norte de la India, numerosas compañías teatrales y asociaciones locales de vecinos lo declaman en las fiestas de Dussehra. En las paredes de algunos de los templos más antiguos de Asia pueden observarse numerosas escenas del cantar épico.
A Rama se le venera como encarnación del dios Vishnú. En la mayoría de los barrios de las tierras septentrionales de la India, en particular a lo largo del cinturón del Ganges, se encuentran con relativa frecuencia templos dedicados a Rama. En varios países del sureste de Asia, como Camboya, Indonesia y Malasia, el relato de Rama continúa presentándose en espectáculos de sombras chinescas de intrincada confección.
Interesado en el estudio de las migraciones, costumbres, las artes y religiones de distintas culturas; descubrimientos geográficos y científicos. Vive en La Habana. En la actualidad traduce y edita libros y artículos para la web.
Basu, A. (2016, agosto 30). Ramayana [Ramayana].
(W. R. Arroyo, Traductor). World History Encyclopedia. Recuperado de https://www.worldhistory.org/trans/es/1-15104/ramayana/
Estilo Chicago
Basu, Anindita. "Ramayana."
Traducido por Waldo Reboredo Arroyo. World History Encyclopedia. Última modificación agosto 30, 2016.
https://www.worldhistory.org/trans/es/1-15104/ramayana/.
Estilo MLA
Basu, Anindita. "Ramayana."
Traducido por Waldo Reboredo Arroyo. World History Encyclopedia. World History Encyclopedia, 30 ago 2016. Web. 20 dic 2024.
Licencia y derechos de autor
Escrito por Anindita Basu, publicado el 30 agosto 2016. El titular de los derechos de autor publicó este contenido bajo la siguiente licencia: Creative Commons Attribution-NonCommercial-ShareAlike. Por favor, ten en cuenta que el contenido vinculado con esta página puede tener términos de licencia diferentes.