En la mitología griega, Tique es la diosa y personificación de la buena suerte, el azar y la fortuna. La popularidad de Tique creció después del período clásico, cuando muchas ciudades y funcionarios de todo el mundo griego y del Mediterráneo la adoptaron como su deidad patrona y se hacían sacrificios en sus santuarios. Su popularidad perduró durante cientos de años.
Tique se representaba en muchas formas de arte y se reconocía inmediatamente por su corona mural y el timón y la cornucopia que sostenía. Varios autores la describen como "todopoderosa" y "sabia". Su homóloga romana es la diosa Fortuna.
Nacimiento y familia
Según Hesíodo (c. 700 a.C.) en su Teogonía, Tique era una de las muchas hijas de los titanes Océano y Tetis y hermana de muchas, como las oceánidas Electra, Urania, Metis, Estigia (diosa del inframundo) y Calipso. Como hija de Océano, se decía que Tique tenía una conexión con el agua, representada por el timón que sostiene en las impresiones artísticas. Otras fuentes afirmaban que era hija de Zeus, aunque en la Teogonía se la menciona como su prima.
La diosa de la fortuna, la suerte y el azar
Aunque Tique fue reconocida desde el principio, se convirtió en una diosa completamente desarrollada durante el período helenístico (323-30 a.C.). El aumento de la popularidad de Tique demostró que los antiguos griegos creían que el azar y la suerte gobernaban sus vidas. Su popularidad se manifestó en la práctica generalizada de dedicarle ciudades durante los períodos helenístico y romano (con la única excepción de Atenas, que ya tenía su deidad patrona en Atenea). Tique era la explicación por defecto para todo lo que no estuviera relacionado con las deidades olímpicas.
Los griegos creían que cada lugar, ciudad y estado tenía su propia Tique estrechamente relacionada con el bienestar de una ciudad en particular. Era la fuerza constante que regulaba sus vidas, y la gente la invocaba para pedir su ayuda o la despreciaba, según sus circunstancias personales. Incluso se decía que los dioses aceptaban sus órdenes. Normalmente se la representaba como una diosa benévola que provocaba sentimientos de bienestar y felicidad en las personas que la adoraban.
Tique adquirió aún más importancia política tras la muerte de Alejandro Magno (356-323 a.C.) y la agitación que le siguió con el establecimiento de nuevas ciudades helenísticas en Egipto y Asia Menor (la actual Turquía).
Tique en las fuentes escritas
Algunos escritores se refirieron a Tique como diosa, pero la mayoría la representaron como una Tique impersonal, una cualidad más que una identidad real. Tique se utilizaba a menudo para describir acontecimientos históricos, y personificaba eventos como ataques de piratas, naufragios, esclavitud y sucesos fortuitos. Una de las primeras menciones a Tique se encuentra en las Odas Olímpicas de Píndaro (c. 518 a c. 438 a.C.), donde se le implora que ayude a Ergoteles de Himera cuando compite en la carrera larga:
¡Salvadora deidad, prole divina
De Jove soberano, alma Fortuna!
Oye mis ruegos y la frente inclina
De Himera a la ciudad, de fuertes cuna.En el piélago tú las naves riges;
De ti depende la violenta guerra;
Las sabias asambleas tú diriges
Que leyes dictan a la muda tierra.Giran en tanto, con errado vuelo,
Humanas esperanzas e ilusiones.(Píndaro, Odas olímpicas, XII, traductor: D. Ignacio Montes de Oca)
En el Himno Homérico a Deméter, Tique es representada como una nereida (ninfa del mar). El himno menciona cómo Tique y sus hermanas jugaban con Perséfone en un prado antes de su violento secuestro por Hades. El antiguo historiador Polibio (c. 208-125 a.C.) reflexiona sobre la influencia de Tique, que tenía el poder de infligir mala fortuna y cólera a los líderes dudosos, al igual que la providencia divina.
En la Descripción de Grecia de Pausanias (115-180 a.C.), se interesa mucho por Tique, visita muchos de sus santuarios en toda Grecia. Lamentó la decadencia de Megalópolis y admitió que Tique cambiaba todas las cosas según sus caprichos. Afirmó que Alejandría y otras ciudades, en cambio, habían alcanzado una gran prosperidad, a pesar de ser ciudades nuevas, porque Tique las favorecía.
En el teatro griego antiguo, Tique era a menudo la causa de resultados inesperados: un desastre repentino o un indulto de última hora. Se dirigían a ella de manera cortés e indirecta para animarla a traer buena suerte. El dramaturgo griego Meandro (342-291 a.C.) utilizó a Tique como narradora en el prólogo de su obra El escudo, donde anuncia que habrá un final sorprendente. Se refirió a ella como una diosa ciega. Sin embargo, parece ser más ilustrativo de su naturaleza imprevisible e indiscriminada que de cualquier discapacidad física.
En la obra Cíclope de Eurípides (c. 484-407 a.C.), utilizó a Tique como personificación después de que Odiseo invocara a Hefesto y al sueño (Hipnos) para que lo ayudaran a atar al cíclope con éxito. Afirmó que si los dioses no respondían a su petición de ayuda, consideraría a Tique como una divinidad y como alguien más poderoso que los dioses.
Tique y la filosofía griega
El filósofo griego Platón (428/427-348/347 a.C.) creía que Tique era la causa espontánea de todas las acciones divinas. El alumno de Platón, Aristóteles (384-322 a.C.), la consideraba la personificación de la espontaneidad. Los estoicos definían a Tique como alguien o algo que era un misterio para los humanos y que solo podía ser comprendido adecuadamente por una inteligencia superior. Los epicúreos daban sentido al universo viéndolo de forma física y científica. Creían que no existía el azar y que todo acontecimiento o suceso aleatorio podía explicarse por el movimiento de la materia.
Tique en el arte
Tique está representada en muchas formas de arte, como monedas, esculturas, amuletos, mosaicos, lápidas y copas. Cada ciudad la representaba de forma diferente, ya que era la encarnación de cada comunidad. A menudo se la representaba con símbolos únicos que representaban cada lugar, incluyendo características geográficas o culturales como un río o barcos de guerra en las ciudades fenicias. Los gobernantes y funcionarios de las ciudades utilizaban los signos de Tique para transmitir mensajes patrióticos o ideológicos.
Sin embargo, su apariencia básica tenía un tema similar; siempre se la mostraba con una corona mural en la cabeza y a menudo con un timón en una mano o una cornucopia en la otra. La corona mural (corona de murallas) simbolizaba su vínculo con las diferentes ciudades cuyo destino supervisaba. La cornucopia representaba la prosperidad que traía. El timón era un símbolo de su orientación y de su filiación. También lleva una túnica o vestido largo con una palla encima, asegurada con una fíbula, y a veces lleva un torc de oro alrededor del cuello.
En el siglo IV a.C., Praxíteles de Atenas (395-330 a.C.) creó dos esculturas de Tique, mientras que a principios del siglo III a.C., el escultor Eutiques creó la famosa escultura griega Tique de Antioquía, cuya réplica se encuentra actualmente en los Museos Vaticanos. La estatua representa a Tique sentada en una roca con la personificación del río Orontes a sus pies. Sostiene una gavilla de trigo en la mano, que simboliza la prosperidad. Pausanias habla de otra escultura que vio en el santuario de Tique, en la que esta sostiene a un joven Pluto, el dios griego de la riqueza y la generosidad agrícola.
Tique y Bizancio
Tique desempeña un papel esencial en el mito fundacional de Bizancio. Bizas, el legendario fundador de Bizancio, consagró a Rea como la Tique de la ciudad, combinando a ambas en una diosa conocida como Tique Poliade y "reina de la ciudad". Rea y Tique son las deidades más importantes de la ciudad de Bizancio. El emperador romano Constantino I (que reinó del 306 al 337 d.C.) mantuvo el culto a las dos diosas incluso después de establecer Constantinopla, como demuestran las ceremonias de dedicación y la estatuaria. Instaló dos estatuas de Tique Constantinopolis y Rea en nichos del tetrastoon (un pórtico que rodea un patio). Los cultos de Tique y Rea se fueron integrando poco a poco con otras diosas. El culto de Tique se mezcló con el de Atenea, Deméter y Hécate.
El culto a Tique de la Polis
Tique era ampliamente venerada en muchas ciudades del Mediterráneo antiguo. El culto a Tique se estableció en la antigua Grecia en el siglo V o VI a.C. y apareció en el resto del Mediterráneo durante el siglo IV a.C. En su Descripción de Grecia, Pausanias menciona la existencia de templos dedicados a Tique en las ciudades griegas de Elis, Megara, Sición y Tegea. Además, su santuario en Alejandría era supuestamente tan hermoso que ningún otro templo del mundo helenístico podía superarlo. Tique también tenía templos en Cesárea (actual Israel), Antioquía (actual Turquía), Constantinopla (actual Turquía) y Palmira (actual Siria).
En Selge (actual Turquía), el sumo sacerdote del culto a Tique era vitalicio. En Mitilene (Lesbos, Grecia), Tique era conocida como la "Gran Tique de Mitilene". En Trapezópolis (una ciudad de Caria), se la conocía como la "gran diosa defensora de la ciudad".
Las pruebas arqueológicas demuestran que Tique/Fortuna era una de las deidades más importantes en Israel, Siria y Jordania durante el período romano. La popularidad de Tique perduró durante muchos años. Las pruebas demuestran que el emperador Alejandro Severo (que reinó del 222 al 235 d.C.) fue el primero en utilizar la figura de Tique en las monedas producidas en Cesárea durante su reinado. El emperador Juliano (que reinó del 361 al 363 d.C.) realizó un sacrificio a Tique en Antioquía en 361 o 362 d.C.