Cnosos es el nombre de un antiguo palacio minoico más el recinto que lo rodea. Situado en la isla de Creta, cantado por Homero en la Odisea, «Entre sus ciudades se levanta la gran ciudad de Cnosos, donde reinó Minos desde los nueve años de edad, aquel que conversaba con el gran Zeus». El rey Minos, famoso por su sabiduría y, más tarde, uno de los tres jueces de los muertos en el inframundo, dio su nombre al pueblo de Cnosos y, por extensión, a la antigua civilización de la isla: minoica.
El asentamiento ya estaba bien consolidado hacia el 2000 a.C. y fue destruido, probablemente por un incendio, hacia el 1700 a.C. Cnosos se ha identificado con la mítica Atlántida de Platón, mencionada en sus diálogos Timeo y Critias, y también es conocido por ser el escenario de la célebre historia de Teseo y el Minotauro. Por cierto, el carácter cruel del rey Minos, que exige sacrificios humanos a Atenas, no concuerda mucho con otras versiones que lo presentan como rey sabio y justo que, más tarde, armaría la primera flota para librar de piratas el mar Egeo.
Los mitos
Según los mitos, el rey Minos contrató al ateniense Dédalo, arquitecto, matemático e inventor, para que diseñara su palacio. Lo construyó con tanta inteligencia que nadie que entrase en él podía salir sin una guía. En otras versiones de la historia, no era el palacio el que estaba diseñado de tal manera, sino sólo una parte, el laberinto donde se albergaba el Minotauro, un monstruo mitad hombre mitad toro. Para evitar que Dédalo revelara los secretos del palacio, Minos lo encerró a él y a su hijo Ícaro en una torre y allí los mantuvo prisioneros. Pero Dédalo fabricó unas alas de plumas sujetas con cera, se las pusieron, él y su hijo, y ambos escaparon volando de su prisión. Ícaro, sin embargo, quiso volar demasiado alto, el sol derritió la cera y cayó al mar, muriendo en el acto.
El Minotauro, el hombre-toro e hijo de la esposa de Minos, se alimentaba de carne humana y Minos exigía cada año un tributo a Atenas: debía entregar a los jóvenes más nobles para ser sacrificados y alimentar a la bestia. Teseo de Atenas, con ayuda de la hija de Minos, Ariadna, mató al Minotauro, liberó a sus compañeros y regresó triunfante a su ciudad natal.
Ambas historias ofrecen una imagen poco favorecedora del rey Minos al tiempo que ensalzan a los héroes atenienses, lo cual no debe sorprendernos, pues estos mitos se originaron en Atenas.
Los primeros y segundos palacios
Bajo el gobierno de Minos, Cnosos floreció gracias al comercio marítimo, así como el comercio interior con las otras grandes ciudades cretenses, como Cato Zakro, Festo y Maliá. Cnosos fue destruido y reconstruido al menos dos veces. El primer palacio hallado en tiempos modernos fue construido hacia el 1900 a.C., sobre las ruinas de un asentamiento mucho más antiguo. Según las excavaciones realizadas, el primer palacio debió ser una construcción voluminosa con gruesos muros. La cerámica antigua encontrada en diversos lugares de Creta indica que la isla no estaba unificada bajo un poder central en esa época, por tanto los enormes muros debían tener un propósito defensivo. La escritura de este periodo, los llamados «jeroglíficos cretenses», no ha sido descifrada, de modo que apenas podemos averiguar nada de ese periodo, salvo lo que nos proporcionan los restos arqueológicos.
El primer palacio fue destruido hacia el 1700 a.C. y reconstruido a una escala mucho mayor. Esta vez se priorizó una arquitectura intrincada, antes que los muros defensivos. La cerámica de este periodo nos revela que existía una unidad cultural en Creta, posiblemente bajo el gobierno de Cnosos como poder central. El palacio tiene cuatro accesos, uno en cada dirección, todos ellos convergen en el patio central. Como los pasadizos interiores eran oscuros y sinuosos, se piensa que esto pudo dar lugar a la leyenda del laberinto de Minos. El salón de trono es impresionante. Según la Escuela Británica de Atenas, «Un par de dobles puertas accedía al salón de trono, con bancos anexos en tres lados y el magnífico trono en medio del cuarto muro, flanqueado por los frescos de los grifos». Los académicos de la Escuela Británica también han especulado que esta pieza no era un salón trono, sino la sede de la diosa, que recibía allí a los suplicantes y las ofrendas. Esta teoría se basa en las pinturas murales y en otros hallazgos que sugieren que quizás la sede del trono se hallaba en el patio central, mientras que esta sala tenía un uso ceremonial y religioso.
La Diosa de la Serpiente era la suprema deidad, quizás una forma primitiva de la diosa griega Eurínome, que bailaba con la serpiente Ofión sobre el caos del mar primigenio durante la creación. Se han encontrado imágenes de esta diosa en Cnosos y en muchos otros lugares de Creta, y todas son de este periodo. Hoy pueden contemplarse en el museo de Heraklion. Más pistas sobre esta diosa las encontramos en la reiteración del tema de la doble hacha, especialmente en el Salón de las Dobles Hachas del palacio. No hay duda de que este símbolo estaba asociado a una importante deidad minoica, pero no tenemos claro si se trataba de la Diosa de la Serpiente u otra.
El final de Cnosos y su descubrimiento posterior
La ciudad de Cnosos, así como casi la totalidad de los centros urbanos de Creta, fueron destruidos hacia el año 1450 a.C. por una combinación, tal vez, de seísmos e invasiones micénicas. Sólo se salvó el palacio. La erupción del volcán de Thera (Santorini) entre el 1600 y el 1500 a.C. pudo ser un factor decisivo en la destrucción de la ciudad y el segundo palacio. Sin embargo, la investigación más reciente contradice esta teoría, al encontrarse huellas de ocupación micénica en el palacio después del 1450 a.C. El sistema de escritura micénico, conocido como Lineal B, continuó vigente en Creta después de la erupción de Thera y hay evidencias de que los micénicos reconstruyeron el palacio dañado. De hecho, Cnosos se convirtió en una importante base de operaciones para los micénicos hasta su destrucción por el fuego hacia el 1375 a.C. Después de esa fecha el lugar fue abandonado y hacia el 1200 a.C. desaparece todo rastro de la cultura minoica. Algunos académicos proponen como fecha final el 1450 a.C., con la invasión micénica. Otros afirman que debió ser entre el 1375 y el 1300 a.C., por los rastros del fuego que devastó tanto el palacio como la ciudad. Durase lo que durase la presencia minoica en la isla, lo cierto es que después del incendio y la destrucción la gran metrópolis fue abandonada y cayó en el olvido.
Durante siglos, Cnosos se consideró tan sólo un mito hasta que, en 1900, fue descubierto por el arqueólogo inglés Sir Arthur Evans. Las excavaciones revelaron frescos murales con escenas de saltos de toro, lo cual hacía más verosímil la leyenda de Teseo y el Minotauro. La posibilidad de que existiera un Minotauro real se vio como algo aceptable una vez se comprendió que, durante el salto de toro, el joven atleta se fusionaba con el animal mientras saltaba sobre sus astas. Este deporte, de carácter quizás religioso, daría origen al mito del hombre-toro. El descubrimiento de la compleja arquitectura palacial también avalaba la historia del laberinto. Fue Evans quien llamó minoicos a los antiguos habitantes de Creta, en honor al rey Minos de Cnosos. Sus esfuerzos y trabajos de reconstrucción, aunque polémicos y criticados, pusieron los cimientos del futuro trabajo, tanto físico como antropológico, en torno a la civilización minoica.