Ariadna es una figura mitológica griega, más conocida por su papel a la hora de ayudar a Teseo a derrotar al Minotauro, el monstruo mitad hombre mitad toro que era su hermanastro, y a escapar del laberinto del palacio de Cnosos en Creta construido por su padre, el rey Minos.
Orígenes y familia
Ariadna procede de una poderosa familia de la mitología griega. Su madre era Pasífae, hija del dios sol Helios, y su padre es el rey Minos de Creta. Las mujeres de esta familia jugaron papeles importantes en muchos mitos relevantes. La tía de Ariadna es Circe, la hechicera que convierte a los hombres de Odiseo en cerdos en la Odisea de Homero. Su prima es Medea, cuya historia es similar a la de Ariadna en ciertos aspectos. Al igual que Ariadna, Medea ayuda a un héroe a conseguir su destino legendario; en su caso, les da a Jasón y los argonautas un bálsamo mágico e instrucciones para poder robar el Vellocino de oro de su padre, Eetes de la Cólquide, y él al final la abandona.
La hermana de Ariadna, Fedra, acaba casándose con Teseo más tarde, pero se enamora de Hipólito, el hijo de él, y con ello pone en marcha una serie de acontecimientos trágicos que desembocan en que Teseo acabe provocando la muerte de su hijo en la tragedia griega Hipólito, de Eurípides.
La historia de la madre de Ariadna es posiblemente la más extraña y sorprendente de todas. Cuando el padre de Ariadna, el rey Minos, ofende al dios Poseidón al negarse a sacrificar el hermoso toro blanco en honor del dios, Poseidón lo castiga haciendo que su esposa, Pasífae, se enamore del animal. Pasífae le encarga a Dédalo que talle una vaca de madera en la que pueda esconderse para seducir al toro. El producto de esta unión es el Minotauro, un monstruo con cuerpo de hombre y cabeza de toro, y un apetito insaciable por la carne humana. Esta criatura es el hermanastro de Ariadna, y su padre lo destierra a vivir en las profundidades oscuras del laberinto del que no puede escapar jamás.
Teseo y el laberinto
El padre de Ariadna, Minos, encierra al Minotauro en el laberinto bajo el suelo del palacio cretense de Cnosos. Este es un complejo laberinto subterráneo diseñado por Dédalo, que fue suficientemente listo y sagaz como para asegurarse de que fuera tan complicado que nadie que entrase pudiese encontrar jamás la salida. Una vez terminado, Minos encerró a Dédalo en el palacio para asegurarse de que el secreto de laberinto nunca se desvelaba.
A intervalos regulares, a veces cada año, otras veces cada siete o nueve años, se llevaban 14 rehenes, siete chicas y siete chicos atenienses, al laberinto como sacrificios vivos para alimentar a la criatura. Teseo, que había ido a Atenas a encontrar a su padre, el rey Egeo, se presenta voluntario como tributo para poder matar al Minotauro y terminar así con esta terrible tradición.
Cuando Teseo llega a Creta, Ariadna se enamora de él y lo ayuda; le da un arma y un ovillo de hilo rojo para que pueda volver a encontrar la salida del laberinto una vez haya matado al Minotauro. A menudo se suele describir una conexión especial entre Ariadna y el Minotauro, y se dice que simpatiza con la criatura, pero decide que ayudar a Teseo es más importante, ya sea por su encaprichamiento con él o por el horror de la matanza continua de atenienses inocentes (o puede que un poco de ambas).
Abandono en Naxos
Las acciones de Ariadna supusieron que tuviera que huir de su hogar con Teseo tras ayudarlo a triunfar. Después de traicionar a su padre, Ariadna zarpa en dirección a Naxos en el barco de Teseo, que había prometido casarse con ella. Sin embargo, la abandona mientras duerme en la isla y regresa a Atenas sin ella. En algunas versiones de la historia, la abandona intencionadamente, lo que podría ser un cruel acto de egoísmo. Ariadna despotrica contra él en su carta en Heroidas de Ovidio (43 a.C. a 17 d.C.), en la que lo acusa de querer regresar a Atenas y presumir de su logro sin reconocer el papel crucial que tuvo ella.
Puede que sus motivos fueran algo diferentes, pero aun así deshonrosos. En algunas versiones del mito, Teseo la deja en Naxos porque está muy enferma en el viaje de vuelta a Atenas y no puede seguir viajando. Después se muere dando a luz a los gemelos de Teseo, o la mata Artemisa. En otras versiones, se ahorca, desesperada, al darse cuenta de que Teseo se ha ido, por la razón que sea, y de que está perdida en una isla desconocida sin posibilidad de regresar a casa, a la familia que ha traicionado.
Sin embargo, hay interpretaciones de la historia que exoneran a Teseo hasta cierto punto y hacen que sus acciones sean menos crueles. En estas versiones, el dios olímpico del vino, Dioniso, le ordena a Teseo que la deje porque lo ha cautivado su belleza y la quiere como esposa. Teseo no puede negarse frente al dios y en consecuencia renuncia a ella. Cuando Dioniso y Ariadna se casan, él le da una hermosa corona que después transforma en la constelación Corona Borealis. Ovidio describe las joyas de la corona que se convierten en fulgurantes estrellas en la Metamorfosis. Ariadna y Dioniso tienen varios hijos, que según las fuentes pueden ser entre uno y seis, aunque algunas veces dos de los hijos de Ariadna se le atribuyen a Teseo.
Muerte e inmortalidad
En la Odisea de Homero, Odiseo ve la sombra de Ariadna en el inframundo y se entera de que Artemisia la ha matado en Naxos por razones que no están del todo claras. Plutarco (en torno a 45/50 a alrededor de 120/125 d.C.) escribe que muere dando a luz en Naxos después de que Teseo la abandone allí, embarazada. Muchas fuentes dicen que Dioniso la hizo inmortal, ya fuera sacándola del Inframundo al igual que hiciera con su madre mortal, Sémele, y ascendiendo con ella al Olimpo, o haciéndole una corona con una constelación de los cielos.
Sin embargo, las versiones más antiguas de la historia de Ariadna no mencionan para nada a Teseo. En estas historias, precede a Teseo varias generaciones, va a la guerra junto a Dionisio contra los argives y muere. En la Dionisíaca, Nono (siglo V d.C.) habla de su petrificación en la batalla contra los argives cuando el rey Perseo le muestra la cabeza de Medusa, lo que enfurece y entristece a Dioniso, que la trae de vuelta del Inframundo para convertirla en una diosa.
Símbolos y representaciones artísticas
En el arte griego, Ariadna está asociada con el hilo rojo que le da a Teseo para que encuentre el camino de salida del laberinto. También está asociada con la pista de baile que le construyó Dédalo, el famoso inventor. Su pista de baile se describe en la Ilíada, como parte de la escena recreada en el escudo de Aquiles por Hefesto. Los pasos complicados y cambiantes de la danza griega que se realizan en la pista de baile reflejan la idea del laberinto, un símbolo que también se asocia estrechamente con Ariadna.
En la pintura clásica y en la escultura griega, a menudo se puede ver a Ariadna dormida en Naxos antes de despertarse para descubrir que Teseo se ha marchado o antes de ser descubierta por Dionisio, así como también hay imágenes de ella y Dioniso juntos. También se la representa en la cerámica griega, como por ejemplo en el arte de vasijas, con Dioniso y sus ménades y sátiros como parte de las escenas de los ritos báquicos realizados por sus seguidores.
Cnosos
Las ruinas del palacio de Cnosos en Creta son un gran emplazamiento arqueológico de la Edad de Bronce y revelan ciertas conexiones con los mitos asociados con este lugar. El intricado diseño de los pasillos se ha sugerido como el origen de la historia del laberinto. En las paredes de Cnosos todavía se pueden apreciar los frescos que representan el antiguo deporte de la taurokatapsia, en el que los hombres saltaban por encima de los toros. Este deporte se podría relacionar con la leyenda del Minotauro, un híbrido mitológico de hombre y toro, por lo que hay pistas y vínculos físicos entre los restos excavados y las historias mitológicas que se contaban sobre sus legendarios habitantes.