Nisaba (también Naga, Se-Naga, Nissaba, Nidaba; está asociada con Nanibgal) es la diosa sumeria de la escritura y los relatos y es la escriba de los dioses. Aunque se suele decir que su nombre es Nidaba, el destacado erudito Jeremy Black señala que "Nisaba o Nissaba parece ser una opción más correcta que Nidaba" (Dioses, 143).
En un principio era una diosa del grano adorada en la ciudad de Umma en el Período Dinástico Arcaico I (2900-2800 a.C.), pero después se asoció principalmente con la ciudad de Eresh (o Eres), cuya ubicación se desconoce. Era hija de Anu y Unas (personificaciones del Cielo y la Tierra), aunque en algunos sitios como Lagash se representaba como hija de Enlil y Ninlil, la pareja divina que ascendió al poder con la bendición de Anu y Unas. No obstante, en las historias más conocidas, Ninlil, también conocida como Sud, es hija de Nisaba y Enlil es su yerno, mientras que Enki, el dios de la sabiduría, es su patrón.
No hay ninguna iconografía conocida de ella como la diosa de la escritura, aunque en su forma anterior de diosa del grano se la representaba con un único tallo, pero hay muchas descripciones en la literatura. En la historia El sueño de Gudea, se la representa como "una mujer sosteniendo un estilete de oro y estudiando una tablilla de arcilla en la que está representado el cielo estrellado" (Kramer, 138). Fue cobrando cada vez más importancia por toda Mesopotamia; se la invocaba regularmente en bendiciones, súplicas e incluso maldiciones, y se cuenta entre las deidades más prestigiosas del panteón sumerio en torno a 2600-2550 a.C.
Nisaba creció en poder y prestigio junto con la palabra escrita en Mesopotamia hasta que fue conocida como la escriba de los dioses y guardiana de los relatos divinos y mortales. Los sellos de cilindro del Período Dinástico Arcaico (2900-2334 a.C.) parecen representarla asociada con la construcción, especialmente de monumentos y templos, lo que, junto con su asociación literaria, la relacionaría con la diosa egipcia Seshat.
Sin embargo, los estudiosos no se ponen de acuerdo en una única interpretación de los cilindros, porque el símbolo que podría representar a Nisaba en los sellos no está claro. A pesar de ello, su asociación con Seshat es inconfundible, incluso si no estuviera relacionada con las medidas en los proyectos de construcción.
Como diosa del grano, estaba relacionada con el dios Ennugi, dios de los canales y los diques, bajo la forma de Nanibgal y también se conocía como Nun-barsegunu ("La dama cuyo cuerpo es cebada jaspeada"). Los santuarios de Nisaba, con bibliotecas y casas de escribas adjuntas, existían por toda Mesopotamia desde alrededor de 2000 a.C. hasta en torno a 1750 a.C. La última vez que se habla de ella es en relación a Eresh, cuando Shulgi de Ur la menciona durante el periodo Ur III (2047-1750 a.C.). Durante el periodo paleobabilónico (en torno a 2000-1600 a.C.) su estatus entró en declive, especialmente durante el reinado de Hammurabi de Babilonia (1792-1750 a.C.), cuando las diosas perdieron prestigio por toda Mesopotamia en favor de las deidades masculinas. Nisaba fue sustituida por Nabu en torno a aquella época, cuando Hammurabi elevó a Marduk a la posición de rey de los dioses y a Nabu como su hijo.
Nisaba y la escritura
Los sumerios inventaron la escritura en torno a 3500-3000 a.C. como un medio de comunicación a distancia necesario para el comercio. Con el ascenso de las ciudades de Mesopotamia, y la necesidad de recursos que escaseaban en cada región, se desarrolló el comercio a larga distancia y, con ello, la necesidad de comunicarse entre las diferentes regiones. Esta escritura primitiva se conoce como cuneiforme, y consiste en impresiones hechas en arcilla con un objeto afilado.
La forma más antigua de lenguaje escrito son los pictogramas, símbolos que representan objetos, y servían para ayudar a recordar cosas tales como los paquetes de grano que habían ido a un destino o la cantidad de ovejas que se necesitaban para sacrificios en los templos. Estos pictogramas se grababan en la arcilla húmeda que luego se dejaba secar, y estos se convirtieron en los primeros registros oficiales del comercio. Con los pictogramas se podía saber cuántas jarras o cubas, cuántas ovejas o cuántos fardos de grano había en cada transacción, pero no necesariamente en qué consistía la transacción. El erudito Paul Kriwaczek escribe:
Todo lo que se había llegado a inventar hasta entonces era una técnica para anotar cosas, objetos; no un sistema de escritura. Un documento que diga "Dos ovejas Templo de la diosa Inanna" no nos dice nada sobre si las ovejas se enviaban al templo, o si era el templo el que las enviaba, ni si estaban muertas, o vivas, o nada de nada. (63)
Para poder expresar conceptos más complejos que transacciones económicas o listas de objetos, se necesitaba un sistema de escritura mucho más complejo, y este se desarrolló en la ciudad sumeria de Uruk, alrededor del 3.200 a.C. Los pictogramas, aunque se seguían usando, dieron paso a los fonogramas, los símbolos que representaban sonido, y esos sonidos eran el lenguaje hablado de la gente de Sumeria. Con los fonogramas se podía transmitir más fácilmente el significado con precisión, con lo que, en el ejemplo de las dos ovejas y el templo de Inanna, ahora se podía saber claramente si las ovejas iban o venían del templo, si estaban vivas o muertas, y que propósito tenían en la vida del templo.
Nisaba, que antes había sido la diosa del grano, se asoció con la escritura a medida que se iban documentando las transacciones de grano. Como la gran dama que hacía crecer el grano, también vigilaba las cuentas sobre dónde se distribuía y cómo. La escritura se desarrolló a medida que iba creciendo el comercio hasta que Nisaba se convirtió en sinónimo del concepto de escritura y llegó a conocérsela como "La dama: el lugar al que se acerca hay escritura" (Monaghan, 8). El cuneiforme representaba el lenguaje hablado de los sumerios, pero la forma también valía para otros idiomas y en consecuencia también lo usaron acadios, babilonios y muchos otros en Oriente Próximo. La erudita Betty Deshong comenta lo siguiente:
Con la difusión de la escritura desde la simple contabilidad hasta una multiplicidad de usos (literatura, comunicación, derecho, registros del templo y de palacio) la formación de los escribas se convirtió en una necesidad. Las escuelas de escribas, llamadas E-DUB-A, "casa de las tablillas", proliferaron en ciudades y pueblos. El territorio de Sumeria presumía de tener un sistema formal de escuelas ya en 2.000 a.C. Estas escuelas enseñaban a los estudiantes a leer y escribir en cuneiforme. La mayoría eran hombres jóvenes, pero existen pruebas de tablillas de la Antigüedad que revelan que también había mujeres escribas. La "firma" de la suma sacerdotisa de Ur, Enheduanna, aparece en varios himnos y poemas que incluyen sus descripciones vívidas de interacciones personales con su diosa, Inanna. Entre el claustro naditu de mujeres en Sippar, 600 años después de Enheduanna, había escribas que suplían las necesidades empresariales y personales de las demás mujeres del grupo. De las muchas tablillas que han descubierto los arqueólogos, especialmente en la capital religiosa de Nippur, los estudiosos han podido establecer gran parte de la progresión del currículo que seguían los estudiantes en las escuelas de escribas. Por primera vez en la historia, la documentación ordenada de los conocimientos adquiridos se convirtió en una práctica común. (citado en Monaghan, 8-9)
Nisaba se convirtió en la diosa de la escritura y patrona de este arte. Las tablillas escolares de los escribas a menudo terminaban con la frase "¡Alabada sea Nisaba!" y Meador destaca que "un estudiante joven escribió en una tablilla 'Soy la creación de Nisaba'" (Monaghan, 9). Cuando era la diosa del grano su símbolo en cuneiforme era un tallo, lo que quiere decir que era el grano en sí.
Cada pictograma representaba la cosa en sí misma, no conceptos sobre un objeto o una persona, por lo que cuando aparece un tallo en las primeras inscripciones en cuneiforme, lo que está diciendo el escrito es que Nisaba está presente en ese grano. De la misma manera, cuando se convirtió en diosa de la escritura, entonces fue la palabra escrita; era la lengua, era la alfabetización, la comunicación, el aprendizaje: era la escritora y la palabra escrita.
Adoración y surgimiento de Nabu
Aunque se adoraba a Nisaba en santuarios, todavía no se ha identificado ningún templo dedicado a ella. La alababan en los templos de otros dioses como Nabu y Ninlil, y puede que anteriormente hubiesen pertenecido a Nisaba y se reconvirtieran después. Las inscripciones dejan claro que su templo en Eresh se conocía como Esagin, "la Casa del lapislázuli", que fue un centro de adoración durante más de 1.000 años.
Parece que con el tiempo su adoración acabó consistiendo principalmente en el acto de escritura; al componer una obra escrita, el autor estaba honrando a la diosa con los regalos que ella le había otorgado. Se volvió sinónimo de sabiduría y aprendizaje y escribas, estudiosos, sacerdotes, astrónomos y matemáticos la invocaban regularmente en busca de inspiración y guía para su trabajo. Meador escribe:
En el Himno 42 del Templo, Enheduanna la llama "mujer fiel que excede en sabiduría". Ya se ha mencionado su estrecha relación con los escribas y las actividades académicas. Las matemáticas y la astronomía formaban parte de su repertorio. Se dice que era "una dama de inteligencia astuta". Era la diosa de la inspiración creativa, diosa de la mente creativa. (Monaghan, 11)
El famoso Himno a Nisaba, del período de Ur III está dedicado formalmente a su patrón Enki, pero comienza con una invocación a la diosa:
¡Dama colorada como las estrellas del cielo, que sostienes una tablilla de lapislázuli! ¡Nisaba, gran vaca silvestre nacida de Uras, oveja silvestre alimentada de buena leche entre plantas alcalinas sagradas que abres la boca para siete cañas! Perfectamente dotada de cincuenta grandes poderes divinos, mi señora, la más poderosa. (Black, Literatura, 293)
Esta invocación es típica de las primeras y últimas líneas de las composiciones sumerias que le piden ayuda a Nisaba para crear la obra y la alaban por su inspiración al terminar. Sin embargo, esta práctica se hizo menos común cuando Nabu empezó a tomar su lugar durante el reinado de Hammurabi.
El rey amorreo Hammurabi ascendió al poder después de su padre, Sin-Muballit, que se vio obligado a abdicar en su favor. Una vez que Hammurabi hubo subido al trono de Babilonia, trazó sus planes para la conquista y los llevó a cabo, derrotando a sus enemigos y creando un imperio. Agradeció sus victorias a sus dioses y, naturalmente, elevó su estatus a expensas de los demás, pero los dioses de Hammurabi eran principalmente masculinos, y su prominencia hizo que las deidades femeninas perdieran importancia por toda Mesopotamia; otra consecuencia fue el correspondiente declive del estatus de y los derechos de la mujer.
Deidades masculinas fuertes y guerreras como Marduk, Assur o Ninurta se hicieron más populares que las diosas, e incluso más que la apreciada Inanna, que estaba asociada con la guerra. Nabu, como hijo de Marduk, tomó el lugar de Nisaba como patrón de la escritura y los escribas y ella quedó relegada a un segundo lugar como su esposa y consorte. Como tal, mantenía los registros y la biblioteca de los dioses, pero ya no se la invocaba para pedir inspiración creativa; ese había pasado a ser el rol de Nabu.
Aun así, se la siguió venerando en los templos de Nabu durante miles de años. Nisaba figura junto a Nabu en el panteón de dioses neoasirios en torno a 912-612 a.C. Cuando el Imperio neoasirio cayó en 612 a.C. los dioses que estaban más estrechamente relacionados con el gobierno asirio fueron víctimas de la venganza de los invasores, que destruyeron sus estatuas y sus templos. Algunas deidades, tales como Nabu y Nisaba, se salvaron porque para entonces o bien se habían asimilado a otros o bien se recordaban por su asociación anterior a Babilonia en vez de Asiria.
La adoración de Nabu continuó hasta la época cristiana en Grecia y Roma, mientras que Nisaba permaneció casi exclusivamente en Mesopotamia. Durante el período seléucida (312-63 a.C.) todavía se la adoraba en la región. Sin embargo, después de esa época su influencia cayó en el olvido y desapareció, junto con todos los demás dioses antiguos, a medida que el cristianismo se fue aceptando más y más.