La práctica médica en el antiguo Egipto era tan avanzada que muchas de sus observaciones, políticas y procedimientos habituales no serían sobrepasados en el Occidente hasta siglos después de la caída de Roma y sus prácticas se aplicarían tanto a la medicina griega como romana. Comprendían que la enfermedad podía ser tratada con fármacos, reconocían el potencial sanador en el masaje y los aromas, tenían médicos hombres y mujeres que se especializaban en áreas específicas y entendían la importancia de la limpieza en el tratamiento de los pacientes.
Hoy en día se reconoce que la enfermedad o infección puede ser causada por gérmenes y se podría pensar que la gente siempre lo ha creído, pero se trata de una innovación relativamente tardía en la comprensión humana. No fue sino hasta el siglo XIX que la teoría de los gérmenes en la enfermedad fue confirmada por Louis Pasteur y demostrada por el trabajo del cirujano británico Joseph Lister.
Antes de cualquiera de ellos, el médico húngaro Ignaz Semmelweis (1818-1865) ofreció la entonces extravagante propuesta a la comunidad médica de que ellos podían reducir las tasas de mortalidad en su ejercicio simplemente con lavarse las manos. Los médicos se burlaban de él, ya que no veían razón para lavarse las manos antes incluso de los procedimientos quirúrgicos más invasivos y él se sintió cada vez más frustrado y amargado. Semmelweis fue internado en una institución psiquiátrica en 1865, donde murió, después de ser golpeado severamente por los guardias por sugerir una práctica reconocida hoy en día como de sentido común.
Los antiguos egipcios habrían aceptado la propuesta de Semmelweis sin vacilación; no porque ellos entendieran el concepto de gérmenes, sino porque valoraban la limpieza. La tasa de mortalidad tras los procedimientos médicos en el antiguo Egipto era, probablemente, menor que la de cualquier hospital europeo en la era cristiana hasta mediados del siglo XX, cuando se hicieron práctica común la limpieza personal y la esterilización de instrumentos.
La egiptóloga Barbara Watterson señala que "la medicina en el antiguo Egipto era relativamente avanzada y los médicos egipcios, que eran todos varones salvo un par de excepciones, estaban capacitados" (46). Aun así, para una civilización que regularmente diseccionaba a los cadáveres para embalsamarlos, los médicos tenían escaso conocimiento sobre cómo la mayoría de los órganos internos funcionaban y culpaban a las fuerzas sobrenaturales por la enfermedad.
Lesiones y enfermedades
Las lesiones eran fáciles de entender en el antiguo Egipto, pero la enfermedad era un poco más difícil. Cuando alguien estaba lesionado había una causa comprensible y un efecto que entonces podía ser tratado; cuando una persona estaba enferma, no obstante, la causa era menos clara y por lo tanto la diagnosis era más problemática.
La causa de la enfermedad era generalmente la consecuencia del pecado y, cuando no parecía ser el caso, a que el paciente estaba bajo un ataque demoníaco, estaba siendo acosado por un fantasma enfadado o que algún dios sentía que necesitaba aprender una lección. La enfermedad, por consiguiente, era tratada comúnmente mediante la recitación de conjuros mágicos por un médico. Watterson señala que "el primer 'médico' era mago, ya que los egipcios creían que la enfermedad y el malestar eran causados por una fuerza maligna que entraba al cuerpo" (65).
Los tipos de enfermedades que sufrían los egipcios eran tan numerosos y variados como lo son hoy en día, e incluían la esquistosomiasis (una enfermedad contraída y diseminada por medio del agua contaminada), el tracoma (una infección ocular), la malaria, la disentería, la viruela, la neumonía, el cáncer, la enfermedad del corazón, la demencia, la fiebre tifoidea, la artritis, la presión arterial alta, la bronquitis, la tuberculosis, la apendicitis, los cálculos renales, la enfermedad hepática, la deformación de la columna vertebral, el resfriado común y los quistes ováricos.
Los antiguos egipcios, además de los hechizos mágicos, usaban conjuros, amuletos, ofrendas, aromas, tatuajes y estatuas para alejar al fantasma o al demonio, aplacar al dios o a los dioses que habían enviado la enfermedad o invocar la protección de un poder superior como medida preventiva. Los hechizos y conjuros eran escritos sobre rollos de papiro que se convertían en los textos médicos del momento.
Los textos médicos
Aunque sin duda había muchos más textos disponibles en el antiguo Egipto, solo algunos han sobrevivido hasta el presente. Sin embargo, estos pocos proporcionan una información valiosa sobre cómo los egipcios veían la enfermedad y qué creían que aliviaría los síntomas de un paciente o conduciría a la cura. Llevan el nombre de la persona a quien pertenecían o el de la institución que los alberga. Todos ellos, en un mayor o menor grado, confían en la magia empática como también en la técnica práctica.
El papiro médico de Chester Beatty, que data de alrededor de 1200 a. C., prescribe tratamiento para la enfermedad perianal (problemas asociados con el ano y el recto) y prescribe cannabis para los pacientes de cáncer (anterior a la mención del cannabis por Heródoto, que durante mucho tiempo se creyó que era la más antigua mención de esta droga). El papiro médico de Berlín (también conocido como el papiro de Brugsch, que data del Reino Nuevo, c. 1570 - c. 1069 a. C.) trata de la contracepción, la fertilidad e incluye las pruebas de embarazo más antiguas conocidas. El papiro de Ebers (c. 1550 a. C.) trata sobre el cáncer (para el cual, dice, no hay tratamiento), la enfermedad del corazón, la diabetes, el control de la natalidad y la depresión. El papiro de Edwin Smith (c. 1600 a. C.) es la obra más antigua sobre técnicas quirúrgicas. El papiro mágico demótico de Londres y Leiden (hacia el siglo III) está dedicado enteramente a los hechizos mágicos y la adivinación. El papiro médico Hearst (fechado en el Reino Nuevo) trata sobre las infecciones del tracto urinario y los problemas digestivos. El papiro ginecológico de Kahun (c. 1800 a. C.) trata temas sobre concepción y embarazo así como de anticoncepción. El papiro médico de Londres (c. 1782-1570 a. C.) ofrece recetas médicas para problemas relacionados con los ojos, la piel, las quemaduras y el embarazo. Estos son solo los papiros reconocidos como dedicados enteramente a la medicina. Hay muchos más que tocan el tema pero, generalmente, no son reconocidos como textos médicos.
Todas estas obras, en uno u otro momento, eran consultadas por los médicos practicantes quienes rutinariamente hacían visitas a domicilio. Los egipcios llamaban a la ciencia de la medicina el "arte necesario" por razones obvias. Los médicos eran considerados sacerdotes de Per-Ankh, la Casa de la Vida, una especie de biblioteca/academia anexa a un templo, pero el concepto de "casa de vida" también era considerado el conocimiento de sanación de los médicos individualmente.
Médicos, matronas, enfermeros y dentistas
Los médicos en el antiguo Egipto podían ser hombres o mujeres. El "primer médico", más tarde deificado como un dios de la medicina y de la sanación, fue el arquitecto Imhotep (c. 2667-2600 a. C.) mejor conocido por el diseño de la pirámide escalonada de Zoser en Saqqara. Imhotep también es recordado por iniciar la "medicina secular" por medio de sus tratados que argumentaban que la enfermedad ocurría naturalmente y no era un castigo de los dioses. La participación de las mujeres en la profesión médica en Egipto se remonta al período dinástico antiguo cuando Merit Ptah era la médica jefa de la corte real c. 2700 a. C. Merit Ptah es la primera médica conocida por su nombre en la historia mundial pero la evidencia sugiere la existencia de una escuela de medicina en el templo de Neit en Sais, en el Bajo Egipto, dirigida por una mujer cuyo nombre se desconoce c. 3000 a. C.
Peseshet (c. 2500 a. C.), otra mujer médica, a menudo citada como la primera, era la “Dama Supervisora de las Médicas”, posiblemente asociada a la escuela en Sais, que atestigua la presencia de mujeres en la práctica médica de esa época. La famosa leyenda de Agnódice de Atenas (c. el siglo IV a. C.) relata cómo, al negársele el acceso a la profesión médica porque era mujer, fue a Egipto donde las mujeres eran respetadas en ese campo. No se conoce dónde y cómo los médicos recibían su entrenamiento aunque se ha determinado que había una escuela importante en Alejandría así como la de Sais.
Un médico no solo necesitaba ser alfabetizado sino también ser puro de cuerpo y espíritu. Los médicos eran denominados como wabau (ritualmente puro) y debían bañarse con los mismos cuidados y frecuencia con que lo hacía un sumo sacerdote. Cada médico tenía su especialidad pero también había swnw, practicantes generales (médicos generales), y sau, cuya especialidad era el uso de la magia. Matronas, masajistas, enfermeros, asistentes y videntes también apoyaban al médico. Sin embargo, no se consideraba que los médicos tuviesen algo que ver con los partos, de los que se encargaban las matronas y las mujeres del hogar. La egiptóloga Carolyn Graves-Brown escribe:
La partería parece haber sido una profesión únicamente femenina en el antiguo Egipto. Los textos médicos sugieren que esto fue así, los cuales incluyen información ginecológica pero no discuten sobre obstetricia. Además, los hombres nunca aparecen representados en escenas de parto y en el papiro Westcar la madre es asistida durante el nacimiento por cuatro diosas. (82)
No hay evidencia de entrenamiento médico de las matronas o parteras. En el Reino Antiguo la palabra para "matrona" está asociada con la palabra para "enfermera", quien asistía a un médico, pero esta asociación termina después de ese periodo. Las matronas podían ser familiares femeninos, amigas o vecinas y no parecen haber sido consideradas como profesionales de la medicina.
El enfermero podía ser mujer u hombre y era un profesional de la medicina altamente respetado, no obstante, así como con las matronas, no hay evidencia de una capacitación escolar o profesional. El tipo de enfermera más esencial era la nodriza. Graves-Brown señala que “con la probable alta mortalidad de las madres, las nodrizas habrían sido particularmente importantes” (83). Las mujeres frecuentemente morían en el parto y los documentos legales muestran acuerdos entre las nodrizas y las familias para hacerse cargo del recién nacido en el caso de fallecimiento de la madre. Al enfermero materno infantil, quien asistía en los procedimientos, se le tenía tal respeto que ella o él era representado, durante la época del Nuevo Reino, como ligado con lo divino. La asociación del enfermero con el médico parece bien establecida, no así su conexión con el dentista.
La odontología creció a partir de la profesión médica establecida, pero nunca se desarrolló tan ampliamente. Los antiguos egipcios sufrieron de problemas dentales a lo largo de la historia completa de la civilización, por lo que no está claro por qué no había más dentistas o estaban mejor documentados. Los médicos también practicaban la odontología pero ya había dentistas en el período dinástico antiguo. De hecho, el primer dentista conocido por su nombre, es Hesire (c. 2600 a. C.), jefe de dentistas y médico del rey bajo el reinado de Zoser (c. 2700 a. C.). Los problemas dentales eran particularmente predominantes debido a la dieta egipcia de pan grueso y a su incapacidad para evitar la arena en su comida. La egiptóloga e historiadora Margaret Bunson escribe:
Los egipcios de todas las épocas tuvieron terribles problemas dentales y periodontales. Para el Reino Nuevo, no obstante, la caries dental era crítica. Los médicos rellenaban algunos dientes on hierbas y miel, probablemente para frenar la infección o para aliviar el dolor. Algunas momias también contaban con puentes y dientes de oro. Se desconoce si estos materiales dentales eran usados por el portador mientras estaba vivo o colocados en el proceso de embalsamamiento. (158)
La reina Hatshepsut (1479-1458 a. C.), del Reino Nuevo, murió por un absceso dental como muchas otras personas. Se pensaba que los dolores de diente y los problemas dentales eran causados por un gusano de los dientes que se debía expulsar mediante hechizos y conjuros mágicos. Esta creencia se originó, sin duda, en Mesopotamia, específicamente en Sumeria, donde han sido encontrados conjuros contra el gusano de los dientes en antiguas inscripciones cuneiformes.
Dioses sanadores, medicinas e implementos
Como en el caso de los médicos, los dentistas usaban conjuros mágicos para extraer al gusano de los dientes del paciente y, entonces, aplicaban las medicinas que tuviesen para para aliviar el dolor. Los médicos y dentistas frecuentemente usaban hierbas y especias de forma medicinal. Por ejemplo, una cura para el mal aliento crónico era mascar una bola de pasta de miel, canela, mirra, incienso y piñón. Hay evidencia de extracciones dentales y de dentaduras postizas usando opio como anestésico. Se reconocía la importancia de la dieta y eran sugeridos los cambios en la dieta personal para mejorar la salud. Los remedios prácticos, a la mano, siempre eran aplicados primero en los casos de heridas físicas evidentes; pero en casos de dolores de diente o enfermedades de las encías, como con cualquier enfermedad, se suponía una causa sobrenatural.
La creencia en la magia estaba profundamente arraigada en la cultura egipcia y era considerada tan natural y normal como cualquier otro aspecto de la existencia. El dios de la magia, también era un dios de la medicina, Heka, quien portaba un bastón entrelazado con dos serpientes. Este símbolo fue transmitido a los griegos, quienes lo asociaron a su dios de la sanación Asclepio, reconocido en la actualidad como el caduceo de la profesión médica. Aunque el caduceo viajó desde Egipto hasta Grecia, sin duda, se originó en Sumeria como el bastón de Ninazu, hijo de la diosa sumeria de la sanación, Gula.
Además de Heka había un número de otras deidades sanadoras importantes tales como Sejmet, Serket (también conocida como Selket), Sobek y Nefertum. Los sacerdotes de Serket eran todos médicos, aunque no todo médico era miembro de su culto. Serket y Sejmet, regularmente, eran invocadas en hechizos y conjuros mágicos junto con Heka y, en algunos casos, otras deidades como Bes o Tawawret (usualmente relacionados con las enfermedades de la fertilidad y de los niños). Sobek, el dios cocodrilo, parece haber sido invocado frecuentemente en los casos de cirugías y de procedimientos invasivos. Nefertum, el dios de los perfumes asociado con el loto y la sanación, era invocado con procedimientos que hoy en día serían reconocidos como aromaterapia. En el papiro Kahun una medida normalmente indicada a las mujeres es fumigarlas con incienso para sacar a un espíritu maligno y Nefertum habría sido invocado en estos casos.
Los médicos egipcios, junto con los hechizos y conjuros, usaban hierbas y especias naturales así como también sus propias creaciones. Bunson escribe:
Los fármacos de los antiguos sacerdotes-médicos egipcios incluían antiácidos, sales de cobre, trementina, alumbre, astringentes, laxantes alcalinos, diuréticos, sedantes, antiespasmódicos, carbonatos de calcio y óxido de magnesio. También empleaban muchas hierbas exóticas. Toda la administración de medicamentos se explicaba cuidadosamente en los papiros médicos, con instrucciones explícitas así como la dosis exacta, la manera en que se debía tomar la medicina (si era con vino o agua) o si se trataba de aplicaciones externas. (158)
Los procedimientos quirúrgicos eran comunes y se han identificado muchos instrumentos que todavía están en uso hoy en día. Los egipcios tenían un bisturí de pedernal y un escalpelo de metal, alicates dentales, una sierra para hueso, sondas, el catéter, pinzas para detener el flujo sanguíneo, espéculos, fórceps, lancetas para abrir venas, esponjas, tijeras, ampollas, vendas de lino y balanzas para pesar la cantidad apropiada de los ingredientes de mezclas para medicinas. Las cirugías eran frecuentemente exitosas como es evidenciado en momias y en otros restos encontrados que sobrevivieron amputaciones e incluso cirugías de cerebro por años. También se han encontrado prótesis de extremidades, hechas usualmente de madera.
Conclusión
Sin embargo, no todas las prácticas médicas en Egipto eran tan exitosas. La circuncisión era un ritual religioso realizado en los niños de edades entre 10 y 14 años, marcando el paso de la adolescencia a la madurez. Era realizada por un médico, quien también era sacerdote del templo, usando una cuchilla de pedernal y recitando conjuros, pero a pesar de sus precauciones, este procedimiento algunas veces resultaba en infección. Como desconocían la naturaleza de la infección, la consideraban el resultado de una influencia sobrenatural y se atendía por medio de conjuros mágicos; esto probablemente llevaría a la muerte de muchos hombres jóvenes.
Debido a su creencia de que el útero está conectado a todas las partes del cuerpo de una mujer, la fumigación del útero era una receta médica común, acompañada por conjuros, lo cual no encontraría la causa real del problema. Los problemas oculares se trataban con una dosis de sangre de murciélago porque se pensaba que la visión nocturna del murciélago sería transferida al paciente; no hay evidencia que sugiera que esto fuese efectivo.
Aunque los embalsamadores de Egipto, sin duda, entendían cómo los órganos que ellos removían del cuerpo trabajaban entre sí, este conocimiento nunca fue compartido con los médicos. Estas dos profesiones se movían en esferas completamente distintas y lo que cada una hacía dentro de su propia descripción de trabajo no era considerado relevante para la otra. Esta es la razón por la cual los egipcios, aunque tenían los medios para explorar la medicina interna, nunca lo hicieron.
El corazón, aunque se reconocía como una bomba, también se creía que era el centro de la emoción, la personalidad y el intelecto; el corazón era preservado en el cadáver mientras que el cerebro era extirpado y desechado como inútil. Si bien ellos reconocían la enfermedad hepática no tenían comprensión de la función del hígado y, mientras a menudo se ocupaban de la infertilidad y de los abortos espontáneos, no tenían entendimiento de la obstetricia. La confianza de la cultura en la asistencia sobrenatural de los dioses no les permitía explorar soluciones más inmediatas y prácticas a los problemas médicos que ellos enfrentaban diariamente.
Aun así el médico egipcio era ampliamente respetado por su habilidad y conocimiento, era solicitado por los reyes y la nobleza de otras naciones. Los griegos especialmente admiraban la profesión médica egipcia y adoptaron varias de sus creencias y técnicas. Posteriormente, célebres médicos de Roma y Grecia, como Galeno e Hipócrates ("padre de la medicina moderna"), estudiaron los textos y símbolos egipcios y transmitieron las tradiciones al día de hoy.