Tlahuizcalpantecuhtli, "Señor del Amanecer", era un dios mesoamericano que representaba un aspecto amenazante de Venus, la estrella de la mañana, y era uno de los cuatro dioses que sostenían el cielo. Los pueblos de la antigua América creían que sus rayos podían dañar a las personas, los cultivos y las fuentes de agua. Tlahuizcalpantecuhtli desempeñaba un papel fundamental en el mito de la creación azteca y era el duodécimo de los trece Señores del Día del calendario azteca.
Venus, la Estrella de la Mañana
Tlahuizcalpantecuhtli (también escrito Tlauixcalpantecuhtli) representaba el aspecto dual del planeta Venus, conocido por los mesoamericanos como una estrella brillante. Venus era especialmente importante en el calendario religioso y agrícola, ya que su ciclo medio de 584 días se observaba cuidadosamente y se calculaba con precisión. Incluso la disposición arquitectónica de las ciudades, sobre todo en Teotihuacán, la tolteca Tollan, la maya Uxmal y Chichén Itzá, se construyeron y alinearon de acuerdo con la aparición de Venus en determinados momentos de su ciclo. Los astrónomos mesoamericanos registraron que el planeta aparece durante 236 días como estrella de la mañana en el este, luego se hunde bajo el horizonte durante 90 días, y reaparece durante 250 días como estrella de la tarde en el oeste antes de desaparecer de nuevo durante 8 días antes de reiniciar el ciclo de nuevo. En realidad, Venus puede verse a simple vista durante aproximadamente 263 días en cada ciclo, y no se sabe muy bien por qué o cómo los antiguos astrónomos llegaron a sus cálculos particulares.
Cada aspecto de Venus -la mañana y la tarde- se manifestaba en la forma de dos antiguos dioses mesoamericanos: la serpiente emplumada Quetzalcóatl y su compañero canino Xólotl. Quetzalcoatl representaba a Venus como la estrella de la mañana, y Xolotl la representaba como la estrella de la tarde. En la típica dualidad mesoamericana, Tlahuizcalpantecuhtli se imaginaba como ambos y como el hermano gemelo de Xolotl, por lo que, sobre todo, representaba el aspecto de estrella matutina de Venus, que se consideraba amenazante. Los pueblos mesoamericanos consideraban al lucero del alba especialmente peligroso cuando aparecía por primera vez sobre el horizonte cada año (su salida helíaca). Se pensaba que sus rayos, imaginados en forma de dardos atl-atl, eran perjudiciales para ciertas clases de personas y que tenían un efecto negativo sobre el maíz y el agua.
El Portador del Cielo
Para los antiguos mesoamericanos,
Tlahuizcalpantecuhtli era uno de los cuatro Portadores del Cielo, los dioses que sostenían el cielo. Así, Tlahuizcalpantecuhtli se asociaba a la dirección Este y a la fecha del año Acatl. Los Portadores del Cielo pueden haber ayudado al cosmos sosteniéndolo, pero tenían otro aspecto menos caritativo durante los eclipses y la ceremonia azteca del Fuego Nuevo para renovar el sol cada 52 años. Entonces se unieron a los Tzitzimime, demonios estelares que podían descender, devorar a la humanidad y destruir el mundo si el sol no regresaba.
El Mito de la Creación Azteca
En el mito azteca de la creación, Tlahuizcalpantecuhtli, tanto en sí mismo como en calidad de avatar de Quetzalcoatl, desempeña un papel crucial. Cuando los hermanos gemelos Nanahuatzin y Tecuciztecatl se sacrificaron en Teotihuacan para crear el sol y la luna de la quinta y última época del cosmos azteca, necesitaban algo o alguien que los pusiera en movimiento y los hiciera partir en sus respectivas órbitas. Nanahuatizin pidió un sacrificio de sangre, pero Tlahuizcalpantecuhtli no lo aceptó y, en su lugar, lanzó un dardo atl-atl al sol. El lanzamiento falló, y Nanahuatzin devolvió el favor con más precisión, golpeando a Tlahuizcalpantecuhtli en la frente, convirtiéndolo instantáneamente en piedra. En este estado, se le conoce como Itztlacoliuhqui, el dios del frío, la nieve y el hielo. El resto de los dioses vieron que sólo un sacrificio pondría en movimiento al sol y a la luna, por lo que Quetzalcóatl les quitó el corazón con ese fin. La ofrenda funcionó, y el quinto y último cosmos comenzó.
Arte y Arquitectura
Venus era a menudo simbolizada por una calavera, y así también, las representaciones de Tlahuizcalpantecuhtli lo muestran como una serpiente emplumada con cara de calavera. Como el dios también estaba estrechamente relacionado con Mixcoatl, a veces lleva las marcas de ese dios estelar – manchas blancas alrededor de un campo negro. Tlahuizcalpantecuhtli suele tener cinco manchas blancas que representan estrellas, una en cada mejilla y otra en la frente, la nariz y la barbilla. Uno de los primeros ejemplos de Tlahuizcalpantecuhtli en el arte es una pintura rupestre en Ixtapantongo de alrededor del siglo X EC.
Además de influir en el urbanismo general de muchas ciudades mesoamericanas, varios edificios específicos se alinearon con el ascenso de Venus. Entre ellos destaca la Casa de los Gobernadores de Uxmal, de 24 habitaciones, construida en el siglo X EC. Quizá el más famoso de todos sea el observatorio astronómico Caracol de Chichén Itzá, construido hacia el año 800 EC.