Saba (también dado como Sabá o Sheba) fue un reino en Arabia Meridional (actualmente región del Yemen) que floreció entre el siglo VIII a.C. y el año 275 d.C. cuando fue conquistado por los vecinos himyaritas. Aunque estas son las fechas generalmente aceptadas, varios estudiosos han argumentado por una cronología más larga o más corta con la fecha inicial de ca.1200 a.C.; sin embargo, la mayoría está de acuerdo con el término de ca. 275 d.C.
El reino es probablemente mejor conocido hoy por la narrativa bíblica en el Libro de Reyes 10:1-13 y en II Crónicas 9:1-12 sobre la visita de la reina de Saba al rey Salomón; una historia también contada, aunque con diferencias significativas, en el Targum Sheni arameo, en el Corán (Sura 27) y en la obra etíope Kebra Nagast (aunque en esta última, Saba se sitúa en la Etiopía africana, no en Arabia Meridional). También se hace referencia a la reina de Saba en los libros del Nuevo Testamento cristiano de Mateo (12:42) y Lucas (11:31); Saba aparece en otros libros del Antiguo Testamento (entre ellos en Job 1:13-15, Isaías 45:14 y Joel 3:4-8), así como en el Corán (Sura 34).
En su mejor momento, Saba fue conocido por ser un reino pudiente que se enriqueció gracias al comercio a través de las Rutas del Incienso entre Arabia Meridional y el puerto de Gaza en el mar Mediterráneo. La mayoría de las referencias bíblicas y coránicas (incluyendo el relato de la famosa reina) hacen referencia a la riqueza de Saba y a su éxito en el comercio.
Antes del siglo VIII a.C., el comercio en el área parece que estaba controlado por los mineos del reino de Ma'in, pero en torno al año 950 a.C., los sabeos dominaban la región y cobraban impuestos sobre las mercancías que se dirigían al norte provenientes de sus vecinos sureños de Hadramaut (o Hadramut), Qataban y el puerto de Qani. El comercio sabeo sufrió durante la Dinastía ptolemaica de Egipto (323-30 a.C.) cuando los Ptolomeos favorecían las rutas marítimas a los viajes por tierra y el prestigio de Saba decayó hasta que los sabeos fueron conquistados por sus vecinos los himyaritas.
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La reina de Saba
Identificado como Sabá o Sheba, Saba es el reino de la reina que viaja a Jerusalén para experimentar en persona la sabiduría del rey Salomón (en torno a 965-931 a.C.) de Israel. En el relato bíblico, ella le trae un regalo de 120 talentos de oro (aproximadamente 3.600.000 dólares) entre otros regalos (I Reyes 10:10). Los regalos fastuosos de la reina estarían en consonancia con la opulencia de la monarquía sabea, que era legendaria, pero fuera de la Biblia y de las obras posteriores mencionadas, no hay evidencia de que ni tan siquiera existiera.
LOS REGALOS FASTUOSOS DE LA REINA DE SABA ESTARÍAN EN CONSONANCIA CON LA OPULENCIA DE LA MONARQUÍA SABEA, PERO FUERA DE LA BIBLIA, NO HAY EVIDENCIA DE QUE ella NI TAN SIQUIERA EXISTIera.
La historia en el Targum Sheni, una traducción al arameo del Libro bíblico de Ester con comentario, es una versión muy embellecida de su visita y esta versión, con algunas diferencias, se repite en el Corán, que se cree fue escrito posteriormente. Después la historia aparece en la obra etíope Kebra Nagast, en la cual se añade que Salomón seduce a la reina que luego da a luz a un hijo que más tarde transportará el arca de la alianza desde Jerusalén hasta Etiopía.
La identificación de la reina de Sheba con el reino de Saba ha conducido a algunos a concluir que era una reina etíope de África central puesto que en África había un reino de Saba que parece estar asociado lingüísticamente, o al menos culturalmente, con el reino en Arabia. No se puede responder si era ella o no, pero lo más probable es que, si tal reina existió en torno al 970-931 a.C., provenía de la región de Arabia Meridional que en aquella época estaba creciendo en riqueza gracias a las Rutas del Incienso que controlaba.
Las Rutas del Incienso y Saba
Las Rutas del Incienso (también conocidas como las Rutas de las Especias) eran los caminos tomados por los mercaderes desde Arabia Meridional hasta el puerto de Gaza en el Mediterráneo. Estas rutas comerciales fueron más lucrativas entre el siglo VIII/VII a.C. y el siglo II d.C., pero ya se habían establecido con anterioridad y continuaron siendo utilizadas después. Las Rutas del Incienso cubrían 1.931 km (1.200 millas) y tomaba 65 días para viajar en una dirección. Las caravanas harían parada en una ciudad diferente al final de cada día, intercambiarían mercancías y dejarían descansar a sus camellos y continuarían el viaje al día siguiente.
Aunque muchas mercancías pasaban a lo largo de estas rutas, los más preciados eran los cargamentos de olíbano y de mirra. Estas resinas aromáticas se cultivaban en la costa de Arabia Meridional de la savia de árboles, pero también parece que hayan tenido acceso a otras provenientes de la India a través del puerto de Qani (también dado como Qana y Qade, en el actual Bi'r `Ali, Yemen Oriental). Las mercancías se transportaban de los reinos costeros al norte hacia Ma'in y desde allí continuaban en dirección a Gaza.
Los mercaderes más exitosos eran los nabateos (mejor conocidos hoy por su ciudad capital de Petra en Jordania) quienes superaban a sus competidores por medio del control de los suministros de agua. Los nabateos excavaban pozos que se llenaban con agua de lluvia y después los ocultaban para que sólo los miembros de sus caravanas pudieran reconocerlos y utilizarlos. Esto les permitía viajar más rápido y más barato, ya que no tenían que pararse en ciudades ni pueblos para regatear por el precio del agua. Con el tiempo, los nabateos se hicieron tan ricos que fueron capaces de controlar ciudades importantes a través de las rutas, tales como Avdat (o Ovdat), Haluza (o Halasa), Mamshit (o Mampsis) y Shivta; todas ellas se convirtieron en centros comerciales prósperos por derecho propio.
Los nabateos y otros que se beneficiaron de las rutas no hubieran podido hacerlo sin un centro de distribución e inicialmente, este parece haber sido el reino de Ma'in desde donde los mineos controlaban el comercio del incienso. Los sabeos de Saba ya estaban en la misma región que Ma'in en esta época y muy probablemente participaban en el comercio, pero no fue hasta ca. 950 a.C. que el reino de Saba llegó a dominer el comercio, ni hasta el siglo VIII a.C. que estuvo firmemente en control.
Los sabeos suplantaron a los mineos orquestando el comercio y rápidamente se convirtieron en el reino más pudiente de Arabia Meridional. Las mercancías se enviaban desde Saba hacia Babilonia y Uruk en Mesopotamia, hacia Menfis en Egipto y hacia Biblos, Sidón y Tiro en el Levante, y desde el puerto de Gaza aún más lejos. Para el tiempo en que reinó el rey asirio Sargón II (722-705 a.C.), sus rutas comerciales requerían permiso para operar en su reino y este requisito se extendía a través de las tierras asirias. Los egipcios habían estado haciendo compra y venta con la tierra de Punt (actual Estado de Puntlandia de Somalia) desde su quinta dinastía (en torno al 2498-2345 a.C.), así como su vecino sureño Nubia, pero desde entonces habían iniciado el comercio con Arabia Meridional. El oro de Nubia viajaba hacia el norte a la capital de Egipto en Menfis y después por tierra hacia el este y al sur hacia Saba.
Los reyes sabeos (conocidos como mukarribs) ascendieron al poder y encargaron importantes proyectos de edificación desde su capital en Ma'rib (actual Sana'a o Saná, Yemen). El más famoso de estos proyectos es la presa de Ma'rib (o Maarib), la presa más antigua que se conoce en el mundo, que bloqueaba el valle de Dhana (el Wadi o uadi Adanah). La depresión entre montañas se inundaría durante la estación lluviosa y la presa fue construida para controlar y desviar el agua hacia las granjas situadas en las zonas bajas del valle.
La irrigación de estas zonas de granjas fue tan exitosa que consistentemente los historiadores antiguos, tales como Plinio el Viejo (en torno al 23-79 d.C.), hacían comentarios sobre Saba como un «país verde»; Plinio llamó a la región Arabia Eudaemon («Arabia Afortunada»), un término utilizado más tarde por los romanos como «Arabia Felix». La presa, considerada una de las más importantes hazañas de la ingeniería del mundo antiguo, fue construida bajo el reinado del mukarrib sabeo Yatha' Amar Watta I (en torno al 760-740 a.C.).
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La economía dependía del comercio de las Rutas del Incienso, pero también de la agricultura. La presa de Maarib proveía una irrigación tan copiosa para los campos que los cultivos eran abundantes y se cosechaban dos veces al año. Estos cultivos eran de dátiles, cebada, uvas, mijo, trigo y una variedad de frutas. El vino era el ‘resultado del estrujado y prensado’ de las uvas y se exportaba al igual que se consumía localmente. Sin embargo, el cultivo de la savia de los árboles era el más importante ya que proveía al pueblo con las resinas aromáticas de olíbano y mirra que hacían tan rico al reino. El historiador Estrabón (siglo I) escribe:
Comerciando con [estas resinas aromáticas] tanto los propios sabeos como los gerreos se han hecho los más ricos de todos; y tienen una gran cantidad de artículos de oro y de plata, como sillones, trípodes, cráteras, vasos y casas muy caras, pues tanto las puertas como las paredes y los techos están adornados con marfil, oro, plata y piedras preciosas.
Estrabón.Geografía. Traductores J.L. Alonso et al. Tomo VI, XVI-19, página 385.[1]
Aunque Estrabón estaba escribiendo muchos años después, Saba parece haber gozado de un alto nivel de prosperidad desde al menos el siglo VII a.C., si no antes. Grandes ciudades se levantaron a través del territorio y se erigieron templos de piedra en estas ciudades y también en el exterior de sus murallas. Los templos fuera de las ciudades eran utilizados por mercaderes y tribus nómadas y aquellos dentro de las murallas estaban reservados para los ciudadanos de esa ciudad. El rey parece haber sido un sumo sacerdote y habría presidido sobre festivales religiosos y supervisado las operaciones del templo.
Religión sabea
La religión del pueblo era en muchas maneras similar a la de Mesopotamia. Se creía que los dioses habían creado el mundo y la gente y les proveía de todos los buenos dones. El dios lunar sabeo Almaqah (o Ilmuqah) era el rey de los dioses y similar en muchas maneras al dios lunar mesopotámico Nanna (también conocido como Sin, Nannar, Nanna-Suen/Zuen), una de las deidades más antiguas en el panteón mesopotámico. En el reino vecino de Hadramaut, de hecho, Almaqah era conocido con el nombre mesopotámico de Sin. El templo más importante de Saba (conocido como Mahram Bilqis, cerca de la capital Ma’rib) estaba dedicado a Almaqah y estaba reservado como un lugar sagrado en la región mucho después de que el mismo reino sabeo hubiera desaparecido.
La consorte (o hija) de Almaqah era Shamsh, diosa del sol, que comparte muchos de los atributos del dios solar mesopotámico Uttu-Shamash, otro de los más antiguos dioses del panteón mesopotámico que data de circa 3500 a.C. Otras deidades del panteón sabeo, sobre las cuales se sabe muy poco, parecen ser aspectos de Almaqah y Shamsh o de Almaqah solamente. Estas deidades sabeas, como en otras partes del mundo antiguo, tenían sus propias áreas de especialización y los suplicantes les harían ofrendas consistentes en incienso, ganado y extensiones de terreno entre otras cosas. Es posible que, como en Egipto, esta práctica diera lugar a una clase sacerdotal muy pudiente.
No se sabe cómo los sacerdotes desempeñaban sus deberes o si había una clase sacerdotal, aunque se asume que la había. De ser así, los sacerdotes muy probablemente habrían seguido el mismo modelo visto en Mesopotamia y en Egipto, en el cual los sacerdotes y sacerdotisas se ocupaban de los dioses en sus templos y los atendían a ellos, no al pueblo. Como en otras civilizaciones, los sabeos creían que los dioses eran sus compañeros constantes durante la vida y en el mundo que vendría después de la muerte.
Entonces, la gente habría forjado su propia relación personal con sus dioses y muy probablemente sólo acudían a los actos religiosos públicos durante los festivales. La gente creía en la adivinación y en que los dioses y quizás, los espíritus de los muertos, podían enviarles mensajes a los vivos. Los muertos se enbalsamaban y enterraban con ajuares funerarios después de haber sido ungidos con mirra y el olíbano se quemaba en los templos, pero más allá de esto, poco se sabe de las prácticas religiosas de los sabeos.
Aunque los sabeos sabían leer y escribir, dejaron muy poca huella en lo que se refiere a la historia escrita. El erudito Kenneth A. Kitchen comenta:
Desde que los reyes de Saba, de Ma'in y de otros lugares comenzaron a construir arquitectura monumental (principalmente templos de piedra), pronto empezaron a adornar estas edificaciones con textos monumentales, muy a menudo con caracteres muy grandes en la escritura antigua de Arabia Meridional; pero (a diferencia de Egipto y de Asiria), curiosamente, las escenas y los relieves apenas desempeñaban un papel y parecen desaparecer después de los primeros años del siglo VIII a.C., dejando sólo los textos.
Kenneth A. Kitchen (Millard, página 182)
Sin embargo, estos textos son dedicatorias del templo, decretos reales y actas de la corte; no son historia. Estos textos no nos iluminan sobre prácticas religiosas o creencias ni la vida y los logros del rey ni el nacimiento y las actividades de los dioses ni cómo lo divino interactuaba con el reino mortal ni ningún aspecto de la cultura más allá de la información más básica. Si los textos estuvieran acompañados de ilustraciones en relieve, esto podría ampliar su significado, pero tal y como observa Kitchen, ese no es el caso. Sin embargo, lo que sí hacen es mostrar a grandes rasgos lo básico del reinado de los reyes y las campañas militares que extendieron la influencia sabea a finales del siglo VI.
Conquistas militares y diplomacia
Hubo 31 mukarribs entre el reinado de Yatha' Amar Watta I y el hombre considerado como el más grandioso de los monarcas sabeos, Karib'il Watar (siglo VII/VI a.C.). Karib'il Watar es el primer gobernante que reinó bajo el título de Malik (traducido como ‘rey’) en vez de la designación previa de mukarrib; los futuros reyes de Saba continuarían con esta práctica.
KARIB'IL WATAR ES EL PRIMER GOBERNANTE QUE REINÓ BAJO EL TÍTULO DE MALIK (TRADUCIDO COMO ‘REY’).
A Malik Karib'il Watar se le confirió el título de «El que Destruye los Edificios» en el curso de sus campañas militares contra el reino de Awsan y también fue conocido como «El que Ejecuta la Voluntad de El». El «El» en este último epíteto se refiere al dios Almaqah. Siguiendo la voluntad divina de Almaqah, Malik Karib'il Watar masacró a miles en Awsan y luego invadió Ma'in donde mató el mismo número de mineos y luego les impuso un tributo, que enriqueció aún más al gran templo del dios cerca de su capital.
Si es cierto que el rey de Saba también era el sumo sacerdote del dios, entonces esta acción habría hecho a Malik Karib'il Watar inmensamente rico. Independientemente de que el rey sacó provecho personalmente, de todas maneras, no hay duda de que el reino de Saba se benefició enormemente de estas guerras; regularmente se hace referencia al reino por la exuberancia de su opulencia. Las caravanas procedentes del sur de Qataban y de Hadramaut, que tenían que parar en Saba en su ruta al norte, tenían que pagarle a Almaqah un impuesto exorbitante sobre sus mercancías, como se atestigua mediante las quejas de estos mercaderes que se han conservado.
Declive y caída
Saba continuó prosperando hasta que la Dinastía ptolemaica de Egipto empezó a favorecer las rutas por agua para el comercio en vez de las rutas por tierra. El viaje por mar o por río no era nada nuevo y en realidad era preferido por las civilizaciones antiguas porque se podía viajar más rápido por agua que por tierra. El comercio río Nilo arriba y río abajo y a través del mar Rojo había estado ocurriendo por miles de años para esta época y se realizaba durante el auge de las Rutas del Incienso. Lo que de repente hizo una diferencia para Saba fue la decisión de Egipto de suprimir el intermediario y tratar directamente con la ciudad costera de Qani.
En vez de que la mercancía fluyera hacia y fuera de Egipto a través de Alejandría-Gaza, una barcaza egipcia ahora podía navegar por el mar Rojo, alrededor de la costa sur de Arabia entre Punt y Qataban en Arabia, y llegar a Qani para comerciar directamente con los mercaderes del Extremo Oriente. Saba ya no era necesario. Durante el reinado de Ptolomeo II Filadelfo (285-246 a.C.) se fundaron colonias egipcias en la costa occidental del mar Rojo que fácilmente podían realizar actividades comerciales con Qataban, Hadramaut y Qani en la costa meridional de Arabia sin siquiera preocuparse por los reinos tierras adentro. Saba empezó a decaer junto con las Rutas del Incienso que lo habían hecho rico.
Sin embargo, el fin de Saba no fue por declive económico, sino por conquista militar. Los himyaritas de la región alrededor de Raydan en la península arábiga empezaron a ganar poder, quizás gracias al comercio, en torno al 200 d.C. y conquistaron a sus vecinos en Qataban. Cuando consolidaron su gobierno, entonces se volvieron contra Saba que cayó en torno al 275 d.C. y luego Hadramaut fue tomada en torno al 300 d.C. Los monarcas de Himyar tomaron el título de «rey de Saba y de Raydan», rechazaron el politeísmo y adoptaron el judaísmo. Al tiempo que los misioneros cristianos convertían a más gente en la región, los reyes himyaritas lanzaron una política de persecución y puede que hayan masacrado a miles de cristianos. En torno al 525 d.C., el reino cristiano de Axum en África invadió y conquistó a los himyaritas, estableciendo el cristianismo.
En torno al 575 d.C. la presa de Ma'rib falló y Saba se inundó. El Corán atribuye la inundación a un acto de Dios (Sura 34:15-17) como castigo porque los sabeos rechazaron aceptar sus dones. Si fuese así, el castigo fue severo y resultó en el abandono de pueblos y ciudades ya que la gente se vio forzada a dejar el área o morir de hambre. Una explicación más lógica por el fallo de la presa es simplemente su edad y la falta de mantenimiento, aunque las leyendas seculares afirman que se debía a que las ratas habían debilitado los soportes de la presa royéndolos.
Saba como reino había desaparecido mucho tiempo antes de que la presa fallara, pero la inundación aseguró que cualquier historia coherente de la cultura quedaría borrada para generaciones futuras. La invasión árabe del siglo VII d.C., que estableció el islam, oscureció aún más la historia sabea que sólo empezó a atraer el interés de los estudiosos y de los arqueólogos en el siglo XIX d.C. En su apogeo, sin embargo, Saba fue uno de los reinos más grandiosos de la Antigüedad y gobernó sobre una tierra que, para muchos, se consideraba como bendecida por los dioses.
Edilsa Sofía es una antigua diplomática y educadora, especialmente interesada en las Artes y los asuntos culturales. Además de otros grados, tiene una maestría en traducción literaria.
Joshua J. Mark no sólo es cofundador de World History Encyclopedia, sino también es su director de contenido. Anteriormente fue profesor en el Marist College (Nueva York), donde enseñó historia, filosofía, literatura y escritura. Ha viajado a muchos lugares y vivió en Grecia y en Alemania.
Mark, J. J. (2018, marzo 02). Reino de Saba [Kingdom of Saba].
(E. S. Monterrey, Traductor). World History Encyclopedia. Recuperado de https://www.worldhistory.org/trans/es/1-16824/reino-de-saba/
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Mark, Joshua J.. "Reino de Saba."
Traducido por Edilsa Sofia Monterrey. World History Encyclopedia. Última modificación marzo 02, 2018.
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Mark, Joshua J.. "Reino de Saba."
Traducido por Edilsa Sofia Monterrey. World History Encyclopedia. World History Encyclopedia, 02 mar 2018. Web. 22 nov 2024.
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Escrito por Joshua J. Mark, publicado el 02 marzo 2018. El titular de los derechos de autor publicó este contenido bajo la siguiente licencia: Creative Commons Attribution-NonCommercial-ShareAlike. Por favor, ten en cuenta que el contenido vinculado con esta página puede tener términos de licencia diferentes.