Las Candaces de Meroe fueron las reinas del Reino de Kush que gobernaron desde la ciudad de Meroe desde el 284 a. C. al 314 d. C., varias de ellas gobernaron independientemente desde el 170 a. C. al 314 d. C. en lo que hoy es Sudán. El título Candace es la versión latinizada del término Kentake o Kandake en meroítico y puede significar "Reina Regente" o "Reina Madre", pero también podría significar "mujer real". Aunque el término parece haberse referido originalmente a la madre del rey, desde alrededor de 170 a. C. también se utilizó para designar a una monarca femenina que reinaba de forma independiente.
Las reinas que componían las Candaces de Meroe eran las siguientes:
- Shanakdakhete (reinó c. 170 a. C.)
- Amanirenas (reinó c. 40 al 10 a. C.)
- Amanishakheto (reinó c. 10 a. C. al 1 d. C.)
- Amanitore (reinó c. 1 al 25 d. C.)
- Amantitere (reinó c. 25 al 41 a. C.)
- Amanikhatashan (reinó c. 62 al 85 d. C.)
- Maleqorobar (reinó c. 266 al 283 d. C.)
- Lahideamani (reinó c. 306 al 314 d. C.)
En la Biblia se menciona a "Candace, reina de los etíopes" cuando el apóstol Felipe se encuentra con "un eunuco de gran autoridad" bajo su reinado y lo convierte al cristianismo (Hechos 8:27-39). En este pasaje, como en otras obras antiguas que mencionan a la Candace, el título real se ha confundido a menudo con un nombre personal.
Antes de c. 284 a. C., los reyes gobernaban Kush desde Meroe, pero el rey Ergamenes (también conocido como Arkamani I, que reinó de 295 a 275 a. C.) instituyó una serie de reformas y entre ellas parece estar la de elevar a las mujeres de la realeza al cargo de reina. El título de "kentake" aparece antes del reinado de Ergamenes, pero no hay pruebas de que las mujeres reinen junto a un rey, solo de una mujer real que era la madre del rey; sin embargo, después de su reinado, el título se refiere a menudo a una monarca femenina. Los gobernantes masculinos siguieron a Ergamenes en la sucesión y parece que tuvieron reinas que cogobernaron o ejercieron una influencia significativa, pero la reina Candace Shanakdakhete, que reinó c. 170 a. C., lo hizo de forma independiente, como lo hicieron varias más después de ella.
Meroe floreció como capital del reino de Kush entre el 750 a. C. y el 350 d. C. y se convirtió en una ciudad legendaria de fabulosas riquezas. Situada en el Nilo, en la región del actual Sudán, Meroe se enriqueció con el comercio y sus herrerías y abundantes suministros de grano garantizaban una producción constante de bienes que otros querían y necesitaban; pero fue la monarquía, controlada periódicamente por mujeres, la que estableció y mantuvo el comercio que fomentó tal afluencia.
La ciudad empezó a decaer debido a la sobreexplotación de la tierra y los recursos y ya había pasado su apogeo cuando fue invadida por los axumitas (del reino de Axum, situado en la actual Etiopía/Eritrea) hacia el año 330 d. C. y saqueada. Fue abandonada 20 años más tarde, hacia el 350 d. C., y el título de Candace desapareció luego de los registros históricos.
El surgimiento de Meroe y Ergamenes
Meroe fue originalmente un centro administrativo al sur de la capital kushita de Napata. En el año 590 a. C., Napata fue saqueada por el rey egipcio Psammeticus II (que reinó del 595 al 589 a. C.) y la capital se trasladó a Meroe. Napata había estado muy influenciada por la cultura y la religión egipcias (como todo el reino de Kush en un principio) debido al estrecho contacto a través del comercio y las repetidas campañas militares de Egipto en la región. Este mismo paradigma se mantuvo en Meroe, donde los documentos oficiales se escribían en egipcio, los dioses que aparecían en los templos eran egipcios, el arte se creaba en estilos egipcios, los reyes eran representados como faraones egipcios y sus tumbas eran pirámides.
La ciudad ya era próspera antes de convertirse en la capital de Kush, pero después su riqueza se haría legendaria. Los grandes campos producían abundantes cosechas que se transportaban fácilmente por el cercano Nilo en el comercio. Los cazadores acechaban presas como leopardos y elefantes, cuyas pieles y colmillos se comercializaban río arriba hasta Egipto. Sin embargo, la principal industria era el trabajo del hierro y las herramientas y armas meroíticas llegaron a ser muy codiciadas y a tener un alto precio.
Los reyes de la ciudad regulaban el comercio y es posible que siguieran un modelo similar al de Egipto, en el que los impuestos y el dinero del comercio iban a parar al gobierno, que a su vez proporcionaba recursos al pueblo. La industria del hierro tuvo un gran auge no solo por los expertos artesanos de la ciudad, sino también por los abundantes recursos naturales de los enormes bosques que rodeaban Meroe. La madera era necesaria para los hornos de fundición del hierro y también en la producción de carbón vegetal, y estos hornos ardían a diario. El estudioso Kevin Shillington señala:
Hoy en día, enormes montículos de escoria de sus hornos de fundición se alzan junto al ferrocarril moderno para dar testimonio de la enorme producción de hierro del antiguo reino de Meroe. El hierro proporcionaba a los agricultores y cazadores de Meroe herramientas y armas superiores. El desarrollo y la utilización del hierro fueron, pues, en parte responsables del propio éxito, crecimiento y riqueza del reino meroítico. (44)
Cuando Ergamenes llegó al trono en el 295 a. C., Meroe ya llevaba siglos de prosperidad, pero sus reformas no harían más que mejorar el éxito de la ciudad. Según el historiador Diodoro Sículo (siglo I a. C.), Ergamenes había estudiado filosofía griega y no se inclinaba por seguir ciegamente las tradiciones religiosas de su pueblo. Entre estas tradiciones estaba la práctica de que los sacerdotes de Amón eligieran al monarca, establecieran un plazo para su reinado y decidieran cuándo debía morir el rey por el bien del pueblo y abrieran paso a un sucesor.
El culto a Amón había sido una poderosa fuerza política en Egipto durante milenios y ejercía el mismo tipo de influencia sobre los reyes de Kush. En Napata, de hecho, el faraón egipcio Tutmosis III (que reinó del 1458 al 1425 a. C.) construyó el templo de Amón, que se convertiría en el lugar religioso más importante del reino durante siglos. Al igual que en Egipto, el sacerdocio parece haber estado exento de impuestos, por lo que pudo acumular importantes riquezas e influencia.
Ergamenes acabó con el poder de los sacerdotes a través de la acción directa y no mediante la legislación. Llegó al templo de Napata con una fuerza armada y asesinó a todos. Luego descartó la tradición de la influencia del sacerdocio sobre el rey, aunque mantuvo el culto a Amón, e inició nuevas reformas para distanciar a Meroe de la influencia egipcia.
Los dioses, aunque siguen teniendo algunos indicios de la cultura egipcia, comienzan a aparecer como deidades autóctonas durante su reinado. Las pirámides adquieren un estilo arquitectónico exclusivamente meroítico. Los reyes y sus reinas aparecen con atuendos meroíticos y el arte de la época se aleja del egipcio para adoptar un estilo marcadamente indígena. Lo más importante es que los jeroglíficos egipcios desaparecen durante el reinado de Ergamenes para ser sustituidos por la escritura meroítica. Esta reforma es significativa porque esta escritura aún no ha sido descifrada y, por ello, la historia de los últimos siglos del Reino de Kush no está clara.
Sabemos que Kush tenía ejércitos, pero no mucho sobre su organización. Es evidente que había un gobierno central fuerte, pero las prácticas administrativas cotidianas e incluso el proceso de sucesión no están claros. El comercio floreció, pero se desconoce con exactitud cómo se llevaba a cabo. Los nombres de los gobernantes de Meroe y sus probables reinados fueron reconstruidos por el arqueólogo George A. Reisner (1867-1942), que excavó en Napata y Meroe y cuyas conclusiones siguen siendo aceptadas en su mayor parte, pero aun así, hay lagunas y contradicciones en su relato que solo podrían resolverse con una historia escrita de la cultura.
Es esta falta de historia la que hace que la discusión de los Candaces de Meroe sea tan desafiante. Parece que la práctica en Meroe era que el hermano del rey le sucedía, no el hijo del rey, y sin embargo el título de Candace parece haberse referido originalmente a la madre del rey que, según el erudito Derek A. Welsby, designa "la madre del príncipe heredero, es decir, la madre del siguiente rey" (26). Dado que una Candace era también la esposa de un rey reinante, esta interpretación significaría que el hijo de un rey le sucedería y, sin embargo, no parece ser el caso. Welsby escribe:
Las pruebas que tenemos sugieren que, incluso con una sucesión "legal", no había reglas estrictas para la elección del siguiente monarca y esto solo puede haber llevado a la confusión y al conflicto potencial o real durante la transferencia de poder. (27)
Sin embargo, no está nada claro si hubo tal conflicto. Las pruebas sugieren una tensión continua entre el trono y el templo, y posiblemente entre los sucesores, pero no se puede llegar a un consenso sobre su interpretación. Puede ser que el borrado de nombres y la destrucción de ciertos monumentos se debiera a un conflicto en la sucesión dinástica o a que los sacerdotes trataran de reafirmar su poder, pero con la misma facilidad puede no tener nada que ver con ninguna de las dos cosas. También se desconoce con exactitud la influencia que tenía una reina en Meroe antes del reinado de Ergamenes; lo único que se sabe con certeza es que después de su reinado algunas mujeres gobernantes ejercieron un poder considerable y Meroe floreció en consecuencia.
Las Candaces de Meroe
Shanakdakhete (alrededor del 170 a. C.): La primera reina que gobernó de forma independiente fue Shanakdakhete (también denominada Shanakdakheto), que aparece vestida de batalla al frente de sus ejércitos. Bajo su reinado, Meroe amplió sus fronteras y la economía se disparó. Es posible que desempeñara una función religioso-política similar a la de la Esposa de Dios de Amón en Egipto (la contrapartida femenina del Sumo Sacerdote de Amón). Su adhesión a las tradiciones egipcias es evidente en sus inscripciones, en las que se refiere a sí misma como "Hijo de Ra, Señor de las Dos Tierras, amado de Ma'at", que es una designación egipcia común. Se la representa con un joven, claramente un príncipe heredero, que podría ser su sucesor Tanyidamani (las fechas no están claras), pero esto es una especulación. Tampoco está claro si Tanyidamani fue su sucesor.
Amanirenas (desde alrededor del 40 al 10 a. C.): Amanirenas es más conocida como la reina que obtuvo condiciones favorables de César Augusto (que reinó del 27 a. C. al 14 a. C.) tras el conflicto conocido como la Guerra Meroítica (del 27 al 22 a. C.) entre Kush y Roma. La guerra comenzó como respuesta a las incursiones de los kushitas en el Egipto romano. Roma se había anexionado Egipto como provincia tras la batalla de Actium en el 31 a. C. y rápidamente se convirtió en uno de los territorios más importantes del nuevo imperio, ya que abastecía a Roma de abundante grano. El prefecto romano de Egipto, Cayo Petronio, respondió a las incursiones e invadió Kush hacia el 22 a. C. y destruyó la ciudad de Napata. Amanirenas no se acobardó y tomó represalias con nuevas agresiones. Se la describe como una reina valiente, ciega de un ojo y hábil negociadora. Tras el conflicto, su control de las condiciones se hace patente en el respeto de Roma en las conversaciones de paz y en el aumento del comercio entre Roma y Meroe. Amanirenas había capturado varias estatuas de Egipto, entre ellas muchas de Augusto, que devolvió tras la paz; pero enterró la cabeza de una bajo las escaleras de un templo para que la gente pasara por encima de Augusto en sus visitas diarias. Se trata de la famosa cabeza de Meroe, que ahora se encuentra en el Museo Británico.
Amanishakheto (desde alrededor del 10 a. C. al 1 d. C.): Poco se sabe de Amanishakheto, aparte de su suntuoso ajuar funerario de joyas ornamentadas. Su tumba fue una de las muchas de Meroe en las que irrumpió y destruyó el famoso cazador de tesoros Giuseppe Ferlini (1797-1870), que no tenía ningún interés en la historia ni en la conservación y solo buscaba oro y objetos que pudiera vender a un alto precio. Las inscripciones y relieves en ruinas de su tumba la muestran como una reina poderosa que gobernó de forma independiente, pero los detalles de su reinado se han perdido.
Amanitore (desde alrededor del 1 al 25 d. C.): Amanitore reinó durante el período más próspero de la historia de Meroe. Pudo reconstruir el templo de Amón en Napata y renovó el gran templo del dios en Meroe. El comercio estaba en su apogeo, como demuestran los objetos funerarios y otros artefactos de la época, y la industria del hierro y la agricultura florecieron, como atestiguan la cantidad de escoria y los canales de riego mejorados que se excavaron durante esta época. Se la representa con su co-gobernante, el rey Natakamani, pero no está claro si era su marido o su hijo, y parece que posteriormente reinó sola. Se la representa en la pared de su templo en Naqa conquistando a sus enemigos como una reina guerrera. Es posible que sea la Candace a la que se hace referencia en Hechos 8:27 de la Biblia (mencionada al principio de este artículo), pero esto se discute; es más probable que esa reina fuera Amantitere.
Amantitere (desde alrededor del 25 al 41 d. C.): Amantitere es la reina que más a menudo se identifica con la Candace de Hechos 8:27. Se ha sugerido que podría ser judía solo por el pasaje bíblico en el que su eunuco, encontrado por el apóstol Felipe, está leyendo el Libro de Isaías. No hay pruebas en Meroe que apoyen la existencia de una comunidad judía, pero tales comunidades existieron en todo Kush en pequeño número. El pasaje bíblico también se ha citado para probar que Amantitere gobernaba sola, ya que afirma que su eunuco tenía "gran autoridad" y estaba a cargo de su tesoro, pero esas declaraciones difícilmente prueban que fuera una reina autónoma, al igual que la lectura de Isaías por parte del eunuco argumenta a favor de su judaísmo. No se sabe nada de su reinado, pero las pruebas físicas de la época muestran un alto grado de riqueza.
Amanikhatashan (desde alrededor del 62 al 85 d. C.): No se sabe nada de su reinado, salvo la ayuda militar que prestó a Roma durante la primera guerra judeo-romana del 66-73 de la era cristiana. Envió caballería kushita, pero lo más probable es que también enviara arqueros, ya que los arqueros kushitas eran legendarios por su habilidad. Uno de los primeros nombres egipcios para la región de Kush, de hecho, era Ta-Sety ("La tierra del arco") por esta razón. No se sabe nada más de su reinado, pero al igual que otras Candaces posteriores, lo más probable es que estuviera asociada a la diosa egipcia Nut como alta sacerdotisa. Nut era la diosa del cielo que personificaba el dosel de los cielos y era la madre de las deidades primarias Osiris, Isis, Set, Neftis y Horus el Viejo. Aunque la escritura egipcia cayó en desuso durante el reinado de Ergamenes, se siguió venerando a dioses egipcios como Amón, Nut y otros. Es posible, aunque no está nada claro, que Amanikhatashan fuera la figura religiosa más poderosa de Meroe como sacerdotisa de Nut.
Maleqorobar (desde alrededor del 266 al 283 d. C.) y Lahideamani (desde alrededor del 306 al 314 d. C.): No se sabe nada de los reinados de estas dos reinas. Se sabe que gobernaron Meroe durante su decadencia, pero no se conocen más detalles. La riqueza y el prestigio de Meroe empezaron a decaer hacia el año 200 d. C., cuando Roma elevó el reino de Axum en Etiopía a su principal socio comercial y Meroe fue despreciada. No está claro por qué Roma optó por este camino, pero parte de la razón podría haber sido el uso excesivo de la tierra que rodeaba la ciudad, que agotó sus recursos. Los bosques se habían agotado en el suministro de combustible para la industria del hierro y los campos se habían quedado sin nutrientes debido a la agricultura constante y al pastoreo excesivo del ganado. Hacia el año 330 d. C., Axum, probablemente bajo el mando de su rey Ezana, invadió y saqueó Meroe, que fue abandonada hacia el año 350 d. C.
Conclusión
En 1834, cuando Giuseppe Ferlini saqueó los tesoros de Meroe, no encontró compradores porque el mercado europeo se negaba a creer que un reino negro africano hubiera producido obras tan increíbles. Egipto había sido "blanqueado" durante mucho tiempo y se consideraba distinto de los reinos del sur, como Kush, que se asociaba con el África negra. Desde que se menciona en la Biblia, Egipto, al igual que Palestina, fue descrito habitualmente como habitado por gente blanca por los europeos y americanos que se habían sentido cómodos adorando a un Jesús blanco y honrando a un Moisés blanco, pero nunca vieron la necesidad de extender esta percepción de "blancura" hasta el continente africano.
Casi cien años después, cuando George A. Reisner excavó en Meroe, llegó a la conclusión de que la clase dirigente de Meroe era gente de piel clara que reinaba sobre la "ignorante" población negra, que solo se elevaba gracias a que sus monarcas los exponían a la cultura egipcia. Reisner llegó a esta conclusión por las mismas razones racistas por las que los europeos blancos de la época de Ferlini descartaron sus artefactos. Incluso a mediados del siglo XX, la comunidad académica consideraba inconcebible que un pueblo de piel negra pudiera haber creado una civilización como el reino kushita de Meroe.
Este mismo paradigma se ha seguido con respecto a las mujeres gobernantes de ese reino. Se ha sugerido que la Candace era cogobernante con un rey varón y que los casos de una mujer que gobierna sola son simplemente casos de una regente que ocupa el trono para su hijo. Este tipo de hipótesis es ciertamente posible (como se ha señalado, la escritura meroítica no ha sido descifrada y la historia de Meroe dista mucho de estar clara), pero en lo que respecta a la monarquía parece bastante evidente que las mujeres no solo gobernaban sino que permitían que el reino prosperara. Las Candaces de Meroe, de hecho, se encuentran entre los monarcas más poderosos y exitosos del Reino de Kush y su habilidad en el liderazgo era igual, o mejor, que la de cualquier rey.