La heráldica, que consiste en el uso de escudos de armas y otros símbolos para mostrar la identidad personal y el linaje familiar, empezó en el campo de batalla a mediados del siglo XII d.C. como una manera fácil de identificar a la realeza medieval y los príncipes que, si no, resultaban irreconocibles con la armadura. Para el siglo XIII d.C. esta práctica se había extendido a los nobles y los caballeros que empezaron a enorgullecerse de llevar los colores y las armas de sus ancestros. Los escudos y las túnicas eran superficies especialmente buenas para mostrar los símbolos, tales como leones, águilas, cruces y formas geométricas. A medida que más y más caballeros adoptaban escudos de armas, se fueron haciendo más sofisticados para diferenciarlos y el uso de la heráldica se extendió incluso a algunas instituciones como universidades, gremios y ciudades. La práctica sigue funcionando hoy en día; hay muchos países que tienen colegios de armas oficiales que asignan escudos nuevos a individuos e instituciones, y aunque hace mucho que los caballeros medievales han desaparecido, el simbolismo que transmite la heráldica sigue siendo algo común que se puede apreciar desde los logotipos comerciales hasta las insignias de los equipos deportivos.
Heraldos
En la Edad Media, la heráldica se conocía como armería (armoirie en francés antiguo) y era distinta de otros símbolos más antiguos que llevaban los guerreros en la batalla porque los escudos heráldicos eran personales y hereditarios. El nombre de heráldica proviene de los heraldos, los funcionarios responsables de recopilar y proclamar los blasones antiguos, especialmente en los torneos medievales. Durante los torneos, un gran número de caballeros peleaban en batallas de caballería o en justas los unos contra los otros, y era responsabilidad de los heraldos anunciar la llegada del torneo, indicar las reglas a acatar en cada uno de ellos y comunicar los retos de unos caballeros a otros.
Por encima de todo, era responsabilidad de los heraldos llevar un registro de los escudos de armas y ser capaces de identificar qué armas se correspondían con qué nombre, puede que enumerándolos en un "armorial" o "libro de armería". Para el siglo XIV d.C. el estatus de los heraldos había ido aumentando continuamente a medida que los gobernantes habían ido entendiendo la importancia de los heraldos como fuentes valiosas de información sobre quién luchaba exactamente con quién en las batallas. Los heraldos llevaban una túnica corta, el tabardo, bordado con las armas de sus respectivos señores. Los heraldos también servían como mensajeros y en tiempos de guerra tenían salvoconductos. Con el tiempo, los heraldos acabaron por organizar acontecimientos importantes, tales como bodas y funerales para la realeza y la nobleza. El estudio especializado de los escudos de armas conocido como heráldica ya estaba bien establecido para entonces y se había convertido en una ciencia social, con su propio vocabulario, historia, reglas y grados sociales.
A partir del siglo XV d.C., los heraldos y sus aprendices (persevantes) trabajaban en los colegios de armas, que resolvían disputas sobre los blasones y examinaban el derecho de cada uno a tener siquiera un blasón. A partir de ahí surgió toda una serie de reglas específicas y convenciones de la heráldica, y fueron estos colegios de heraldos los que sustituyeron al rey como el poder que concedía o retiraba los blasones (por cobardía o crímenes serios). En Inglaterra, por ejemplo, la función la llevaba a cabo, y todavía lo hace hoy en día, el Royal College of Arms en la calle Reina Victoria, apropiadamente, en Londres. Este tipo de instituciones ayudaban a resolver la confusión que había surgido desde que cualquiera, incluso los campesinos, habían empezado a crear su propio escudo de armas, además de almacenar registros detallados de todos los blasones creados bajo su jurisdicción. El armorial inglés más antiguo conocido data de alrededor de 1244 d.C. Hoy en día se encuentra en la Biblioteca Británica, en una sola hoja pintada por ambas caras por Mathew Paris en las que se muestran 75 escudos de armas empezando por el del rey.
La evolución de la heráldica
La heráldica medieval surgió en algún momento del siglo XII d.C. porque los guerreros (primero los reyes y después también los caballeros) querían que sus oponentes supieran exactamente quién se ocultaba tras la armadura. La idea era que, si el enemigo veía el motivo de tres leones de Ricardo I o el escudo negro del Príncipe negro, temblaría de miedo al saber que no estaba a punto de enfrentarse a un caballero cualquiera. Puede que los sirvientes de un caballero, así como los caballeros que luchaban para un barón o noble en particular, también llevaran los escudos de armas y los colores de sus señores en una librea especial.
El siguiente paso fue que los hijos de los guerreros célebres reutilizaban las armas de sus padres, con lo que se fue desarrollando la idea de un símbolo hereditario, por la cual incluso las hijas tenían derecho a llevar los escudos de armas de sus progenitores. El primer ejemplo que se conoce de un escudo de armas que pasó de una generación a otra es el de Geoffrey, conde de Anjou (muerto en 1151 d.C.) y su nieto Guillermo Longespée ("espada larga", muerto en 1226 d.C.), que tenían 6 leones rampantes en los escudos tallados en sus tumbas.
Primeros diseños
Los primeros símbolos identificativos no tuvieron que ser demasiado complicados: de hecho, la simplicidad y la claridad los hacían mucho más visibles en el campo de batalla. El lugar más obvio y llamativo en el que llevar esta identificación era el escudo, que podía llevar un único color específico o dos colores separados por una línea horizontal, vertical o diagonal. Después, a medida que cada vez más y más caballeros iban sumándose a la moda, las armas se fueron haciendo más variadas para que pudieran servir su propósito identificativo. El resultado fue que se empezaron a adoptar no solo colores sino símbolos, como por ejemplo leones, águilas, herramientas, flores, cruces y estrellas; todos ellos elecciones populares. Los símbolos a veces se estilizaban porque tenían que ser reconocibles a lo lejos además de caber dentro de la forma específica del escudo. Además, había algunos colores que no se mezclaban porque dificultaba la identificación (como negro sobre púrpura o al revés, por ejemplo).
El siguiente paso fue crear una combinación única uniendo estos diseños a colores específicos. Otra forma de variación provenía de los matrimonios: cuando dos familias se unían mediante un matrimonio se formaba un escudo de armas compuesto. Estos podían ir desde una combinación simple con una mitad para cada escudo hasta incluir una versión en miniatura de un escudo en la esquina del otro. También se añadían algunos símbolos a los escudos de armas que indicaban que el portador era descendiente del poseedor de las armas. Por ejemplo, una línea blanca en un escudo era indicación de un primogénito que por lo demás tenía las mismas armas que su padre. De la misma manera, el escudo de armas podía tener más símbolos que indicaban que el portador era un hijo ilegítimo del poseedor original de las armas.
Usos de los blasones
Los escudos de armas se podían representar en el resto de parafernalia bélica, tales como en la parte frontal o trasera de las sobrevestes (una túnica larga sin mangas anudada a la cintura que se llevaba sobre la armadura), en los gallardetes (banderas triangulares para las lanzas), en los caparazones de los caballos, en los estandartes o colgando bajo las trompetas de los heraldos. Aunque no se hacía a menudo porque era caro, algunos caballeros se grababan el escudo de armas en la armadura. A parte de todo esto, los escudos de armas no eran útiles solo en batallas. También eran una buena manera de identificar a los competidores en los torneos medievales, y a menudo los caballeros tenían que colgar su escudo de armas fuera de la posada en la que se quedaban durante los torneos. Esta práctica dio lugar a la idea de crear un cartel permanente para la posada, lo que explica que muchos de los pubs más antiguos de Inglaterra tengan nombres como Red Lion (el león rojo), Rose and Crown (la rosa y la corona), Black Swan (el cisne negro) o White Horse (el caballo blanco), que son todos símbolos clásicos de la heráldica.
Los escudos de armas podían aparecer en los documentos oficiales, donde se usaban como sellos en vez de firmas; también se pintaban en las paredes de las casas, en las vidrieras de las iglesias, se esculpían en piedra en los exteriores de los edificios, se pintaban en la vajilla y, por supuesto, se representaban en la tumba de la persona que había tenido derecho a llevar el blasón en vida. Siempre se mantuvo la forma de escudo, e incluso evolucionó a medida que los diseños reales de los escudos fueron cambiando con los siglos. Cuando el escudo se volvió superfluo en el siglo XV d.C. gracias a la armadura de placas competa, los diseños de los escudos de armas se hicieron más elaborados. Sin embargo, el escudo de lágrima o gota de agua clásico, aunque algo más achaparrado, sigue siendo un favorito de los heraldos incluso en la actualidad. La principal excepción son las armas de las mujeres que, a partir del siglo XIV, empezaron a portar su propio escudo de armas, normalmente en forma de losange (diamante o rombo).
A medida que la heráldica fue evolucionando se volvió más importante mostrar el linaje familiar que identificarse en el campo de batalla, por lo que los escudos de armas se fueron haciendo cada vez más impresionantes y complejos. En términos heráldicos, estos escudos se conocen como "logro". Ya no solo tienen forma de escudo, sino que también incluyen sirvientes a los lados sujetando el escudo (soportes o tenantes, que pueden ser leones, unicornios, caballeros, etc.), puede que el escudo tenga un timbre, con un yelmo con penacho o una corona en el caso de la realeza. El escudo está rodeado de volutas, como por ejemplo elaboradas composiciones de hojas, y debajo se puede añadir un lema que capture un dicho familiar o que conmemore un acontecimiento memorable de su historia.
Términos y convenciones de diseño de la heráldica
La heráldica utiliza una amplia gama de vocabulario específico para poder describir los escudos de armas de una manera precisa (un blasón). El escudo, que se denomina campo, se divide en áreas específicas, como la parte superior (jefe), la mitad (faja) y la parte inferior (punta). La parte derecha del escudo se denomina diestra y la izquierda, siniestra, teniendo en cuenta que esta denominación es desde el punto de vista del que sujeta el escudo por detrás, como en la batalla. Los colores que se usan en un escudo se conocen como esmaltes y tienen sus nombres heráldicos propios. Los colores usados en la Edad Media normalmente se limitaban a los siguientes:
- Dorado (amarillo): Oro
- Plateado (blanco): Argén
- Rojo: Gules
- Negro: Sable
- Verde: Sinople
- Morado: Púrpura
- Azul: Azur
El verde y el morado no eran tan comunes como los demás, y en el siglo XV d.C. se añadieron el morado y el naranja (león). Una alternativa a los colores y los metales eran los forros, que son diseños que recuerdan a las pieles utilizadas comúnmente en la vestimenta aristocrática medieval. Los dos más populares eran el armiño, con muchas motas de armiño en negro sobre blanco, y el vero (de marta o ardilla), que se representaba con un patrón de campanas pequeñas en azul o blanco.
Para aumentar las posibles combinaciones, el escudo se dividía (partía) en zonas de colores diferentes; en vertical era partido en dos, en horizontal era cortado en dos y en diagonal era en banda de diestra a siniestra o en barra de siniestra a diestra. También se podía dividir el escudo en cuatro bloques o cuarteles (cuartelado), tener un chevrón (o cabrío), o estar dividido en cuatro (sotuer, aspa) u ocho (jironado) triángulos. Estas ocho variaciones estándar con el tiempo se fueron desarrollando, dando lugar a un número mucho mayor de divisiones y diseños. La línea divisoria entre áreas de color también se podía alterar para crear aún más variedad, de manera que podía ser palado, burelado, jaquelado o losanjado, por ejemplo. Otra variación consistía en dotar al escudo de una bordura o sobreponer líneas anchas de colores tales como rayas, chevrones, cruces y perlas (en forma de Y).
Otra forma popular de identificar los escudos consistía en utilizar figuras animadas (pájaros u otros animales) o inanimadas (objetos cotidianos como estribos, martillos, hachas, etc.). Los seres mitológicos por lo general no aparecieron en los escudos hasta después de la Edad Media.
La descripción de un escudo de armas, o blasón, tenía que ser exacta para que los artistas pudieran reproducirlos sin ninguna otra ayuda visual más cara. Por este motivo, se desarrolló una convención para describirlos en la que los elementos que constituían el escudo de armas se describían siempre siguiendo el mismo orden y destacando su posición exacta:
- El campo y sus particiones (el fondo)
- Las piezas (líneas)
- Las figuras o muebles principales (los objetos)
- Las figuras de cada pieza
- Las piezas honorables
- Las figuras de las piezas honorables
Por supuesto, la heráldica sigue viva hoy en día y se ha expandido, de la persona individual al grupo, ya que hoy en día los clubes, los equipos deportivos e incluso las empresas crean sus propias insignias de identidad. Los colegios de armas siguen otorgando escudos de armas nuevos a las familias, aunque el proceso puede resultar largo y caro, por lo que incluso en las sociedades actuales, en las que la movilidad social es mucho mayor, tener derecho a un escudo de armas sigue siendo un signo de distinción y prestigio. Todavía se pueden ver escudos de armas en toda clase de lugares donde mandan un claro mensaje visual, como por ejemplo para proclamar la autoridad de estado en los uniformes militares o los billetes, para promocionar la calidad y la historia de piezas de porcelana o alimentos, o para alentar el orgullo cívico en fuentes y monumentos bélicos.