Cruzada albigense

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Mark Cartwright
por , traducido por Rodrigo Pedraza
Publicado el 19 octubre 2018
Disponible en otros idiomas: inglés, francés, portugués
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Carcassonne Fortifications (by mariejirousek, CC BY-NC-ND)
Fortificaciones de Carcasona
mariejirousek (CC BY-NC-ND)

La Cruzada Albigense (también conocida como Cruzada de los Cátaros, 1209-1229 d.C), fue la primera cruzada dirigida específicamente a cristianos herejes: los cátaros del sur de Francia. Sin éxito en la represión de la herejía, las campañas intermitentes durante dos décadas dirigidas por Simón IV de Montfort lograron su verdadero propósito: la anexión política de la región de Languedoc, y finalmente ponerla bajo el control de la Corona francesa. La Cruzada sentó un precedente para atacar a cristianos que se repetiría en Alemania, Bosnia y las regiones bálticas.

Languedoc y los cátaros

El Languedoc medieval era una región del sur de Francia con su capital no oficial en Toulouse. El idioma literario allí era el occitano, que dio su nombre a la región cultural más amplia del sur de Francia, Occitania, de la que formaba parte Languedoc. La cruzada albigense dirigida contra esta región en el primer cuarto del siglo XIII toma su nombre de Albi, la ciudad catedralicia situada 65 kilómetros al noreste de Toulouse. Albigense significa «de Albi», pero los herejes son mejor conocidos como los cátaros de Languedoc, incluso si su primer centro importante se estableció en Albi.

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los cátaros con sus propias iglesias, obispos y seguidores de todas las clases sociales, representaban la amenaza más peligrosa para la autoridad de la Iglesia católica en Francia.

La región de Languedoc fue un bastión de los cátaros, un grupo de herejes que buscaban promover sus propias ideas sobre el problema milenario de cómo el Dios cristiano, un Dios bueno, podía crear un mundo material que contenía el mal. Su nombre deriva de katharos, la palabra griega para «limpio» o «puro», y se cree que probablemente hayan surgido como una derivación del movimiento hereje de los bogomilos, un grupo más moderado de la Bulgaria bizantina. Los cátaros, que también estaban presentes en las regiones de Lombardía, Renania y Champaña, creían que había dos principios del bien y el mal, una posición dualista que no era nueva y que había sido promovida por grupos como los paulicianos del siglo VII. Los cátaros creían que una fuerza maligna (ya sea un ángel caído, Satanás, o un eterno dios malvado) había creado el mundo material, mientras que Dios era responsable del mundo espiritual. La humanidad debe, como consecuencia de este mal, encontrar la manera de escapar de sus cuerpos materiales y unirse al Bien puro del mundo espiritual. Como los dos mundos estaban completamente separados, los cátaros no creían que Dios se hubiera aparecido en la tierra como Jesucristo y que hubiera sido crucificado.

Languedoc Region of France
Región de Languedoc, Francia
Owen Blacker (CC BY-SA)

Los cátaros, desconfiados del materialismo, vivían en comunidades aisladas con las mínimas comodidades, aunque había dos grados de participación activa, uno más estricto y con sus adherentes confinados en monasterios. Los cátaros no eran de ninguna manera el único grupo religioso en la región de Languedoc y la Iglesia católica también era un elemento siempre presente en la sociedad, pero a principios del siglo XIII eran los cátaros con sus propias iglesias, obispos y seguidores de todas las clases sociales, quienes representaban la amenaza más peligrosa para la autoridad de la Iglesia católica en Francia. En consecuencia, fue a este grupo específico al que el papado envió un ejército para hacerse cargo, entre 1178 y 1181. El escaso resultado de esta campaña fue de unas pocas conversiones y promesas de reforma, pero en la primera década del 1200 estaba claro que muchos de los señores de Languedoc todavía apoyaban a los cátaros como una alternativa menos costosa a las autoridades católicas amantes de los impuestos.

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El Papa Inocencio III (que gobernó de 1198 a 1216), después de una campaña de prédica infructuosa por parte de sus legados decidió que era hora de erradicar a los herejes por la fuerza. La gota que colmó el vaso había sido el asesinato de un legado papal cerca de Arles en 1208, cometido por un sirviente del señor más poderoso de Languedoc, el conde Raimundo VI de Toulouse (que gobernó de 1194 a 1222).

Papas y reyes

El Papa Inocencio III otorgó a la campaña contra los herejes el estatus de Cruzada, lo que significaba que los fondos de la Iglesia podían destinarse a su cumplimiento y a quienes luchaban en ella se les garantizaba la redención de sus pecados como los cruzados en Tierra Santa. Fue la primera cruzada dirigida específicamente a cristianos y no a musulmanes; aunque la Cuarta Cruzada (1202-1204), también convocada por Inocencio III, terminó saqueando la Constantinopla cristiana, la cual no había sido el objetivo inicial de la Cruzada. También fue la primera vez que la Iglesia llamó a una fuerza internacional de guerreros para luchar contra los herejes; anteriormente, tales ataques se habían llevado a cabo solo a nivel local. La idea de atacar a otros cristianos ganó terreno gracias a figuras como Santa María de Oignies quien afirmó haber tenido una visión en la que Jesucristo expresó su preocupación por la herejía en el sur de Francia,l llegando al punto de que la propia Santa María viajó a la región. Lo que se necesitaba a continuación era apoyo político para igualar los argumentos eclesiásticos para atacar el sur de Francia.

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Los cruzados estaban dirigidos por Simón IV de Montfort, un hombre de experiencia que ya había hecho campaña con éxito en la región.

Tras una apelación de Inocencio III y la excomunión de Raimundo VI de Toulouse, la campaña propuesta fue apoyada por el rey francés Felipe II (reinó de 1180 a 1223) y su hijo, el futuro Luis VIII (reinó de 1223 a 1226) como un medio para aumentar la control de la corona sobre el sur de Francia, que en ese momento era una región más simpatizante de los reinos del este de España; de hecho los cátaros solo estaban presentes en una pequeña área del sur de Francia, por lo que una justificación religiosa para las campañas quizás solo fue realmente una excusa en el proceso de formar el reino de Francia y dar a su rey acceso directo al Mediterráneo. En consecuencia, con el respaldo de la Iglesia, la Corona y la promesa de que se confiscarían las tierras de los barones derrotados, se aumentaron los impuestos en el norte y el centro de Francia, reuniendo un ejército en 1209. Aunque el rey francés estaba demasiado preocupado por su rivalidad con el rey Juan de Inglaterra (que reinó de 1199 a 1216), proporcionó un contingente real y hubo líderes tan notables como Simón IV de Montfort y Leopoldo VI, duque de Austria (que reinó de 1198 a 1230).

Guerra: Simón de Monfort

Cuando el ejército cruzado abandonó Lyon y avanzó río abajo por el río Ródano en julio de 1209, se encontró el primer obstáculo. Raimundo de Toulouse, testaferro del enemigo al menos en términos propagandísticos, había abierto negociaciones con el Papa y tras una adecuada penitencia y cediendo un terreno se unió al ejército cruzado como aliado. Así pues, el primer objetivo de los cruzados no era atacar Toulouse sino el área alrededor de Albi controlada por Raimundo Roger Trencavel en 1209. Trencavel no era un hereje pero sus tierras contenían una buena cantidad de ellos. Los cruzados estaban dirigidos por Simón IV de Montfort, un hombre de experiencia que ya había hecho campaña con éxito en la región dos años antes contra los ejércitos de Raimundo de Toulouse. que ahora tenía el respaldo de la Iglesia para su ambiciosa conquista. Además de los ejércitos de nobles y caballeros de ambos bandos, también había milicias locales, la Cofradía Blanca contra los herejes y la Cofradía Negra que apoyaba a los barones locales.

Pope Innocent III & the Albigensian Crusade
El papa Inocencio III y la cruzada albigense
Unknown Artist (Public Domain)

En última instancia, la débil unidad política de los señores del sur y su propia tradición de feroz independencia significaron que el ejército cruzado ganó victoria tras victoria, incluso si este último tuviera sus propios problemas en mantener a los hombres en el terreno por su promesa de una recompenza espiritual y la realidad de una baja ganancia económica. De hecho, el Papa tuvo que insistir en que solo un servicio militar mínimo de 40 días garantizaría la remisión total de los pecados de los participantes. Debido a esto, la campaña fue esporádica y brutal, transformándose en un asunto prolongado caracterizado por largos asedios debilitados por la falta crónica de dinero por parte de De Montfort y la fuga de los cruzados cada 40 días.

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LOS HABITANTES DE BÉZIERS, UNAS 10.000 PERSONAS, FUERON INFAMEMENTE MASACRADOS A SANGRE FRÍA POR LOS CRUZADOS.

La primera acción importante fue cuando Raimundo Roger Trencavel abandonó Béziers el 21 de julio de 1209. Aún con la salida de Raimundo, la ciudad fue sitiada por los cruzados y después de que se rechazara la oferta de una tregua si se entregaba a algún hereje, la población fue saqueada sin piedad; sus habitantes, unas 10.000 personas, fueron masacradas a sangre fría. La ciudad probablemente solo había tenido unos 700 herejes y ahora estaba claro para todos, con el acto de barbarie, que esta era una campaña de conquista, no de conversión. Tal fue el impacto de la masacre que la ciudad de Narbona se rindió de inmediato y los lugareños huyeron de los castillos y pueblos que pudieran ser el próximo objetivo de un ataque de los cruzados. El poderoso castillo de Carcasona cayó el 14 de agosto de 1209. y Trencavel fue puesto en una prisión de la que no escaparía con vida; Simón de Montfort se hizo cargo de las tierras de Trencavel.

Seguirían más atrocidades en ambos bandos: cuando la ciudad de Lavaur fue capturada por De Montfort en 1211, Aimery, el señor de Lavaur y Montreal fue ahorcado, su hermana arrojada a un pozo, 80 de sus caballeros fueron ejecutados y hasta 400 cátaros fueron quemados vivos. Para los herejes capturados, un juicio y muerte por fuego era su destino habitual. Sin embargo, es significativo que muchos de los objetivos de los cruzados no fueran bastiones cátaros, sino que toda la región se convirtió en una zona de guerra perpetua, seguida por el colapso del estado de derecho y el orden social. En 1211 la crisis se profundizó cuando Raimundo de Toulouse decidió que los cruzados estaban exigiendo demasiado a su territorio y volvió a convertirse en el enemigo número uno al independizarse una vez más.

Después de derrotar a un ejército compuesto por las fuerzas de Toulouse y Foix en Castelnaudary en septiembre de 1211, De Montfort capturó grandes áreas del sur en 1212. Mientras tanto, Raimundo huyó temporalmente a Inglaterra. Aunque el norte de Francia se enontraba bajo el control de gobierno regional, en el sur la guerra de guerrillas se había extendido por todo su territorio. Las masacres, incendios y mutilaciones continuaron cada vez que se capturaba una ciudad o un castillo. Como consecuencia, el Papa canceló momentaneamente el estatus de Cruzada a la campaña, y lo volvió a otorgar esporádicamente durante los siguienes quince años. La agitación generada fue tal que, en 1214, había reyes extranjeros observando con interes tierras con gran valor que estaban quedando a su disposición, como fueron los casos del rey de Aragón y el rey Juan de Inglaterra, los cuales todavía tenían tierras en Francia.

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Expulsion of the Cathars from Carcassonne
Expulsión de los cátaros de Carcasona
Unknown Artist (Public Domain)

En 1215 la conquista del condado de Toulouse y los condados de los Pirineos estaba completa y el príncipe heredero Luis incluso hizo una gira con un ejército que nunca participó en ninguna batalla. Luego vino una lucha local, en donde los defensores recibieron un gran apoyo por el regreso de Raimundo a su fortaleza en Toulouse en 1217. Los cruzados recibieron otro golpe con la muerte de De Montfort durante el asedio de esa ciudad en junio de 1218; este murió instantáneamente cuando fue golpeado por una roca disparada desde una catapulta de mangonel. Luis se hizo cargo de los reclamos territoriales de De Montfort e hizo otra breve aparición en el sur, capturando Marmande en junio de 1219.

La guerra continuó a nivel local, ahora dirigida principalmente por aliados de Toulouse y aquellos barones que habían ganado sus tierras a De Montfort. Raimundo de Toulouse murió en 1222 y fue sucedido por su hijo Raimundo VII (que reinó de 1222 a 1249), quien recuperó gran parte de las antiguas tierras de su padre e incluso Carcasona en 1224. Sin embargo, Luis, ahora rey Luis VIII después de la muerte de su padre en 1223, estaba decidido a expandir su reino y con el respaldo del Papa Honorio III (que gobernó de 1216 a 1227), se lanzó otra cruzada con todos los enemigos del Papa. Aviñón fue sitiada y capturada en el verano de 1226. Al darse cuenta de lo inevitable, la mayoría de los señores de Languedoc juraron lealtad al rey, pero Raimundo VII resistió. Luego, al regresar a París en noviembre de 1226, Luis VIII murió de disentería.

El nuevo rey de Francia, Luis IX (reinó de 1226 a 1270), resultaría ser uno de los reyes cruzados medievales más comprometidos, y por lo tanto, la campaña contra los albigenses fue una prueba ideal para su celo religioso, ganando eventualmente el titulo de santo. El rey de Francia obtuvo eventualmente una serie de victorias en los dos años siguientes, obligando a Raimundo VII de Toulouse a acordar los términos de la rendición. La cruzada contra los albigenses llegó así a una conclusión final con el Tratado de París en 1229. la región de Languedoc era ahora parte del reino de Francia.

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Secuelas

Las campañas habían reducido drásticamente la riqueza y el poder de la nobleza de Languedoc y la remodelación del mapa político real se completó muy bien cuando las propiedades de Raimundo VII pasaron a su heredero Alfonso de Poitiers, hermano de Luis IX, en 1249. Mientras tanto, los cátaros no fueron eliminados y sus iglesias e instituciones continuaron en la región, aunque en una escala reducida. Se lanzó una Inquisición, pero su objetivo era convertir a través del argumento, no de la violencia; uno de sus efectos fue el establecimiento de una universidad en Toulouse en 1229. Este enfoque intelectual fue más lento pero mucho más exitoso que las Cruzadas y en el primer cuarto del siglo XIV. los cátaros dejaron de existir como un cuerpo organizado y diferenciado de creyentes.

Como reflejo de la ambigüedad de la Cruzada albigense y la incómoda verdad de los cristianos que luchan contra cristianos, algunas canciones populares de la época criticaron a los Papas por otorgar a la campaña el estatus de Cruzada y a sus participantes la remisión de los pecados. Por ejemplo, como dice la canción del siglo XIII sirventes de Guilhem Figueira:

Roma, en verdad sé, sin duda, que con el fraude de un falso perdón entregaste a los barones de Francia para atormentarlos lejos del Paraíso, y, Roma, mataste al buen rey de Francia atrayéndolo lejos de París con tu falsa predicación. (citado en Riley-Smith, 111)

También se ha desarrollado cierta nostalgia y creación de mitos históricos con respecto a la Cruzada albigense y la gente del sur de Francia a veces usa el episodio como un ejemplo de su independencia cultural de un autoritario norte de Francia personificado por el gobierno central en París. Los herejes también han apelado a la mente moderna con su vegetarianismo y el rol elevado de las mujeres, pero estas facetas de la cultura son para ignorar el hecho de que hubo atrocidades e intolerancia en ambos lados durante la Cruzada que inició el proceso de los cristianos occidentales luchando entre sí, una situación que arruinaría la política y la sociedad europea durante los siglos siguientes.

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Sobre el traductor

Rodrigo Pedraza
Magíster en Historia Militar con más de 20 años de servicio militar, actualmente realizando trabajos de investigación sobre desarrollo tecnológico en buques y memoria histórica con veteranos.

Sobre el autor

Mark Cartwright
Mark es un autor, investigador, historiador y editor de tiempo completo. Se interesa, en especial, por el arte y la arquitectura, así como por descubrir las ideas compartidas por todas las civilizaciones. Tiene una maestría en filosofía política y es el director de publicaciones de World History Encyclopedia.

Cita este trabajo

Estilo APA

Cartwright, M. (2018, octubre 19). Cruzada albigense [Albigensian Crusade]. (R. Pedraza, Traductor). World History Encyclopedia. Recuperado de https://www.worldhistory.org/trans/es/1-17485/cruzada-albigense/

Estilo Chicago

Cartwright, Mark. "Cruzada albigense." Traducido por Rodrigo Pedraza. World History Encyclopedia. Última modificación octubre 19, 2018. https://www.worldhistory.org/trans/es/1-17485/cruzada-albigense/.

Estilo MLA

Cartwright, Mark. "Cruzada albigense." Traducido por Rodrigo Pedraza. World History Encyclopedia. World History Encyclopedia, 19 oct 2018. Web. 20 dic 2024.

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