Fedra es una princesa de Creta y esposa del héroe griego Teseo en la mitología griega. Es uno de los personajes principales de la tragedia griega Hipólito, de Eurípides (en torno a 484-407 a.C.), que narra el trágico final de su amor por Hipólito, el hijo de Teseo.
Fedra es hija del rey Minos y de la reina Pasífae de Creta y hermana de Ariadna, Glauco, Androgeo, Acacálide, Deucalión, Jenódice, Catreo y hermanastra del infame Minotauro. Al igual que las otras mujeres de su familia, sobre todo Pasífae y Ariadna, un toro desempeña un papel fundamental en la historia de Fedra.
Fedra y Teseo
Cuando Teseo se unió al héroe griego Hércules en su lucha contra las Amazonas, secuestró a Hipólita (algunas fuentes mencionan que fue Antíope en lugar de Hipólita), lo que provocó que las Amazonas entraran en guerra con Atenas. Teseo tuvo un hijo con Hipólita, pero después de que los atenienses derrotaran a las Amazonas, se casó con Fedra.
Durante la boda de Teseo y Fedra, llegaron Hipólita y las Amazonas, completamente armadas y decididas a vengarse de Teseo. Los invitados a la boda atraparon a Hipólita y la mataron, mientras que algunas versiones del mito afirman que Teseo mató a Hipólita en combate. Teseo y Fedra tuvieron dos hijos, Acamante y Demofonte.
Fedra e Hipólito
El mito más famoso relacionado con Fedra es su trágico amor por su hijastro Hipólito, que acabó condenándolos a ambos. Esta historia se cuenta en múltiples fuentes, pero sobre todo en el drama griego Hipólito, de Eurípides, y en la tragedia Fedra, de Séneca (4 a.C.-65 d.C.). Al igual que otros mitos, existen distintas variantes de la historia.
Después de que Fedra y Teseo se casaran, el hijo de Teseo, Hipólito, fue enviado al rey Piteo, que lo adoptó como hijo y heredero al trono de Trecén. Esto se hizo, en parte, para detener cualquier rivalidad que pudiera haber surgido entre Hipólito y sus hermanastros por el trono de Atenas. Al igual que su madre, Hipólito mostró una devoción absoluta por la diosa Artemisa y le construyó un nuevo templo en Trecén. Afrodita se sintió personalmente ofendida por su falta de culto y decidió castigarle haciendo que Fedra se enamorara perdidamente de él en las celebraciones conocidas como misterios eleusinos.
Mientras Teseo estaba fuera, Fedra siguió a Hipólito a Trecén, donde construyó un templo para Afrodita que daba al gimnasio donde Hipólito se ejercitaba desnudo. Fedra utilizaba sus horquillas para agujerear las hojas de un mirto y descargar así su frustración. Mantuvo en secreto su deseo por Hipólito, pero su agitación interior no tardó en reflejarse en el exterior y su vieja nodriza descubrió la verdad. Le ordenó que escribiera una carta a Hipólito confesándole su amor. Fedra le dijo a Hipólito que era devota de Artemisa, igual que él. Le imploró que la visitara para poder irse juntos y utilizar una expedición de caza como excusa. Ella razonó que, como vivían bajo el mismo techo, nadie les juzgaría por el amor que se tenían.
La carta de Fedra horrorizó a Hipólito, que la quemó indignado. Visitó sus aposentos y la atacó verbalmente por sus sentimientos. Una indefensa Fedra se rasgó las vestiduras y afirmó que Hipólito la había atacado. Escribió una carta acusando falsamente a Hipólito de crímenes horribles y se ahorcó. Teseo leyó la nota de Fedra y desterró a Hipólito de Atenas. Fue entonces cuando recordó que su padre, Poseidón, le había concedido tres deseos, y deseó la muerte de su hijo.
Hipólito abandonó Atenas de inmediato. Mientras su carro viajaba por el istmo, de repente apareció una ola gigante y un gran toro salió bramando fuertemente. Los caballos de Hipólito reaccionaron con miedo, e Hipólito consiguió evitar que galoparan hacia un precipicio. Sin embargo, el toro corrió junto al carro e hizo que sus riendas se engancharan en las ramas de un olivo estéril. El carro fue arrojado contra las rocas y se rompió en pedazos, mientras que Hipólito se quedó enredado en las riendas y fue arrastrado hasta la muerte por sus caballos.
En otras versiones del mito, Artemisa contó la verdad a Teseo, lo que le dio tiempo a viajar a Trecén y reconciliarse con su hijo antes de que muriera. Artemisa ordenó al pueblo de Trecén que rindiera a Hipólito honores divinos, dedicándole un templo. Otras tradiciones afirman que después de que Hipólito rechazara el afecto de Fedra, ella acudió a Teseo y acusó a Hipólito de seducirla o violarla. Teseo, dividido entre su mujer y su hijo, mandó llamar a Hipólito para que se explicara. De camino a ver a su padre, Hipólito tuvo un accidente y murió.
Hipólito, de Eurípides
En el Hipólito de Eurípides, Fedra aparece como una víctima de Afrodita (llamada Cipris en la obra). Es fiel a Teseo y su repentina atracción por Hipólito le resulta una enorme carga.
Pero te diré el camino que ha emprendido mi espíritu. Después que el amor me hirió, busqué un medio de poder soportarlo lo más honestamente posible. Entonces comencé á callar y a ocultar mi mal, porque no hay que fiarse de la lengua, que sabe censurar con acritud los pensamientos de los demás hombres, pero a sí misma se atrae males sin cuento. Y tomé la resolución de soportar valientemente este amor insensato y vencerlo con la castidad. Por fin, sin poder triunfar así de Cipris, me pareció que lo mejor sería morir. Nadie se opondrá a esta determinación. ¡Ojalá no se mantengan ocultas mis buenas acciones, y mi vergüenza no tenga muchos testigos! Sabía yo que este amor y mi mal eran infames, y sabía también que era mujer y que la mujer es odiosa para todos.¡Perezca muy oprobiosamente la primera que mancilló su lecho con otros hombres!
(Eurípides, Hipólito, 392-408).
La nodriza de Fedra intenta tranquilizarla diciéndole que no hay nada malo en su amor por Hipólito y que debe soportar el castigo de Afrodita. La mujer le dice a Fedra que tiene a mano pociones de amor, que acabarían con su aflicción. Todo lo que necesitaban era un mechón de su pelo y un trozo de la ropa de Hipólito. Fedra le ruega a su enfermera que no revele nada a Hipólito, pero para horror de Fedra, ella traiciona la confianza de Fedra y le cuenta a Hipólito los sentimientos de Fedra hacia él. Hipólito reacciona con horror.
Así es como has venido a mí, ¡oh, cabeza malvada! para urdir el oprobio del lecho sagrado de mi padre, de cuyo oprobio me purificaré en aguas corrientes, vertiéndomelas por los oídos. ¿Cómo iba a ser impuro yo, que creo haber cesado de ser puro por haber oído tus palabras? Entérate bien, mujer: lo que te salva es mi piedad. Porque, si no me hubieses sorprendido y ligado con un juramento hecho a los Dioses, nunca hubiera podido contenerme para no decírselo todo a mi padre.
(Eurípides, Hipólito, 651-659).
Hipólito planeó marcharse inmediatamente mientras su padre estaba fuera y juró que, cuando él y su padre regresaran, vigilaría cada movimiento que hicieran Fedra y su nodriza. Fedra se enfureció con su nodriza y la maldijo. Fedra afirmó que solo había una manera de salvar el legado y el nombre de sus hijos: morir. Fedra se ahorcó justo cuando Teseo regresaba de consultar el oráculo de Delfos. Teseo estaba destruido por la muerte de su esposa y suplicó morir también. Leyó la tablilla que Fedra había dejado, en la que se afirmaba que Hipólito la había violado. Invocó a Poseidón para que cumpliera uno de los tres deseos que le había concedido, pidiéndole que matara a su hijo. Al oír todo el alboroto, Hipólito corrió hacia su padre para ver qué había pasado. Teseo estaba furioso y no escuchó las súplicas ni las promesas de Hipólito. Lo condenó a una muerte lenta y dolorosa y lo desterró.
Después de que Hipólito sufriera su accidente, otro esclavo de la casa de Teseo se presentó y defendió a Hipólito ante él, afirmando que era demasiado noble para ser capaz de nada de lo que Fedra le acusaba. Teseo le dijo al esclavo que le llevara al moribundo Hipólito por respeto a los dioses. Artemisa se apareció a Teseo y le contó la horrible verdad. Hipólito, gravemente herido, fue llevado a casa de su padre. Al ver a su hijo, Teseo deseó poder revocar la maldición y morir él en lugar de su hijo. Demostrando lo noble que era, Hipólito perdonó a su padre por sus acciones y murió, dejando a Teseo que maldijera a Afrodita por todo el dolor que le había causado.
Consecuencias y legado
En la Descripción de Grecia de Pausanias (en torno a 115-180 d.C.), escribió sobre el túmulo conmemorativo de Hipólito que se encontraba en el Ática. Según Pausanias, la muerte de Hipólito fue causada por una maldición, pero los griegos sabían que la verdadera razón de su muerte fue la pasión de Fedra por él y el crimen de la nodriza. En Corinto, reveló que la tumba de Fedra estaba cerca de la de Hipólito.
En Fócida, visitó un gran edificio con pinturas del pintor griego Polignoto. Afirmó que la muerte de Fedra estaba simbolizada en una de las pinturas, que mostraba a Ariadna sentada en una roca y observando a su hermana Fedra en un columpio. Según Pausanias, esto pudo tener algo que ver con el Festival de los Columpios, que era un acto de expiación por el suicidio de una joven.
El trágico personaje de Fedra está representado en múltiples obras de arte, literatura y música, entre ellas obras de teatro y óperas en francés, español, italiano y ruso, la obra de teatro Deseo bajo los olmos (1924) del dramaturgo estadounidense Eugene O'Neill (1888-1953), la novela El toro del mar (1962) de la novelista inglesa Mary Renault (1905-1983) y Amor verdadero (2001) del dramaturgo e historiador estadounidense Charles L. Mee, que es una versión moderna del Hipólito de Eurípides.