La Carta Magna o «Gran Carta» fue un acuerdo impuesto al rey Juan de Inglaterra (que reinó de 1199-1216) el 15 de junio de 1215 por barones rebeldes para limitar su poder e impedir actos reales arbitrarios como la confiscación de tierras e impuestos irrazonables. A partir de ahí, el rey tendría que consultar un cuerpo de leyes bien establecido y las costumbres antes de hacer tales declaraciones.
La Carta Magna garantizaba a todos los hombres libres la protección frente a los funcionarios reales y el derecho a un juicio justo. En consecuencia, la carta se convirtió en un símbolo del Estado de derecho como soberano supremo. Aunque no logró plenamente sus objetivos, la carta permitió nuevos avances constitucionales en Inglaterra en los siglos posteriores y sirvió de inspiración para modelos similares de monarquía limitada en otros Estados europeos.
El rey Juan, también conocido como Juan sin Tierra, tiene la desafortunada distinción de ser uno de los monarcas más impopulares de Inglaterra. Reinó desde 1199, Juan había intentado anteriormente arrebatar el trono a su hermano y compañero angevino Ricardo I de Inglaterra (que reinó de 1189-1199) mientras éste se encontraba en el extranjero. Ricardo Corazón de León había estado ocupado en Tierra Santa con la Tercera Cruzada (1189-1192) y luego fue capturado por Enrique VI, el nuevo emperador del Sacro Imperio Romano Germánico (que reinó de 1191-1197), cuando regresaba a Inglaterra. Juan aprovechó la oportunidad e intentó reclamar el trono para sí, pero en la guerra civil que siguió, las fuerzas leales a Ricardo consiguieron mantener castillos estratégicos como el de Windsor y Nottingham, y Juan fue derrotado. Finalmente liberado tras el pago de un enorme rescate, Ricardo retomó su legítimo lugar en el trono de Inglaterra en 1194. Luego resultó que Ricardo, de cualquier forma sin hijos propios, nombró heredero a Juan antes de su propia muerte en batalla en Aquitania en abril de 1199.
AL REY JUAN NO LE FALTABA IMAGINACIÓN PARA CREAR NUEVAS FORMAS DE IMPUESTOS O MANERAS DE DESPOJAR A LOS RICOS PARA LLENAR LAS ARCAS DEL ESTADO.
Puede que Juan obtuviera la corona que siempre había deseado en 1199, pero tuvo que luchar inmediatamente para conservarla. Al nombrar a Juan, Ricardo I había pasado por alto al príncipe Arturo, hijo del hermano mayor de Juan, Jorge. Las pretensiones de Arturo contaban con el apoyo de Felipe II de Francia (que reinó de 1180-1223), quien había luchado con Ricardo en la década anterior por las tierras controladas por los angevinos en Francia. Juan ordenó el asesinato de Arturo en 1203, y Felipe respondió conquistando la mayor parte de Aquitania en 1204-5.
Para sumar a sus problemas, Juan también tuvo un gran enfrentamiento con la Iglesia. En desacuerdo con el papa Inocencio III (pontífice de 1198-1216) sobre quién debía ser el arzobispo de Canterbury, el rey nombró a su propio hombre y el papa respondió animando a Felipe II a invadir Inglaterra. Mientras tanto, el papa ordenó el cierre de todas las iglesias de Inglaterra y excomulgó a Juan en 1209. La idea de que el rey era elegido por Dios para gobernar, el llamado derecho divino de los reyes, parecía un poco problemática para Juan como base de su autoridad ahora que la Iglesia le había abandonado. En 1213, Juan se vio obligado a capitular y aceptar el hombre que nombrara el papa como arzobispo.
Los barones
El régimen opresivo de Juan, con sus repetidos actos de tiranía, su actitud arrogante hacia el derecho divino de los reyes en todos los asuntos, y sus fracasos militares, especialmente la pérdida de Normandía como resultado de la batalla de Bouvines de 1214, provocaron un gran levantamiento de los barones ingleses (los grandes propietarios), muchos de los cuales habían perdido sus propiedades en Francia. Lo peor de todo fueron los incesantes impuestos que Juan impuso y que necesitaba para pagar las campañas contra el rey francés. Al igual que Ricardo antes que él, a Juan no le faltaba imaginación para crear nuevas formas de impuestos o maneras de despojar a los ricos con el fin de llenar las arcas del Estado. El rey aumentó ciertos impuestos, como los que se debían pagar cuando la hija de un noble iba a casarse, así como los de las ciudades y los comerciantes. También aumentó el impuesto para recibir una herencia. La Corona confiscaba las tierras de los nobles que morían sin herederos y la misma política se aplicó a las tierras eclesiásticas. Otra decisión especialmente polémica fue que el rey trasladara muchos casos legales de los tribunales propios de los barones a los tribunales reales (aunque en realidad el proceso había comenzado durante el reinado del padre de Juan, Enrique II, que reinó de 1154-1189). Los barones obtenían unos prácticos ingresos de las multas de los tribunales, por lo que un menor número de casos suponía una reducción en sus ingresos.
Con todos estos factores combinados para crear un monarca profundamente impopular, los barones exigieron una reforma constitucional. Estos, en lugar de formar ejércitos para ayudar al rey a recuperar Normandía, como Juan les había pedido, actuaron colectivamente y marcharon a Londres, donde su número se vio incrementado por el descontento de los comerciantes. Con Londres bajo el control de los barones, varios de los cuales incluso renunciaron a su juramento de fidelidad al rey y, en su lugar, apoyaron al noble Robert Fitzwalter (1162-1235), Juan no tuvo más remedio que ceder a sus demandas. Los barones obligaron así al rey a firmar la Carta Magna en 1215, en la que se estableció una constitución que limitaba el poder del monarca y protegía los derechos de los barones.
EL OBJETIVO PRINCIPAL DE LA CARTA MAGNA ERA ASEGURAR QUE EL REY NO INFRINGIERA LOS DERECHOS DE LOS SEÑORES FEUDALES.
Carta Magna
La Carta Magna fue firmada y sellada por el rey Juan en Runnymede, a las afueras de Londres, en junio de 1215. El documento se proponía limitar el poder real (incluidos los agentes de la autoridad del rey, como los alguaciles), que parecía haber crecido sin freno en las décadas anteriores.
La Carta Magna contenía 63 cláusulas que establecían los siguientes cambios clave:
Definía los límites del poder real sobre el pueblo, según los principios feudales establecidos.
Obligaba al monarca a consultar a los barones en un Gran Consejo antes de recaudar impuestos.
Garantizaba a todos los hombres libres (pero no a los siervos) protección frente a los funcionarios reales.
Otorgaba a todos los hombres libres el derecho a un proceso legal justo si se enfrentaban a cargos criminales.
Permitía a los mercaderes entrar y salir de Inglaterra sin restricciones.
Estipulaba que las viudas no tenían que pagar nada para recibir la herencia de su marido (dote) y no estaban obligadas a volver a casarse.
Quizá sea importante recordar que en la Inglaterra del siglo XIII, los «hombres libres» constituían menos del 25% de la población y, en cualquier caso, los barones no se preocupaban por ellos, sino más bien por su propia posición. El objetivo principal de la Carta Magna era, por tanto, garantizar que el rey no vulnerara los derechos de los señores feudales. Los barones insistieron explícitamente en su participación en el sistema tributario y en su independencia para construir, habitar y controlar los castillos.
Para asegurarse de que el rey cumplía lo que había firmado, se formó un comité de 24 barones para supervisar su gobierno a partir de entonces. Sin embargo, la propia aceptación de la Carta Magna no apaciguó a todos los barones rebeldes y tampoco el rey Juan se convirtió en un soberano constitucional de la noche a la mañana; de hecho, repudió la carta antes de que su sello real apenas hubiera tenido tiempo de endurecerse. Los barones tampoco cumplieron su parte del trato y se negaron a entregar Londres hasta que Juan aplicara los términos de la carta. Fue una situación de estancamiento.
Juan apeló al papa Inocencio III quien, en un giro de política y apoyo, declaró la Carta Magna ilegal e inválida en una bula papal. Luego, entre 1215 y 1217, siguieron una serie de conflictos conocidos como las guerras de los barones (habría otros más adelante en el siglo). Algunos barones llegaron a apoyar al príncipe Luis, futuro rey Luis VIII de Francia (que reinó de 1223-1226). Sin embargo, los rebeldes fueron duramente derrotados en la batalla de Lincoln en mayo de 1217 y la Primera Guerra de los Barones llegó a su fin con el Tratado de Kingston, en septiembre de 1217. Aunque ni los barones ni el rey Juan se habían adherido totalmente a los términos de la Carta Magna, esta fue ratificada en 1225 por el hijo y sucesor de Juan, Enrique III (que reinó de 1216-1272), en su coronación, quizá incluso como condición para ello. Aunque difícilmente provocó un giro inmediato de la monarquía absoluta al gobierno constitucional, la Carta Magna fue, no obstante, un paso importante en ese camino y, ciertamente, impidió que futuros reyes o reinas ingleses gobernaran totalmente como monarcas absolutos.
Legado
En los siglos posteriores, la Carta Magna se convirtió en un punto de encuentro para todos los llamamientos futuros a frenar el poder de los monarcas en Inglaterra (y en otros lugares) y estos movimientos condujeron finalmente a la formación de instituciones tan familiares hoy en día como el Parlamento, garantizando que el gobierno de un monarca fuera, al menos hasta cierto punto, conducido de acuerdo con los deseos y en beneficio de sus súbditos. La Carta Magna ha sido incluso la inspiración de muchos documentos y declaraciones más recientes que han establecido principios de derecho y gobierno. Entre ellos figuran la Carta de Derechos de los Estados Unidos de 1791 y la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948.
Volviendo a Gran Bretaña, cuatro de las cláusulas de la carta siguen siendo válidas como ley inglesa (las demás han sido derogadas o sustituidas por legislación posterior). Estas son: la cláusula que protege la independencia de la Iglesia, otra cláusula que protege ciertos derechos de Londres y otras ciudades, y, la parte más famosa de toda la carta en la actualidad, las cláusulas número 39 y 40:
Ningún hombre libre será detenido o encarcelado, ni despojado de sus derechos o posesiones, ni proscrito o exiliado, ni privado de su posición de ninguna otra manera, ni se procederá con la fuerza contra él, ni se enviará a otros a hacerlo, salvo por el legítimo juicio de sus iguales o por la ley del país.
A nadie se venderá, negará o retrasará el derecho o la justicia.
Hoy en día existen cuatro copias de la Carta Magna: dos en la Biblioteca Británica de Londres, una en la catedral de Salisbury y otra en el castillo de Lincoln.
Es un abogado mexicano que cuenta con experiencia en traducción jurídica y académica. En su labor profesional se ha dedicado mayormente al servicio público, en donde se ha especializado en diversos temas de derecho, gobierno, cultura y derechos humanos.
Mark es un autor, investigador, historiador y editor de tiempo completo. Se interesa, en especial, por el arte y la arquitectura, así como por descubrir las ideas compartidas por todas las civilizaciones. Tiene una maestría en filosofía política y es el director de publicaciones de World History Encyclopedia.
Cartwright, M. (2018, noviembre 20). Carta Magna [Magna Carta].
(J. Araiza, Traductor). World History Encyclopedia. Recuperado de https://www.worldhistory.org/trans/es/1-17603/carta-magna/
Estilo Chicago
Cartwright, Mark. "Carta Magna."
Traducido por Jair Araiza. World History Encyclopedia. Última modificación noviembre 20, 2018.
https://www.worldhistory.org/trans/es/1-17603/carta-magna/.
Estilo MLA
Cartwright, Mark. "Carta Magna."
Traducido por Jair Araiza. World History Encyclopedia. World History Encyclopedia, 20 nov 2018. Web. 20 nov 2024.
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Escrito por Mark Cartwright, publicado el 20 noviembre 2018. El titular de los derechos de autor publicó este contenido bajo la siguiente licencia: Creative Commons Attribution-NonCommercial-ShareAlike. Por favor, ten en cuenta que el contenido vinculado con esta página puede tener términos de licencia diferentes.