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El Reino de Israel ocupaba la parte de tierra del mar Mediterráneo conocida como el Levante, que aproximadamente corresponde al actual Estado de Israel. Históricamente, la región se conoció como parte de Canaán, como Fenicia, como Palestina, Yehud Medinata, Judea y, después de que los romanos destruyeran la región en 136 d.C., como Siria-Palestina.
Según la Biblia, la región y en consecuencia la nación se denominó así en honor al patriarca hebreo Jacob, también conocido como Israel (de Yisrae'el, que significa “el que lucha con Dios”). Israel fue la región que Abram (más tarde Abraham) colonizó, su hijo Isaac y su nieto Jacob desarrollaron, y el general hebreo Josué supuestamente conquistó alrededor de 1250 a.C., después del éxodo de Egipto bajo el mando de Moisés.
ISRAEL COMO ENTIDAD CULTURAL SE MENCIONA POR PRIMERA VEZ EN LA ESTELA DEL FARAÓN EGIPCIO MERENPTAH (QUE REINÓ DE 1213-1203 A.C.).
Israel como entidad cultural se menciona por primera vez en la estela del faraón egipcio Merenptah (que reinó de 1213-1203 a.C.) en la que este declara que “Israel está vencido, yermo de su semilla” (Kerrigan, 59). La referencia parece ser sobre un pueblo, no un reino, pero no se ha llegado a un consenso académico sobre un significado final, ni siquiera de por qué debería mencionarse a Israel en una estela que celebra una victoria egipcia sobre los libios, a no ser que los israelitas fueran parte de una coalición conocida como los Pueblos del mar, lo que es improbable.
Hacia 1080 a.C., los israelitas habían establecido una monarquía en esta tierra y habían desarrollado una cultura que derivaba de civilizaciones anteriores. Como señalan los eruditos J. Maxwell Miller y John H. Hayes:
Aproximadamente dos mil años de historia documentada e impresionantes logros culturales precedieron a los comienzos de la historia israelita y de Judá. Este lapso de tiempo anterior fue testigo de grandes desarrollos literarios, tecnológicos y científicos, concretamente en Mesopotamia y Egipto. [Los artefactos] desenterrados en antiguos lugares de Palestina ilustran que los israelitas y judíos fueron herederos de una civilización prolongada y sofisticada. (27-28)
Esta interpretación de la historia está en desacuerdo con la creencia tradicional que dice que los israelitas aparecieron en Canaán e impusieron su cultura a una población preexistente después de una conquista militar de la región.
El reino se dividió en dos después de la muerte del rey Salomón (que reinó en torno a 965-931 a.C.) con el reino de Israel al norte y Judea al sur. En 722 a.C., los asirios destruyeron el reino del norte y se deportó a la población con arreglo a la política militar asiria (lo que dio como resultado las denominadas diez tribus perdidas de Israel). Los babilonios destruyeron Judea en 598-582 a.C. y se llevaron a los ciudadanos más influyentes de la región a Babilonia.
Los persas, posteriormente a su conquista del Imperio babilónico, devolvieron a los israelitas a su patria en 538 a.C. y mantuvieron la región como parte de su imperio hasta su caída con Alejandro Magno (356-323 a.C.). Después de la muerte de Alejandro, Ptolomeo I y después el Imperio seléucida tomaron la región hasta alrededor de 168 a.C. cuando los israelitas se rebelaron bajo el liderazgo de los macabeos que establecieron la Dinastía asmonea. Roma tomó la región en 63 a.C. y el resentimiento del pueblo contra la ocupación extranjera dio como resultado periodos de agitación en mayor o menor grado hasta la revuelta de Bar-Kojba de 132-136 d.C., en la que los judíos fueron derrotados, Jerusalén destruida y la zona renombrada Siria-Palestina por el emperador romanoAdriano.
LOS REINadoS DE SAÚL, DAVID Y SALOMÓN SE HAN CARACTERIZADO TRADICIONALMENTE COMO UNA “EDAD DORADA” DE UNIDAD Y PROSPERIDAD.
Narrativa bíblica
De acuerdo a la narrativa bíblica del Libro del Génesis, el patriarca Abram llevó a su pueblo a la tierra de Canaán dirigido por su dios (12:1-5). En Canaán, Abraham y luego su hijo Isaac y después el hijo de este, Jacob (Israel) establecieron la cultura de los hebreos (literalmente “nómadas”). Jacob tuvo doce hijos, pero favoreció al más joven, José, lo que enfureció a sus hermanos que lo vendieron a los ismaelitas como esclavo y que más tarde fue vendido de nuevo en Egipto. Una vez allí, mediante su habilidad de interpretar sueños adquirió importancia y se convirtió en un administrador poderoso que salvó a la región de morir de inanición durante una hambruna. En esa época, los hermanos y el padre de José fueron a asentarse en Egipto como invitados (Génesis 37, 39-47). Según el Libro del Éxodo, con el tiempo, los israelitas se volvieron demasiado numerosos y los egipcios los esclavizaron (1:7-11).
Los israelitas estuvieron cautivos hasta que fueron liberados por Moisés el legislador, que los llevó a la tierra de Canaán, la que su dios había prometido a su pueblo. Moisés no pudo entrar en la tierra debido a un malentendido con su dios y transmitió su liderazgo a Josué, su segundo al mando, que después llevó a los israelitas a la victoria contra los pueblos oriundos y dividió la tierra entre los suyos (Deuteronomio 32:51-52. Josué 1-19). Se debe señalar que esta versión de la historia y la conquista militar de Canaán solo se encuentra en la Biblia, mientras que la evidencia arqueológica en la región una vez conocida como Canaán apoya una agitación generalizada en la zona entre en torno a 1250 hasta alrededor de 1150 a.C.; dicha evidencia no encaja a la perfección con la narrativa bíblica.
Si existió un general llamado Josué y si los hebreos, de hecho, conquistaron a los cananeos, es una cuestión de creencia en la narrativa bíblica. No obstante, se ha establecido que algo ocurrió en torno a 1250-1150 a.C. (el colapso de la Edad del Bronce) que dio como resultado un desplazamiento del pueblo nativo, no solo en Canaán, sino en más lugares del Oriente Próximo. Algunos eruditos contemporáneos rechazan por completo la afirmación de una conquista y señalan la evidencia arqueológica para apoyar su argumento de que los israelitas fueron asimilados pacíficamente por los cananeos y que la creencia de una conquista de la región por un general israelita solo surgió mucho más tarde durante el periodo de la cautividad babilónica de 598-538 a.C., y que se codificó como parte de la narrativa bíblica durante el Periodo del Segundo Templo (en torno a 515 a.C.-70 d.C.).
El contrargumento a la narrativa bíblica es que Abram fue un amorreo en Mesopotamia que se trasladó a Canaán y que más tarde los escribas hebreos, insatisfechos con sus lazos ancestrales con Mesopotamia, crearon una historia nueva que resaltara la relación única de su pueblo con el verdadero y único dios del universo para establecer la superioridad política. Elevaron a una deidad menor cananea, Yahvé, al nivel de ser supremo y después instituyeron prácticas religiosas para distanciarse más de otros en la región.
Esta teoría, como Miller y Hayes señalan, son en gran parte conjeturas y creencias de la misma manera que la aceptación de la narrativa bíblica, pero también señalan que la documentación extra bíblica y la evidencia arqueológica sugieren que en esa época la región “era un tipo de crisol compuesto de varios elementos que vivían bajo diferentes circunstancias políticas y religiosas “ad hoc” que formaron la base de los posteriores reinos de Israel y Judá” (78). Según esta teoría, no existió una conquista, sino solamente una asimilación gradual de inmigrantes en la población general de la región.
Israel evolucionó en un reino unido bajo el liderazgo del rey David (en torno a 1035-970 a.C.) que consolidó las diferentes tribus bajo su único gobierno (después de haber reemplazado al primer rey de Israel, Saúl, que gobernó en torno a 1080-1010 a. C.). David eligió la ciudad cananea de Jerusalén como su capital y se dice que trasladó allí el Arca de la alianza. Ya que se pensaba que el Arca contenía la presencia viviente de dios, el llevarla a Jerusalén habría convertido a la ciudad en un centro político a la vez que religioso de considerable importancia. David tenía la intención de construir un gran templo para albergar el Arca, pero la misión le correspondió a su hijo, Salomón, cuyo gobierno corresponde a la cumbre del esplendor israelita como se describe en la Biblia.
Salomón consolidó tratados con reinos vecinos, como por ejemplo Tiro en el norte, Egipto, Saba, y patrocinó proyectos de edificios que convirtieron a Jerusalén en una ciudad de gran opulencia (que por supuesto incluía el Primer Templo). Los reinados de Saúl, David y Salomón (pero especialmente de los dos últimos) se han caracterizado tradicionalmente como una “época dorada” de unidad y prosperidad, aunque algunos eruditos han señalado que el propio relato bíblico registra dificultades económicas que llevaron a ceder ciudades a los fenicios (I Reyes 9:10-14) y políticas despiadadas de Salomón que llevaron a Judea a separarse del reino después de su muerte (I Reyes 12:1-20).
DESPUÉS DE LA MUERTE DE SALOMÓN EL REINO SE DIVIDIÓ EN DOS, ISRAEL OCUPABA LA REGIÓN DEL NORTE CON CAPITAL EN SAMARIA Y EL REINO DE JUDÁ AL SUR CON JERUSALÉN COMO CAPITAL.
La religión del reino de Israel era henoteísta (una creencia en muchos dioses que se centra en una única deidad más poderosa entre ellos) y David, como Saúl antes que él, acentuó la supremacía del dios Yahvé como centro de culto. Al parecer, David y Salomón especialmente utilizaron esta creencia en su beneficio para unificar al pueblo, pero después del reinado de Salomón, el reino se dividió en dos: Israel ocupaba la región del norte con capital en Samaria y el reino de Judá al sur con Jerusalén como capital. A partir de entonces, los dos reinos a veces se aliaban y otras veces guerreaban, pero nunca más adquirieron la fuerza y la riqueza del reino durante los reinados de David y de su hijo.
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El Reino de Israel prosperó bajo los reinados de los reyes Omri (en torno a 876-869 o 884-872 a.C.) y Acab (en torno a 876-853 a.C.) y, más tarde, la dinastía Jehú (842-746 a.C.) según la evidencia arqueológica y la narrativa bíblica, pero al parecer a menudo caracterizada por la inestabilidad resultante de la rivalidad entre Israel y Judea. Aun así, bajo el reinado de Acab, Israel fue un gran poder militar como evidencia la inscripción en la estela de Salmanasar III de Asiria (859-824 a.C.) que afirma que Acab fue capaz de desplegar un gran ejército contra él que consistía en unos 2.000 carros y 10.000 soldados de infantería (aunque la academia moderna ha cuestionado estos números).
No obstante, en la época del rey Ezequías de Judea (en torno a 715-686 a.C.), Judea se había convertido en el más poderoso de los dos reinos. En 722 a.C., el reino de Israel cayó bajo los asirios con Sargón II (que reinó del 722-705 a.C.) y, debido a la política asiria, se trasladó a la población a otras regiones (lo que resultó en las Diez tribus perdidas de Israel). Miller y Hayes señalan:
Israel dejó de existir como un reino independiente bastante temprano en el periodo de la dominación asiria. Su capital en Samaria fue capturada en 722 a.C., y en consecuencia, el territorio israelita se incorporó al sistema provincial asirio. Judea mantuvo su identidad nacional a través de este periodo, pero fue dominado por Asiria casi por completo. (314)
La excepción a esta dominación fue la ciudad de Jerusalén que resistió la agresión asiria. Ezequías, según la Biblia, fue testigo de la caída de Samaria y se centró en las preparaciones para proteger su capital de Jerusalén. Fue capaz de preparar a Jerusalén para resistir el cerco asirio de 703 a.C. bajo el hijo de Sargón II,Senaquerib (que reinó de 705-681 a.C.) mediante la construcción del Túnel de Siloé y de la amplia Muralla, que actualmente se puede ver; pero, aun así, más tarde pagó tributo a los asirios como un estado vasallo.
Después de la caída del Imperio asirio en 612 a.C. bajo una coalición dirigida por los babilonios y los medos, los babilonios tomaron la región, saquearon Jerusalén y destruyeron el templo en 598 a.C., después el rey babilonio Nabucodonosor II (que reinó de 634-562 a.C.) deportó a la aristocracia, a los escribas y a los artesanos expertos a Babilonia, un acontecimiento conocido como la Cautividad babilónica. Otras campañas militares babilonias posteriores de 589-582 a.C. destruyeron el Reino de Judea.
Los persas conquistaron Babilonia bajo Ciro el grande (que murió en 530 a.C.), el cual liberó a los judíos para que regresaran a su nación en torno al 538 a.C. La destrucción de sus ciudades y la deportación desde una tierra que creían les había sido prometida por su dios, forzó al clero judío a repensar sus creencias religiosas.
Religión
Anteriormente a este acontecimiento, y, de hecho, a lo largo de toda la historia temprana de Israel, el sistema de creencias del pueblo fue henoteísta. Aunque la Biblia generalmente presenta una imagen de un pueblo que tenía una firme dedicación a su monoteísmo, existe evidencia incluso en esas narrativas de que el pueblo reconocía y rendía culto a otras deidades, por ejemplo: la diosa ugarítica Asera, el dios fenicio Baal, y el dios sol sumerio Utu-Shamash, entre otros. Como se señaló anteriormente, el dios tribal del desierto, Yahvé, fue alzado como la deidad suprema a partir del reinado del rey Saúl.
Al igual que en muchos sistemas de creencias antiguos (y modernos), la fe en Yahvé se basaba en quid pro quo, un acuerdo, expresado o tácito, en el que se recibía lo que se deseaba a cambio de algo. Se esperaba que el pueblo honrara a Yahvé y, a cambio, este les ayudara y los mantuviera a salvo. Cuando los babilonios destruyeron Jerusalén y su templo y deportaron a los ciudadanos principales, se debía encontrar una razón por la que Dios los había abandonado y exiliado a Babilonia, los clérigos hebreos concluyeron que fue debido a que no habían adorado a Yahvé exclusivamente. Por lo tanto, la Cautividad babilónica fue el punto de inflexión en la creencia religiosa israelita y, en el futuro, se caracterizaría por un estricto monoteísmo.
La era que abarca el regreso de los judíos a su patria y la revisión de sus creencias religiosas se conoce como el Periodo del Segundo Templo (en torno a 515 a.C.-70 d.C.), llamado así debido a la construcción de un templo en el lugar del templo de Salomón que los babilonios habían destruido en 598 a.C. La Cautividad de Babilonia y la reforma de creencias resultante esencialmente crearon la religión del judaísmo como se conoce en la actualidad. La sinagoga, las escuelas rabínicas y la canonización de las escrituras hebreas se pueden identificar por primera vez en esta época, aunque otras reformas surgirían posteriormente durante y después de las guerras judeo-romanas.
La revuelta de los macabeos y la Dinastía asmonea
El Imperio aqueménida (persa) ocupó la región hasta que los ejércitos de Alejandro Magno la conquistaron en 334 a.C. Al igual que en cada región que conquistaba, Alejandro introdujo las creencias y valores culturales helenísticos en la región de Judea, lo cual algunos judíos aceptaron y otros rechazaron. Después de la muerte de Alejandro en 323 a.C., su general Ptolomeo I, que también había tomado Egipto, tomó la región anteriormente conocida como el Reino de Judea, pero lo perdió porque los seléucidas de Siria lo conquistaron en 198 a.C. Los seléucidas estuvieron en la región hasta que los edictos de su rey Antíoco IV Epífanes (174-163 a.C.) que establecían prácticas religiosas helenísticas en la región (y especialmente en el templo de Jerusalén) causaron la Revuelta de los macabeos de en torno a 168 a.C.
La Revuelta de los macabeos (en torno a 168-160 a.C.) concluyó con la victoria de las fuerzas judías y la consagración del templo (que se conmemora con el festival de Janucá). A pesar de que tradicionalmente se consideraba como una insurrección de luchadores por la libertad religiosa (dirigida por Judas Macabeo) contra la ocupación extranjera y la opresión religiosa, es posible que la rebelión comenzara como una guerra civil entre los judíos que habían abrazado el helenismo de los seléucidas y los tradicionalistas que lo rechazaron y Antíoco IV se involucró como aliado de los judíos helenísticos.
Sea de la forma que fuera, la victoria israelita sobre los seléucidas les permitió fundar la Dinastía asmonea, que fue el último reino judío independiente en la región. Los asmoneos (posiblemente llamados así por Asmoneo, un ancestro de los macabeos) emprendieron una política de expansión en la que reclamaban para sí centros importantes de comercio que anteriormente controlaba en su frontera el rico Reino de Nabatea. Estas políticas les llevaron al conflicto con los reyes nabateos y también entre ellos por el control del reino.
La riqueza del Reino nabateo y las guerras civiles de la Dinastía asmonea atrajeron la atención de Roma. En 64 a.C., Pompeyo el grande tomó Nabatea y, en 63 a.C., intervino en asuntos asmoneos e involucró a la región en su posterior lucha de poder con Julio César. Aunque los gobernantes asmoneos seguían en el trono, la intervención de Roma señaló el fin del reino independiente. Roma instaló a su rey títere Herodes el grande en 37 a.C. y Judea se convirtió en un estado satélite del imperio.
Rebeliones y la destrucción de Judea
No obstante, el pueblo de Judea resistió la ocupación de Roma, y finalmente estallaron las tensiones con la Primera guerra judeo-romana (también conocida como la gran revuelta) de 66-73 d.C. que concluyó cuando el general romano Tito destruyó Jerusalén y sitió la fortaleza de montaña de Masada. Los defensores de Masada decidieron suicidarse antes que rendirse o ser presos y con sus muertes, se quebrantó la última resistencia y una gran parte de la población se dispersó o se vendió como esclava.
La segunda rebelión importante fue la guerra de Kitos (llamada así por una deformación del nombre de Lucio Quieto, el general romano que sofocó la rebelión también conocida como la Segunda guerra judeo-romana) de 115-117 d.C. que resultó en más matanzas a gran escala y desplazamiento de la población. La última y más importante rebelión fue la Revuelta de Bar-Kojba (también conocida como la Tercera guerra judeo-romana) de 132-136 d.C. Aunque hubo muchos factores que contribuyeron a este conflicto, el detonante fue la decisión del emperador Adriano de construir una ciudad nueva, Aelia Capitolina, sobre las ruinas de Jerusalén y construir un templo al dios Júpiter en el Monte del Templo, lugar sagrado de los judíos.
La rebelión que dirigió Simón bar Kojba tuvo éxito al principio y éste pudo establecer su autoridad y gobernar la región durante tres años hasta que Roma aplastó la rebelión. Miles de personas fueron asesinadas y otras se dispersaron. Adriano exilió a todos los judíos de la región y prohibió su regreso bajo pena de muerte.
Posteriormente a la destrucción de Judea y a la diáspora resultante, Israel dejó de existir hasta que las Naciones Unidas crearon el Estado moderno de Israel en 1947-1948. Este nexo entre el antiguo Reino de Israel y el estado moderno del mismo nombre ha sido objeto de muchas discusiones a lo largo de los años y sigue siendo un tema de debate polémico.
Debido a mi gran interés por aprender humanidades, soy traductora voluntaria para WHE, lo que me da la oportunidad de profundizar en las olas del tiempo.
Joshua J. Mark no sólo es cofundador de World History Encyclopedia, sino también es su director de contenido. Anteriormente fue profesor en el Marist College (Nueva York), donde enseñó historia, filosofía, literatura y escritura. Ha viajado a muchos lugares y vivió en Grecia y en Alemania.
Mark, J. J. (2018, octubre 26). Reino de Israel [Kingdom of Israel].
(R. M. Barquin, Traductor). World History Encyclopedia. Recuperado de https://www.worldhistory.org/trans/es/1-180/reino-de-israel/
Estilo Chicago
Mark, Joshua J.. "Reino de Israel."
Traducido por Rosa Maria Barquin. World History Encyclopedia. Última modificación octubre 26, 2018.
https://www.worldhistory.org/trans/es/1-180/reino-de-israel/.
Estilo MLA
Mark, Joshua J.. "Reino de Israel."
Traducido por Rosa Maria Barquin. World History Encyclopedia. World History Encyclopedia, 26 oct 2018. Web. 20 dic 2024.
Licencia y derechos de autor
Escrito por Joshua J. Mark, publicado el 26 octubre 2018. El titular de los derechos de autor publicó este contenido bajo la siguiente licencia: Creative Commons Attribution-NonCommercial-ShareAlike. Por favor, ten en cuenta que el contenido vinculado con esta página puede tener términos de licencia diferentes.