Zanguebar, o también Costa Suajili, en la costa oriental de África es una región en la que se encontraron los nativos africanos y los árabes y acabaron creando una identidad única a partir del siglo VIII conocida como cultura suajili. Suajili es el nombre de su idioma y significa "gente de la costa". En la costa florecieron varias ciudades comerciales independiente e importantes, tales como Mombasa, Mogadiscio y Zanzíbar.
En su apogeo en los siglos XII a XV, las ciudades-estado de la costa suajili comerciaban tanto con las tribus africanas en lugares tan alejados como Zimbabue como con las grandes naciones comerciales de la época al otro lado del océano Índico, como Arabia, Persia, India y China. La decadencia llegó en el siglo XVI con la llegada de los avariciosos portugueses que destruyeron las ciudades, construyeron fuertes y destruyeron en gran medida el delicado equilibrio de la red de comercio de la que habían venido a aprovecharse.
Suajili
El término suajili proviene de la palabra árabe sahil, "costa", por lo que significa "gente de la costa". No solo hace referencia a la región costera de África oriental desde en extremo septentrional en Mogadiscio, Somalia, hasta el extremo meridional en Kilwa, sino también al idioma que se habla, una forma del idioma bantú africano local, que surgió a mediados del primer milenio d.C. Más tarde, se irían adoptando muchos términos árabes y el suajili se convirtió en la lengua franca de África oriental, aunque se desarrollaron varios dialectos. Hoy en día todavía se habla este idioma en África oriental, sigue adquiriendo préstamos de otras lenguas y es el idioma oficial de Kenia y Tanzania.
Asentamiento antiguo
Los pueblos ancestrales que se convertirían en Zanguebar prosperaron gracias a la agricultura y la ganadería, ayudados por unas lluvias anuales regulares y unas aguas costeras poco profundas donde abundaba la pesca. El comercio, que se llevaba a cabo en canoas y pequeñas embarcaciones, empezó en un principio por la costa entre los pueblos agrícolas bantúes que vivían allí en los primeros siglos del primer milenio de la Edad del Hierro de la región. El viaje por mar se hacía más fácil gracias a las largas hileras de arrecifes de coral que protegen las aguas calmas y poco profundas y la costa igual que la presencia de muchas islas costeras que proporcionan cobijo y puntos de descanso por el camino. Además, la costa de África oriental ofrece muchos puertos naturales excelentes formados por antiguos estuarios sumergidos.
El pueblo bantú, que en un principio había habitado en el interior, se fue moviendo cada vez en mayor número a la costa durante la segunda mitad del primer milenio. Crearon 400 asentamientos nuevos y usaron piedra (comúnmente bloques de coral unidos con mortero) en vez de, o además de, barro y madera para sus hogares. Para subsistir, intercambiaban los productos de la costa, tales como la joyería hecha con conchas, por productos agrícolas procedentes del interior, más fértil. A medida que las redes de comercio se fueron extendiendo a lo largo de la costa, también se fueron extendiendo el arte y la arquitectura, al igual que el idioma, con lo que la cultura suajili llegó a abarcar 1.600 kilómetros (1.000 millas) de la costa africana y a contactar con Madagascar, una isla con una larga historia de contactos interculturales, incluida Indonesia.
La llegada de los comerciantes musulmanes
A partir del siglo VII d.C. la cantidad de comerciantes que navegaba por el océano Índico aumentó en gran medida, y a estos se sumaron los navegantes del mar Rojo (y con ello, los de El Cairo en Egipto) y después de Arabia y el Golfo Pérsico. Los veleros árabes, o dhows, con sus distintivas velas triangulares llenaron los puertos de Zanguebar. El comercio se expandió incluso al otro lado del océano Índico para incluir India, Sri Lanka, China y el sudeste asiático. Los viajes marítimos de larga distancia se hicieron posibles gracias a la alternancia de vientos monzónicos que soplaban hacia el noroeste en los meses de verano y que se invertían en los meses de invierno. De hecho, en aquel momento el viaje por mar era mucho más fácil y mucho más rápido que el viaje por tierra. Como estos útiles vientos eran cada vez más ligeros y menos regulares cuanto más al sur se iba, los asentamientos también se fueron haciendo más pequeños y escasos hacia el sur de la costa de África.
A partir de mediados del siglo VIII, los comerciantes musulmanes de Arabia y Egipto comenzaron a establecerse permanentemente en ciudades y centros de comercio a lo largo de Zanguebar, especialmente en las islas costeras, más seguras. En el siglo XII llegaron colonos de Persia, conocidos como el pueblo shirazi. Los bantúes indígenas se mezclaron con todas estas culturas extranjeras, al igual que sus idiomas. Como los matrimonios entre culturas se hicieron muy comunes, acabó surgiendo una cultura suajili totalmente única y distinta de esta mezcla de prácticas culturales.
Ciudades medievales de comercio
Zanguebar tenía más de 35 ciudades-estado a lo largo de la costa, de las cuales las más importantes son (de norte a sur):
- Mogadiscio
- Merca
- Barawe (o Brava)
- Kismayo
- Burgabo
- Ungwana
- Malindi
- Gedi
- Mombasa
- Pemba
- Zanzíbar
- Isla de Mafia
- Kilwa
- Ibo
- Islas Comoras
- Mozambique
- El extremo norte de Madagascar
Estas ciudades-estado, a excepción de Mogadiscio, rara vez ejercían algún tipo de control político más amplio más allá de sus inmediaciones. Ni siquiera hubo una gran influencia cultural sobre el interior continental. Sin embargo, como muchas de las ciudades no podían producir suficiente comida, tuvo que haber habido algún acuerdo con las tribus locales del continente que les proporcionaran sorgo, arroz, plátanos, ñames, cocos y demás.
Comercio
Las mercancías que llegaban a las ciudades-estado suajilis se recogían en el interior, incluido en sur de África, donde Kilwa tenía un emporio comercial, Sofala, cerca del reino de Gran Zimbabue (en torno a 1100 - alrededor de 1550). Estos productos o bien se consumían en las propias ciudades, o se exportaban a otras comunidades africanas (previo pago de las tasas de los gobernantes de las ciudades) o se exportaban lejos del continente por mar. En la otra dirección las mercancías provenían de Arabia, Persia e India, y, a través de estos lugares, de China y el sudeste asiático. Una vez más, los productos extranjeros se consumían en las ciudades-estado de Zanguebar y también se comerciaba con ellos con los asentamientos africanos en todo el África oriental y meridional. Por último, las ciudades estado suajilis también manufacturaban productos para su consumo propio y para el comercio, tales como cerámica, tela y siwas ricamente decoradas, las trompetas de latón típicas de la región.
Entre las mercancías procedentes de África se contaban:
- Metales preciosos: oro, hierro y cobre
- Marfil
- Telas de algodón
- Cerámica
- Caparazones de tortuga (principalmente para hacer peines)
- Madera (especialmente tallos de manglar)
- Incienso y mirra
- Especias
- Cuarzo
- Sal
- Grano y arroz
- Maderas duras (como por ejemplo sándalo y ébano)
- Perfumes (como por ejemplo el ámbar gris que proviene de los cachalotes)
- Cuerno de rinoceronte
- Pieles de animales (como por ejemplo de leopardo)
- Esclavos
Entre las mercancías que llegaban a África se contaban:
- Porcelana Ming
- Cerámica de los estados musulmanes
- Joyería de metales preciosos
- Seda y otras telas finas
- Cristalería
- Cuentas de vidrio
- Fayenza
Los mercaderes comerciaban con estos productos en un sistema de trueque en el que se intercambiaba una mercancía por otra, pero algunas de las ciudades más grandes como Kilwa pudieron acuñar su propia moneda de cobre a partir de los siglos XI o XII. También había productos que se trataban como moneda de cambio, tales como los lingotes de cobre o las conchas de cauri.
Gobierno y sociedad
Las ciudades suajilis eran independientes las unas de las otras y por lo general estaban gobernadas por un solo gobernante, pero, excepto en unos pocos casos en los que un gobernante elegía a su sucesor, no hay detalles sobre cómo se elegían. Para el siglo XII, las ciudades estaban gobernadas por las clases comerciantes ricas de musulmanes. El gobernante o sultán contaba con varios funcionarios, tales como un consejo de asesores y un juez, que lo más probable era que se eligieran de entre las familias de comerciantes más poderosas.
La estructura social de las ciudades-estado normalmente tenía tres niveles. La clase gobernante (gobernadores, mercaderes, artesanos y cargos religiosos) estaba compuesta de miembros con una ascendencia mixta árabe y africana. El segundo grupo estaba compuesto de esclavos, que eran africanos nativos de ascendencia no mixta y el tercer grupo eran los comerciantes árabes y persas que no se habían asentado definitivamente.
El islam
El islam llegó a la costa con los comerciantes árabes del siglo VII, pero las mezquitas más antiguas conocidas, construidas en madera, se encuentran en Tanga, Kenia, y datan del siglo IX. En un principio, puede que algunos colonos musulmanes heterodoxos estuvieran escapando de la persecución en su propia tierra, pero, a partir del siglo XII, la forma del islam que más se practicaba a lo largo de Zanguebar era suní.
Tal y como dice el historiador P. Curtin: "La religión musulmana acabó convirtiéndose en uno de los elementos centrales de la identidad suajili. Ser suajili, en los siglos posteriores, significaba ser musulmán"(125). A pesar de todo, había diferencias en los aspectos prácticos del culto cotidiano entre los musulmanes suajilis y los demás. Por ejemplo, para muchos musulmanes conversos continuó la práctica de apaciguar a los espíritus que traían enfermedades y otras desgracias, al igual que lo hizo la adoración de los antepasados, y en algunos lugares la mujer tenía más derechos de los que tenía bajo la sharía estricta. Las ciudades suajilis tenían cementerios, y muchas de sus tumbas, aparte de tener una sola columna de piedra como única conmemoración, también contaban con bienes valiosos junto con los difuntos, una práctica muy poco islámica.
Arquitectura
Las mezquitas suajilis eran más pequeñas que en otras partes del mundo musulmán y tenían muy poca decoración. A excepción de dos mezquitas del siglo XIII en Mogadiscio, las mezquitas de Zanguebar no tienen minaretes y ninguna tiene el patio interior típico de las mezquitas de otros sitios. Uno de los monumentos mejor conservados de Zanguebar es la Gran Mezquita de Kilwa. Construida en el siglo XIV con bloques de roca coralina y ampliada durante el siglo siguiente, la estructura incorporó secciones de una mezquita anterior de los siglos X-XI. Tiene unas columnas monolíticas de coral impresionantes que soportan el alto techo abovedado, columnas octogonales que crean 30 naves arqueadas y una habitación cuadrada de 4 metros (13 pies) con un techo abovedado.
En Kilwa también se encuentran las ruinas de un gran palacio, el palacio Husuni Kubwa ("gran fortaleza" en suajili), construido en las décadas de 1320-30 y situado en un promontorio de piedra arenisca. Con una superficie de casi 10.000 metros cuadrados (1 hectárea), cuenta con una espaciosa sala de audiencias, un patio con gradas o peldaños, techos abovedados, almacenes (que abarcan la mitad de la superficie del palacio) y una piscina. Aunque la arquitectura es similar a la de los edificios que se ven en Adén con sus cúpulas, sus pabellones y sus bóvedas de cañón, los arquitectos de Kilwa añadieron su propio toque único al incrustar piezas de porcelana china en el yeso de cal blanca de las paredes exteriores como decoración. El palacio, la Gran Mezquita y la atención general a la arquitectura en Kilwa llevaron al explorador marroquí Ibn Battuta (1304 - en torno a 1368), que la visitó en torno a 1331, a describirla célebremente como "una de las ciudades más bellas del mundo" (citado en Spielvogel, 233).
Las viviendas a lo largo de Zanguebar solían consistir en edificios rectangulares de bajareque o de ladrillos de barro con techos a dos aguas de hojas de palma. Las casas de mayor calidad, como las que se encuentran en Kilwa, se construían de piedra y en su mayoría eran de un solo piso. Las casas de piedra suajilis normalmente constan de dos habitaciones muy largas pero estrechas (la anchura estaba limitada por la longitud de los tallos de manglar necesarios para soportar el techo de coral) con pocas ventanas, por lo que el interior es oscuro pero fresco. Hay habitaciones privadas más pequeñas con muchos nichos en la pared del fondo, y normalmente hay algún tipo de patio interior con ventanas grandes y un baño y aseos. La decoración consistía en marcos de ventanas y puertas de madera tallada, rejas en las ventanas o puede que colocando hileras de cuencos de porcelana en los techos. Las casas más grandes tenían jardines y huertos bien regados. Los edificios se construían muy juntos, normalmente compartiendo una pared, de manera que las ciudades solían tener calles muy estrechas y laberínticas.
La llegada de los portugueses y el declive
El principio del fin de las ciudades-estado suajilis fue la llegada de Vasco da Gama en 1498-9. El explorador portugués había navegado valientemente alrededor del cabo de Buena Esperanza y a lo largo de la costa oriental de África. Los que vinieron después buscaban una sola cosa: el control total de la red de comercio del océano Índico. Como Zanguebar tenía peores armas y no contaba con la cooperación entre las diferentes ciudades-estado, no fue capaz de defenderse.
Los portugueses tenían una gran base en Goa, India, y tenían la esperanza de controlar ambos lados del océano Índico. Con la construcción de fortalezas, especialmente en Sofala en 1505, en la Isla de Mozambique en 1507 y en Shama en 1526, al menos garantizaron su estancia en África oriental. Por desgracia para todo el mundo, los europeos no tenían interés alguno en establecer acuerdos comerciales mutuamente beneficiosos con las ciudades suajilis o los reinos del interior de África, ni establecieron tampoco ningún tipo de administración. Sencillamente querían extraer todo lo que tuviera valor alguno al menor costo posible, preferiblemente cero. Expulsaron a cualquier otro comerciante rival del agua, arrasaron las ciudades y robaron los productos comerciales.
El resultado de esta política corta de miras de los europeos en África oriental fue que, junto con otros factores que contribuyeron, como la falta básica de mano de obra y la incompetencia corrupta, el comercio regional sencillamente se desplazó hacia el norte para evitarlos. Al final lo que hicieron los portugueses fue intentar hacerse con los productos en la propia fuente, y una de estas, conocida por su oro, era el reino de Mutapa, en el actual Zimbabue. Los europeos conquistaron el reino en torno a 1633, pero se llevaron un desengaño cuando descubrieron que no había tanto oro como habían pensado, ciertamente no en comparación con África occidental o el Perú inca. Cansados de la terrible tasa de mortalidad causada por las enfermedades tropicales, abandonaron el norte y en centro de África oriental a sus propios medios y se concentraron en Mozambique, pero no sin antes haber causado tales estragos que el apogeo de Zanguebar tocó a su fin. A pesar de todo, algunas ciudades-estado siguieron comerciando hasta el siglo XVIII bajo el control del Imperio omaní y se convirtieron en grandes exportadoras de esclavos y de marfil.