Eduardo VI fue rey de Inglaterra entre 1547 y 1553. Sucesor de su padre, Enrique VIII (que reinó de 1509 a 1547), tenía apenas nueve años cuando asumió el trono, por lo que el reino fue gobernado por un consejo de nobles, entre los que destacaba su tío materno, Edward Seymour (hacia 1500-1552), hasta que fue sustituido por John Dudley, conde de Northumberland (1504-1553). Durante el reinado de Eduardo continuaron las reformas religiosas protestantes a medida que la Iglesia de Inglaterra se alejaba de las tradiciones de la Iglesia católica dirigida por el papa. También se produjeron revueltas populares, ya que la economía se tambaleaba y había una inflación galopante. El reinado de Eduardo fue breve, ya que murió de tuberculosis con solo 15 años. Le sucedió su prima Juana Grey (1537-1554) hasta que su media hermana mayor, a quién la mayoría del pueblo y la nobleza consideraban la heredera legítima, fue coronada nueve días después como María I de Inglaterra (que reinó de 1553 a 1558).
Enrique VIII y la sucesión
Enrique VIII se casó seis veces, pero fueron sus tres primeros matrimonios los que producieron futuros monarcas: con Catalina de Aragón (1485-1536) tuvo una hija, María (nacida en febrero de 1516). Con Ana Bolena (1501-1536), tuvo otra hija, Isabel (n. sep. 1533). Con su tercera esposa, Juana Seymour, dama de compañía en la corte, tuvo su primer y último hijo varón legítimo, Eduardo, nacido el 12 de octubre de 1537 en el palacio de Hampton Court. Ante la feliz noticia, se dispararon 2.000 cañonazos en la Torre de Londres, repicaron campanas repicaron por toda Inglaterra y hubo 24 horas de fiestas y banquetes, pero, trágicamente, Juana murió 12 días después de dar a luz, muy probablemente de fiebre posparto.
Como el primer matrimonio fue anulado para permitir el segundo y Ana Bolena fue ejecutada bajo acusación de adulterio, sus dos hijas fueron desheredadas y fue Eduardo quien se convirtió en el heredero oficial al trono. A medida que se sucedían las esposas y no venían más hijos, Enrique cambió de opinión en 1544 y declaró que Eduardo podría ser sucedido por su media hermana María y que Isabel sería la siguiente en la línea sucesoria.
La salud de Enrique VIII empeoró rápidamente en sus últimos años, ya que el rey sufría un grave sobrepeso y una úlcera en la pierna. Murió el 28 de enero de 1547 en el palacio londinense de Whitehall, a la edad de 55 años. Enrique fue enterrado en la capilla de San Jorge del castillo de Windsor, junto a su difunta tercera esposa, Juana Seymour, y le sucedió Eduardo, que se convirtió en Eduardo VI tras su coronación en la abadía de Westminster el 20 de febrero de 1547. Enrique, después de haber separado la Iglesia de Inglaterra y Roma para conseguir la anulación de su primer matrimonio y de haber realizado un gasto masivo en palacios y guerras, dejó a su hijo un reino empobrecido y dividido por cuestiones religiosas y, en particular, por la conveniencia o no de seguir adelante con la reforma eclesiástica.
La Regencia y la reforma de la Iglesia
Como Eduardo tenía apenas nueve años cuando se convirtió en rey, Inglaterra estaba gobernada por un consejo de nobles, el principal de los cuales era el Lord Protector, Eduardo Seymour, tío del joven rey. Enrique VIII había estipulado que el consejo de regencia no estuviera dominado por una sola persona, pero esto resultó difícil de mantener en la práctica: el ambicioso Seymour repartió títulos y dinero entre sus seguidores y se ascendió a sí mismo de conde de Hertford a duque de Somerset en 1547, convirtiéndose así, de hecho, en el único regente. Seymour estaba comprometido con la reforma, y con la ayuda de figuras como Thomas Cranmer, arzobispo de Canterbury, mostró sus intenciones desde el principio del reinado de su sobrino al incluir en la ceremonia de coronación un juramento de que el rey mantendría la reforma iniciada por su padre. Luego llegó la Ley de Traición de 1547, que levantó antiguas restricciones y permitió la libre discusión de asuntos religiosos, así como la impresión y distribución de materiales relacionados.
Seymour tenía sus enemigos entre los católicos que no estaban a favor de la reforma, entre ellos su propio hermano Thomas Seymour, el Lord gran almirante. Eduardo Seymour cuidó con celo su posición de favor ante el joven rey y sus dos hermanas, e incluso mandó ejecutar a Thomas en marzo de 1549 cuando intentó entrometerse en la corte real.
Las reformas continuaron a buen ritmo y el término «protestantismo» se generalizó por primera vez. Se eliminaron de las iglesias la iconografía, los murales y los vitrales, y las misas se comenzaron a celebrar en inglés, no en latín. Los altares católicos se sustituyeron por mesas de comunión y los sacerdotes ahora podían casarse. En 1549 se publicó un nuevo Libro de Oración Común, en inglés, obligatorio en virtud del Acta de Uniformidad de ese mismo año. El libro de oraciones se actualizó en 1552 y marcó un alejamiento aún más radical del catolicismo romano al rechazar la idea de la transubstanciación (que los elementos eucarísticos del pan y el vino se convierten en el cuerpo y la sangre de Jesucristo). Se suprimieron las cofradías religiosas, se abolieron las dotaciones (canonjías) para que los sacerdotes cantaran misa por las almas de los difuntos y se confiscaron las tierras de las iglesias. Las riquezas obtenidas llenaron los bolsillos de la nobleza, aunque Eduardo utilizó parte del dinero para fundar varias escuelas.
Muchos tradicionalistas se posicionaron en contra de estos cambios, aunque también hubo una sorprendente apatía por parte de la mayoría. Sin embargo, cuando la religión se mezcló con la política, hubo consecuencias más graves, como varios levantamientos populares. Estas revueltas y disturbios se vieron avivados por los cercamientos de tierras (el uso de tierras comunales para crear fincas privadas de caza o pastizales para el ganado), la inflación (causada por los elevados costes de la guerra y la devaluación de la moneda) y los nuevos impuestos sobre los paños de lana y las ovejas. Además de estos problemas, la población de Inglaterra había aumentado de 2,3 millones en 1530 a 3 millones en 1550, lo que incrementó los precios al aumentar la demanda y dificultó que algunos encontraran trabajo. Las revueltas incluyeron disturbios en Cornualles y la rebelión de Mousehold Heath en Norfolk, liderada por Robert Kett, quien audazmente declaró su propia mancomunidad en 1549. Estos disturbios fueron finalmente sofocados, algunos de forma despiadada, como la masacre de Dussindale en Norfolk (26 de agosto), pero fueron suficientes para que Seymour fuera destituido y sustituido por John Dudley, conde de Warwick, en octubre de 1549.
¿Un rey manipulado?
Eduardo, por su parte, nunca había mostrado una constitución particularmente fuerte de niño, a pesar de los cuidadosos esfuerzos por preservar la salud de lo que su padre había llamado «su joya más preciada». El príncipe (y luego rey) continuó su educación en latín, griego, teología, filosofía y los clásicos. También practicó muchos deportes, como equitación, esgrima, tiro con arco y tenis, y no se descuidaron las artes, con lecciones de danza y música, especialmente de laúd. Mientras el incipiente rey estaba así ocupado, los halcones de los cargos políticos rondaban su corte para sacar de ella lo que pudieran. Como señaló el célebre historiador de los Tudor, G. R. Elton:
Eduardo era altivo y arrogante por naturaleza, como todos los Tudor.También, como toda su familia, tenía una marcada capacidad intelectual... El rey era un mojigato de corazón frío, un hecho que ni siquiera el patetismo de su miserable muerte puede hacer olvidar. Egoísta, inclinado a la crueldad y (para sorpresa de nadie) fácilmente influenciable por hombres astutos, ejerció la poca influencia que poseía a favor de políticas desastrosas y políticos desastrosos. (202)
Política exterior
Los enemigos conocidos de Inglaterra en la guerra eran Francia y Escocia, la llamada Auld Alliance. En 1543, Eduardo, príncipe de Gales, planeó casarse con María, reina de Escocia (que reinó de 1542 a 1567), pero ninguna de las dos naciones estaba dispuesta a renunciar a su independencia. Los ingleses persistieron en su plan con el llamado Rough Wooing («cortejo duro» en español) de 1544 y 1545 , cuando las tierras bajas escocesas fueron asoladas, pero, como era de esperar, esta política no hizo sino endurecer la determinación escocesa.
Una campaña de Eduardo Seymour en Escocia en 1547 tuvo cierto éxito, en particular la victoria en la batalla de Pinkie (cerca de Musselburgh) el 10 de septiembre, pero no se logró ninguna ventaja duradera y las guarniciones inglesas recién establecidas allí sufrieron repetidos ataques escoceses. Los franceses también asediaban Boulogne, y el hecho de que Seymour tuviera tropas en Francia y Escocia puede explicar su fatal vacilación al tratar de hacer frente a las revueltas populares en Inglaterra. Las guerras en dos países estaban, en cualquier caso, fuera del alcance financiero de Inglaterra y, en consecuencia, en 1550 se firmó un tratado de paz entre Inglaterra, Francia y Escocia: el Tratado de Boulogne (llamado así porque Boulogne fue devuelta a la corona francesa).
Dudley, conde de Warwick
Dudley, conde de Warwick, se ganó la confianza de Eduardo y se convirtió en conde de Northumberland en 1551. Actuó con rapidez para eliminar a cualquier rival, e incluso el ya deshonrado Eduardo Seymour fue ejecutado el 22 de enero de 1552. Eduardo llevaba un diario y sus descripciones son sorprendentemente impasibles, hasta cuando se refieren a la muerte de su tío: «Al duque de Somerset le cortaron la cabeza en Tower Hill entre las ocho y las nueve de esta mañana» (Jones, 227).
Dudley siguió adelante con la reforma, quizá más motivado por la codicia por la riqueza de la Iglesia que por una verdadera convicción religiosa. Se introdujo el libro de oraciones más radical mencionado anteriormente y se impusieron más restricciones a las prácticas «papistas», como la atenuación de las vestimentas del clero y la abolición de las oraciones por los difuntos. La economía mejoró algo gracias a la legislación contra los cercados y al fin de la práctica de mezclar tanto cobre en las monedas de plata, lo que frenó la inflación. El rey y el nuevo regente (en todo menos en título) colaboraron estrechamente con el conde, que enseñaba en secreto a Eduardo discursos que podría pronunciar con aplomo ante el Consejo al día siguiente. Pero entonces sobrevino el desastre: Eduardo contrajo sarampión y viruela en el verano de 1552. En 1553, tras un invierno especialmente duro, mostró los efectos de la tuberculosis y sus días estaban contados.
Muerte y sucesores
El sucesor del rey había sido designado por su padre si Eduardo no tenía hijos: María, su hermana mayor, pero era una católica ferviente, por lo que muy probablemente revertiría la reforma cuando se convirtiera en reina (y también acabaría con la carrera de Dudley). Dudley, por tanto, persuadió a Eduardo, que era un reformista entusiasta, para que nombrara en su lugar a su prima, Juana Grey. Eduardo murió de tuberculosis pulmonar el 6 de julio de 1553 en el palacio de Greenwich, con apenas 15 años de edad. Dudley mantuvo la muerte en secreto durante unos días mientras se movilizaba para instalar como reina a Juana Grey, que entonces solo tenía 16 años.
Juana Grey era bisnieta de Enrique VII de Inglaterra (que reinó de 1485 a 1509), nieta de María Tudor (1496-1533), que había sido hermana de Enrique VIII y, quizá lo más importante, nuera de John Dudley. El Consejo y el Parlamento aceptaron el nombramiento de Juana por parte de Eduardo. Desgraciadamente para los planes de Dudley, María no estaba dispuesta a dejar escapar esta oportunidad y contaba con muchos seguidores a los que podía recurrir inmediatamente. La elección entre una dama con relaciones reales lejanas y una hija de Enrique VIII era fácil para el público, independientemente de sus convicciones religiosas: un ejército marchó en nombre de María sobre Londres, y tanto la nobleza como los plebeyos se unieron para que se cumpliera el deseo original de Enrique VIII. María fue recibida por multitudes en Londres el 3 de agosto de 1553. Dudley fue debidamente destituido y Juana Grey, que había participado a regañadientes en el plan de los nueve días, fue confinada en la Torre de Londres hasta su ejecución el 12 de febrero de 1554. Dudley fue ejecutado el 22 de agosto de 1553. María fue coronada en la Abadía de Westminster y se convirtió en María I de Inglaterra el 1 de octubre de 1553. María reinó hasta 1558, cuando fue sucedida por su hermana Isabel I (que reinó de 1558 y 1603), con la que llegó la Edad de Oro de Inglaterra.