La historia sumeria del Diluvio (también conocida como el Génesis de Eridu, La historia de la Inundación, El mito sumerio de la Creación y El mito sumerio del Diluvio) es el texto mesopotámico más antiguo que relata la historia del Gran Diluvio y que aparece en obras posteriores, como por ejemplo en la Atrahasis (siglo XVII a.C.) y en La epopeya de Gilgamesh (alrededor de 2150-1400 a.C.).
El relato más célebre es la historia de Noé y de su arca, que aparece en el libro bíblico del Génesis (cuya datación más temprana posiblemente sea de alrededor de 1450 a.C., la más tardía de alrededor de 800-600 a.C.). La historia en su forma escrita data de alrededor de 1600 a.C., pero se cree que es mucho más antigua y que se conservó por tradición oral hasta que se puso por escrito.
La obra existente, aunque se puede leer y entender fácilmente como una historia temprana del Diluvio, está muy dañada ya que faltan varias frases importantes. Los eruditos que han estudiado el texto generalmente se apoyan en la Atrahasis acadia/babilónica, que cuenta el mismo relato, para completar los espacios del texto que faltan de la tablilla rota. Es muy probable que la historia influyera en el "relato de inundación" egipcio conocido como El libro de la Vaca Celestial (que en parte data del Primer Período Intermedio de Egipto, 2181-2040 a.C.), y fue con seguridad la inspiración para obras posteriores mesopotámicas así como para la narración bíblica de Noé.
La historia se descubrió por primera vez en 1893, durante el periodo generalizado de expediciones y excavaciones por toda Mesopotamia que finaciaron varias instituciones occidentales. El hombre bueno en esta versión del relato, elegido para sobrevivir al Diluvio y conservar la vida en la tierra, es el rey-sacerdote Ziusudra de la ciudad de Suruppak (cuyo nombre significa “vida de días prolongados”). Esta misma figura aparece en Las instrucciones de Shuruppag (alrededor de 2000 a.C.) y como Atrahasis (“extremadamente sabio”) en la obra posterior que lleva su nombre, como Utnapishtim (“él encontró la vida”) en La epopeya de Gilgamesh, y como Noé (“descanso” o “paz”) en el Libro del Génesis.
Las expediciones y el descubrimiento
En el siglo XIX, las instituciones occidentales, que incluían museos y universidades, financiaron expediciones a Mesopotamia con la esperanza de hallar evidencia física que confirmara el origen histórico de las narraciones bíblicas. El siglo XIX fue testigo de la práctica sin precedentes de las lecturas de la Biblia cada vez más críticas que cuestionaban las antiguas creencias en lo que respecta a su origen divino y su supuesta infalibilidad.
Esta época de escepticismo fue testigo de la publicación del Origen de las especies de Darwin en 1859, que sugería que los seres humanos, en lugar de ser creados por Dios como “algo menores que los ángeles” (Salmo 8:5), evolucionaron de los primates. En 1882, el filósofo alemán Friedrich Nietzsche publicó su obra El alegre saber, que contiene la frase famosa, “Dios está muerto y nosotros lo hemos matado”, que alude al triunfo aparente de la tecnología y al secularismo por encima de las creencias religiosas tradicionales.
Anteriormente al alza del escepticismo secular, e incluso durante el periodo en el que escribieron Darwin y Nietzsche, la Biblia se consideraba el libro más antiguo del mundo, completamente original y de origen divino. El arzobispo James Ussher (1581-1656), creador de la Cronología Ussher que, basándose primordialmente en el libro del Génesis y haciendo referencia a otras narraciones bíblicas, data la creación del mundo al 22 de octubre de 4004 a.C. a las 6:00 de la tarde, fomentó el anterior punto de vista. Debido a que se creía que Dios había escrito la Biblia, esta era infalible y se podía confiar en ella no solo a la hora de datar la edad de la Tierra, sino también en lo que se refería a cualquier otro aspecto de la existencia humana.
Se suponía que las expediciones que se enviaron a Mesopotamia encontrarían evidencias que apoyaran este punto de vista; sin embargo, descubrieron justo lo contrario. Las tablillas cuneiformes, que se descifraron a partir de mediados del siglo XIX, desafiaron el punto de vista tradicional de la Biblia directamente ya que contenían muchas historias, temas y símbolos que aparecían en las narraciones bíblicas y las precedían; entre ellas estaba la historia sumeria del Diluvio, el primer informe conocido del relato que la gente de la época conocía como El arca de Noé.
En 1893, una expedición financiada por la Universidad de Pensilvania descubrió la tablilla, que estaba en muy malas condiciones, en las ruinas de la antigua ciudad de Nippur. Estuvo sin traducir hasta 1912, cuando el asiriólogo alemán Arno Poebel (1881-1958) la descifró como parte de su trabajo para la Universidad de Pensilvania. La existencia de un relato prebíblico del Diluvio de Noé, que la traducción de George Smith de La epopeya de Gilgamesh en 1876 ya había dejado claro, Les sugirió a algunos que la interpretación tradicional de la Biblia se debería repensar, mientras para otros, un relato mesopotámico de la gran inundación confirmaba el relato bíblico, solo que desde otro punto de vista.
El arqueólogo británico sir Leonard Wooley (1880-1960) desafió esta última afirmación por medio de sus excavaciones en las ruinas de la antigua Ur en la década de 1920. Durante los periodos de excavación de 1928-1929, Wooley cavó varios pozos en la tierra y estableció que había existido una inundación importante en la zona, pero que fue un acontecimiento local, no global; es más, que no fue un incidente singular, sino que había ocurrido varias veces cuando los ríos Tigris y Eufrates se desbordaban.
Otros arqueólogos de otros yacimientos en Mesopotamia llegaron a la misma conclusión que Wooley. La veracidad histórica y la originalidad de la narración bíblica del Gran Diluvio no podía seguir manteniéndose y los eruditos desafiaron y descartaron la Cronología de Ussher (aunque hay cristianos en la actualidad que mantienen el denominado “punto de vista de la tierra joven” y continúan afirmando ambas teorías). La erudita Stephanie Dalley, que comenta sobre posteriores excavaciones en Mesopotamia a lo largo del siglo XX, escribe:
No se encuentran depósitos de inundaciones en los estratos de hace tres milenios, y la fecha del Diluvio de 2349 a.C. del arzobispo Ussher, que se calculó usando números del Génesis al pie de la letra y que no reconoció lo altamente esquemática que es la cronología bíblica en épocas tan antiguas, es ahora inadmisible. (5)
La pequeña tablilla de la historia del Diluvio sumerio encontrada en Nippur, al faltarle gran parte de su narración, le proporcionó a Wooley la libertad académica para realizar en la década de 1920 el tipo de afirmaciones respecto a la inundación que habrían sido inconcebibles apenas un siglo antes.
Resumen
La historia sumeria del Diluvio comienza con la creación del mundo, “el pueblo de las cabezas negras” (los sumerios), y después los animales. Los dioses sumerios que llevaron a cabo el acto de la creación, An (Anu), Enlil, Enki y Ninhursag, se mantuvieron entre las deidades sumerias más poderosas durante siglos hasta que los paradigmas teológicos amorreos bajo Hammurabi de Babilonia (que reinó 1792-1750 a.C.) y, más tarde los asirios, los eclipsaron.
Después de crear a los humanos y a los animales, los dioses decretaron la instauración de ciudades, empezando por Eridu, considerada en aquel entonces la ciudad más antigua del mundo. A cada ciudad se le otorgó a un dios para que la supervisara y de esta manera se instauró la tradición de que cada ciudad tuviera una deidad patrona, y al parecer se hacía referencia además a la creación de sistemas de riego.
A continuación de esta parte de la narración faltan varias líneas que deben haber explicado por qué los dioses An y Enlil, los líderes del panteón sumerio, deciden destruir a la humanidad con una gran inundación. En la posterior Atrahasis, la razón es que había un gran número de personas que eran muy ruidosas y molestaban el descanso de Enlil. En la Atrahasis, Enlil envía una sequía a la tierra, después una plaga, y más tarde una hambruna para que la población disminuya y para calmar el estruendo de los humanos; pero cada vez que esto ocurre, Enki (dios de la sabiduría y amigo de la humanidad) le dice a la gente lo que debe hacer para trastocar las plagas de Enlil y poder seguir con sus vidas como antes. Probablemente, estos detalles también aparecían en la anterior historia de la inundación sumeria donde Enki juega el mismo papel.
La historia prosigue y señala que todos los dioses hacen un juramento, probablemente de no interferir en la decisión de An-Enlil de destruir a la humanidad, y más tarde se presenta al personaje central de la historia: Ziusudra, rey y sacerdote de la ciudad de Suruppak. Debido a que Enki, probablemente, ha hecho juramento de no interferir en la inundación junto a los otros dioses, no puede avisar directamente a Ziusudra y, por lo tanto, le habla a un muro sabiendo que Ziusudra, que está al otro lado, le escuchará. En este momento, faltan más frases que detallarían la creación de Ziusudra de un gran barco, que llenó de animales y de “la semilla de la humanidad”.
La narración termina con una descripción de la inundación, que brama durante siete días y siete noches, hasta que los mares se calman y Utu (Utu-Shamash, el dios sol) aparece. Ziusudra hace un agujero en el lateral del barco, y Utu, en forma de rayos de sol, entra. Ziusudra, devotamente, le ofrece un sacrificio al dios, pero lo que ocurre después se pierde porque faltan más líneas. Finalmente, An y Enlil parecen arrepentidos de su decisión, ya que están agradecidos a Ziusudra por haber conservado su creación. Le garantizan la vida eterna en el paraíso de la tierra de Dilmun. En base a fragmentos de la tablilla, parece que la historia continua después de esta conclusión aparentemente durante otras 39 líneas, pero falta el contenido.
El texto
El siguiente texto proviene de The Literature of Ancient Sumer (La literatura de la antigua Sumeria), que tradujeron los eruditos Jeremy Black, Graham Cunningham, Eleanor Robson y Gabor Zolyomi. La primera línea que hace referencia a parar “el aniquilamiento de mis criaturas” podría sugerir que al inicio los dioses otorgaron a los seres humanos esperanzas de vida largas como compañeros de trabajo de los dioses que asumirían su trabajo y les harían la tierra agradable, como lo cuenta la historia en la Atrahasis.
En la Atrahasis, después de la inundación, los dioses toman medidas para poner límite a la esperanza de vida de los humanos y aumentar la mortalidad; este tipo de detalles pueden haber constituido el texto que falta de la historia de la inundación sumeria más antigua que está a continuación:
Pararé el aniquilamiento de mis criaturas y haré que regrese el pueblo de las tierras donde habitan. Permitámosles que construyan muchas ciudades para que yo pueda refrescarme en su sombra. Dejemos que coloquen los ladrillos de muchas ciudades en lugares puros, dejemos que establezcan lugares de adivinación en zonas puras, y cuando la extinción de incendios… esté organizada, los ritos divinos y los poderes de exaltación perfeccionados y la tierra irrigada, estableceré el bienestar allí.
Después de que An, Enlil, Enki y Ninhursag modelaran al pueblo de cabezas negras, también hicieron múltiples animales por todos los lugares, e hicieron que existieran manadas de animales cuadrúpedos en las llanuras, como corresponde. [Aquí faltan aproximadamente 32 líneas]
Supervisaré su trabajo. Dejad… que el constructor de la Tierra cave cimientos firmes.
Después de que el… de la monarquía descendiera del cielo, después de que la corona exaltada y el trono de la monarquía descendieron del cielo, de que se perfeccionaron los ritos divinos y los exaltados poderes, de que se colocaran los ladrillos de las ciudades en lugares sagrados, se anunciaron sus nombres y se distribuyeron los… La primera de las ciudades, Eridu, se le otorgó a Nudimmud el líder. La segunda, Bad-tibira, se le otorgó a la Señora. La tercera, Larag, se le otorgó a Pabilsag. La cuarta, Zimbir, al héroe Utu. La quinta, Suruppag, a Sud. Y después de anunciar los nombres de estas ciudades y de distribuir el…, se regó el río. [Aquí faltan aproximadamente 34 líneas]
…sede en el cielo…inundación…humanidad. Así que él hizo… Luego Nintud… La sagrada Inanna se lamentó por su pueblo. Enki se aconsejó a sí mismo. An, Enlil, Enki y Ninhursag hicieron que todos los dioses del cielo y de la tierra hicieran juramento invocando a An y a Enlil. En aquellos días, Ziusudra el rey, el sacerdote gudug… Él modeló… El humilde, comprometido, devoto… Día tras día, constantemente de pie en… Algo que no era un sueño apareció, la conversación…tomando juramento invocando al cielo y la tierra. En el Ki-ur, los dioses… un muro.
Ziusudra, de pie al lado escuchó: “Muro lateral que estás a mi izquierda, …Muro lateral, te hablaré; ten en cuenta mis palabras, presta atención a mis instrucciones. Una inundación barrerá el… en toda la… Se ha tomado la decisión de destruir la semilla de la humanidad. El veredicto, la palabra de la asamblea divina, no se puede revocar. La orden que An y Enlil anunciaron no se puede anular. Su monarquía, su plazo se ha suprimido; su corazón debería estar descansado por esto… [Aquí faltan aproximadamente 38 líneas]
Todas las tormentas de viento y los vendavales avanzaron al unísono y la inundación barrió toda la [tierra]. Después de que la inundación barriera la tierra y las olas y las tormentas mecieran al enorme barco durante siete días y siete noches, Utu, el dios sol, apareció iluminando el cielo y la tierra. Ziusudra perforó una abertura en el enorme barco y el héroe Utu penetró el enorme barco con sus rayos. El rey Ziusudra se postró ante Utu. El rey sacrificó bueyes y ofreció numerosas ovejas. [Aquí faltan aproximadamente 33 líneas]
“Te han hecho jurar por el cielo y la tierra…An y Enlil te han hecho jurar por el cielo y la tierra…”
Numerosos animales desembarcaron a tierra. Ziusudra, el rey, se postró ante An y Enlil. An y Enlil trataron a Ziusudra amablemente… le garantizaron vivir como un dios, le otorgaron vida eterna. En ese momento, con motivo de conservar a los animales y a la semilla de la humanidad, establecieron al rey Ziusudra en un país de ultramar, en la tierra de Dilmun, donde sale el sol… [Aquí faltan aproximadamente 39 líneas]
Conclusión
La historia sumeria del Diluvio se considera el primer relato escrito del popular mito de un diluvio mundial que la agencia divina envió y que aparece en casi todas las culturas del mundo antiguo. El tratamiento aparentemente universal de la misma historia sugiere a algunos que una vez existió tal acontecimiento, al que los pueblos de diferentes culturas, independientemente, respondieron con la creación de la historia.
Los eruditos contemporáneos tienden a rechazar esta interpretación y, en su lugar, sugieren que una historia anterior de un Gran Diluvio y la destrucción de la humanidad resonó con la audiencia de la Antigüedad y llegó a repetirse extensamente, viajando a través del comercio de una región a otra. Cada cultura adaptó la historia a sus propias necesidades y visión, y así la historia original fue cambiando en mayor o menor grado en cómo se contaba, y más tarde se escribía, en diferentes lugares. La historia sumeria del Diluvio puede haber sido o no la original; pero muchos eruditos en la actualidad, incluida Stephanie Dalley, creen que lo fue. Dalley escribe:
Todas estas historias del diluvio pueden explicarse como derivadas de una original mesopotámica, contada entre los relatos de los viajeros durante unos dos mil años, a lo largo de las grandes rutas de caravanas de Asia occidental: traducida, adornada y adaptada según los gustos locales para resultar en una miríada de versiones divergentes. (7)
El concepto de la cólera de un dios o del enojo colectivo de muchos dioses que causan acontecimientos catastróficos, era simplemente la manera en que las antiguas civilizaciones de la tierra entendían que funcionaba el mundo. La historia del Gran Diluvio habría tenido varios propósitos; pero, en primer lugar, explicaba la creación del mundo tal y como lo conocía la gente, mientras que sugería firmemente que prestaran mayor atención al deseo divino en sus vidas diarias.
En cada versión de la historia del diluvio que se menciona arriba, los dioses, o Dios, se arrepienten de su decisión; en la historia del Génesis, Dios incluso coloca el arcoíris en el cielo como una promesa de que nunca más inundará el mundo; pero, para la audiencia de la Antigüedad, esto no habría significado que la divinidad no pudiera enviar algún castigo igualmente terrible por la trasgresión humana de sus deseos en cualquier momento del futuro, fácilmente y cuando quisiera. La historia entonces habría animado a la gente a pecar de precavida ciñéndose a los preceptos religiosoculturales para conservar la buena voluntad de una deidad o deidades que podían destruirlos tan fácilmente como apoyarlos.